Conflictos y sorpresas
Nota: En algunos capítulos viene temas que pueden ocurrir en el embarazo. Sólo para que lo tengas en cuenta. Fuera de eso, ¡Disfruta la lectura! :D
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La mañana llegó y el sol saludó burlonamente a Giyuu en la cara. La mujer gruñó al sentir su cabeza a punto de estallar y se alzó lentamente de la cama, frotó su rostro con ambas manos sintiendo dolor palpitante de cabeza. Se quedó viendo a la nada unos minutos en lo que procesaba quien era y que se supone que debería estar haciendo, parpadeó con dificultad para regresar a la realidad y se percató que su mano izquierda estaba recargada en algo cálido y suave pero al mismo tiempo firme y con algo de relieve.
Dirigió su mirada a dónde estaba su mano y le tomó un minuto completo analizar lo que su palma estaba tocando, sus ojos se abrieron y su boca tembló mientras se ruborizaba enormemente.
- ¡KYAAAAAAAAAAAAAAA!
El grito de la azabache provocó que algunas aves de la calle emprendieran el vuelo presurosas y de paso despertó de golpe al hombre a su lado, quien se incorporó espantado mientras ella retiraba su mano de su marcado abdomen.
- ¡Ugh! Mi cabeza... ¿Qué sucede?
- ¡K-Ky-Kyojuro! ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – preguntó Tomioka para acto reflejo cubrirse con las sábanas.
Rengoku estaba cargando su cerebro para entender que estaba pasando y un gemido de queja desde el otro lado del rubio los dejó con nuevas preguntas en la cabeza.
- ¡Mierda! Giyuu... baja el volumen... Nunca alzas la voz ¿Por qué ahora?
- ¿¡S-SABITO!? ¿¡PERO QUÉ...!?
- ¡QUE NO GRITES! ¡CON UN DEMONIO, MUJER! – exclamó Sanemi cubriendo sus ojos del sol.
Giyuu volteó de golpe con la tercera voz y su cara era un volcán en plena erupción. ¿Pero qué carajo estaba pasando? ¿Por qué aquellos tres estaban en su habitación? ¡Y sin una sola prenda de ropa encima! ... Aguarden un minuto... Esta no era su habitación, era el cuarto de huéspedes en la casa de su hermana.
Alzó la cubierta de su cuerpo y se congeló al darse cuenta que su situación no era diferente, estaba tal y como sus padres la trajeron al mundo: desnuda.
- Me está matando la cabeza... - refunfuñó Sabito.
- Felicidades, se le llama pensar – contestó el joven de cabello blanco inmediatamente.
- Cállate, no estoy de humor para tus mamadas.
- Silencio ustedes dos, me retumba la cabeza cada que hablan – soltó Rengoku con un ojo fuertemente cerrado por el dolor.
Discutir en la mañana de un domingo después de haber estado de fiesta y con una resaca de esas que te dejan jurando a los cielos que nunca más volverás a embriagarte, no era ni de cerca la mejor manera de iniciar el día. Giyuu estuvo a punto de aventarlos a patadas a la calle, pero los recuerdos de lo que había pasado volvieron, todo claro como el agua hasta la parte en la que se pasaron de la cuenta en el potente de por si alcohol, después las cosas se volvían pantanosas, y confusas pero definitivamente lo que sucedió era evidente.
"Los caminos extravagantes de Uzui no son míos para recorrer." Pensó al contemplar con un agujero en el estómago el desastre que habían hecho ahí.
Parecía que una manada de elefantes había puesto todo patas para arriba, ni siquiera quería saber con qué fines habían utilizado el escritorio de la habitación para que quedara volcado lateralmente.
- Dime que ninguno de ustedes me dio ayer.
- ¿Con que jodido motivo me acercaría a un idiota como tú?
- Yo no recuerdo nada así que ni me veas.
Gracias al escenario y las voces de los otros, su imaginación comenzó a correr salvajemente con imágenes eróticas además de vergonzosas y se abofeteó inmediatamente para dejar de pensar en esas cosas.
Los tres hombres la vieron perplejos y con ojos abiertos por la tremenda cachetada que la chica se acababa de dar, su mejilla roja por lo mismo. Tomioka respiró profundamente para organizar sus palabras y sin dejar de cubrir su cuerpo desnudo decidió hacerse cargo de la situación antes de que una pelea o momento incómodo comenzara.
