Capítulo XXX

—Espero que tengas esta tarde libre. —dije una vez que salimos del auto al llegar a casa.

—Creo que hoy no tenemos que hacer nada ¿Por qué, si se puede preguntar? —preguntó un Shindong bastante curioso mientras tomaba en sus manos lo que había traído para él.

—Iremos por la segunda parte de tu regalo. —Sonreí alegremente y giré la manija de la puerta para entrar a casa, la verdad quería comer y moverme bastante, estar sentada no era para mi—. ¡Llegué! —grité toda caótica como era mi costumbre desde que comencé a vivir con ellos, se sentía realmente bien saber que había alguien en casa esperando por ti, me pregunto cómo sería todo una vez que se marcharan.

—¡Bienvenida a casa! —Leeteuk apareció frente a mi con una enorme sonrisa en su rostro, estúpido y sensual hoyuelo que se le formaba haciendo que internamente estuviera teniendo un orgasmo—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Demasiado aburrido. —contesté colocando mi bolso en el recibidor para luego dejarme caer sobre el sofá.

—¿Y eso por qué? —Siwon apareció sentándose frente a mi.

—Es que Lena me obligó a sentarme detrás del mostrador para atender la caja registradora, porque supuestamente no quería correr el riesgo de que me desmayara en las escaleras. —bufé bastante frustrada recordando mi día.

—¿Cómo así esa mujer tiene conciencia? —Yesung apareció moviendo mis piernas hacia un lado para sentarse a mi lado haciendo que Siwon se molestara, era fácil de leer su expresión.

—No seas así con ella. —Decidí ignorar sus riñas de niños pequeños —. Por cierto ¿No deberías estar preparando el almuerzo? —Me acomodé mejor para observarlo de cerca.

—No hay de que preocuparse, Eunhyuk está terminando, yo me encargué de la primera parte. —Me dedicó esa sonrisa tierna que muy pocos podían apreciar.

—¡A comer! —Donghae gritó desde la cocina, al parecer a él le tocaba servir la mesa.

Nos movimos todos hasta la cocina tomando asiento cada uno en el lugar que ya habíamos designado con anterioridad.

Me sorprendió bastante ver la buena pinta que tenía todo, esperaba que no solo fuera bueno por fuera sino que por dentro el sabor también lo fuera.

—Come tranquila, Teuk nos ayudó un poco con la preparación. —Eunhyuk me invitó a comer viendo que dudaba si hacerlo realmente.

—Sabe realmente bien. —Los felicité tras comer el primer bocado.

—Shindong, hoy has estado muy callado. —Heechul comenzó con sus ataques—. ¿Qué traías en esa bolsa? No me digas que compraste el postre.

—¿Es obligación que hable siempre? —Shindong contestó de una forma que nos llamó a todos la atención, él en verdad no era así—. No traje postre, nadie me avisó. Lo que hay en la bolsa son los postres que Aysel me ha regalado, así que si alguien hoza meter sus narices en alguno de ellos decen por muertos. —Terminó de hablar tranquilamente sin levantar la vista de su plato de comida.

—¿Qué hicieron el día de hoy? —Era necesario cambiar el rumbo de la conversación o todo se volvería muy incómodo.

—En la mañana temprano cada uno hizo las tareas indicadas y luego repasamos los pasos de las coreografías mientras hacíamos los arreglos vocales que faltaban. —Donghae notó el rumbo que estaba tomando la conversación anterior y decidió ayudarme.

—Estoy ansiosa por verlos brillar en el escenario. —El solo hecho de recordar que estaría a su lado me ponía la piel de gallina.

—Tú eres la que nos ayudará a brillar esa noche. —Ante el comentario de Leeteuk me sonrojé.

Menos mal que el almuerzo cambió de rumbo y pudimos comer tranquilos entre risas. El poder comer con ellos era un regalo demasiado precioso para mi, ver la química que surgía de ellos era asombroso y estaba más que feliz de poder vivirlo y compartir con ellos.

—Voy a cambiarme y salimos. —dije a Shindong para que se fuera preparando.

