U N O

Todos abrieron los ojos lentamente. Nadie sabía en donde se encontraba y tampoco quienes se encontraban en ese lugar.

-Bienvenidos a su nuevo hogar, jovenes- los sobresalto una voz grave.

-¿Quien habla?- preguntó un rubio al fondo.

-Pronto lo sabrás...

-¡Sherlyn!- gritó un hombre abriendo las unas puertas al lado de una peculiar pelirroja -¿Cuántas veces debo decirte que no asustes a mis invitados?- gritó molesto hacia el techo.

-Lo siento señor. Sólo me estaba divirtiendo...- contestó una voz femenina computarizada.

-Pues si sigues divirtiendote, yo me divertire con tus circuitos...- le contestó divertido el hombre extraño. -Ahora si...- se tronó los nudillos y miró a la castaña de hermosos ojos -Mi nombre es Jordan Greefain, y yo soy quien pidió que los trajeran aquí. La loca que los estuvo asustando es Sherlyn, mi creación más funcional por el momento.

-¡Bien por usted, ahora saquenos de aquí!- gritó una rubia a un lado de la castaña.

-Tranquila Zoe. Todo esto no es mi culpa y tampoco la de ustedes. Sólo quiero que me ayuden.

-Y que seamos sus sirvientes no gracias...- Respondió la morena detrás de él.

-No todo es ser un esclavo o un esclavizador, Caroline- Respondió nuevamente el señor Jordan.

La morena cerró la boca en ese momento y todos se dignaron a escuchar.

-Los traje aquí porque mi esposa es como ustedes...

-¿Un mutante?- preguntó el castaño.

-¿Cómo es que lo sabes Nick?- preguntó Jordan, girandose en su dirección.

-Por si no lo sabe. Puedo leer mentes- el hombre río.

-Por supuesto que lo sabía. Pero quería que ustedes mismos me digan los poderes que saben tener...

-¿Se refiere a todos nuestros poderes?- preguntó la pelirroja.

-No exactamente Helen, ustedes conocen algunos de sus poderes. Pero no todos- los miró aún inmovilizados sobre las sillas.

Lo razonó unos minutos y supuso que le tendrían mayor confianza si les explicaba libremente su petición -Sherlyn descongelalos.

-Como ordene señor.

De un momento a otro los nueve jóvenes podían moverse libremente.

-Que bueno que ya me puedo ir... ya me había asustado- declaró Zoe.

-Para el auto Zoe... Bueno... Ahora que son libres. Tal vez quieran escucharme- habló Jordan.

-De acuerdo. Pero si no me convences me iré...- amenazó el primer rubio que habló después de despertar.

-Estoy de acuerdo Ian... esto es un trato...- le sonrió el mayor y le estrechó la mano en forma de cerrar el pacto.

Ambos juntaron sus manos, terminando el trato, las separaron y caminaron en dirección de la puerta que daba a la salida de la habitación.

-Pero, antes de que salgamos de aquí- paró su camino, antes de atravesar la puerta -tal vez... deberían presentarse entre ustedes...

-Tiene razón...- habló la peliroja que iba al final de la fila.

-¡Por favor chicos!- bufó Nick. -No necesitamos esas tonterias de niños de preescolar.

-¿Entonces que planeas para que nos conozcamos?- se cruzó de brazos Zoe.

-Bueno- Nicholas, el castaño de ojos verdosos, rodó los ojos y se dirigió a sus compañeros, con total desinterés -Hola a todos, mi nombre es Nicholas Campbelle, tengo veinticinco años y mis padres nunca me dieron una explicación de por qué soy mutante...

-¡Sigo yo!- gritó una chica, con tinte rubio platinado sobre las puntas de un cabello que anteriormente seguro fue castañocastaño y ojos grandes color café oscuro con entuciasmo -mi nombre es Marcella Higareda, me gusta más que me digan Marcy, tengo veinte años; nací en México, mi familia es de allá pero crecí en Alemania; mis poderes surgieron porque cuando era niña, me secuestraron e hicieron experimentos conmigo, pero cuando mis padres me recuperaron ya era una mutante...- Marcy sonrió al finalizar su "pequeña" presentación.

