[6]

.CHOQUE CON LA REALIDAD.

— Tenemos que hacer algo Fausto — hablaba en un tono preocupado mientras caminaba del brazo, con su amigo — esto me está preocupando. Creía que mi familia era la única que estaba pasando por esta situación pero ahora me entero que tu familia también pasa por lo mismo — suspira — esto es tan preocupante.

— Porfavor Vicky, ¿Acaso estás escribiendo un guión de telenovelas? — Victoria lo mira mal y este ríe — ¿Qué podríamos hacer? Tu hijo es tan orgulloso que no va a ceder.

— Y el tuyo huyó de la situación solo por un disque “Trabajo”.

— Tu nuera también es tan orgullosa...

— Y la tuya no va a hacer nada porque no hizo nada.

Ambos padres suspiran cansados.

— Cualquiera de los dos tiene que dar el primer paso — lo piensa — Valentina no hará nada porque ella no causó esa discusión, el único culpable es Ruggero por dañarla con sus palabras. Él es quién provocó ese distanciamiento.

— Conociendo a Michael, no hará nada porque es tan orgulloso y solo Ana, es la única quién puede solucionar el distanciamiento.

Vuelven a suspirar.

— Entonces tenemos que hacer que Ruggero y Ana, conversen.

— ¿Qué? — deja de caminar y lo mira sin entender — ¿De qué estás hablando, si ellos ni siquiera son amigos?

— Fácil — sonríe — dos extraños...

— Una misma situación — interrumpe — nace una amistad y...

— Se soluciona un problema — concluye Fausto sin dejar de sonreír — ellos sabrán entenderse, nosotros solo tenemos que juntarlos.

— ¿Pero cómo haremos eso?

— Eso déjamelo a mi — sonríe con complicidad.

Una hora y media había pasado, y Victoria junto a su nuera, se encontraban en una juguetería.

— ¿Qué le parece este peluche? — cuestionó Ana mientras le mostraba un perrito de felpa, color rojo con ciertas manchas negras — ¿A poco no es una chulada? — sonríe con emoción — estoy segura que a Daniel le encantará.

— Si, está lindo — respondió Victoria sin darle interés, pues sus ojos buscaban a su cómplice, quién se supone que en cualquier momento aparecería con su hijo — ¡Excelente! ¡Un perfecto gusto!

— ¿Qué estamos haciendo aquí papá? — preguntó Ruggero sin entender lo que Fausto tramaba — mejor vámonos — quiso huir pero su padre lo detiene — ¡Papá! — reprocha.

— Te dije que te compraría algo — responde mirando a su alrededor, exactamente buscando a alguien.

— ¿Te has dado cuenta en el lugar que estamos?

— ¿Eh?

— ¡Papá! Estamos en una juguetería...

— Elige algo.

— ¿Qué? — lo toma de los hombros y hace que lo mire fijamente a los ojos — esto es una juguetería, lugar donde venden juguetes para niños. ¿Entendiste esa palabra? “NIÑOS” — suspira — ¡Papá yo ya no soy un niño! — patalea como niño chiquito.

Fausto sonríe y le aprieta ligeramente las mejillas a su hijo.

— Para mi siempre serás mi niño — dice con dulzura.

— Bien, entonces lo compraré — dice la pelirroja junto a una sonrisa.

— ¿Qué dices? — le presta atención a su nuera — ¿Acaso piensas comprarle eso a Daniel? ¡Pésimo gusto!

— Pero suegra, hace un rato usted...

— ¡Victoria! — interrumpe un grito, era Fausto — ¡Amiga mía! — se acerca junto a su hijo, a saludar — qué casualidad encontrarte en este lugar.

— ¡Oh sí! Pura casualidad — sonríe cómplice — ¿Qué haces aquí, Fausto? ¿Acaso estás siguiendome? — dice coqueta, causando asombro en su nuera.

— Sabes que siempre lo hago — responde él, todo un seductor — pero está vez te encontré de pura casualidad. Pasa que ando por aquí, comprandole algo a mi hijo.