- La cocina tiene lo suficiente para todos, uno de los baños está enfrente de la habitación y el otro está al lado de la sala.
Conocer a Giyuu Tomioka desde hace tiempo venía con ventajas, los tres comprendieron de inmediato y armaron un plan con la plana información que tenían. Una vez salieron y por fin sola, la maestra dejó salir un suspiro nervioso y sabiendo que ambos baños estaba ocupados por el sonido de la ducha, decidió ponerse de pie y estudiar su cuerpo en el espejo de la habitación.
Su piel tenía varias marcas esparcidas y algunas de dudosa procedencia. ¿La marca arriba de su pecho derecho era un moretón o un chupetón? No había manera de saberlo y no es como si se consumiera en ansías mortales por descubrirlo. La vergüenza seguía al rojo vivo dentro de su estómago junto a un curioso sentimiento nuevo que no le podía poner nombre, y mientras recogía la ropa regada por el suelo se preguntaba que podría ser.
Utilizó rápidamente la lavadora y afortunadamente el esposo de su hermana tenía ropa cómoda que les podía servir a los tres jóvenes. Faltaba tiempo para que la familia regresara a casa, algo bueno, nunca se enterarían de lo que sucedió en su hogar. En cuanto uno de lo sanitarios se desocupó, Giyuu tomó un agradable baño que le ayudó a sentirse mejor y pensar con más calma en lo que haría al salir.
Su cabello se veía aún más oscuro recién salida de la ducha y arrebató las miradas de los otros invitados cuando entró a la cocina, que se fijaron en la manera que el agua formaba gotas lentamente en las puntas de su cabello.
"Como quiero ser esa estúpida gota." Pensaron los tres cuando la traviesa esfera se deslizó por su cuello hacía las profundidades de la muda de ropa fresca que había tomado del clóset de Tsutako.
Una vez que Tomioka reparó en lo que estaban haciendo, casi sonríe, pues volvían a estar presentables para ojos del público, y sus amigos habían preparado un abundante desayuno con varias cosas especialmente para que sobrevivieran la resaca.
El desayuno fue delicioso y agradeció internamente que ninguno estuviera mencionando lo que sucedió después de la fiesta. Disfrutó las exclamaciones del rubio mientras el albino molestaba al otro joven con cabello de color, ambos intercambiando insultos a su manera de convivir.
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Era lunes por la mañana y todos los estudiantes se apartaban del camino de la maestra de gimnasia presa del pánico, al igual que las gacelas en la sabana sentían el peligro. Ni siquiera el chico de pendientes hanafuda se atrevió a chistar y se quitó los aretes velozmente nada más en lo que pasaba su profesora.
- ¿Ya llegó, Iguro?
- Acaba de pasar por la puerta de entrada. ¿Por qué se están escondiendo de ella? – preguntó con una gota de sudor al tener a tres de sus compañeros sentados en el suelo, ocultándose bajo la ventana por la que vigilaba en la sala de maestros.
Rengoku extendió su mano y Sabito le entregó su celular, Obanai se agachó para leer la conversación que el profesor de historia le estaba mostrando.
Obanai no entendía la razón de su enojo.
- Baja la conversación, hay más – indicó Shinazugawa.
El maestro de química deslizó la pantalla y no supo que decir.
- Si te dejó en visto debe estar furiosa – comentó al fin, devolviendo el celular a su dueño.
- Lo peor de todo es que no sabemos quién hizo, pues, ya sabes... eso – murmuró Kyojuro sonrojado.
- ¿Cómo no van a saber?
- En cuanto el cabeza de mandarina llegó y nos mostró eso, tratamos de recordar lo que había pasado. Cero, nada, ninguno recuerda lo que hicimos en la noche.
- ¡Es color durazno, no mandarina idiota!
- ¡Sigue siendo una puta fruta!
- Afortunadamente sabemos que ella estuvo de acuerdo con lo que sea que haya sucedido en la noche – añadió el rubio en medio de la disputa.
El heterocromático meditó la situación. Si a Tomioka le dolía el cuerpo de esa manera era obvio que había hecho más que dormir pacíficamente con ellos, sin embargo si los cuatro hubieran hecho algo juntos habría al menos uno que lo recordaría.
- Para empeorar las cosas Uzui se tomó el día libre por la resaca que le dio el fin de semana. – gimió Sabito – Él podría distraerla mientras nosotros escapamos.
