Capítulo 13
Hay una frontera entre la vida y la muerte, ahí todo se ve muy claro, justo cuando ya no hay vuelta atrás.
11 de febrero. 2:00 pm
Jackson miró su reloj. Tenía el tiempo justo para almorzar antes de una reunión con uno de sus clientes.
—¿Vas al lugar de siempre? —preguntó su amigo Mathew mientras salían del ascensor.
—No, tengo el tiempo justo, me conformaré con la cafetería.
—¿Esa no es Becky? —señaló Mathew al tiempo que apuntaba a una chica apoyada en un Mercedes. Aunque llevaba unas enormes gafas de sol y un sombrero, la reconoció al instante.
—Matt, te alcanzo luego.
—Claro.
Se separaron y él fue a su encuentro.
—¿Becky? —Ella levantó la vista y se quitó las gafas. Le hubiera gustado decirle todo lo que se merecía después del vil engaño, pero su ojo morado y la mirada llorosa lo disuadieron.
—Te necesito —soltó con un tono lastimero.
—¿Por qué no me sorprende? ¿Qué? ¿Ahora sí quieres el divorcio?
—Nunca me dará el divorcio, quiero que me ayudes a escapar.
—¿Quieres un manual de escape? Número uno, toma tus cosas. Número dos, sal por la puerta. Número tres: no vuelvas jamás. No es tan difícil.
No se dejó alterar por sus palabras hirientes, en primer lugar, porque se las merecía y, en segundo lugar, porque no eran nada en comparación con el calvario que la hacía vivir Víctor a diario.
—No es tan sencillo. Necesito desaparecer, documentos falsos, otra identidad, ir a un lugar donde no me pueda encontrar nunca.
—Soy abogado no mafioso.
—¡Te lo ruego! —se colgó de las solapas del traje y, aunque no podía perdonarla, no tenía el corazón para alejarla de él.
—Bien, vamos. Me explicas qué es lo que pasa y luego veo si te puedo ayudar o no.
Subió al auto de ella y fueron a su casa. No pensaba que fuera una buena idea, pero ella le aseguró que su esposo había salido por un par de días y por eso quería aprovechar para huir.
—¿Por qué no solo lo denuncias y pides una orden de alejamiento? —dijo entrando después de ella a la cocina. Becky se puso a preparar café con movimientos nerviosos y rápidos.
—¿Tú crees que ese maldito se detendrá por una orden de alejamiento? No, ahora menos que nunca.
—¿Por qué ahora menos?
—Porque... estoy embarazada y él sabe que este hijo no es suyo.
Le tomó apenas una milésima de segundo atar cabos.
—¡No me jodas! ¿Me estás diciendo...? ¿Ese bebé es...?
—Es tuyo.
Se puso de pie de un salto y fue a ella, quería decir algo, las palabras morían en sus labios. ¿Un hijo? ¿Iba a ser padre?
Sin ser apenas consciente, puso la mano en su vientre, que aún no mostraba señales de lo que se gestaba dentro.
—Víctor quiere criarlo como suyo y yo no puedo permitir eso. ¿Te imaginas la clase de vida que tendrá al lado de una sabandija como esa?
—¿A dónde quieres ir? —pudo al fin articular.
—Lejos de todo y de todos.
—¿Y yo? Es mi hijo, ¿no podré verlo ni saber nada de él?
—No, al menos no por algunos años. Además, no sabes cómo se lo tomará Rina. ¿Vas a decirle que tienes un hijo en alguna parte y que yo soy su madre? Ella me odia.
Después de una noticia de ese tamaño, necesitaba más que un café. Tenía que pensar. Le mandó un mensaje a Matt para que se hiciera cargo de sus citas de esa tarde. Pensó en mandarle uno a Rina, pero, ¿qué le iba a decir? Decidió esperar a aclarar lo que harían antes de contarle todo.
—Prepara una maleta, más vale que salgamos de aquí y luego pensemos qué hacer. Estoy seguro que el viejo Oso te recibirá por algunos días, especialmente cuando sepa que será bisabuelo.
—No quiero involucrar a tu familia.
—Entonces no me hubieras buscado.
Ya tenía preparadas algunas cosas, así que él tomó la pequeña valija y se dispusieron a partir. Estaba justo frente a la puerta cuando esta se abrió de un golpe, haciéndolo retroceder y esquivando apenas un puño que pasó frente a su cara.
