¿Otro Problema?

-Por favor, no me mires así.

-Cállate.

Allen y Lavi se encontraban en el cuarto del albino sentados en la cama. El menor, con cara enfurruñada, se estaba encargando de limpiar y curar el rostro herido del pelirrojo.

Cuando Reever se topó con Lavi y Suzuki en el pasillo, se encargó de llevarlos a ambos a la oficina de Komui, donde casualmente estaba hablando con Link y Allen, para que explicaran lo ocurrido.

A pesar de que en ese momento tenso el menor supo ocultar muy bien su descontento con la situación, a la salida de la oficina luego de despedirse de Link, Lavi no pudo librarse de un fuerte jalón de oreja y de ser arrastrado hasta donde se encontraban ahora.

-Auch.

-No te quejes.

Allen intentaba limpiar los rastros de sangre de los labios contrarios con delicadeza pero el coraje que estaba sintiendo se lo impedía haciendo sus manos temblar, estaba enojado sí, pero no era solo porque sus amigos habían peleado otra vez, también estaba enojado consigo mismo. ¿Qué estaba haciendo mal? Se había prometido proteger a su nuevo amigo Suzu y no descuidar a Lavi y el creciente sentimiento que los unía, pero por alguna razón no estaba logrando ninguna.

-Oye, no llores. –susurró Lavi, limpiando la lágrima que caía por la mejilla marcada por la maldición.

-Cállate, solo cállate. –dijo algo hostil, quitando la mano de su cara para proseguir con su tarea de parchar con vendajes la cara del mayor. Pero lo que Lavi no se esperaba era le pusiera un pedazo de vendaje en la boca cubriéndola.

-No entiendo que hice mal. –dijo comenzando a sollozar. –Se suponía que todo estaría bien se suponía que...

El joven albino ya no pudo seguir hablando, su garganta se cerraba y sus ojos desbordaban en lágrimas. Intentaba inútilmente secarlas una y otra vez con los puños de su camisa, pero era inútil, intentaba endurecer la mirada y decir algo pero solo lograba alborotar más su cara.

-Ey, Ey tranquilo. –dijo Lavi a través del vendaje que cubría su boca tomando entre sus brazos el frágil cuerpo del menor. –Sé que no se ve bien, pero no me dejaste explicarte. Sí nos peleamos, pero supongo que era lo que necesitábamos.

Allen levantó un poco la mirada, buscando respuestas a esa extraña declaración; el pelirrojo al notar que se había ganado su atención descubrió su boca al fin y comenzó a dejar suaves caricias en la inmaculada cabellera.

-Digamos que dejamos algunas cosas en claro. Sé que podríamos haber resuelto esto solo hablando, pero sabes que tenemos la cabeza un poco dura jeje ¡Auch! –el albino escuchaba atentamente cada palabra del mayor, así que no pudo evitar pellizcar el pecho de Lavi al oír que intentaba bromear con un tema tan serio.

-Allen, perdón. Pero lo digo en serio, luego de un par de golpes hablamos, lo juro. No digo que seremos los mejores amigos pero prometimos comportarnos, mantenernos al límite y eso.

-¿Lo juras? –preguntó abrazando más calmado al mayor. -¿No más peleas?

-Promesa.

Lavi se separó ligeramente de Allen y le enseñó su dedo meñique de la mano sana, el pequeño albino entendió la infantil idea que tenía en mente así que también le tendió su meñique, sellando así una pequeña declaración de paz junto a la promesa de que todo mejoraría de ahora en más.

-Deberías ir a la enfermería, no sé cómo curar eso. –señaló algo avergonzado la mano derecha del mayor.

-Si me das unos besos tal vez sane. –dijo pícaro.

-¡Lavi! –reprendió Allen haciendo un mohín.

-Valía el intento jeje.

-Po...Podría darte uno, por arreglar las cosas con Suzu, como premio o... algo así.

Junior no podía creer lo que estaba viendo, un cohibido albino todo sonrojado y tartamudeando frente a él, diciéndole que estaba dispuesto a darle un beso como recompensa por prometer no volver a tener sus encontronazos con el menor asiático. Vaya menuda suerte.

-No me molestaría ser premiado. –dijo sonriente cerrando su ojo a la espera de su premio. Solo esperaba que Allen tuviese el valor suficiente de hacerlo.