—¿A dónde vamos? —Heechul preguntó muy ilusionado.

—¿Vamos? —pregunté divertida sabiendo lo que iba a pasar.

—Si, ¿no vamos a salir? —Ahora su expresión era de confusión.

—Si, solo Aysel y yo. —contestó divertido Shindong.

—¿Ustedes dos solos? —Siwon ahora se mostraba algo nervioso.

—Si, vamos a salir a una cita. —Tras decir eso me encerré en mi cuarto sin darles tiempo a responder, aunque por dentro me moría de ganas de haber visto sus expresiones pero si no entraba a cambiarme no nos alcanzaría el tiempo para lo que había planeado, recordando que en la noche Lena vendría por mi.

Busqué algo dentro de mi armario, algo que fuera cómodo pero que se viera como si estuviera en un cita, tampoco quería hacerle sentir a Shindong que me puse algo que normalmente me pondría dentro de casa.

Finalmente encontré un conjunto de un shorts blanco y una blusa strapless del mismo color. Ambos tenían detalles de pequeñas flores en un color azul marino oscuro con una pelotitas de lana colgando a su alrededor. Trencé mi cabello verde hacia un costado y solo retoqué mi maquillaje. Decidí usar un par de zapatillas ya que caminaríamos bastante y todavía no quería forzar mi tobillo izquierdo.

—¡Oppa ya estoy lista! —grité al salir de mi cuarto tomando mi bolso junto con mi celular y mi billetera.

—¡Dios! —Creo que las mandíbulas de Eunhyuk y Yesung cayeron al suelo al verme.

—Busca un abrigo hace frío afuera. —Donghae me miró molesto, y eso me dolió, no había hecho nada malo para que me dedicara una mirada así.

—¡Oh! Estas bellísima Aysel. —Shindong apareció y tomando mi mano me sacó hacia afuera— ¿Y bien, hacia dónde? —preguntó una vez que estuvimos frente al auto mientras abría la puerta del copiloto para que yo entrara.

—Esta vez manejo yo. —Y le hice señas para que me lanzara las llaves.

—¿Estas segura? ¿Tienes carnet de conducir? —A pesar de que trataba de ocultarlo, su cara de preocupación no se iba.

—¿A caso piensas que solo se manejar a mi bebé? Pues si es así déjame decirte que estas muy equivocado. —Le enseñé un carnet donde mostraba que estaba apta para conducir autos—. Solo manejo a mi bebé porque me veo más sexy arriba de ella que sobre un auto. —dije guiñando mi ojo y entrando al vehículo.

—Voy a confiarte mi preciosa vida. —contestó todo dramático entregándome las llaves y colocándose el cinturón de seguridad.

El camino fue lo mismo que cuando veníamos del trabajo, a toda música y los dos locos cantando como si no hubiera mañana.

—Aquí nuestra primera parada. —Señalé un edificio de varios pisos sin nada que llamara la atención.

—¿Funciona algo aquí? —preguntó desconfiadamente mientras se acomodaba su mascarilla y sus lentes de sol.

—Tú solo déjate llevar. —Lo tomé por la mano y lo arrastré hasta el interior—. Se que te gustan los cybercafé y que incluso abriste uno propio a pesar de que no funcionó, por eso quise traerte aquí. Tú decides qué juego jugaremos primero, pero déjame decirte que soy muy buena con los juegos en línea. —Sonreí confiada.

Si bien por fuera el edificio no destacaba en lo absoluto por dentro era completamente diferente. Frente a nosotros había una extensión de alrededor de veinte máquinas dispuestas en forma aleatoria por todo el lugar. En el centro habían algunas mesas decoradas con colores verdes, celestes y azules en donde la gente podía sentarse y conversar.

Luego de pedir dos máquinas, por supuesto una al lado de la otra, Shindong escogió el primer juego y dimos inició a lo que sería una batalla campal por ganar una apuesta.

—¿No que eras una experta en juegos en línea? —preguntó muy divertido luego de ganarme cinco partidos distintos.