- No creo que eso sea necesario, si mi vista no me falló más de lo habitual apenas y puede igualar el paso de Bombón.
La dulce y tierna Bombón era el conejito blanco y ojos rosados que tenía la maestra de danza Kanroji. Una coneja que se la pasaba toda la vida a su propio ritmo calmado.
Los tres profesores se vieron con esperanza y por fin se dejaron ver al ponerse de pie.
- Ustedes... - siseó una voz en la entrada del salón.
Todos los profesores voltearon para ver a la maestra de coleta azabache apretando sus puños mientras Gyomei la cargaba en un acto de buena fe.
"Bueno, eso explica cómo llegó aquí tan rápido." Concluyó el trío.
- ¡Regresen aquí! – Apenas la bajó el hombre al suelo y los involucrados la pasaron de largo para caminar por el pasillo en busca de su primera clase.
- ¡Vean el lado positivo, si caminamos rápido no hay manera de que nos alcance! – dijo Rengoku, volteando a ver con simpatía y ganas de ayudar a la mujer que trataba de alcanzarlos para quebrarles el cuello.
- No te confíes, desde niña no perdona ni una – replicó el maestro de geografía evitando ver de momento a su mejor amiga.
- Es una mujer, son como los elefantes, ninguno olvida – masculló el albino pensando en cómo le compensarían aquello.
Giyuu no pensaba humillarse moviéndose como anciana a sus veintiún años de edad frente a los pubertos a los que enseñaba. Volteó ferozmente a la izquierda y sin pensarlo le arrebató la patineta a uno de los alumnos que apenas iba a entrar a su clase.
- Número uno no está permitido traer esto, número dos la puedes recoger en la sala de maestros cuando acabe el día, número tres más te vale que te quites ese piercing ahora.
La patineta dio una vuelta en el aire antes de caer al suelo con maestría mientras los ojos azules se clavaban en el trío con sed de justicia, los cuales voltearon al mismo tiempo con el sonido del transporte.
- Oi, Oi, ¿Qué está haciendo?
- No puede ser... ¿De verdad va a hacerlo? ¡Podría lastimarse!
Sabito sentía aquella situación aterradoramente familiar, sus ojos se abrieron como platos cuando revivió el dónde había visto eso antes.
- ¡OH DIOS MÍO! LA MOVIDA DEL PASILLO 97 ¡CORRAN POR SU VIDA!
- ¿La qué chingados?
- ¿Pasillo 97?
El profesor de geografía los había abandonado con una nube de polvo y ya se encontraba dando la vuelta para llegar a tiempo a su única salvación: las escaleras que llevaban a la terraza.
Las ruedas alertaron a los otros dos, la intrépida joven iba a toda velocidad a su encuentro para partiles la vida. Sus hombros se alzaron con temor junto a un escalofrío y corrieron para tratar de salvar sus pellejos educativos.
- ¡A un lado!
- ¡Quítense mocosos!
- ¡Giyuu, así empeorará el dolor!
- ¡Cierra la boca y corre Rengoku! ¡No dudará en arrollarte!
- ¡Ya lo sé!
Cada que la mujer evitaba a un estudiante le dolía la cadera, pero eso avivaba las llamas de su determinación, realmente era una lástima no saber quién era el responsable, ahora los tres tendrían que pagar la misma condena.
Detallitos pequeños que no afectaban a nadie.
Sabito se lanzó triunfalmente a las escaleras ayudado del barandal y todavía corrió con dirección a la terraza. No pensaba correr ningún riesgo. Sus compañeros apenas alcanzaron a llegar a los primeros escalones unos micro segundos antes que la azabache los agarrara de la camisa para capturarlos.
"Mierda, se me escaparon."
"¡Nos salvamos!"
Varios alumnos vieron a sus maestros en la mañana y no entendían por qué tenían la primera clase libre, pero a nadie le importaba, todos estaban contentos de estar haciendo nada sin sospechar que sus pobres maestros sufrían la ira de una tigresa de azul a quien le llevó demasiado tiempo llegar a la cima del edificio escolar.
Inmediatamente después de clases llevaron a Tomioka a su restaurante favorito para compensarla con el platillo que la volvía una adorable y tierna gatita dócil.
- ¡Me alegro que ya te sientas mejor! – Kyojuro comentó, unas banditas cubrían el enorme chichón que le dejó la chica.