Pudo sentir que el colchón de hundía ligeramente, eso quería decir que el albino avanzaba ¡Vaya emoción! Luego pudo notar un ligero aire tibio rozar su rostro, después un tembloroso toque sobre su labio herido y finalmente, ahí estaba... un pequeño roce sobre sus labios, más específicamente del lado opuesto a su herida. Siempre tan considerado.

-Listo, ahora vamos a la enfermería. –dijo separándose rápidamente para levantarse de la cama y caminar hacia su puerta. –Vamos, necesitas atención. –insistía, con la cara sonrojada.

-Sí, si vamos.

.....

-¿¡QUÉ CARAJO TE DIJE SOBRE METERTE EN PROBLEMAS!? –gritaba furioso.

-En mi defensa, él empezó.

-Enano inútil, al menos le hubieras dado una buena paliza al usagui ¡Quédate quieto!

–Ay, Ay ¡Menos, menos! -se quejaba Suzuki, mientras Kanda le pasaba un algodón embebido en lo que parecía algún tipo de desinfectante de color azul.

-¡CIERRA LA BOCA! La próxima que lo haga el viejo, yo no soy niñero de nadie. Enano estúpido.

-Si lo vas a hacer de mala gana, entonces no lo hagas. –se quejó el menor moviendo la cara, evitando así que el algodón azulado lo toque.

-¡BIEN! ¡QUE SE TE PUDRA LA CARA ENTONCES! –gritó Kanda arrojando el algodón y el desinfectante al suelo, retirándose de la habitación del menor dando un portazo.

-¡BIEN! ¡IDIOTA!

.....

Luego de un fuerte regaño por parte de las enfermeras y unos gruesos vendajes, Allen y Lavi se dirigían en dirección a la cafetería para almorzar algo.

Caminaban animadamente por uno de los pasillos cuando se toparon con un iracundo Kanda que mascullaba improperios en su idioma natal.

-¿Qué dice? –le susurró Allen a Lavi.

-Eeh, digamos que nada bueno.

-Hola. –saludó alguien a sus espaldas.

-¡Oh dios! Suzuki tu cara ¿Qué te pasó? –gritó el albino al notar el estado del chico.

El pequeño pelinegro se dejó examinar por el albino. Su cara estaba bastante morada y muy roja en la zona de los cortes cuando se supone que sus cortes ya deberían de estar recobrando un color más sano, así como los de Lavi ¿O no?

-No te ves nada bien. ¿No limpiaste tus heridas? ¿Y qué haces descalzo? Hace frío.

-Lo intentó. Tengo calor. –dijo con voz.

-¿Lo intentó? ¿Quién?

-Allen –lo interrumpió Lavi. -¿Por qué mejor no le ayudas a limpiar sus heridas?

-¿En serio? –preguntó mirando al pelirrojo detenidamente, intentando ver si ocultaba segundas intenciones en sus palabras.

-Claro. –dijo esbozando una sonrisa. –Ve a tu habitación por las cosas, aquí te esperamos después de todo no está lejos y podremos comer juntos.

-¡De acuerdo! Enseguida vengo. –dijo con una enorme sonrisa y salió volando a buscar el botiquín en su habitación.

Al parecer Lavi no mentía sobre llevarse mejor con Suzuki. Y permitir la interacción con Allen ya era bastante.

-¿Qué te pasó? –preguntó el pelirrojo una vez que el albino estaba lo suficientemente lejos.

-¿Realmente te interesa?

-Si te soy sincero me da igual. Pero Allen también preguntará.

-Peleamos. ¿Contento?

-¿Con Kanda? ¿Puedo preguntar por qué? –dijo con cierta curiosidad.

-No... No estoy muy seguro. Después de nuestra pelea fue a mi cuarto por orden del General Tiedoll para ayudarme con mis heridas, me gritó, yo le grité. No terminó de ayudarme y yo no sé sobre éstas cosas. Antes, simplemente me hubiese lavado la cara y me iría a dormir esperando que no se me cayera la piel.

-Kanda pasó hace un momento maldiciendo al aire. Parecía más enojado de lo normal.

-Lo que le grité ni siquiera fue tan grave. –susurró. Lavi había notado eso, un cambio en su tono normal. No por nada fue elegido el aprendiz de Bookman.

Era dolor. La voz del menor, denotaba dolor y muy profundo.

-¡Ya tengo todo! –gritó el albino acercándose a ellos, para luego partir al comedor.

.....

Pasaron unos momentos entre pequeñas conversaciones para que el almuerzo fuese más ameno. Allen tenía la sospecha de que Suzuki no se encontraba bien, así que trataba de animarlo; pero obviamente Lavi se hacía una mejor idea de lo que ocurría.

