Seamos Claros.

Era temprano por la mañana, los pasillos de la enorme Orden Oscura aún se encontraban relativamente vacíos.

Pero un alegre pelirrojo los recorría campante, con sus manos ocupadas cargando una pila de libros y hojas sueltas.

Normalmente Lavi no era un buen madrugador, debido a que solía dormirse tarde y Bookman era el encargado de patearlo de su cama por la mañana. Pero hoy era diferente.

No había podido dormir en toda la noche, así que terminó por levantarse temprano, estaba demasiado feliz. Ayer había tenido su cita con "Su Moyashi", vaya que bien sonaba...

-Mi Moyashi... –susurró deteniendo su andar.

-¿Hablando solo cabeza de escoba?

Bueno, tal vez su mañana no sería tan buena como esperaba.

-Qué extraño tú despierto. –dijo con desgano y poniendo su mejor cara de "que mala suerte de toparme contigo"

-Tenía calor, así que salí a pasear.

-¿Calor? ¿Sabes que estamos en invierno verdad?

-Si hablaras más seguido con Lee-san sabrías porque tengo calor. –dijo desviando la mirada a los libros que Lavi cargaba.

-No me interesa hablar con Komui-san sobre ti. –respondió con un deje de molestia, empujando al menor para avanzar.

-Auch, que dolor. Me duele. –dijo fingiendo sentir dolor mientras se tocaba el pecho.

-Que fastidio.

Lavi siguió caminando rumbo a la biblioteca, ignorando los sobreactuados alaridos de dolor que se escuchaban al final del pasillo. A pesar de estar avanzando hacia su destino, podía oír los incesantes gritos del asiático menor al mismo volumen ¿eso significaba que lo estaba siguiendo?

-Por dios, déjame solo. –susurraba para sí mismo el pelirrojo a modo de mantra.

Esa debía ser una alegre mañana. Recordando su cita con su lindo Moyashi, su beso a escondidas de los Generales, eso era, debía concentrarse en recordar a su Moyashi.

Y así fue.

Trato de desviar sus pensamientos de esos incesantes gritos en el pasillo y solo concentrarse en sus valiosos recuerdos con el joven albino.

Recordando sus sonrojos fugaces, su mirada vidriosa, su movimientos temblorosos. Todo en su pequeño albino le parecía adorable.

Tan adorable y tan...

-Inocente.

Sí, definitivamente esa era la palabra correcta.

Inocente.

El albino era un exorcista formidable, había pasado por momentos muy difíciles junto a su padre adoptivo y luego junto al General Cross, fue dado por muerto; y volvió con una inocencia mejorada a ganar la batalla.

Sí, definitivamente Allen Walker era uno de los mejores guerreros. Pero a diferencia de ellos, él no tuvo a nadie que lo trate... ¿normal? No estaba seguro si esa era la palabra. Lenalee tuvo a su hermano, Kanda de algún modo se podría decir que tuvo a alguien antes del General Tiedoll, aunque no estaba seguro a quien, Kanda jamás lo diría ¿Y él? Pues tenía a Bookman, lo más cercano a un "abuelo" y tutor. Claro cada quien tenía su propia vida girando en torno a la guerra con el Conde, pero tenían un poco de vida aparte, no como Allen.

Marian era un buen guerrero, más no un buen sustituto de padre.

Cross Marian siempre vio en Allen un buen exorcista, aunque no un simple "muchacho".

-Supongo será difícil. –susurró al viento.

-Uff y vaya que será difícil.

Bueno, tal vez el viento tenía pies descalzos esta vez.

-¿Tú otra vez? –preguntó desganado.

-¿Yo? Hombre, estoy perdido caminando sin rumbo, tú te topaste conmigo.

-Como sea, piérdete por otro lado.

- Auch, que dolor. Me duele. –dijo fingiendo sentir dolor, otra vez.

-¿¡Es enserio!? ¿Volverás a hacer esa estúpida mala actuación? –dijo con tono molesto.

-Pues ayúdame, estúpido. Ya te dije, estoy perdido. PER-DI-DO ¿Lo quieres así o más claro? –respondió haciendo ademanes con las manos para deletrear. –Vamos ¿Qué te cuesta?