—Justo este juego no lo conocía. —mentí descaradamente.

—Pero fuiste tu quien lo sugirió por eso elegí jugar este. —No tenía ninguna excusa, nada me venía a la mente.

—¿Jugamos otro partido? —Intenté probar suerte.

—Llevamos dos horas sentados aquí. —Shindong se quejó.

—¡Está bien! Apuestas son apuestas. Dime lo que quieras. —La verdad es que después de la experiencia de haber perdido la apuesta con Siwon me había vuelto bastante desconfiada pero no podía controlar mi lado competitivo y así fue como terminé accediendo, aunque a decir verdad él no daba tanto miedo.

—Quizás suene algo raro —Ok, ahora si daba miedo, esa frase no es un buen indicio—, pero me gustaría pasar el resto de la tarde tomados de la mano. —Ven porque les digo que es demasiado tierno para este mundo.

—¿Eso es todo? ¿Estas seguro de que no quieres nada más? —pregunté bastante curiosa.

—No. —negó lentamente con la cabeza.

—Entonces vamos a otro lado. —Estiré mi mano cuando me puse de pie a su lado para que la tomara, y como si fuera un niño entrelazó sus dedos con los míos con una amplia sonrisa en su rostro.

Caminamos tomados de la mano inmersos en distintos temas de conversación. Las personas que pasaban a nuestro lado simplemente nos miraban sin ningún disimulo, quise pensar que era por lo que hablábamos en otro idioma que ellos no entendían y no porque estaba de la mano con alguien subido de peso, pero simplemente los ignorábamos, me dolía el pensar que Shindong pudiera estar acostumbrado a eso.

—¿Qué es esto? —preguntó al ver que nos deteníamos en una tienda de ropa.

—Estoy al tanto de que compras tu ropa por internet porque no hay talles grandes en las tiendas a las que vas. Pero, déjame decirte, que esta tienda es diferente. —Estaba orgullosa de mis investigaciones.

—Me sorprende que sepas tanto sobre nosotros. —Su mano seguía aferrada a la mía de una forma muy cálida—. ¿Y por qué es diferente? —La curiosidad lo estaba matando.

—Esta de aquí es una tienda famosa por su gran variedad de talles y ropa de buenas marcas. Así que entraremos aquí y te pondrás lo que yo elija para ti. —Su expresión fue envuelta por una de sorpresa—. No acepto un no por respuesta.

—Ya estas decidida y completamente metida en ello, no creo que pueda negarme.

Estuvimos alrededor de dos horas y media dentro. Hice que se probara todas las combinaciones que se me venían a la mente. Al principio se sentía incómodo pero al quinto conjunto ya se había relajado y se notaba que se estaba divirtiendo.

Finalmente me decidí por un jean negro clásico, una camiseta blanca lisa y una camisa mangas cortas rayadas con un patrón en colores negro y blanco, esos colores le quedaban muy bien, sin contar que Shindong podía llevar cualquier cosa puesta que él tenía demasiada confianza en si mismo.

—Esta será mi nueva tienda preferida. —dijo sonriendo al comprobar que en verdad tenían todos los talles.

—Me alegro que en verdad te haya gustado mi regalo. —Shindong era un gran amigo para mi.

—No era necesario hacer todo esto y ponerte en gastos. —Estaba algo avergonzado, el color rojo en sus mejillas lo indicaba.

—Ya deja de hablar de eso, dame la mano y vamos por un helado. —Lo tomé de la mano y caminé con él a la heladería más cercana.

Nos detuvimos comiendo un delicioso helado, por si no les había comentado antes, el helado y el chocolate eran mis debilidades en cuanto a lo dulce.

El cielo comenzó a ponerse oscuro por lo que le dije a Shindong que debíamos volver, tenía que esperar a mi amiga, pero antes quería descansar un poco.

Al llegar solo me dirigí hasta mi cuarto, todavía quedaba algo de tiempo para que viniera por mi.

Había sido una tarde muy agradable y diferente, y con eso en mente me dormí.

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