19 de abril 2024

Porque duele, duele tanto sentir que se me desangra el pecho, que mi esencia se diluye y no puedo detenerlo. Duele. Duele que no me quieras nada, ni un poco, ni un poquito, ni siquiera una minúscula parte como para poder mirarme.

Duele porque no me quieres, porque el dolor no se va... Tú no te vas. Duele y duele.

Porque lo arruiné, porque me confundí, porque borré los límites... Y tú me dejaste jugar tanto, y jugamos tan bien, nuestras sombras bailaron tan bien desde la distancia, que por un momento me engañaron, me atraparon, me dieron una fantasía que tú no podías.

Y te detesto, detesto cada vez que me dijiste que no, cada vez que te asustaste y huiste de mí. Pero te quiero por todas las veces que regresaste corriendo, por decir todas las palabras que deben decirse cuando el silencio abruma, por encender unas chispas en esta fogata... Porque puedo sentir y ahora estoy más viva que nunca.

Y te quiero, te quiero tanto que no te pediría nada, que te dejaría huir mil veces más llevándote mi corona y mis espadas como un simple ladrón que no acaba de apuñalar mi orgullo para llevarse lo más inútil que tenía, aquello que ya no palpitaba para mí.

Te olvido, te olvido porque ya no soy la reina, porque ya encontré los límites que había borrado, porque ahora solo estoy muriendo y no te quiero junto a este cadáver.

Adiós, rey de espadas.