(3) Segundo trimestre: Obstáculos a la vista
Nota:A los personajes que nunca revelaron su nombre me gusta ponerles el nombre que siento que les queda en la ocasión. (Ejemplo: La hija humana de Muzan)
No tengo un nombre definido así que dependiendo de la historia puede variar al igual que la descripción física de los personajes que no fueron revelados. (Ejemplo: Los padres de Giyuu)
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Por el lado del hombre al otro extremo del chat, él se encontraba lidiando no solo con sus recuerdos de ruptura al igual que su ex, sino también con un grupo liderado por sus dos estrategas.
Esperaba impaciente la respuesta de su hermano así que decidió apresurar la cosa.
- ¿Qué fue lo que le dijo?
- Espera Nemi, el profesor Iguro me preguntó lo mismo.
- No jodas, estamos a menos de tres metros de distancia Genya.
- Lo siento hermano pero no pude escuchar.
- Tsk.
- ¿Eh?
- Espera y verás – respondió a su hermano menor el peliblanco.
- A veces la señorita Kochou da miedo.
- Sólo Shinobu, Kanae es dulce y linda.
Genya se quedó perplejo y se inclinó para ver con curiosidad a su hermano mayor. Sanemi se dio cuenta y un leve rosa pintó su rostro.
- Antes de que te hagas ideas raras no sabía que Tomioka y yo teníamos otra oportunidad. Es normal que haya estado abierto a otras oportunidades.
- Eso es verdad.
- ¿Qué quieres decir con que los maestros Rengoku y Urokodaki son tuyos?
- Lo que dije.
Genya no entendía nada.
- Son mis rivales, si alguien los va a enfrentar y arruinar sus planes directamente, ese seré yo – aclaró con un pequeño gruñido.
- Oh, ya veo. No te preocupes Nemi, te apoyaré en esto.
- Bien... ahora lárgate a hacer tu tarea.
- P-pero ya la acabé.
- Oh, en ese caso te importará una mierda que la revise justo ahora.
- ¡Espera!
- Por cada error te dejaré cinco ejercicios especiales de tarea.
- ¡No! Sanemi espera.
- ¿Kyojuro?
Era mediados de semana y el profesor se encontraba ocupado en la pantalla de su celular mientras calificaba algunos trabajos y se sobresaltó con la voz de su hermanito.
- ¿Qué sucede Senjuro?
- Mamá tuvo que salir a hacer unas compras y Papá fue al dojo Soyama para atender una oportunidad de negocios o algo así.
- Ajá.
- Entonces me preguntaba si me podrías ayudar con este ejercicio de caligrafía que me dejó mamá.
Lo mismo que en la otra, esto es del manga. Pondré un comentario para los que les cuesta el inglés :3
Lo que si es inventado por parte de este AU (o no ha sido confirmado aún) es que Ruka trabaja en la parte de secundaria como maestra.
El joven rubio interrumpió su atención y accedió a lo que le pedía Senjuro. Ambos se acomodaron en el escritorio del chico y Kyojuro le demostró con paciencia los trazos y forma de realizarlos, tal y como le había enseñado su madre.
- Tienes una letra muy buena Kyo – comentó admirado el rubio menor.
- Muchas gracias Sen, mamá está orgullosa de eso y a Giyuu le gusta mucho.
Una risa suave lo hizo alzar una ceja con intriga.
- ¿Qué fue eso?
- Nada, es sólo que quisiera conocer a tu compañera pronto.
- Es una lástima que no les de a ustedes todavía.
- Mis compañeros dicen que en realidad es una bendición – refutó Senjuro algo preocupado – aunque cada que hablas de ella me pregunto si en verdad es tan amable como dices o solo te lo parece a ti.
Kyojuro meditó unos instantes aquello pero cerró los ojos y sonrió con seguridad.
- Tomioka no es muy expresiva y sólo se deja ver realmente con quienes le son importantes o cercanos, por lo que supongo que tus compañeros no están realmente equivocados. Pero no es idea mía, los que tenemos la fortuna de ser considerados sus amigos podemos ver quien es en verdad.
