Capítulo XXXIX

La declaración de Leeteuk me dejó no solo sin palabras sino sin aliento, al punto de que tuvo que encender las balizas y parar el coche a una orilla para ayudarme a que pueda respirar sin despertar a mi pequeño repollo.

—¿Ya estas mejor? —preguntó sosteniendo en sus brazos a la pequeña mientras yo daba bocanadas de aire para recuperarme del todo.

—Un poco mejor. —Al escucharme con la voz un poco rara se echó a reír.

—No te rías que casi muero. —Lo reté mientras le hacía señas para que me diera a la niña para que siguiera manejando.

—Es que nunca pensé que te pondrías así por un comentario. —dijo arrancando de nuevo el coche.

—¿Y cómo esperabas qué reaccionara? Que te dijera: "Oh si encantada, ¿cuántos hijos quieres que tengamos?" —contesté burlándome de él.

—La verdad es que si. —Su semblante serio me decía que en verdad lo esperaba.

—Pues... —Comencé a tartamudear—, pues lamento decirte que no quiero niños en mi vida. —Acariciaba los finos mechones rubios de Alai.

—¿Y qué harás cuándo te enamores y tu pareja quiera hijos? —Él seguía doblando en las esquinas que le indicaba con mi mano.

—No lo se, nunca me he enamorado supongo que cuando eso suceda lo veré en aquel entonces. —Le hice señas para que frenara frente al mercado al que habíamos venido la vez pasada.

—Vamos te acompañaré. —Se cubrió de nuevo con su máscara.

—Lo mejor será que te quedes con Alai aquí dentro, no tardaré mucho. —Le pasé a mi repollo, tomé mi billetera y salí.

Estuve un rato esperando a que me dieran el pedido que era lo que más demoraba, menos mal que no había tantas personas como pensaba, y me preocupaba que Alai se despertara y no reconociera el rostro de Leeteuk.

—Perdón por demorar, pero al parecer el cocinero hoy estaba sin ayudante. —Me excusé entrando lo más rápido que pude mientras dejaba la comida en el suelo para poder abrocharme el cinturón y tomar a la pequeña.

—Te extrañamos mucho ¿no es así pequeña? —Al oírlo hablar en plural centré en mi atención en él y lo vi con Alai despierta haciendo que moviera su manito en forma de saludo mientras la pequeña parecía divertirse mucho.

—¡Oh! Se despertó. —exclamé al verla tan juguetona con él, estaba decidido: tiene los mismos gustos que la tía—. Dámela así puedes manejar. —dije extendiendo mis brazos hacia ella pero Teuk la envolvió en un abrazo alejándola de mi—. ¿Y eso? —pregunté bastante confundida.

—No te la daré hasta que me des un beso, en verdad te extrañé. —habló haciendo aegyo lo cual hizo que muriera de ternura por dentro, pero no lo dejaría saber eso jamás.

—¡Vamos, deja de jugar que la comida se enfría! —Me quejé con él extendiendo mis brazos para tomar a Alai, que debo decir se divertía bastante con la situación.

—No estoy jugando, quiero un beso. Dile Alai que le de un beso al tío Teukie. —Miró a la niña mientras hablaba y ella parecía entender porque hizo una carita como si me estuviera diciendo que era una mala tía por no darle un beso.

—No seas ridículo, ella no te entiende. —Traté de razonar con él pero fue en vano.

—Si me entiende, ya lo hemos practicado mientras te esperábamos. —Ahora si que no entendía nada—. Alai dale un beso al tío. —dijo señalando su boca a lo que la pequeña, entre sonrisas, se acercó y junto su boca con la de él para darle un tierno beso, yo volví a morir de amor ante presenciar esa escena—. ¿Lo ves? —preguntó victorioso.

—Pequeño repollo traidor. —dije mientras me desabrochaba el cinturón que me impedía moverme con libertad.

Me acerqué a él y sosteniendo su rostro entre mis manos me acerqué y lo besé. Pensé, equivocadamente, que sería un pequeño beso pero con su mano libre me sostuvo por la espalda haciendo que nuestros cuerpos estuvieran más cerca el uno del otro. El beso se volvió más extenso haciendo que, algo que esperaba no fueran mariposas, revolotearan en mi estómago.

