9.Besos y suspiros
La mano de Hikari comienza a apretar suavemente el pecho de Mirei y lo menea a su deleite, esto hace que gima en respuesta.
- Tan deliciosos y sensibles...- toma el otro pecho son su mano libre y masajea ambos al mismo tiempo.
- H-Hikari - pronuncia su nombre con excitación.
- Mirei... - juguetea con los pezones, endureciendolos para llevarselos a la boca.
Los toma entre sus dientes, estimulandolos con su lengua dentro de su boca, vuelve a chupar deleitándose con su suavidad con cada lenguetazo que da, arrancándole un sin fin de gemidos a las cuerdas vocales de Mirei.
Sube la rodilla rozandole en la intimidad que ya se encuentra humedecida y comienza a menear una y otra vez de esta forma masturbando la entrepierna sensible de la rubia, sin dejar de devorar sus pechos.
Ella de forma inconsciente empieza a mover las caderas en sentido opuesto de la rodilla, sus fluidos la empapan traspasando la fina tela de las bragas, totalmente entregada al placer. Aprieta a Hikari contra sus pechos y acelera sus movimientos pélvicos.
- ¡Ahh! - Mirei gime fuerte sintiendo las caricias que le brinda Hikari a su cuerpo que reacciona gustoso estremeciendose con cada espasmo de el próximo orgasmo que se desataría en unos cuantos minutos conforme a la intensidad que fue aumentando en cada roze en su zona intima y lametones en sus pezones.
Enseguida Hikari la obliga a recostarse en el suelo abriendo sus piernas para adentrar sus manos bajo de la falda de su vestido y retirar su ropa interior lentamente deslizando la prenda a lo largo de las piernas de Mirei, dejando su humedecida zona erógena expuesta.
Antes de continuar besa sus labios apasionadamente y con ayuda de su mano mantiene la lubricación en su intimidad, acariciando la línea que divide su anatomía.
Con sus besos baja a su cuello donde se detiene para saborear la piel antes de seguir bajando hasta llegar a ese rincón entre sus piernas que antes parecía ser un lugar prohibido para Hikari. Su calida respiración en el monte de venus le causan escalofríos sabiendo lo que su traviesa compañera está apunto de hacer.
- Mirei...eres hermosa y más aún viéndote así, no sabes cuánto desee hacer esto - habla sobre su zona erógena haciendola temblar - ¿Tú también lo quieres? - su tono de voz es tan sensual más aún siendo acompañado por esa roja mirada depredadora.
- Si...- expresa tan deseosa como ella. Hikari da un pequeño beso en su clítoris - ¡Ah! - gime tensandose.
Mirei se siente tan expuesta e indefensa al tomar esa postura pero le causa tanto placer el ser poseída por esa pelinegra.
- Deliciosa - su lengua empieza a jugar con sus labios vaginales, separándolos con sus lametones, los moja y los saborea contorneando su forma, mezclando su saliva con los fluidos.
La devora como si degustara su jugosa fruta favorita y sus fluidos le recorren por la boca como un dulce néctar.
Azota su clítoris intensamente, lame al rededor de su abertura amenazando con introducirse en cualquier momento de esta forma provocando desesperación a Mirei, que la mira deseosa por ser invadida a profundidad.
Sus miradas se encuentran con deseo, comunicándose que en definitiva ambas lo están disfrutando.
- Dime qué lo quieres...
- ¡Ah!, ¡Ahh! - continúa gimiendo ante esa tortura placentera que la obliga a tomarla de los cabellos y presionar su cara - Lo quiero...¡Ahh!- responde sumisa y libera un sonoro gemido cuando se introduce por sorpresa.
Su cuerpo se sacude, sobre todo sus piernas que son controladas por Hikari mantieniendolas sobre los hombros. Su lengua danza armoniosamente dentro de Mirei quién no para de estremecerse de placer, dejando escapar su siguente orgasmo, sus fluidos terminan empapando la cara de Hikari.
Ella toma a la pelinegra obligandola a subir a su rostro para besarla compartiendo el sabor de sus propios fluidos.
Al separarse y mirarse nuevamente a los ojos Mirei es capaz de percibir una profunda tristeza en los iris carmesí de Hikari que va transformándose en una terrible vergüenza y culpa.
- Lo siento Mirei volví a hacerlo, se que no debí...- lloroquea como una niña pequeña.
Mirei al ver esto intenta tranquilizarla tomándola entre sus brazos, pegandole el rostro a su pecho. No piensa permitirse verla llorar de nuevo.
- Todo está bien, lo hiciste bien...- le acaricia la cabellera con delicadeza.
- ¿Lo hice bien?...