Volteó a ver su hermano con tranquilidad y le revolvió el cabello antes de dejarlo con su trabajo y tomar de nuevo su celular.
Apenas retomó la conversación del grupo y su rostro se sonrojó completo con el comentario de Inosuke.
Fue a la cocina a mojarse la cara y lavar fuera de su mente la imagen mental indecorosa que se le había presentado.
"¡No pienses en Tomioka de esa manera! No, No, No..."
El rostro de la azabache sonrojado y vulnerable era mostrado por su mente, por alguna razón que trataba de no obviar el porque la perspectiva era desde arriba.
"No, no, no, no pienses en eso..."
Jadeos impacientes y ojos azules cristalinos hermosos cual océanos, una piel nívea que comenzaba a perlarse poco a poco con una fina capa de sudor.
Un mini Kyojuro con la palabra "CONCIENCIA" escrita en su frente rompió la superficie de la imagen y le reclamó completamente rojo de vergüenza.
"DIJE QUE NO, KYOJURO" Gritó el Kyojuro chibi.
Se dio cuenta que aún no había contestado y se apresuró a mantener su moralidad en alto.
Realistamente su amigo tenía razón, pero por una ocasión extraordinaria tenían un grupo con algunos alumnos suyos y no quería que los vieran diferente o que les perdieran el respeto antes de su último año.
Senjuro estaba terminando con un trazo largo pero el grito que escuchó de su hermano hace tres minutos le había estropeado el final. Se asomó preocupado de que se hubiera lastimado y lo encontró escribiendo y borrando un mensaje torpemente.
Ruka llega del supermercado y se encuentra con sus dos hijos pegados en el sillón mediano de la sala, Kyojuro ocupado en los mensajes y Senjuro reaccionando a ellos.
- ¿Es Tomioka?
- No mamá – respondió Kyojuro.
- Pero tiene que ver con ella – informó Senjuro.
- ¿Es eso así? – murmuró interesada la azabache - ¿Cuántos meses tiene?
- Creo que ya va en el cuarto.
- Da gracias que tu padre no se ha enterado todavía – comentó con un suspiro Ruka.
- ¿Crees que papá obligaría a Kyo a casarse con la señorita Tomioka?
- Casarme con ella no me molestaría en lo absoluto, pero no soy el único involucrado en esto – suspiró el Rengoku mayor mientras se estiraba, dejando el dispositivo de lado.
- Tal vez aun no sepas si es tuyo o si te escogerá pero me gustaría conocer a Tomioka, estoy segura que es una mujer encantadora.
El profesor de historia se enterneció y emocionó con las palabras de su progenitora, pensó un momento y la volteó a ver, recargando sus brazos cruzados en el respaldo del sillón.
- Creo que hay una manera en que la puedes ver pronto, mamá.
Viernes, y no cualquiera, era ese viernes. Se sentía todavía más porque las conversaciones que había llegado a tener con sus compañeros habían sido superficiales y nada interesantes, casi como si no quisieran interrumpirla en su luto.
- Vaya coincidencia – murmuró entrando a su casa.
Fue a cambiarse de ropa y aprovechó para tomar del clóset su secreto. No era muy apegada a cosas ajenas o cosas materiales pero esto era algo muy valioso para ella.
Una caja bien cerrada y cuidada aunque algo vieja salió entre otras cosas que ocultaban su existencia. Cuando la azabache la abrió, reveló una hermosa bufanda azul marino con lentejuelas plateadas en los extremos y bajo el tejido una fotografía de su familia.
Pasó sus dedos con cuidado encima de una mujer muy parecida a Tsutako del rostro pero con un cabello lacio, largo y mejor portado que el suyo rebelde.
- Feliz cumpleaños... Mamá.
Era la suerte con sus bromas crueles, su madre murió por una enfermedad justo el día de su cumpleaños. Un día que debían celebrar juntos la vida se volvió aniversario de muerte. Irónico.