— ¡Papá! — reprocha Ruggero con vergüenza.

Fausto ríe.

— Es que no solía comprarle muchos juguetes de niño — las mejillas del italiano menor, se ruborizaron a un rojo encendido — ¿Y tú qué haces aquí mi querida amiga?

— Aquí con mi nuera, ando comprando un juguete para mi nieto.

— Eso suena tan...¡Verde!

— ¿Verde? — dijeron todos al unísono.

Todos siguieron la mirada de Fausto y se encontraron con una bella jovencita rubia, quién lucia un vestido color verde.

— Vicky, necesito tu ayuda.

La toma de las manos y se alejan, dejando solos a Ruggero y Ana.

— Tu papá es tan...

— ¿Coqueto? — se adelanta él y la pelirroja asiente.

— Por un instante creí que le estaba coqueteando a mi suegra.

— Tranquila, él coquetea con cualquier cosa que se mueva.

Ambos ríen.

— ¡Ups! — susurra al ver su reloj — tengo que irme, en una hora tengo una conferencia.

— ¿Vas por la calle Kenedy? — Ana asiente — entonces te acompaño.

Ambos salen de la juguetería, mientras dos pares de ojos, los observaban de lejos.

— ¡Funcionó Fausto! — gritó emocionada Victoria.

— Pues claro, era mi plan — sonríe y pareciera que iba abrazar a Victoria pero gira y toma de la cintura a la jovencita rubia que vió hace unos instantes — ¿Entonces? Te llamaré “Verde" — sonríe coqueto.

— Eso suena tan sexy — responde ella para luego alejarse abrazados, olvidándose por completo de Victoria.

...

Ruggero y Ana caminaban juntos por las calles, sin decir ninguna palabra. Derrepente una pareja de jóvenes, pasan por su lado, irradiando una felicidad infinita. Ambos se miran y sonríen con cierta tristeza.

— Ellos se ven muy felices — susurró la pelirroja un poco cabizbaja.

— Y es que todo es felicidad antes del matrimonio porque cuando te casas, las sonrisas se van apagando — responde él, con cierta seriedad.

— Tienes mucha razón. Ellos llegan a casa y no se encuentran con caras amargadas, que lo único que quieren es discutir.

— Totalmente de acuerdo — sonríe un poco — a veces quisiera estar soltero — se detiene y Ana hace lo mismo — en realidad quiero estar soltero. ¡Ahora!

— Yo también.

— ¡Quiero estar soltero!

— ¡Quiero ser soltera!

Ambos empezaron a gritar sin importar las miradas confusas de las personas que pasaban por sus lados.

— ¡Soltero!

— ¡Soltera!

— ¡Soltero!

— ¡Soltera!

— ¿¡Y sabes qué!?

— ¿¡Qué!?

— Nosotros estamos mintiendo — Ana deja de sonreír — yo realmente la amo, demasiado.

— Yo también lo amo — suspira y lo mira fijamente — ¿Qué estás esperando para decirle que la amas? Nada te está impidiendo a que lo hagas.

— Tampoco nada te está impidiendo a ti para que lo hagas.

Se sonríen por un instante para luego sacar sus respectivos celulares y teclear los números de sus amores pero lo que ellos no sabían, es que justo en ese instante, Valentina y Michael conversaban por sus teléfonos.

— Buzón — dijeron tanto Ana cómo Ruggero al notar que sus respectivas líneas, estaban ocupadas.

El italiano se apartó un poco para poder así, dejar un mensaje de voz a su esposa.

— Amore...te extraño mucho, demasiado diría — sonríe — fuí muy cruel, lo sé...solo espero que me perdones. Te amo Valentina y nunca dejaré de hacerlo porque eres la mujer de mi vida — suspira — porfavor amore, responde este mensaje y...demuéstrame que sigues siendo mía porque sabes muy bien que yo soy tuyo, te lo prometí en el altar y...siempre será así. Te amo — termina el mensaje.

Ana en ese mismo instante, también dejaba un mensaje de voz para su esposo.

