Inician las contiendas


Las indicaciones parecían sencillas pero Tomioka decidió no confiarse y seguir paso a paso lo que decían las instrucciones.

"Abra el empaque y retire la prueba."

Sacó una envoltura y al abrirla analizó el dispositivo, leyó la siguiente instrucción y fue realizándolas con calma, temiendo equivocarse y echar el procedimiento a perder.

"Veamos... paso cuatro, coloque la prueba sobre una superficie plana y espere tres minutos."

Así lo hizo y en lo que esperaba se puso a releer viejas conversaciones que tenía con Shinazugawa, de aquellos tiempos en los que ambos le dieron una oportunidad al amor en su vida.
Todo lo que estaba sucediendo le provocaba muchas dudas, puede que fuera ingenua y aceptaba que llegaba a ser densa en ocasiones pero no le pasaban completamente desapercibidos los sentimientos de sus amigos, aunque las dudas e inseguridades claramente no hacían más fácil las cosas.

Sabito era un gran hombre, lo conocía y amaba mucho, no se había separado de su lado desde que se conocieron en preescolar. Le gustó por mucho tiempo, desde niño era atractivo y aunque tenía un fuerte temperamento y sentido de justicia, también era dulce, protector y divertido, sin embargo lo que tenían ahora era una hermosa amistad y ese era el tipo de amor que sentía por él. En más de una ocasión se preguntó si esa amistad podía transformarse en algo más, pero tenía miedo de intentarlo y que las cosas no resultaran.

Por otro lado Shinazugawa siempre se veía peligroso, amenazante y en palabras de su mejor amigo, un asesino a sueldo con navajas en vez de ojos. Al contrario de su apariencia era una persona amable, cariñosa, exigente y dispuesta a ayudar a su manera, nadie lo imagina con excepción de sus amigos cercanos, pero en realidad es muy detallista no sólo con los obsequios. Gestos y palabras adecuados para cada momento completamente ocultos por su estilo malhablado eran una de las muchas sorpresas que guardaba y de lo que más le gustó de salir con él.

Y luego estaba Kyojuro, brillante y alegre lo describían principalmente a la perfección. Desde que lo conoció conectaron de una manera única, él no parecía juzgarla por su cara a menudo inexpresiva y su tendencia a permanecer callada, los alumnos no parecían saber que eran muy buenos colegas por el simple hecho de que su relación no era como la que mantenía el profesor de historia con el de arte: ruidosos, haciendo locuras y riendo escandalosamente.
Las sonrisas que le daba a ella las sentía especiales, diferentes a las que le mostraba al resto del mundo, cuando hacía eso su corazón sentía tibieza y alegría. Rengoku hablaba hasta por los codos pero la escuchaba con cada gramo de su atención cuando abría su boca para decir una corta respuesta u opinión.

Despejó sus pensamientos al recordar que eran tres minutos y se acercó a la prueba de embarazo. Pensar en los tres le puso nerviosa, mantenía su vista en el techo, reuniendo valor para enfrentarse a lo que fuera que arrojara la prueba.

"Paso cinco, lea su resultado. Dos líneas embarazada, una línea no embarazada." Se repitió mentalmente la última instrucción y la única que memorizó.

Cerró sus ojos con fuerza y tomó el dispositivo para después abrir lentamente los ojos.

Una línea roja en uno de los espacios... y otra línea ligeramente más clara en el otro.

...

Estaba embarazada.

Giyuu no sabía que debería hacer ahora. Aquella línea que indicaba que estaba esperando un bebé le había dejado en blanco. Emoción y terror se arremolinaba en su pecho, fue tanta la impresión del resultado que se tuvo que sentar en la tapa de su inodoro para digerir la noticia.

Desde que Tsutako se casó y quedó embarazada con su adorable sobrino, Giyuu deseaba poder tener algún día una familia propia. Cada año que pasaba dejaba escapar pequeños trazos de esperanza pues seguía más soltera que el callado de la escuela y su vida no era tan interesante como para poder compartirla con alguien más, una rutina cíclica ocasionalmente interrumpida por sus amigos para pasar tiempo o su familia para ponerse al día.

Una nueva persona en su vida en estas circunstancias no era para nada lo que había esperado o planeado pero no era algo que detestaba. Claro que le aterraba porque de niños sabía lo mismo que Kanroji de parecer intimidante, criar a un ser humano siendo pues... ella... sería algo que ningún manual o instructivo te puede enseñar tranquilamente paso a paso.

"¡Momento! No te olvides de un detallito que es chiquito, chiquitito pero de suma importancia." Mencionó su cerebro, recordándole la situación completa.