Tomó con cuidado la bufanda como si estuviera hecha de cristal y con cuidado se arrebujó en ella. Las lágrimas llenaron sus ojos y se arropó en su cama para llorar como siempre en esa fecha.
Y es que el secreto no era la bufanda en sí o la fotografía. Su familia mantenía con cariño la memoria de la amable mujer pero después de que la hija menor había entrado en depresión por la muerte de su madre se encargaron de dejar los recuerdos más importantes y deshacerse de los otros como la ropa.
En pocas palabras, Giyuu se había robado la bufanda que su madre usaba todos los días y que conservaba su olor.
La cuidaba como si su vida dependiera de ella porque al ponérsela percibía el olor de su mamá y en aquel día sentía como si fuera una niña de nuevo y su madre la estuviera abrazando y arrullando con amor.
La almohada ya estaba muy mojada con sus lágrimas pero todavía no acababa, la extrañaba mucho y con lo que estaba pasando ahora desearía tenerla a su lado para aconsejarle, para que después de una plática de varias horas sintiera su abrazo y pudiera sentirse segura.
No era como su mamá y ella lo sabía, no era tan linda como ella, ni tan paciente, ni siquiera podía transmitir alegría y cariño con su voz, su risa tampoco era contagiosa y sus ojos eran azules como su padre no grises como los de ella.
Dejó de llorar y se quedó dormida gracias al olor de la bufanda, esa mezcla primaveral fresca y dulce con notas ligeras de vainilla le daba toda la calma que necesitaba después de quedar medio deshidratada de tristeza.
Su alarma de celular sonó a eso de las cuatro de la tarde, se puso de pie y guardó con cuidado la bufanda y fotografía, asegurándose de que la caja quedara bien cerrada. Tomó un baño para que su hermana no sospechara del olor y después de ponerse prendas negras se colocó encima un abrigo gris que cubría completamente su vientre.
Si acaso planeaba decirle a Tsutako, este no era el momento.
Caminaba a su paso por las calles, siendo vigilada a lo lejos por sus dos amigos de la infancia que se habían encontrado en medio de su misión de cuidar de Tomioka.
- ¿Se detuvo? ¿Para qué? – preguntó Sabito detrás de una de las paredes de un negocio.
- Está en una florería, pero creo que las rosas no van muy bien con la ocasión – respondió Uzui a su lado.
- Tal vez eran la flor favorita de su madre, sabes bien que Giyuu no se detiene a pensar en los formalismos.
- Bien dicho, bicho.
La maestra se dirigió hacia el cementerio y en el arco de entrada tomó aire antes de pasar. Una mujer con una larga trenza estaba sentada frente a una de las clásicas lápidas blancas, había llevado un arreglo floral colorido pero aun así adecuado para la ocasión.
- Tsutako.
La mujer volteó y sonrió alegremente, se puso de pie para abrazarla y la menor se esmeró en que no tocara su vientre por error.
- Me alegro tanto de que hayas podido venir, Yuu.
- Estar enferma no me impedirá visitar a mamá Tsu.
- No digas eso, la salud es más importante que una tradición o aniversario. Sabes que a mamá no le hubiera gustado que te descuidaras.
- Supongo.
Ambas se sentaron en el pasto y quedaron meditando en silencio, la azabache menor aprovechó para colocar el ramo en un pequeño florero que había llevado y con una botella lo llenó de agua.
Después de eso el silencio siguió pero ninguna se preocupaba por ello, ese momento era para su madre y ambas pensaban en eso mismo.
Tsutako abrió los ojos que tenía cerrados y volteó a ver a su hermana, no parecía que fuera a llorar frente a la tumba de su madre. Esta escena era igual que todos los otros años, pero sabía que probablemente había soltado el dolor en su casa, sola, y eso era lo que le angustiaba.
- Papá me marcó en la mañana.
- ...
- Soñó con mamá y estaba llorando. Parece ser que recordó la vez que fuimos a patinar juntos.
- ...Ya veo...
- Papá se siente solo muchas veces, pero al menos nos tiene a nosotras para poder desahogarse.