-Me cuesta y mucho. –dijo mientras seguía su camino, aunque no tenía un camino realmente, la biblioteca estaba para el otro lado, solo quería alejarse del pelinegro y ya.

-Se supone debes tratarme bien o el pequeño podría enojarse, otra vez. –le dijo con fingida inocencia mientras empujaba los libros que el pelirrojo llevaba aun en sus manos.

De repente, Lavi simplemente dejo caer todos los libros, los cuales dieron un fuerte golpe contra el suelo, aunque su verdadera intención era que alguno cayera sobre los pies de Suzuki.

-Escúchame enano. Me tienes harto ¿entiendes eso? –dijo sujetando al menor por el cuello de su camiseta. –No te quiero ver cerca de Allen.

-¿Quién te crees que eres para prohibirme estar con él? –redobló con una mirada filosa y con una postura firme.

Ambos exorcistas se miraban desafiantes, ninguno daría su brazo a torcer, incluso resistían infantilmente la necesidad de pestañear.

-Soy su...

-No eres su novio, eso lo sé. –interrumpió Suzuki. –Invéntate otra mentira.

-Poco me importa lo que creas saber, aléjate de él.

-No.

Un silencio tenso inundó el pasillo. El cual fue interrumpido por el golpe que Suzuki dio con el dorso de su mano derecha a la mano del pelirrojo que sostenía su camiseta minutos atrás.

-No necesito el permiso de nadie para hacer lo que se me dé la regalada gana. –volvió a decir de modo desafiante. –Además no tienes derecho alguno sobre Allen.

-Deja de llamarlo así, si no quieres que deje marcas en tu cara redonda. –amenazó Lavi señalándolo con el dedo.

-¿Cara redonda? Te estás buscando perder el otro ojo cabeza de escoba. –dijo tomando una posición de pelea elevando sus puños.

-Inténtalo si te atreves. –soltó de forma confiada tomando también una posición de pelea, un tanto particular. Seguramente aprendida de alguno de sus libros o algo por el estilo, al menos eso pensaba el pelinegro.

Ambos se miraban desafiantes, sin mover un músculo, esperando que el otro diera el primer paso en falso.

Lavi definitivamente corría con las de perder, al menos en lo que respectaba al uso de las inocencias, debido a que él no portaba la suya y el joven asiático era tipo parásito, y como si fuera poco poseía dos inocencias.

¿Podía usar ambas inocencias?

-Vamos ¿Qué esperas, idiota?

-Te dejare muy en claro quién es el idiota aquí. –dicho eso el pelirrojo se abalanzo hábilmente hacia Suzuki, empezando una pelea a puño limpio.

Golpe a la quijada, golpe al estómago, golpes bloqueados y esquivados. Era toda una lluvia de golpes, algunos golpes bien planeados y otros arrojados al aire a lo tonto por el coraje de recibir alguno sobre su cuerpo. Aunque poco duró la pelea limpia, ya que ante un descuido de Lavi el pelinegro tomo su cabello para sostener su cabeza y darle un golpe de lleno a la cara, más precisamente en su ojo no parchado.

Ante tal acto, el mayor terminó por explotar. Arrojándose contra el menor cayendo ambos al suelo entre jalones y empujones, como si de una pelea de niños se tratase.

-¡Maldito, cabeza de escoba!

-¡Cállate, fenómeno con ojos de bicho!

-¡Pirata de cuarta!

-¡Enano extraño!

-¡Antorcha humana!

-¡Suéltame! estúpido... tú estúpido.

-¿Qué? ¿Te quedaste sin insultos? Suéltame el pelo "come libros" –gritó el menor dándole una patada en la pierna al pelirrojo que se encontraba sobre él sosteniéndole, logrando así librarse de su agarre.

Una vez que ambos se alejaran a una distancia prudente, volvieron las miradas acusadoras y el silencio sepulcral al pasillo.

Estaban golpeados por igual, con sus mejillas inflamadas y labios sangrantes. Pero ninguno se dignaba a levantar la bandera blanca primero.

-No me importa lo que digas, no me alejaré de Allen solo porque sí. –rompió el silencio el menor.

-¿Un ojo morado no te parece razón suficiente? –respondió con sorna al ver como la cara de su pequeño oponente comenzaba a cambiar de color ligeramente.