— Mike...— suspira — ya no quiero que discutamos más. Lo que quiero es que hagamos funcionar nuestro matrimonio...dame una señal si tú también quieres lo mismo. Quiero recuperar al Michael tierno y dulce que siempre me sonreía en la preparatoria — sonríe — ¿Recuerdas? Yo sí, recuerdo perfectamente esos días...como si fuera ayer. Te extraño y no olvides que...te amo y siempre te amaré — termina de grabar su mensaje.

Gira y se encuentra con un Ruggero sonriéndole.

— Hicimos lo correcto.

— Les dijimos lo que nuestros corazones querían decirles — sonríe.

El italiano se despide con un beso en la mejilla, para luego seguir su camino hacia la izquierda, mientras Ana siguió su camino por la derecha.

— Tengo tantas ganas de verte — decía Michael sin dejar de sonreír — bonita porfavor, aparece ya.

— Amor tranquilo que ya estoy llegando — responde ella, también sonriendo.

— ¿Acaso quieres que me muera? Amor, si mis ojos no te ven en un par de minutos, mi corazón dejará de latir por tu culpa.

— E-X-A-G-E-R-A-D-O — el castaño río ante eso.

— Enserio te lo digo.

— Ta' bueno, ¿Cuánto tiempo me queda?

— Ahora, minuto y medio.

— Entonces correré.

— Rápido porfavor que me muero si no te veo.

— No te mueras que ya llegué.

— ¿Así? — la busca con la mirada — ¿Dónde estás que no te veo?

— Esperando que el semáforo cambie a verde para poder cruzar la autopista y así poder llegar a los brazos del amor de mi vida.

— ¡Ya te vi! — grita emocionado al otro lado de la pista — ¡Maldición! ¿A qué hora cambia a verde?

— Mike — lo reprocha.

— Esta bien, no dije nada.

— ¿Oye bonito y ese ramo de rosas?

— Son para la mujer de mi vida.

— ¿Así? ¿Y quién es esa mujer?

— Una tal...Valentina — la rubia siente su corazón latir con fuerza — creo que la conoces a la perfección — sonríe y la ojiazul le manda un beso volado a su castaño — te amo bonita.

— También te amo mi amor.

— ¡Rayos! ¿Tanto demora ese maldito semáforo en cambiar?

Valentina sonríe ante eso.

Derrepente el semáforo dejó de ser rojo para cambiar al color verde. Ambos enamorados se sonrieron una vez más y colgaron sus teléfonos. Justo cuando Valentina empezaba a cruzar la pista, al lado de ella se aparece una pelirroja. Michael se tensó y su sonrisa se borró por completo, pues su amante y su esposa caminaban juntas sin ni siquiera darse cuenta.
El pobre castaño no sabía a quién de las dos mirar, Ana se había percatado de la presencia, de su esposo y sus ojitos marrones brillaron de la felicidad al verlo frente a ella y más aún con un ramo de flores; por otro lado Valentina no entendía el cambio repentino de la expresión, de su castaño pero aún así no dejaba de sonreírle.

Esposa y amante caminaban felices hacia el hombre que aman. Michael no sabía qué hacer, de cierta forma estaba decidido en ponerle fin a su matrimonio con Ana pero no quería hacerlo de esa forma, frente a la mujer de quién verdaderamente está enamorado. La pelirroja no se merecía algo así, después de todo, es la madre de su hijo.

Valentina no aguantó más las ganas de abrazar a su castaño, así que apresuró sus pasos y sin querer se adelantó un poco a Ana.
Michael al notar eso, se tensó más, tenía que hacer algo ya. Desvía la mirada de su rubia para mirar fijamente a su esposa.

— Ana — dijo lo suficientemente fuerte para que Valentina se detuviera de golpe y notara la presencia de la pelirroja. Les da la espalda y siente como sus ojos se llenan de lágrimas.

— Mike, tú...— escuchó la voz de la pelirroja — ¿Qué haces aquí? ¿Y eso? — en alusión al ramo de rosas que su esposo traía en sus brazos.