Despue de que Marcy hablara, hubo un silencio incomodo. Hasta que el rubio decidió hacer las cosas rápido.

-Terminemos con esto lo antes posible...- susurró entre dientes el rubio, aunque varios de sus nuevos compañeros lo escucharon -Mi nombre es Ian Anderson, tengo veintitrés años, y mi mutación es por genética de mis antepasados...

-¡Bien!, estoy de acuerdo con Ian...- sonrió la rubia -Mi nombre es Zoe Parks, tengo veintiún años, crecí en un orfanato, por lo tanto no tengo ni idea de como demonios tengo mis poderes y ahora estoy aquí...- sonrió sin interés a sus compañeros.

-De acuerdo...- susurró uno de los chicos,  el pelirrojo que no había hablado ni por error en todo ese rato -mi nombre es Noah Ford, tengo veintitrés años, y no sé como es que tengo mis poderes...

-Mi turno...- susurró la pelirroja con cansancio -Mi nombre es Helen... sólo Helen, y... mis poderes son por necesidad y nacimiento...

-Hola... soy Caroline Harrison, tengo veinte años... y sólo sé que cuando era una bebé, fui expuesta a una gran cantidad de radiación. Por lo tanto, ahora soy, lo que soy...- sonrió ladinamente y observó con atención a la siguiente joven.

Nancy rodó los ojos, sentía que era demasiado, incluso para ella. Así que sólo dijo -Soy Nancy, tengo diecinueve años... y tengo mis poderes desde que nací, y no tengo amigos, así que mejor no lo intenten- giró su cabeza hacia el castaño.

El joven suspiró cansado, acomodó sus manos dentro de sus bolsillos y habló -Soy Ethan O'Neal, tengo venticuatro años y no tengo la más remota idea de por qué tengo esta maldición...- dirigió su mirada a Jordan, quien observaba la facilidad y el desinterés con el que se habían presentado frente a sus compañeros -¿Ya nos podemos ir?- el hombre asintió y caminó con dirección a la puerta.

El camino fue silencioso. Nadie sabia la razón por la cual podrían ser necesitados, y tampoco sabían por su puesto hacia dónde se dirigían.

Juntos subieron por unas largas escaleras, caminaron por varios pasillos y terminaron frente a una puerta blanca de marco dorado, Jordan lo pensó unos minutos y tiempo después la abrió con cuidado de no hacer mucho ruido.

-¿Jordan?- se oyó una voz dulce.

-Buenos días corazón...

Holiiiiiisssss, ahora si volví. Saben he estado pensando que tal vez esto es demasiado trabajo para mi solita :(. Necesito ayuda, y también me he dado cuenta que no les han gustado tanto mis últimos proyectos... tal vez es porque siempre dejo todo a la mitad o lo que sea... pero les juro que no es mi culpa. Siempre he sido una persona ocupada. Y el hecho de avanzar y terminar una historia lleva tiempo.

Seguramente en este momento piensan que soy una irresponsable y que por ello no he terminado tantas historias que he comenzado. Pero es porque: no he tenido tiempo, la inspiración... (no hay), la creatividad... (la tengo, pero cuando mi teléfono no esta a la mano) y últimamente siento que no les gusta lo que hago o lo que subo. Y aunque no lo crean, el hecho de que voten o al menos lean mis historias si afecta a lo que escribo... porque si yo no veo que a alguien le gusta lo que escribo... entonces (tal vez) no debería escribir... y sólo debería dedicarme a leer otras historias...

Gracias leerme y dar una oportunidad a esta historia de ser leida. Si les gusta lo que escribo y no quieren que deje de hacerlo... voten y recomienden esta historia, sé que algún día este podrá llegar a ser un increible proyecto.

Atte. Nat

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