- ...Eso es bueno...
La mujer de trenza frunció el ceño con tristeza en su rostro y suspiró al ver que ella no había captado el mensaje.
- Giyuu, nunca lloras cuando estamos aquí.
- ¿Quieres que lo haga?
- No es eso... llorar no es malo ni señal de debilidad... bueno, uno se siente débil y vulnerable pero solo es el sentimiento, no significa que uno lo sea.
- ...
No hubo respuesta y su hermana se dio por vencida, sonrió con dolor y comenzó a reír con algunas lágrimas en sus grandes ojos azules.
- Siempre que llegabas de la escuela corrías a contarle lo que habías hecho en clase, siempre te molestaba con Sabito y te ponías nerviosa con sus bromas.
Giyuu no pudo evitar soltar una pequeña risa en su garganta y su hermana, alentada por eso, trajo a sus memorias muchos momentos más cuando su pequeña familia estaba completa y feliz.
- Papá solía regañarnos por quedarnos despiertas hasta tarde hablando – añadió Giyuu en medio de una de las historias.
Ahora fue Tsutako la que soltó una risita y la vio con alegría.
- Y luego llegaba mamá para "regañarnos" y en cuanto papá se iba nos guiñaba el ojo y se unía a nuestra plática.
- Pobre papá, siempre estuvo en desventaja.
- Al menos ahora tiene a Ash de su lado, a veces creo que lo consiente demasiado por ser varón.
- Ni siquiera me lo recuerdes, mamá no le hubiera dejado comprarle aquella pista de cochecitos premium.
- O la colección completa de superhéroes.
- O ese perro de peluche gigante.
- Bueno – resopló Tsutako divertida – Hay que perdonarle su abuelitis, Ash es su único nieto por ahora.
Giyuu desvió la mirada para no hacer nada que pudiera delatarla.
"Si... su único nieto..."
Continuaron hablando una media hora y un grito las hizo voltear atrás.
- ¡Mamá!
- Shhh, Ash, estamos en un cementerio.
- Perdón – el niño gritó pero ahora susurrando - ¡Mamá!
El pequeño tenía los ojos castaños de su padre y un cabello regular como él, lo único heredado por Tsutako era el tamaño de sus ojos y su nariz.
En cuanto el niño vio a la profesora, se quedó quieto antes de sonreír de oreja a oreja e ignorar a su padre.
- ¡Tía! - exclamó feliz.
- Hola Giyuu, me alegro que te haya sido posible venir – comentó el esposo de su hermana.
- Hola, hace tiempo que no te veía *Tadano.
- Verdaderamente pero bueno, ya sabes, la familia va primero.
Tsutako se puso de pie para tomar la mano de su esposo y esperar a su hijo que estaba jugando alrededor de Giyuu.
- ¡Tía, tía! ¡Vas a venir a visitarnos cuando se acabe la escuela! ¿Verdad?
- Oh... ahm...
"Demonios, no había pensado en eso... para entonces ya tendrá alrededor de cinco o seis meses... Debo decirle a Tsutako ahora..."
Si hacía los cálculos estaba en lo cierto, la fiesta de Shinobu había sido en febrero y ahora que estaban en junio el bebé tenía cuatro meses, las vacaciones de verano serían desde finales de julio hasta finales de agosto y para cuando regresaran a clases estaría cerca de terminar el segundo trimestre con seis meses.
Viéndolo desde esa perspectiva, el tiempo estaba corriendo más rápido que Zenitsu cuando veía a la hermana de Tanjiro, Nezuko. No pudo evitar marearse y por la impresión sintió ganas de vomitar que no pasaron desapercibidas por su hermana y cuñado.
- ¡Wow! Giyuu ¿Te encuentras mal?
- ¡Yuu, te ves muy pálida! ¡Iremos a un doctor!
- ...Ugh... ¡¿Doctor?! ... ¡No! ... ¡Tengo que ir al baño y creo que comí de más!
- ¿Segura? – preguntó preocupado su cuñado.
- Si... ugh...