- Come lo que quieras, corre por nuestra cuenta. – dijo Shinazugawa con un ojo morado, consecuencia de haberla provocado en medio de su paliza.
- ¡Te iré pidiendo otro plato de salmón al rábano! – fingió sumisión Sabito. Si podía ganarse su perdón para no recibir otro derechazo que lo dejara en knock-out técnico haría lo que fuera.
Ella ya los había perdonado después de haber cobrado su venganza pero si le estaban ofreciendo una ofrenda para aplacar su ira por supuesto que no la rechazaría. Le indicó a una chica si les podía traer algo para que comieran y al final disfrutaron una comida con mucho mejor ánimo del que llegaron.
Una semana habían pasado y la segunda estaba por cumplirse, Giyuu despertó sin ganas de ir a trabajar a pesar de ser viernes. La noche anterior no cenó nada por tener náuseas y se sentía muy cansada, ni siquiera tenía la voluntad de levantarse de su cama.
Una vibración de su celular le hizo ponerse de lado y con pereza tomó su dispositivo.
Graciosos burbujeos se instalaron en su estómago cuando vio quien era y lo que decía el mensaje. Respondió rápidamente pero se tardó en escoger un emoticón, usaba alrededor de cinco con frecuencia y no eran para corresponder halagos.
Analizó el mensaje una pizca de duda surgió.
"La carita se parece a mí, pero se ve muy...simple... ¿Podría pensar que no me gustó?"
Lo pensó más, escribió, borró, corrigió, borró todo y escribió de nuevo. Perfecto.
Enviarlo fue fácil para su ánimo actual, cuando reunió energía para ponerse de pie sintió su busto adolorido de forma extraña. Se palpó con cuidado, sus pechos estaban sensibles y aunque ya eran de un tamaño decente justo ahora calificaban ligeramente más alto.
"¿Crecieron últimamente? Qué extraño... el dolor puede ser por mi periodo pero el tamaño no tiene sentido." No le dio importancia y fue a obligarse a comer algo, sentía revuelto el estómago pero su decisión de profesión le había enseñado muy bien las consecuencias de saltarse el desayuno.
Cada cosa en su refrigerador y alacena le provocaba más asco, se dio por vencida y se decidió por una brillante y deliciosa manzana roja. Una llamada entró a su celular cuando le daba una mordida a la fruta y tomaba las llaves de su casa.
- Hola Tsutako ¿Sucede algo?
- ¡Buen día hermanita! Nada, nada sólo quería agradecerte por cuidar de Fideo mientras nosotros tres estábamos fuera.
"Yo debería ser la que te diga gracias y perdón de paso." Pensó, la imagen mental del desastre que habían tenido que limpiar todavía presente en su memoria.
- Faltaría más, cuando necesites algo puedes contar conmigo.
- Ay Giyuu, siempre siendo la más dulce. Te amo mucho.
- Tampoco es para tanto – murmuró Tomioka feliz y apenada por el cumplido. Le gustaba sentir que le era de ayuda a su hermana mayor, un poco al menos después de tantas cosas que había hecho por ella.
- ¡Ay Dios mío, perdón! Debes estar de camino a la academia, ya no te distraigo ¡Ten un lindo día, toma tu almuerzo y cuídate mucho!
- No te preocupes, ya estoy en la esquina. Tengan un buen día los tres.
Zenitsu aprovechaba su posición para revisar el código de vestimenta como siempre, quedándose con expresiones bobas ante semejante beneficio. Su cara cambió radicalmente al ver que su profesora de deportes se acercaba, la jurada enemiga de su color de cabello rubio.
- ¡Waaah! ¡Señorita Tomioka! ¡Le juro que no estaba haciendo nada! ¡Yo sólo...! – la azabache le puso una mano en su hombro para tranquilizarlo - ¿Yo?
- Ahora no Agatsuma, me siento mal, sigue con tu buen trabajo.
Zenitsu se quedó desconcertado y la siguió con la mirada.
"No es normal que la profesora Tomioka se encuentre así, su sonido es cansado y parecido a cuando alguien se siente enfermo."
Tal y como lo pensó el chico, Giyuu se tambaleó en la entrada y unos brazos conocidos evitaron que se diera contra la pared.
- Cuidado, ¿Qué te ocurre?
- Sanemi.
Shinazugawa le tocó la frente para verificar que no sufriera de fiebre y estar entre sus brazos le trajo a Tomioka muchos recuerdos que se había empeñado en enterrar.