- Oh... cierto... Uno de ellos tres es el padre.

"O los tres..." Masculló la duda haciendo que guardara silencio por un minuto completo.

Shinobu estaba cepillándose los dientes tranquilamente junto a sus hermanas cuando su teléfono sonó en su habitación. Fue por él y se tuvo que alejar de inmediato con el grito que se escuchó claramente.

- ¡SHINOBU! ¡¿HAY UNA PRUEBA QUE ME DIGA SI VAN A SER TRILLIZOS?!

- Bonita noche a ti también, Tomioka – suspiró la mujer con una vena enojada en su frente.

Sus hermanas se habían asomado asustadas por el semejante grito que provino de la bocina del celular y se acercaron a enterarse del chisme.

- Si lo primero que dices es eso entonces supongo que efectivamente estás embarazada. Pero no me queda claro por qué temes que sean trillizos, ¿Esa característica corre en tu familia?

- ...

- ¿Tomioka?

- ... Yo... sí... algo así.

- Ara ara, como sea. Por ahora no podemos saber, cuando tengas alrededor de diez a catorce semanas de gestación podrás ir a que te realicen un ultrasonido y te darán más información de su estado.

- Oh, muchas gracias. Kochou... lo siento.

- No te preocupes, ya estoy acostumbrada a tus rarezas – se burló la chica.

- ¡Felicidades Tomioka! – No pudo evitar decir Kanae con entusiasmo.

- ¿La señorita Tomioka va a ser mamá? – se escuchó la pregunta de la menor.

- No se te puede escapar esto con tus amigos, Kanao – indicó Shinobu.

Giyuu colgó repentinamente apenada hasta las orejas de que las hermanas de su compañera estuvieran escuchando su conversación y lo histérica que estaba al marcarle. Sin embargo algo más importante llegó a su mente, tenía que decirle a esos tres que uno de ellos iba a ser papá.

"Supongo que alguno se acordará que fue lo que pasó y podré saber más sobre las posibilidades que tengo. Si no quieren tener una familia ahora está bien, con que sepan me basta, todo lo que quiero es que no vivan en las sombras de aquí a que nazca." Se dijo antes de salir del baño e ir a leer un poco para despejar su mente.

A la mañana siguiente se levantó con el cuerpo cansado pero ya no le parecía extraño tomando en cuenta su embarazo. Se preparó una deliciosa ensalada de manzana con algunas fresas, justo como la que le hacía su madre cuando era niña.

"Me pregunto si algún día podré ser tan buena como mamá o Tsutako."

En cuanto lavó sus platos se fijó en el reloj colgado en la pared del comedor de su departamento, tenía una hora para llegar a su trabajo, perfecto, lo único que estaba de cabeza eran sus nervios.

Se arregló su cabello en una coleta desarreglada como de costumbre, se puso su ropa deportiva color azul y revisó que no le faltara nada, tampoco es que ser maestra de educación física en una preparatoria necesitara mucha organización en la cuestión de materiales ya que todo lo necesario estaba en la escuela, pero no quería tener que molestar a su vecina de la planta baja para que le abriera de nuevo la puerta por habérsele olvidado sus llaves adentro como hace tres días.

Llegó en punto como de costumbre y fue por su taza para el café, se detuvo justo cuando estiraba su brazo y se quedó en esa posición un par de segundos.

"¿Estará bien que tome café? No quiero que resulte un hiperactivo como esos tres."

Una voz estridente que conocía bien surgió por encima de su cabeza.

- ¡Buen día, Tomioka!, ¿Querías esto?

El maestro de historia estaba detrás de ella y había tomado sus respectivas tazas al mismo tiempo. No supo que excusa dar para rechazar el objeto por lo que lo tomó y le dio las gracias mientras trataba de no verlo a los ojos, sin embargo el rubio a diferencia de ella realmente quería verla, se puso justo enfrente y ladeó un poco la cabeza con curiosidad al ver un terrible sonrojo en su rostro.

- ¿Estás bien? Tu cara está muy roja, si tienes fiebre no debiste venir al trabajo, pudiste haberme avisado.

- No te preocupes por mí Rengoku, estoy bien.

- Si tú lo dices. Por cierto te mandé un mensaje en la mañana pero creo que no lo viste ¡Voy a mi primera clase, te veré en el receso! – comentó alegremente dándole una rápida caricia en su cabello negro que empeoró su estado de vergüenza.

"¿Por qué enfrente de todos?" se lamentó mentalmente la joven ignorando las miradas entrometidas de la maestra de danza, el maestro de química y el maestro de música.