- Si - la tristeza en sus ojos a desapareciendo siendo remplazada por ese brillo habitual lo que hace sonreír automáticamente a Mirei.
Es como una bebé grande, piensa ella.
Se levantan de el piso de tatami y se dirigen a la cama futón que aún así está casi al ras de el piso, dónde continúan besándose.
Mirei se aparta unos minutos para quitar su vestido, quedando completamente desnuda a la vista de Hikari lo que le provoca otro sonrojo en las mejillas pálidas.
- Mirei, eres demasiado hermosa que yo siento que no debería mirarte de esta forma - intenta cubrir sus ojos con la palma de su mano pero Mirei la detiene.
- Puedes hacerlo...
Los ojos de Hikari con nerviosismo recorren el cuerpo desnudo de Mirei cambiando de inmediato a esa expresión de deseo que tanto hace estremecer a la rubia, pues le gusta sentirse deseada por esa chica tan guapa como lo es Hikari, que aprovechando su distracción también le retira el vestido y la ropa interior.
- ¿Que harás? - pregunta con timidez al sentirse expuesta ante Mirei.
Ella intenta cubrir sus pechos y zona íntima con sus manos, pero Mirei le prohíbe entrelazando sus dedos con los de ella. La obliga a recostarse sobre la cama y la contempla así siendo su turno de sonrojarse, pues la delgadez firme y curvas de Hikari lucen aún más atractivas sin nada que las cubra.
Vuelve a juntar sus labios, mezclando sus salivas, carician sus lenguas, se aceleran sus respiraciones.
Mirei se arrima hasta encajar totalmente sus cuerpos y empieza a frotar sus pezones con los de Hikari.
- Relajante Hikari - susurra seductora sobre aún con sus bocas a unos milímetros de saborearse a la vez que estimula sus pezones - Disfruta.
- ¡Ahh!, Mirei...- gime dejándose llevar a la perdición.
- Te haré sentir bien - su voz se torna más erótica haciendo que Hikari seda aún más a sus encantos. Libera una de sus manos para bajar por el abdomen, descendiendo a ritmo lento - ¿Quieres que te toque aquí? - ella juega con la excitación de Hikari.
- Por favor haslo - su voz tiembla.
Sus dedos se extienden y muy despacio se van apoderan de la intimidad de Hikari, toca su clítoris, lo rodea y presiona en medio sobre su punto más sensible.
- Estás caliente, lo siento en mis pechos sobre los tuyos.
- Como no podría estarlo. ¡Ahh!.
Ese dedo obra en sus labios alternando en ritmos lentos y acelerados, golpetea su clítoris descontrolando a Hikari en gemidos mientras Mirei sigue acariciando toda su zona.
- ¿Quieres que siga? - pregunta sin dejar de menear los dedos exparsiendo los fluidos.
- Si - gime.
Le abre los labios dándose entrada, presionando lenta y torturosamente haciéndola vibrar y retorcerse debajo de ella.
- Que mojada estás - introduce totalmente sus dedos.
- ¡Ah!.
Los dedos de Mirei danzan de arriba a abajo, entran y salen, sus embestidas son amigables con la potencia suficiente para enloquecer a Hikari al poseerla recorriendo su interior. En ocasiones silencia sus gemidos con besos que bajan a sus pechos para hacerla temblar con succiones a sus pezones.
- ¡Mirei!, ¡no puedo más!, ¡Ahhh! - respira con fuerza.
- Aún no...- Mirei se detiene y se acomoda mejor sobre ella para entrelazar sus piernas uniendo sus mojadas intimidades.
- Si, me gusta sentirte así - expresa consumida por el éxtasis.
Mirei sonríe traviesa y empieza a menear sus caderas restregando sus zonas íntimas en un vaivén tan placentero como torturoso pues ambas zonas ya se encontraban muy sensibles.
Sus labios lubricados se abren con el movimiento y la fricción resbaladiza de sus fluidos suena satisfactoriamente, rozan sus clítoris, sus cuerpos sudorosos tiemblan, sus respiraciones se agitan y gimen al unísono.
Hikari imita los movimientos de Mirei intensificando aún más los estímulos subiendo la temperatura, acumulándose en sus sexos.
- Mirei...
- Hikari...
Gimen viendose fijamente con deseo y las mejillas sonrojadas sin dejar de compartir el calor en sus cuerpos.
El ritmo de sus caderas va en aumento se mueven en círculos, de un lado o otro, entonces esa sensación electrificante las recorre en cada una de sus extremidades.
Se dejan caer sobre la cama agotadas, sonrojadas y sudorosas, sus zonas palpitan y el pecho les sube y baja aún con las respiraciones aceleradas.
Aún así con sus últimos suspiros se besan tiernamente acariciando sus rostros.
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