- Parece que no tienes fiebre pero hazte un favor y ve a la enfermería antes de que te mueras y los alumnos digan que una maestra murió en el baño para asustar a los de nuevo ingreso.
- Lo haré si tengo tiempo, no me sentía mal hasta ahora – respondió separando al profesor de matemáticas con cuidado.
- De acuerdo, has lo que se te pegue la gana. Ve con cuidado.
Asintió y cambió sus planes, en vez de pasar a la sala de maestros su parada fue directamente el espacio deportivo, esperaría a sus alumnos aunque todavía faltaran diez minutos.
Durante la primera clase no dejó de bostezar como si no hubiera dormida absolutamente nada. Llegó un momento en que incluso sus alumnos se preocuparon porque no les estuviera obligando a correr con empeño en la pista.
- Maestra ¿Se encuentra bien? – preguntó Tanjiro al verla cabeceando.
- Sí, no...no te preocupes por mí Genya... - una cabeceada le despertó - digo... digo Tanjiro. Olvídalo, tienen tiempo recreativo, pónganse a jugar y no molesten por favor.
La preocupación se desvaneció casi en todos sus alumnos con las palabras nunca antes escuchadas.
"¿Dios escuchó nuestras plegarias?" Se dijeron todos con emoción.
- ¡El que quiera entrar al equipo ganador de Inosuke venga aquí!
Con esa llamada los chicos corrieron para organizar un partido de fútbol, las chicas se apresuraron en busca de un balón de voleibol y unos cuantos más les encargaron uno de basquetbol.
Sentándose al lado de su profesora quien ya se estaba quedando dormida sentada en el escalón de la grada, Tanjiro se quitó su suéter de la escuela para cubrirla y que no pasara frío y Kanao se quedó platicando junto a Kamado, ambos velando la seguridad de Tomioka contra los balones con los que jugaban sus compañeros de clase. Cuando la campana indicó el final de la clase no tuvieron el corazón para despertarla y la dejaron dormir no sin antes avisarle a un profesor que se encontraron de camino a su aula.
Sabito llegó para encontrar a Giyuu profundamente dormida. Sonrió dulcemente, se veía indefensa y adorable cuando dormía... la última vez que la vio así fue cuando se durmió del aburrimiento en la biblioteca en medio de una investigación de la tarea de literatura cuando estaban en secundaria, soltó una risa ante el recuerdo y con cuidado acarició su mejilla.
- Giyuu, oye, debes despertar. Te perderás el almuerzo y le prometiste a Tengen y Kyojuro que comerías con ellos.
Un ojo azul se mostró con pereza y volvió a cerrarse como si pudiera pretender que su dueña seguía adormilada. Su amigo se acercó a su frente y le dio un buen golpecito justo en medio.
- ¡Auch! ¡Sabito!
- Oh vaya, ¡milagro divino! Ahora que despertaste bella durmiente me aseguraré de que cumplas tus promesas como la mujer que eres.
- ¿Dónde quedó la broma de ser un hombre? – preguntó cansada pero curiosa.
- Bueno cuando éramos pequeños nadie sabía si eras mujer u hombre, no me puedes culpar por eso.
Se la pasaron discutiendo y humillándose mutuamente hasta que pasaron por la cafetería y un olor que usualmente era delicioso se volvió nauseabundo para la mujer de cabello negro quien ya se estaba muriendo internamente
"¡Puagh! Voy a vomitar... ¡Ughhh! VOY A VOMITAR."
El profesor de geografía se preocupó al ver las caras que ponía Tomioka de asco y el tono ligeramente verdoso que estaba adquiriendo su rostro.
- ¡Oye! ¿Qué tienes? ¿Te duele el estómago?
La azabache sintió sus pupilas reducirse a lo mínimo cuando su cerebro comenzó la cuenta regresiva.
...5...
- Te llevaré con Shinobu, te ves horrible... ¡Bueno! Horrible como tal no pero...
"TENGO QUE LLEGAR AL BAÑO" Pensó desesperada mientras el otro seguía hablando.
...4...
- ... En fin, tú me entiendes... sé que no es el mejor momento pero... - siguió el joven poniendo su mano en la nuca.
"CÁLLATE SABITO, HAZTE A UN LADO HIJO DE TU..."
...3...
