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Eras demasiado cruel pequeña Marinette, lo hacías sufrir, pero tampoco querías que se rindiera ¿Quién te entiende? El pobre felino vino tantas veces como tú lo habías rechazado. Después de un tiempo te hiciste la idea de que ambos no debían estar juntos, quizás el destino les deparaba una vida separados. Pero... Lo amabas tanto, que podrías ser mil veces egoísta.

Tú sabías que los gatos detestaban los dulces, pero el felino era tan especial y sabías que él vendría siempre en busca de tu compañía. Cuando tu corazón se ablandara, la ventana se abriría.

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