Llenó su taza con agua y sacó su celular para ver el mensaje.



Su mañana se sintió mejor con ese simple detalle y se preguntó cuál sería su reacción si el bebé fuera de él.

"Les diré en el primer receso que tengamos. Espero que todo salga bien."

- Te ves preocupada Tomioka.

- Ah, buen día Iguro, no te vi ahí.

- Fingiré que no dijiste nada, dime que traes en la cabeza antes de que me arrepienta.

- No es nada importante, sólo estoy nerviosa por un asunto que debo resolver.

- ¿Por fin vas a escoger a uno de los tres?

- ¿Eh? – su cara se ruborizó ligeramente al sospechar a lo que se refería.

- Me resultó complicado escoger entre apoyar a Sanemi o Kyojuro pero considera que Shinazugawa merece una segunda oportunidad.

Giyuu agitó sus manos nerviosa.

- ¡Espera! Yo no...

- Vaya, ya es tarde. Kaburamaru necesita su desayuno, en fin, considéralo y buena suerte.

El maestro se fue dejando a la azabache con la cabeza hecha un lio.

- ...Gracias... creo.

Con los nervios de punta bien disfrazaditos se dirigió a dar una clase de teoría para variar un poco y no tener tiempo de cuestionarse su discurso para los implicados en su vida amorosa.
Fuera de algunos golpes con el borrador a los que se estaban quedando dormidos a media explicación, sobre todo el chico que peleaba con Shinazugawa todo el tiempo por traer la camisa escolar desabotonada, no hubo problemas de mayor calibre.

El chico de cabellos burdeos se acercó con la maestra y la felicitó alegremente.

- ¡Felicidades por su embarazo, maestra! Si necesita ayuda yo le puedo dar algunos consejos que he aprendido de mi mamá.

Ya no quedaba nadie en el salón por lo que no debía preocuparse que alguien más lo escuchara pero Tomioka no entendía como rayos se había enterado tan pronto, apretó sus puños en una mezcla de miedo e ira, ¿Quién había sido? ¿Shinobu le había dicho a los demás para molestarla? ¿Kanae le había traicionado sin querer? No, pensándolo mejor Kamado era muy cercano a la menor de las hermanas, tuvo que ser ella, ¡Ser callada era una fachada! y eso que la consideraba una estudiante de confianza y ejemplar.

La voz del chico interrumpió sus suposiciones y temores de que los otros profesores ya se hubieran enterado.

- No debe preocuparse, dudo que alguien además de mí sepa la noticia, sucede que tengo un buen sentido del olfato y noté un olor diferente en usted hace unos días. Entonces recordé que el aroma era igual a cuando mi mamá esperaba a mis hermanitos.

La sonrisa inocente de Tanjiro le hizo avergonzarse de sus acusaciones hacía Kanao.

"Por supuesto que ella no estaría de chismosa, es demasiado noble para eso."

- Muchas gracias, aprecio mucho tu disposición.

- ¡Cuando quiera! Quiero ayudar en lo que pueda.

- En ese caso quítate los aretes.

El chico dejó estática su cara sonriente para de inmediato exclamar que eran un recuerdo familiar y que le disculpara pero que no podía hacerlo.

- Bueno, lo intenté – suspiró la maestra viendo a su estudiante volar lejos de su alcance.

Bien podía perseguirlo pero era mejor comenzarse a acostumbrar a no poder mantener la disciplina con vara de hierro, o mejor dicho con su usual espada de bambú.

"Cierto, debería buscar alguien que pueda ayudarme a dirigir las clases de kendo." Pensó cuando la campana que indicaba su siguiente clase sonó.

Sólo dos clases más y sería el descanso, el momento de la verdad entre ella y los tres sospechosos par el puesto de papá de su futuro retoñito.


"Mis sentidos extraordinarios tiemblan, algo inusual está por suceder."

- ¿Profesor Uzui? ¿Sucede algo?

- ¿Si fuera así, por qué tendría que decírselo a una alumna aburrida?

La chica que preguntó regresó de inmediato detrás de su cuadro de planos y sosos colores. El maestro de arte suspiró sabiendo que Kanae le regañaría de nuevo por ser grosero con sus alumnos.

- De acuerdo, de acuerdo. Escuchen mis palabras, ustedes, niños secundarios de la escuela.

"¿Niños secundarios?" Todo el salón se preguntó.

- Tengo un sexto sentido para todo lo interesante que sucede entre estas paredes, cuando digo que algo pasará – regó pintura por todos lados manchando a los alumnos que apenas tuvieron tiempo de cerrar los ojos - ¡Es porque pasará! Soy el dios de este salón, ordeno y el destino obedece.