Víctor profirió un grito animal y lo embistió yendo a chocar contra pared.
—¡Ya basta! ¡Por favor!
Sin saber de dónde sacó las fuerzas, se puso de pie tambaleándose justo cuando el hombre que parecía una bestia, arrojaba una pesada estatuilla en su contra. Se hizo a un lado y logró propinarle un puñetazo en la cara, pero se lo devolvió, perdiendo el equilibrio y cayendo ambos al piso. Se pusieron de pie, pero Víctor sacó una pistola.
—¿Así es como aprovechas el tiempo cuando no estoy?
—¡Víctor! Por favor no, por favor.
Se interpuso entre ellos, aunque sabía que era inútil.
—¿Pensabas escapar con él?
—¡No! Te lo juro por mi hijo.
—¡No menciones a ese bastardo!
Levantó la mano para golpearla, Jackson intentó detenerlo, ganándose un fuerte golpe con la cacha del arma y perdiendo la consciencia.
Cuando despertó estaba amordazado y atado a una silla. Le dolía todo el cuerpo y estaba helado. A la incierta luz de la luna que se colaba por una ventanita, pudo apreciar muebles viejos, libros, polvo y ratas. Parecía un ático.
La temperatura se desplomó después de medianoche y no podía detener los violentos temblores, ya que había sido despojado del saco y apenas lo cubría la fina camisa.
Las horas se fueron deslizando con pereza. Intentó forcejear con las cuerdas, sin ningún resultado. Puso atención a su alrededor, sin encontrar nada que le pudiera servir. Había un silencio mortal a su alrededor.
12 de febrero. 6:00 am.
Después de un millón de horas, salió el sol y Rebeca apareció con una bandeja.
—No me dejó traer más que un poco de agua y pan, pero al menos no morirás de hambre. Te voy a quitar esto —arrancó la mordaza improvisada con cinta adhesiva y él retuvo la protesta ante el dolor.
—Tienes que salir de aquí. —Hubiera querido que las palabras fueran más firmes, sin conseguirlo por las horas atado y en el frío.
—Quiero que escuches. No me busques, me iré con él e intentaré escapar a la primera oportunidad, pero no llevaré a mi hijo. No puedo permitir que nazca en medio de esto.
—¿Qué me estás diciendo?
—Lo voy a abortar.
—Becky...
—Shhh. —Puso dos dedos en sus labios—. No lo pienses tanto. Toma un poco de agua.
—No lo hagas. Llama a la policía, al abuelo, a quien sea.
—Si lo hago te matará. Lo siento tengo que volver a ponerte esto.
—No, espera...
—Intentaré que me deje volver al anochecer. Te dejará ir cuando nos vayamos, solo espera algunas horas más.
Se fue y de nuevo se quedó en semi penumbra. No podía creer que ella de verdad pensara que lo iba a dejar ir con vida sabiendo que el hijo que esperaba era suyo. ¿Qué le pasaba? Quizá los años de maltrato la habían debilitado hasta ese punto.
Después de tantas horas tuvo calambres por no poder cambiar de posición. La sed le quemaba la garganta y las ratas comenzaron a acercarse, curiosas del nuevo inquilino que trastornaba su paz.
Cuando el sol subió más, entró directamente sobre él por la ventanita.
¡Qué bien! ¿Algo más?
Tuvo que aguantar el brillo en los ojos casi todo el día sin poder esquivarlo.
12 de febrero. 6:00 pm.
Becky volvió a aparecer.
—Lo siento, no me dejó traer nada. Solo quiere saber si sigues vivo.
Vaya, pues qué considerado.
—Creo que mañana nos vamos, así que ya falta poco.
¿Poco? ¿Cuánto llevaba ahí? ¿Doce, veinte horas? ¿Tenía que pasar otro día más?
Lo cubrió con una manta, al menos, y cuando salía, él intento decirle algo, aunque la mordaza le impidiera hablar.
—Sé que piensas que puedo escapar y eso es porque no lo conoces. Tiene más recursos de lo que piensas. —Volvió a su lado y se arrodillo delante de la silla—. Gracias, has sido el único que me ha hecho sentir que soy valiosa. Te mereces ser feliz con alguien sin un pasado tan tormentoso. —Acarició su cabello—. Me duele que tuvieras que pasar por esto por mi culpa, perdóname.