- Si estás diciendo la verdad está bien – refunfuñó Tsutako.
A pesar de todas las protestas por parte de la maestra de deportes, ellos insistieron en llevarla a su departamento en el vehículo con el que Tadano había llegado al cementerio.
- Muchas gracias por llevarme a casa.
- Espera Yuu.
La Tomioka menor ya estaba alejándose pero regresó su atención a su hermana que se mostraba preocupada desde el asiento del copiloto.
- Por favor, cualquier cosa dímelo. Estamos aquí para ti... Yo estoy aquí para ti...
Sintió un nudo en la garganta, Sabito tenía razón, si las cosas seguían así su hermana iba a salir lastimada y a sentirse traicionada. Pero fue ese mismo miedo lo que la impulsó a mentir de nuevo.
- No te preocupes Tsutako, todo está bien.
- Si tienes algo me dirás... ¿Verdad?
Ambos pares de ojos azules se encontraron y los más afilados se cerraron con indecisión antes de abrirse de nuevo.
- Si.
Uzui y Sabito de casualidad encontraron un escondite detrás de una camioneta roja a pocos metros de donde estaba con las intermitentes puestas el carro.
- Supongo que su hermana debe estar preocupada de que viva sola estando embarazada – razonó Tengen.
Sabito no dijo nada, puede que no supiera de qué habían hablado en el cementerio y tampoco puede leer mentes para enterarse si Tomioka ya le había contado a su hermana pero sospechaba que en realidad no lo había hecho.
El carro se fue y los dos espías no se fueron hasta que se aseguraron que la azabache estaba en casa y la escucharon comenzar a preparar la comida desde el otro lado de la puerta.
Por la noche del domingo, Giyuu se removía en su cama insatisfecha, pensando en como le había mentido de forma desvergonzada a su hermana y sintiendo su pecho pesado con emociones por estarle dando demasiada importancia a lo que podía ocurrir a largo plazo.
Suspiró tratando de relajarse y le dieron ganas de llorar, ya no sabía si era porque realmente se sentía triste, o porque no pudo dormir bien la noche anterior por temor a recargarse sobre su abdomen, o por culpa de los extraños cambios de humor que comenzaba a experimentar con más potencia y que probablemente estaba sufriendo en ese momento al hallarse más sensible, o incluso si podría tratarse de aquel documental en que vio a un pingüino tropezar y golpearse, sintiendo pena por el pobre animalito.
- ... *sniff* Odio no saber porque me siento así... - murmuró limpiándose su cara antes de tratar de dormir una vez más.
"Ni siquiera voy a poder descansar cinco minutos, que desesperación" Pensó mientras dejaba salir gruñidos de inconformidad por no ser capaz de callar a su cabeza.
...
Cinco minutos después > > >
...
La azabache tenía saliva goteando de su boca mientras roncaba irónica y de manera casi delicada en el quinto sueño. Ni siquiera los golpes en su puerta en cuanto el sol tuvo varias horas arriba consiguieron despertarla.
- ¡Giyuu! ¡Despierta, llevas dos horas de retraso en la escuela!
La voz de Sabito se escuchaba ligeramente preocupada pero al ver que nadie respondía se escuchó el sonido de unas llaves y la puerta se abrió con cuidado.
Llovía fuertemente y Tomioka estaba bajo uno de los árboles del lugar recargada sobre sus rodillas mientras su ropa negra se mojaba sobre el pasto empapado, el cual amortiguo el sonido de las pisadas y la niña se dio cuenta que alguien más estaba con ella cuando sintió calor humano a su izquierda y una voz tranquila susurró a su lado.
- Lo siento, entiendo lo que se siente perder a alguien importante para ti. Al menos aún tienes a tu papá y hermana... yo sólo me quedé con mi abuelo.
- ...Gracias... Sabito... lo lamento.
- No te preocupes, tú eres más importante ahora.
No quería que la viera llorar, él siempre le decía que debían ser valientes en los momentos dónde más sentían miedo, y justo ahora ella estaba aterrada, con tan solo once años de edad había perdido a su amada madre.