- Como usted diga profesor – respondieron los chicos limpiándose la lluvia arcoíris permanente de sus uniformes.

"Si mis instintos no me fallan, diría que lo que vaya a tener lugar será el preámbulo de algo grande."

Su risa duró varios minutos y los chicos intercambiaron miradas preocupadas. Sí, ese maestro estaba extravagantemente chiflado.

La campana del receso resonó por la escuela y el maestro de historia caminaba alegremente, regando su vibrante energía por doquier.

"¡Tomioka me pidió si la podía ver en uno de los salones que nadie utiliza! ¿Será que por fin algo va a suceder entre nosotros? Incluso si nada ocurre estar con ella a solas me permitirá hacer cosas diferentes a las que podría hacer estando en la cafetería o sala de maestros. ¡Tengo tantas ganas de verla!"

Su mano se estiró para tomar la manija del aula y se vio apretada entre otras dos con la misma intención.

- ¿Ah? – se escucharon tres voces.

"¿Qué hacen estos dos aquí?" Sabito, Kyojuro y Sanemi dijeron sin apartar un milímetro la mano.

- Creo que te confundiste de salón, Rengoku – empezó Sabito sonriendo falsamente.

- Al contrario, creo que debes mejorar tu sentido de la orientación – respondió el rubio.

- Váyanse de aquí, me estorban – masculló Sanemi.

Ninguno cedió y abriendo la puerta con fuerza trataron de entrar al mismo tiempo por el estrecho marco de la puerta mientras una mujer azabache los veía completamente perdida sobre qué demonios trataban de hacer.

- Me asfixias, cejotas.

- ¡Tú me estás aplastando!

- Joder, háganse un lado de una vez.

Hartándose de su discusión, la puerta pareció darles más espacio, los tres lograron entrar y cayeron uno sobre otro.

- ¡Auch, eso dolió!

- ¡Wow! ¡Quietos! ¡Hay algo tocando dónde nunca me da el sol!

- ¡Tu codo, tu codo, quita tu codo!

"... Comienzo a preocuparme seriamente sobre la inteligencia de mi pobre hijo..." Reflexionó Giyuu al ver el nudo gordiano que traían esos tres con su cuerpo.

- ¿Chicos? ... ¿Qué están haciendo?

- ¡Tomioka, creí que sólo estaríamos tú y yo! – reclamaron los tres al mismo tiempo.

...

Oh.

Claro, estaban hablando de la maestra de gimnasia, la misma mujer que no era buena con las palabras y que evidentemente no se preocuparía de un malentendido al momento de enviar invitaciones individuales para encontrarse sin agregar que habría más personas involucradas.


:・゚❂・゚ (Se abre la cuarta pared) ・゚❂:・゚

- ¡Bienvenidos estimados lectores! No se preocupen por mí sólo vengo a dar información que cura.

La autora deja su taza de café y toma un libro a su lado.

- Todo aquel que trate de conquistar a esta hermosa diosa debe leer primero el gran manual...


- O sus intentos estarán condenados a prueba y error. O peor... a fallar por completo. Veamos una de las primeras lecciones que estos jóvenes profesores debieron tomar en cuenta.

Abre el libro y les muestra una de las sagradas páginas.



- Recuerden mis estimados, si se quiere sobrevivir en la batalla del amor, conseguir el manual es la solución. Ahora regresemos a los acontecimientos después de esta infusión de conocimiento, ¿Quieren?

:・゚❂・゚ (Se cierra la cuarta pared) ・゚❂:・゚


Giyuu suspiró y los cuatro tomaron asiento, dónde comenzó a expresar lo que llevaba toda la mañana planeando decirles.

- Antes que otra cosa... ¿Ustedes recuerdan lo que pasó en la fiesta de Shinobu? Ya saben cuándo...

- ¿Tomamos tanto que Sanemi se golpeó contra la puerta al salir?

- ¿Nos pusimos tan mal que la resaca al día siguiente fue un infierno?

- ¿Terminamos en tu apartamento en vez de los nuestros?

Giyuu tragó pesado tratando de evitar caer en vergüenza masiva, de poco le sirvió tomando en cuenta que sentía sus orejas arder.

- Si...todo eso.

- Bueno, la fiesta y la mañana siguiente vaya que la recordamos – comenzó Kyojuro.

- Pero siendo honestos eso es todo – le siguió Sabito.

Un hueco se instaló en su estómago y no era por las náuseas matutinas.