Michael miró por un instante a su rubia, quién aún seguía ahí; para luego mirar a su esposa y regalarle una sonrisa ligera.

— Son...para ti — mintió y le entregó el ramo de rosas blancas.

— Que lindo — le sonrió con dulzura y en ese instante, Valentina se aleja de ellos. Michael sintió su corazón romperse al verla irse. La había herido sin querer — yo...tengo que ir a trabajar pero si quieres, podrías venir en la tarde a casa. Daniel te extraña y...no solo él, yo también — sonríe — ¿Vendrás? — el castaño solo asiente — te estaré esperando entonces — se despide con un beso en la mejilla.

Valentina se encontraba en una esquina de alguna calle, recostando su peso sobre algún poste, secando sus lágrimas y con la mirada perdida en un charco de agua, que había en el suelo.

Todo había sido un sueño. Un hermoso sueño donde solo eran ella y Michael, y como cualquier sueño, había llegado el momento de despertar. Chocar con una triste realidad. Ruggero había vuelto de su viaje y lo más probable es que intente reconciliarse con ella. Ella está muy segura, que lo intentará pero...¿Michael? Ella lo ama con toda su alma pero no se cree capaz de hacer sufrir a su esposo y tampoco quiere hacer sufrir al hombre que verdaderamente ama. Su mente está hecho un lío y su corazón empezó a doler al recordar lo que acababa de suceder hace unos instantes. Ana, la esposa y ella como la...amante, porque realmente lo es. Es la amante de Michael. Ese es el nombre de lo que tienen ambos, pues solo son amantes.
Dos amantes que se aman con todo su ser pero que lamentablemente unieron sus vidas con personas distintas.

Sus pensamientos se esfumaron al ver una rosa blanca muy cerca de su rostro. Gira y se encuentra con la dulce sonrisa de Michael. Le sonríe y a la vez, recibe la rosa.

— Lo siento mucho bonita — susurró él, acariándole las mejillas mojadas — ese ramo era para ti pero...

— Ruggero volvió — dijo ella y el cuerpo del castaño se vuelve a tensar — ¿Sabes lo que significa eso? Que nuestras salidas se acabaron...tenemos que dejar de vernos...

— Espera...

— Mike...

— No pienso alejarme de ti.

— Tendrás que hacerlo.

— ¡No!

— ¡Lo harás! — grita y sus ojos nuevamente se vuelven llorosos — sabíamos muy bien que lo nuestro no tiene futuro. Además...¿Qué somos? Solo somos...amantes.

Michael la apega a su cuerpo y junta su frente con la de ella.

— Eso no es cierto.

— Es la verdad Michael. Solo somos amantes...y esto no está bien. No podemos seguir haciéndole daño a nuestros esposos. Ellos no se lo merecen...

— Dejaré a Ana.

— ¿Qué?

— Yo no la amo, es por eso que le pediré el divorcio.

— Mike tú no puedes hacer eso...

— ¡Claro que puedo! — grita — se supone que en un matrimonio, la base es el amor pero yo no siento eso por ella. Nunca lo he sentido. Yo a quién amo, es a ti...

— Mike...

— ¡Te amo Valentina!

— ¿Y tu hijo? — el castaño cierra los ojos por un instante y a la vez aprieta los puños — ¿Acaso no piensas en él? Deja de pensar en ti y piensa en él...además yo no quiero romper tu familia. No quiero que por mi culpa, la felicidad de ese pequeño se venga abajo.

Michael se aparta.

— Voy a dejar a Ana.

— Mike...

— ¡La dejaré! — grita con los ojos llorosos — y tú también harás lo mismo con Ruggero.

— Yo no...

— ¡Lo harás!

— No puedo — niega con la cabeza.

— Si realmente me amas lo dejarás.

— ¡Eso no es justo Michael! — grita con la voz quebrada — sabes muy bien que te amo con toda mi alma...tú no me puedes hacer esto.

— Te divorciarás...

— ¡No lo haré!

No dice nada más y se aleja de él.

🖤

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