—Si no lo dije apropiadamente lo hago ahora: me gustas. —La voz de Leeteuk se había vuelto algo ronca volviéndose muy sexy—. De verdad me asusté mucho ayer. —Sus ojos se volvieron algo opacos supongo por el recuerdo de lo ocurrido ayer.

—Lo siento. —dije tomando en brazos a Alai para volver a acomodarme con el cinturón y tomar algo de distancia, me estaba volviendo loca con todos, esto no era lo que esperaba al tenerlos a todos juntos viviendo conmigo.

No volvimos a pronunciar palabra alguna en nuestro camino hacia el Café, él mantenía la vista fija en el camino mientras yo jugaba con Alai para evitar el contacto visual, aunque sabía que no iba a durar mucho.

—No es necesario que te bajes, no voy a demorar mucho. —dije cogiendo en brazos a mi repollo y la comida para las chicas a lo que él solo asintió con un leve movimiento de cabeza.

Caminé a pasos apresurado como si quisiera tomar distancia de todo lo que me esperaba en ese auto, y no solo era Leeteuk sino también los demás. La situación se me había escapado de las manos.

—¿Qué te llevó tanto tiempo? Nunca demoras tanto. —Lena fue la primera en recibirme con ese comentario tan afectuoso, y al oírla Mila salió de la cocina en busca de su hija.

—Perdón pero el cocinero estaba solo y habían varios pedidos atrasados. —Me excusé con ellas mientras dejaba a la pequeña en brazos de su madre que lo único que hacía era llenarla de besos y mimos como si no la hubiera visto en siglos.

—¿Cómo se portó mi patito? —Ese era uno de los tantos apodos que Mila le había puesto a la pequeña, siempre que ella descubría que la niña hacía alguna monería nueva le buscaba un nuevo apodo.

—Antes de irme solo diré que mi pequeño repollo me ha traicionado. —Al escucharme decir eso las dos se quedaron confundidas—. ¡Adiós! Vuelvo a la noche. —dije agitando mi mano en forma de despedida mientras caminaba apresurada hacia la salida.

—¡Oye! ¿Qué quisiste decir con eso? —Lena gritó detrás del mostrador.

—Mañana les contaré. —Terminé por decir una vez que ya había puesto un pie fuera del Café, se que ellas me estaban odiando en este momento.

Caminé hasta donde habíamos dejado estacionado el auto pero me sorprendió encontrarlo completamente vacío.

Me asusté al pensar que Leeteuk también había sido descubierto por lo que me puse en alerta y sin gritar su nombre comencé a buscarlo por todos lados. Al no encontrarlo me desplomé sobre mis piernas y comencé a llorar, ya nada podía empeorar.

—¡Aysel! ¿Qué sucede? ¿Estas bien? —Al escuchar aquella voz tan familiar éstos últimos días hizo que levantara la vista y me encontrara con Teuk totalmente preocupado, a pesar de que tenía la cara cubierta podía adivinar su expresión de miedo.

—¿Dónde te habías metido? Me asusté  mucho. —Comencé a golpearlo en sus brazos mientras seguía llorando y noté que estaba atrayendo la atención de las personas.

—Vamos... —dijo extendiendo una de sus manos hacia mi—, te ayudaré a levantarte.

—Puedo sola. —contesté poniéndome de pie sola, mi orgullo estaba herido y sin decir ni una sola palabra caminé hasta el coche.

Una vez dentro no lo miré y me dediqué a observar por mi ventana.

—Esto es para ti. —Las palabras de Leeteuk salían algo nerviosas así que me giré para ver lo que me ofrecía y me sorprendí mucho.

—¿Qué es esto? —No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.

—Un ramo de flores, como no se cuáles te gustan le pedí que pusieran una de cada una. —Me extendió un ramo de flores inmenso, estaba segura de que había en él más de cincuenta flores distintas.

—¿Pero cómo? —No salía de mi asombro dije mientras aspiraba el dulce olor floral.

—Cuando veníamos de comprar pasamos por una florería y quise comprarte algo para agradecerte por dejarnos estar en tu casa. —De repente su mirada se volvió fija y decidida—. Y también es mi forma de decirte que eres mía. —Luego de eso se acercó y sin predecir sus movimientos me besó.

Nunca esperé ver ese lado posesivo de Leeteuk, de hecho no pensé que fuera esa clase de hombre. Era todo un romántico y dejaba ver su lado varonil con ese tipo de declaraciones.

Este mes no sería para nada fácil, nada estaba saliendo como lo esperaba.

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