Depositó un tímido beso a través de la mordaza y se fue.
13 de febrero. 0:45 am.
No supo en qué momento se quedó dormido. Becky entrando a trompicones al ático lo despertó.
—Rápido —dijo mientras usaba una navaja para cortar las ataduras—, cuando vuelva va a matarte, tienes que salir de aquí.
Eso era obvio, ¿cómo no lo vio antes?
Logró soltar las cuerdas y él mismo se arrancó la cinta adhesiva. Sin embargo, era obvio que no iba a salir tan fácil porque, en cuanto intentó ponerse de pie, cayó de rodillas en el polvoriento piso.
—¡Jackson! Tienes que salir de aquí, ahora.
—Sí, díselo a mis piernas.
—Te ayudaré...
—Llama a la policía, Becky. Si no lo haces, los tres vamos a morir aquí.
Ella se llevó las manos al vientre.
Un ruido de muebles rompiéndose llamó su atención. Iba hacia ellos y él estaba completamente incapacitado para defenderse.
—No... —sollozó la chica.
Irrumpió en el lugar y contempló con ojos turbios la escena.
—No me digan, quieren una dulce despedida. ¿Saben qué? Estoy de buenas, les voy a conceder su deseo.
Tomó a Becky por el cabello y la empujó hacia el joven que yacía en el piso, apenas alcanzó a incorporarse lo suficiente para recibirla en brazos.
—Vamos, dense un besito.
—Víctor, por favor, déjalo ir, no tiene que nada que ver en esto.
—¡Cállate! ¡Quiero verlos dándose amor!
—Estás demente.
—Sí y además tengo el arma.
Apuntó el arma hacia ellos.
—Te la coges tú o lo hago yo. ¿Qué dices?
El claro sonido de una sirena los interrumpió. Becky aún tenía en la mano la navaja que usó para cortar las cuerdas.
Rina bajó corriendo de la patrulla, pero el agente la detuvo.
—No puede interferir.
—Entren ya, maldita sea.
El sonido de un disparo rompió el silencio de la noche.
—¡Oh, por Dios!
El agente pidió apoyo y se dirigió al porche. Thomas retuvo a Rina detrás de la patrulla.
—¡Abra la puerta y salga con las manos en alto!
El silencio reinaba, además del sonido de la sirena.
—¡Salga ahora o entraremos!
La puerta se abrió y apareció Becky, cubierta de sangre y con una pistola en la mano.
—Por favor... está muerto... está muerto...
—¡Suelte el arma!
Rina no lo soportó más, corrió hacia ella y la tomó por los hombros.
—Señorita, retroceda.
—¿Dónde está?
—En el ático... —dijo con una voz quebrada.
No supo que pasó con Becky porque entró corriendo y recorrió un par de pasillos hasta que vio la trampilla abierta y subió por ella.
—¡Jackson! ¿Estás aquí?
Lo primero que vio al atravesar una puerta fue un cuerpo boca abajo con un disparo en la espalda. Más allá, a su novio sentado en el piso con la espalda apoyada en una pared, tenía los ojos cerrados.
—No, no, no, no... —Se acercó y vio su rostro un poco lastimado y salpicado de sangre—. ¡Jackson! Por amor de Dios, dime algo, háblame.
—Hola... "Gatita" ...
Se abrazó a él y lloró de alivio.
—Estás vivo...
—Claro, no me iría sin oírte decir "Te amo".
—Tonto.
—Yo también te amo.
La ambulancia llegó muy rápido y como Rina era su contacto de emergencias, la dejaron acompañarlo mientras el abuelo los seguía en su auto.
Becky fue arrestada, a la espera de las declaraciones que confirmaran que mató a Víctor en legítima defensa propia, ya que, lo había atacado con la navaja, sin lograr nada. Víctor, loco de ira, se volcó sobre ella, lo que Jackson, con la poca fuerza que le quedaba, aprovechó para clavar la navaja su pierna y hacerlo caer. El arma salió rodando por el piso. Víctor se levantó y cuando lo tomó por el cuello para intentar estrangularlo, Becky disparó, quitándole la vida.
Jackson estaba descompensado y al borde de la hipotermia, sin embargo, no tenía fracturas ni heridas profundas, por lo que solo estuvo un día y una noche en observación y fue dado de alta. Rina determinó que el mejor lugar para cuidarlo era el apartamento de ella, a lo que él no se opuso.
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