Una vez terminaron sus almuerzos, Allen se dispuso a curar la cara de su amigo con cautela, sabía que Lavi estaba haciendo su mejor esfuerzo por mantenerse sereno ante la situación.

-¿Por qué sonríes? –preguntó el pelinegro al ver la enorme sonrisa del albino mientras terminaba de colocarle sus vendajes.

-Estoy feliz. Por ustedes. –dijo mirando al pelirrojo con una sonrisa, una verdadera. –Sé que se deben estar aguantando algunos comentarios pero...

-Te dije que no te estaba mintiendo. –dijo Lavi.

-No creí que ibas a estar bien con esto...bueno. –dijo Suzuki, pero fue interrumpido por una patada del mayor por debajo de la mesa.

-¿Eh? ¿Por qué no iba a estar feliz? Ahora todos podremos ser amigos y estar en paz ¿No?

-Si pero tampoco abusemos. –dijo irónico Lavi. –Allen tráeme un poco de hielo para la mano, por favor.

-Claro. Enseguida vuelvo. –dijo partiendo a la ventanilla de Jerry.

-¿No sabe del trato? Haberlo dicho hombre, casi que no la cuentas. –susurró Suzu.

-Cállate y mantengamos este intento de paz. No tiene por qué saberlo, si todo sale bien hasta podríamos extender el convenio al punto de soportarnos.

-Vaya, es bueno saber que piensas a futuro. Supongo que... comenzare a aburrirme, ahora que estoy solo. El General se irá de misión y... yo. Pues... –dijo comenzando a gimotear.

Y ahí estaba de nuevo. Ese tono de voz con un deje de dolor. Lavi no necesitaba mirarlo a la cara para saber que estaba triste, al parecer su pelea con Kanda lo había afectado. Y como buen aprendiz de Bookman, a diferencia de Allen, Lavi sí había notado esa extraña cercanía entre los exorcistas japoneses.

Mientras el pelinegro intentaba calmar su semblante abatido para no tener que derramar lágrimas, un albino totalmente ignorante de la situación se acercaba alegre, hasta que vio la cara de su amigo.

Suzuki se apresuró a decirle al menor que no era culpa del pelirrojo, después de todo había notado la mirada acusadora que le puso al notarlo tan mal. Y como había dicho Lavi, Allen preguntó que ocurría, así que tuvo que tomarse su tiempo para calmarse y poder explicar su discusión con Kanda.

Luego de una conversación entre sollozos y palabras entre dientes por parte del asiático, Allen y Lavi se encontraban dando apoyo y palmadas en su espalda para confortarlo, mas Allen que Lavi realmente.

-No te preocupes, Kanda es un bruto pero pronto se le pasará estoy seguro. –dijo Allen. –Además nos tienes a nosotros.

-No creo que con "nosotros" seamos suficientes ¿verdad? Al menos tú deberías admitirlo, ya sabemos que de Kanda será difícil. –dijo con un deje de desinterés, porque después de todo, para él era una obviedad muy grande, mas no para ellos.

-Si lo sabes no me hagas decir cosas innecesarias. –le respondió molesto por su comentario malicioso.

-¿De qué hablan? –preguntó confundido Allen. -¿Admitir que cosa?

-Le gusta Kanda.

-¡Cállate! –le gritó Suzuki con la cara roja hasta las orejas.

-¿¡EN SERIO!? Nunca lo hubiera imaginado. –dijo totalmente sorprendido por la noticia.

*Eres el único que no lo imaginó* -Fue lo que ambos exorcistas pensaron a la vez. Realmente que Allen era todo un caso.













HOLAAAA~ yo de nuevo I can't believe it :v (¿se escribe así?) bueno, todo es gracias a la cuarentena, me sobra tiempo y me da algo de inspiración, aunque por el momento solo esté actualizando esta historia prometo dedicarle el debido tiempo a las demás también, pero esta tendrá su prioridad debido a que es la mas antigua y mas cercana a un final.

Bueno, espero que les guste este capitulo, los problemas entre Suzu y Lavi son cosa del pasado, Allen esta feliz, pero ahora el enojado es nuestro bipolar Kanda -.- madre mía. No pensaba poner mucho Yuuzuki pero tengo una idea para que entre todos terminen en un resultado ¿favorable? tal vez. Todo depende de Kanda.

Gracias por leer, se aceptan estrellitas, comentarios, sugerencias y galletitas (pero no de coco, por favor) 

¡Lávensen las manos!

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