Pudo despedirse de ella pero se repetía sin descanso que haría ahora sin su madre, y cómo sabría qué camino tomar en su vida o que cosas eran las mejores.
Desde que la mujer que le dio la vida enfermó, Giyuu había aprendido a llorar en silencio por lo que se sorprendió enormemente cuando su mejor amigo la envolvió en sus brazos y pudo oler el reconfortante aroma lavanda y de lluvia que desprendía como de costumbre.
- Tonta, no debes ocultar cómo te sientes cuando estás conmigo. Yo estaré ahí para ti cuando más lo necesites, siempre que llores te encontraré.
Sus ojos azules se llenaron lentamente con agua tibia y resbaló desde las mejillas hasta su barbilla con cuidado, se acercó más al chico que también llevaba un atuendo negro y se refugió de su dolor con un abrazo junto a él. Se sentía a salvo, más tranquila, se sentía como...
- Hogar – masculló la azabache, despertando del recuerdo y dirigiendo su mirada hacia arriba para encontrarse con la cara relajada y los ojos cerrados de Sabito.
Su primer impulso fue entrar en pánico y tirarlo de la cama pero logró controlarse y decidió disfrutar del inusual momento que hacía su pecho cosquillear. El joven abrió los ojos al sentir que el cuerpo de su compañera se acurrucaba contra el suyo y sin atreverse a verla acarició su cabello con calma.
- Tranquila... siempre estaré cerca de ti cuando me necesites.
Sonrió débilmente y al hacerlo se dio cuenta que tenía rastros secos de lágrimas en su rostro, lo que explicaba cómo es que el hombre sabía que había llorado.
- No fue nada importante, seguramente fueron los cambios de humor.
- No importa el porqué, te amo y nunca dejaré que sufras sola.
El profesor había escogido el momento más adecuado para expresar sus sentimientos, la maestra estaba cansada y atontada por haber despertado y no registró adecuadamente la respuesta. Ella bostezó y se puso de pie arreglando con desgano su ropa para dormir.
Sabito se mordió el labio feliz cuando vio el abultamiento de su vientre, si su investigación había sido correcta podían relajarse un poco más respecto a la seguridad del bebé al quedar atrás los mayores riesgos de un aborto espontáneo pero debían estar más atentos todos a la situación que conllevaría estar cerca de Giyuu mes con mes y las cosas que debían tomar en cuenta.
Hablando de lo último se apresuró a salir del cuarto antes de que surgiera un cambio de humor inesperado y lo echara molesta para poder cambiarse en paz.
Tomioka se puso su ropa deportiva como de costumbre después de batallar con su busto, salió de la habitación y encontró el desayuno listo en la mesa del comedor.
- Afortunadamente hoy era el análisis médico de tus primeros dos grupos pero de todos modos hay que apresurarnos para no llegar demasiado tarde.
La profesora asintió con la boca llena del cereal que le había servido su compañero. Sabito se había preparado un café para acompañarla y agitó nervioso la cuchara dentro del líquido.
- ¿Ya has? – se interrumpió para considerar la pregunta y la reanudó poco después - ¿Ya has pensado en algún nombre?
- La verdad no.
- Pues no deberías dejarlo para el final, ¿Qué planeas hacer? ¿Esperar hasta que te llegue la inspiración para cuando nazca?
La cuchara se detuvo y unas pequeñas gotas de sudor bajaron por la sien de la mujer, Sabito entrecerró sus ojos con sospecha y la llamó.
- ¿Giyuu?
- ...
- No me digas que estabas planeando hacer eso.
- No, por supuesto que no.
Era pésima mintiendo y como lo sabía.
- Mentirosa.
- No es cierto.
- Claro que sí.
- Vámonosde una vez.
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Nota:
¡Hola! ((o(*°▽°*)o)) Lamento la demora, ya saben, la vida es ocupada jajaja. En fin, espero que les esté gustando la historia que aún le falta :3
Muchas gracias por leer y comentar, ¡Los veo en el siguiente capítulo!
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