Capítulo 32
Muchas cosas les pasaron a nuestros protagonistas durante su estancia en la isla, pero mientras ellos estaban en su misión, otras cosas ocurrieron en la aparente Nueva York.
En el interior de una gran cueva, tres hombres estaban sentados alrededor de una fogata, mientras comían carne de lobo. Los tres hombres parecían ser poco amigables, y nada confiables, pero lo que más resaltaba era su vestimenta, ya que vestían trajes azules.
-Oye, Ben, ¿No pudiste conseguir algo mejor que un lobo?- dijo uno de los hombres. Tenía cabello rubio, ojos azules y una gran barba.
-No te quejes y come.- dijo Ben. Tenían cabello castaño, con algunas canas, y ojos color café.
-Llevo comiendo carne de lobo los últimos meses.
Ben se levanta bruscamente de su asiento.
-¡Entonces sal allá afuera y consigue tu propia comida!
El primer hombre también se levantó y encaró a Ben.
-¡No me grites!
-¡¿Cómo quiéres que no te grite si te portas como idiota?!
-¡Ya cállense!- dijo el tercer hombre. Tenía un largo cabello castaño, ojos color negro y una cicatriz en su ojo derecho. A diferencia de los otros dos, él tenía un aspecto atemorizante.
Cuando el tercer hombre habló, los otros dos se tranquilizaron.
-Charlie, entiende que no tenemos muchos recursos a nuestro alrededor. Deberías agradecerle a Ben por la comida que trajo.
Charlie estaba mudo. La actitud relajada de ese sujeto lo aterraba.
-Lo siento, Ben.- dijo Charlie.
-Yo también lo siento.
Luego ambos se sentaron.
-Aunque entiendo tu punto, Charlie.- dijo el sujeto. -Estos últimos meses han sido... ¿Cómo decirlo?... repetitivos. Por eso he estado pensando en que ya es momento de mudarnos a otro lugar, tal vez a un lugar lleno de árboles y bayas silvestres, y con suerte, algunas mujeres.
-No lo sé, David.- dijo Ben. -Ya viste como son los lobos, los otros animales podrían ser peores.
-Nunca conseguiremos el éxito si no nos arriesgamos.
Ben y Charlie lo pensaron detenidamente, pero luego recordaron que no podían decirle que no a David. Al día siguiente, los tres salieron de la cueva y fueron a buscar una nueva casa. Caminaron durante horas, hasta que lograron divisar algo peculiar. Los tres caminaron hasta una gran puerta de madera, miraron hacia arriba y vieron una bandera blanca con un martillo verde.
-¿Qué les parece?- dijo David. -Aún hay humanos.
-Esto no me gusta, David.- dijo Charlie.
-¿Sabes? No es bueno ser tan negativo.
David tocó la puerta, esperando a que alguien le atendiera. Tiempo después, un hombre se asomó por encima de la puerta.
-¿Quiénes son? ¿Qué es lo que buscan?- preguntó el hombre.
-Saludos, señor.- dijo David. -Mis amigos y yo somos unos nobles viajeros y nos preguntábamos si nos puede dejar pasar a su humilde morada. Hablo mejor que un poeta.
El hombre se les quedó mirando por unos segundos.
-Esperen aquí.
Los tres se quedaron esperando durante unos minutos, hasta que la gran puerta de madera se abrió. David y los otros dos iban a entrar, pero unos hombres con ballestas les bloquearon el paso. Detrás de los hombres estaba Miso, quien se puso enfrente de los tres desconocidos.
-¿Puedo ayudarles?- dijo Miso.
-Si, gracias.- dijo David. -Mis amigos y yo hemos estado viajando durante micho tiempo, y nos vendría bien pasar la noche en un lugar calido como el suyo. ¿Cierto, amigos?
-Si, claro. Por supuesto.- dijeron Charlie y Ben.
Miso vió las prendas que traían los tres. Pensó que podrían ser amigos de Roger, pero la verdad no parecían ser buenas personas.
-Denme un momento.- dijo Miso, luego regresó a la aldea.
Miso fue a hablar con los sobrevivientes del Arca para saber si conocían a los tres extraños.
-Uno es viejo, otro es barbudo, y el último tiene una cicatriz en el ojo.
-¿En el ojo derecho?- dijo un hombre con cierta preocupación.
-Si, así es.
-Yo lo conosco. Fue de cuando trabajaba como guardia de seguridad.
El hombre le contó a Miso la historia de aquellos sujetos y las cosas que hicieron. Miso se horrorizó, pero se mantuvo firme. Luego regresó a la entrada de su aldea.
-¿Y bien?- dijo David.
-Preparados.- dijo Miso.
Inmediatamente, los soldados de Miso apuntaron sus ballestas hacia David, Ben y Charlie.
-Wow, tranquilo, niño.- dijo Ben.
-¿Que te pasa?- dijo Charlie.
-Lo lamento, pero no puedo permitir la entrada a un grupo de criminales.
Esas palabras golpearon a los tres. Miso sabía la verdad acerca de ellos.
-Bueno, entendemos.- dijo David. -No hay necesidad de recurrir a la violencia. Nos iremos de inmediato.
Los tres comenzaron a alejarse, pero David se detuvo.
-Pero déjame decirte que no soy un criminal, sólo soy alguien que hace lo que le apasiona.
-Si matar personas es tu pasión, entonces este no es tu lugar.
Luego de eso, David siguió con su camino. Miso estaba preocupado, ya que aquellas personas estaban libres.
-Espero que Roger y los demás regresen pronto.
David, Charlie y Ben siguieron caminando hasta que llegaron a una zona desértica.
-¿Escucharon como nos llamó ese tipo?- dijo Ben. -Nos llamó criminales.
-Significa que deben haber otros sobrevivientes del Arca en ese lugar.- dijo Charlie.
-Eso es genial.- dijo David. -Significa que debemos tomar esa aldea.
-¿Qué?
-Ahora podemos terminar nuestra labor.
-Dirás "tu labor".- dijo Ben.
-Por favor, David. ¿Quiéres parar con tu manía de matar?
-Oigan, sólo expreso como me siento. No me repriman.
-Piénsalo, David. Esta puede ser una oportunidad para mejorar.- dijo Ben. -Ya sabemos que hay humanos aquí, podríamos encontrar a otro grupo y empezar de nuevo. Una nueva vida.
-Lo siento, compañeros, pero no me apetece cambiar mi manera de ser. Yo soy una persona libre de expresión. Alguien que puede hacer lo que quiera, cuando quiera y donde quiera.
-Que curioso que lo digas.
Los tres escucharon esa voz, luego se dieron la vuelta y vieron a un extraño que se acercaba.
-Eso es exactamente lo que pienso.- dijo el extraño.
-¿Y tú quién eres?- preguntó David.
-Digamos que soy... su nuevo mejor amigo.
Muchas cosas iban a ocurrir en el nuevo mundo.
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