La maestra infló los cachetes y abrió sus ojos lo más que pudo... No iba a llegar... Los baños estaban al final del pasillo saliendo de la cafetería ¡No iba a llegar!
- Lo que quiero decir es que... Olvídalo te lo diré después de llevarte a...
...2...
"¡ME NIEGO! USA LA CONCENTRACIÓN TOTAL Y LLEGA AL MALDITO BAÑO."
... ¡1! ...
Tomioka empujó a Sabito y salió disparada tratando de contener el temporizador del desastre con una técnica de respiración muy útil que le habían enseñado hace mucho tiempo para llevar el cuerpo al límite (Razón de porque Sabito siempre perdía contra ella en retos físicos).
... 1 y medio...
... 1 y un cuarto...
... 1 de nuevo...
... 0 ...
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- Entonces... mareos, náuseas, cansancio y fatiga, ¿Algo más? – recapituló Shinobu anotando todos los malestares de Giyuu.
- Nada más.
- Eres muy mala mintiendo Tomioka, hay algo que no me quieres decir.
- Es vergonzoso.
- Tomioka soy médica, la vergüenza solo la pasarás tú.
- ¿Podrías dejar de sonreír mientras dices eso? – refunfuñó la azabache.
- No.
La maestra suspiró dándose por vencida y se sonrojó un poco antes de murmurar la última molestia del día.
- Mis pechos... duelen un poco y están... más grandes...
- De acuerdo, también tiene "busto hinchado" – dijo Shinobu mientras escribía.
- ¡Kochou! – reclamó Giyuu sintiendo vergüenza.
- ¡Pues es lo que tienes Tomioka! – exclamó su amiga.
Se tranquilizó antes de indicarle a su compañera que tomara asiento y decidió recabar un poco más de información antes de soltarle la bomba de sus sospechas.
- ¿Tu periodo es regular?
- Hago mucho deporte, a veces se atrasa.
- Mhhh ya veo ¿Cuándo fue la última vez que lo tuviste?
- Al inicio del mes.
La expresión perpleja y asustada de Shinobu no pasó desapercibida.
"¿Qué? Entonces si no es un embarazo esto podría tratarse de algo mucho más grave."
- Bueno... pensándolo mejor... no estoy segura.
- ¿Eh?
- También es vergonzoso hablar de estas cosas, pero, una vez que comenzó solo fue por un día... y casi nada.
- ¿Fuera de eso no hubo nada más?
Una negación todavía apenada.
"No creí que Tomioka fuera de las pocas mujeres a las que eso les pasa, pero eso explica porque no sospecha nada."
- Ne, escúchame atentamente. Lo que le está pasando a tu cuerpo son señales recurrentes y típicas de un embarazo.
"Embarazo"
"...Embarazo..."
"...Embarazo..."
Mente en blanco era lo más adecuado para describir a la profesora. Lo peor del asunto es que ni siquiera podría defenderse sin revelar la bochornosa situación que ocurrió aquel viernes por la noche.
- P-pero sangré hace tiempo, eso, ¿Eso significa...?
- No vayas a entrar en pánico, deja que te explique todo primero. Las náuseas matutinas usualmente comienzan a un mes, la fatiga se da por los niveles de progesterona que aumentan bastante, eso explica que te sientas somnolienta. Y es posible que hayas confundido tu menstruación con un sangrado de implantación.
Dos parpadeos de la azabache sin decir nada y comenzó a explicar lo que implicaba.
- No todas las mujeres lo tienen, pero en ocasiones, cuando el óvulo fertilizado se adhiere a la pared del útero, alrededor de la fecha del período menstrual puede llegar a haber un pequeño sangrado al que le llamamos sangrado de implantación.
Los ojos azules se dirigieron a su abdomen y lo tocó con cuidado. ¿Realmente tenía un minúsculo ser creciendo en ella en ese momento?
- ¿Estás... estás segura, Kochou?
- Bueno, sólo hay una manera de averiguarlo Tomioka – dijo entregándole una prueba de embarazo.
Giyuu la tomó con cautela y se quedó viendo fijamente a Shinobu en espera de instrucciones. La chica soltó una risita divertida por la apariencia de gatito confundido y palmeó con tranquilidad su hombro.
- Si te sientes más cómoda espera a llegar a tu casa, las instrucciones están al reverso de la caja, sólo es cuestión de ser paciente. Ahora ve a comer algo que si estamos en lo cierto no es buena idea saltarse comidas.
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