-No lo sé, tú dime ¿Tu mano rota no te convence de que no daré el brazo a torcer?

-*¿Mano rota?* –pensó Lavi dirigiendo su mirada a ambos manos.

Efectivamente su mano derecha estaba ensangrentada, no toda esa sangre era suya claro, pero podía ver su piel rasgada y al bajar un poco los niveles de adrenalina comenzó a sentir el dolor recorrer sus nudillos.

-*Mocoso de cabeza dura* –pensó al ver su mano en ese estado. De seguro tendrían que ir a la enfermería por esa infantil pelea y les llamarían la atención.

Pero más temía el regaño de cierto albino.

-Mira bicho raro, déjame tranquilo y todo en paz. Y eso incluye al Moyashi.

-Lo dices como si yo lo molestara. Entérate, no estás en posición para exigirme nada, imbécil.

-Escucha, quiero tener algo serio con el Moyashi pero contigo revoloteando, por alguna razón, lo tengo más difícil. Aléjate de nosotros y todos contentos. –dijo levantando sus manos en son de paz.

-Yo no hago nada para interponerme entre ustedes. Todo el cuento te lo haces tú solito.

-Al diablo, tienes culpa en esto y lo sabes. –asevero el mayor. –Mantente a raya y déjate de estúpidas bromas, pasa tu tiempo perdido en los pasillos o algo, pero aléjate de nosotros. Punto.

-Te lo vuelvo a repetir, porque pareces no comprender. –dijo uniendo sus manos como si fuera a rezar, para buscar la paciencia que estaba perdiendo. –YO-NO-TEN-GO-NA-DA-QUE-VER. –deletreó con cuidado cada sílaba. –Solo me burle de ti ¡UNA, Puta vez! –dijo levantando su dedo índice. –Todo el resto fue tu propio mérito. No te dije que le gritaras y todo eso.

Junior solamente se dedicaba a acariciar su mano herida con el ceño fruncido, intentando aminorar el dolor y los moretones que seguro saldrían luego. Además, oír las "excusas" de Suzuki no le ayudaban con la pequeña migraña que estaba comenzando a aparecer, definitivamente Junior no era del tipo que acostumbra a dar y recibir golpazos en una pelea mano a mano.

-Si te soy franco... me caes mal.

- Auch, que dolor.

-Tomate las cosas enserio por una vez. –dijo con fingida calma. –Hagamos un trato.

-No tienes nada que yo pueda querer. –dijo cruzándose de brazos con una expresión confundida.

-Tiene que haber algo. Tú no te metes donde no te llaman y yo haré algo por ti.

-Mmh hoy por ti, mañana por mí. Me gusta como piensas. –dijo llevando su mano a la barbilla, pensativo. –Bueno, cumpliré tus estúpidos pedidos pero cuando se me ocurra algo tendrás que cumplirlo. –dijo extendiendo su mano para sellar el trato.

-Dentro de lo razonable. –dijo apretando la mano del menor.

-Demasiado tarde, ya tomaste mi mano. –respondió alegre moviendo su mano arriba abajo exageradamente. –Ahora atente a las consecuencias en lo que se me ocurre algo que pedirte.

-¿Por qué siento que le acabo de dar la mano al diablo?

-No seas exagerado, cabeza de escoba. –dijo apretando la mano de Lavi, que casualmente era su mano herida, con la cual estaban cerrando el trato.

-Compórtate si no quieres más problemas de los que ya tenemos.

-¿Tenemos?

-¡Jesucristo! ¿Y a ustedes que les pasó? –interrumpió Reever al verlos tan magullados.











(Edité una cosilla de letras y me faltó un insulto de Lavi en la discusión 😅)

HOLAAA mis pequeños saltamontes! 

¿Cómo los trata esta cuarentena? ojala estén bien y cumplan con las medidas propuestas por las organizaciones de salud.

Recuerden lavarse  bien las manos, si no pueden evitar salir tomen las debidas precauciones.

Yo uso este momento de cuarentena para escribir y dibujar, entre otras cosas. Todo depende de mis ánimos de cada día. No es fácil, pero tampoco imposible.

Espero les guste este capitulo, gracias por leer, se aceptan estrellitas🌟 y tomates 🍅

Sak-chan fuera 👌🏻😘📵

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