- ¿C-como que no recuerdan lo que sucedió?

- Sabemos que pasamos la noche en tu casa y que uno de nosotros pasó al siguiente nivel contigo...

- O los tres – murmuró el mejor amigo.

- Ya hablamos sobre esto, si hubiera sido así alguno de nosotros sabría más cosas, Sabito – respondió el maestro de historia.

- Pero en fin, es básicamente lo que dijeron esos dos. – resumió el maestro de matemáticas - No pensé que quisieras hablar de ello puesto que por la mañana no tocaste el tema pero da igual. ¿Qué pasa?

El sudor se presentó de inmediato en la cara de la maestra y algunos trazos de ansiedad se dejaron ver cuando trató de explicar las cosas.

- Yo, Y-Yo... no, eh, pero, ¡Es que si no saben! No n-no puedo, bueno es que y-yo e-esto-estoy...

La mano reconfortante del rubio se colocó en ambos hombros y su balbuceo desapareció en cuestión de segundos.

- Tranquila Tomioka, sea lo que sea puedes decirnos.

"Su sonrisa... es tan linda..." Pensó más tranquila la profesora y sin querer se le salió la sopa sin darles tiempo para prepararse mentalmente.

- Estoy embarazada.

Ojos azules seguían fichados con pequeños brillos en el rostro de su compañero por lo que no registró los cambios de expresiones simultáneas.

- ¡¿Qué estás qué?!


- Y eso fue lo que sucedió.

Los hombres estaban estupefactos y guardaban silencio mientras cavilaban la situación. Nunca jamás dejarían a alguien que los necesitara a la deriva pero esto era algo seriamente delicado y una oportunidad de oro al mismo tiempo.

- No es necesario que se sientan culpables o algo así, yo puedo criarlo por mi cuenta y mantenernos muy bien. Sólo quería que ustedes supieran por si en algún momento quieren...

Tomioka se sobresaltó ante los apresurados gritos que la interrumpieron sin dejarla terminar.

- ¡Yo me haré responsable! – dijeron los tres al mismo tiempo, tirando las sillas al ponerse de pie.

Silencio incómodo.

- ¿Qué? – dijeron intercambiando miradas mientras la chica parpadeaba confundida.

- Soy su ex novio, es normal que sea yo – espetó Sanemi.

Eran muy jóvenes cuando decidieron dar un paso más en su amistad, eran inmaduros y terminaron por razones absurdas, las cosas podían funcionar si lo intentaban de nuevo, Shinazugawa estaba seguro de ello.

- ¿De qué estás hablando? La conozco desde siempre, yo soy el que se hará responsable – refutó Sabito.

De niños a adolescentes y ahora adultos, si alguien la conocía bien era él, no había nadie en el mundo que pudiera entenderla mejor, él era la mejor opción para que se sintiera amada, comprendida, protegida y feliz.

- ¡Desde que la conozco me preocupo por ella, es una mujer simplemente excepcional y la amo, por lo que yo cuidaré de ellos! – exclamó Kyojuro mientras la veía a los ojos para después mostrarle una amplia y brillante sonrisa.

Rengoku sentía que los dos tenían ventaja sobre él, era muy unido a Giyuu desde que la conoció como compañera de trabajo en aquella escuela pero no tenían una amistad tan longeva como la que mantenía con aquellos dos, sin embargo no se iba a rendir fácilmente, realmente le gustaba y se atrevería a decir que ya ni siquiera se quedaba en mera atracción... le encantaba todo de ella.

Giyuu se cubrió de rubor y bajó la mirada por aquellas palabras que literalmente habían sido una declaración de sus sentimientos, los otros dos la voltearon a ver y sintieron el sudor descender por su sien.

"Aún ni siquiera llevamos cinco minutos, ¡y el desgraciado ya se nos adelantó!"

El carrito del team Rengoku arrancó, pasando velozmente a los otros dos en la línea de inicio.

Debían hacer su jugada inmediatamente, claro que al final Giyuu tendría la palabra final a pesar de quien fuera el papá de su bebé, pero los tres estaban enamorados de ella desde hace tiempo y ninguno estaba dispuesto a ceder.

La competencia había iniciado, tenían nueve meses para conseguir su corazón y no podían bajar la guardia con tan peligrosos oponentes.

Armando los planes en sus mentes, los tres maestros se miraban como si estuvieran retándose a través de las clásicas rendijas color negro que dramatizaban el sentimiento de rivalidad en un anime o caricatura.

La azabache sintió las gotas de sudor por culpa del nerviosismo descender por su frente... esto quizá sería más problemático de lo que creía.

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