Capítulo X

Estaba tan emocionada que ni cuenta me había dado de que ya había llegado. Estacioné la moto en el lugar de siempre y comencé a pensar en alguna excusa para decirle a las chicas sin que ellas sospecharan, la maldita de Lena era buenísima sospechando y acertando.

—¡Buenos días! —grité al entrar.

—¡Oh! Has llegado a tiempo. —Lena con su comentario sarcástico de la mañana me recibía.

—Buen día Aysel. —Mila me saludó tras salir de la cocina con esa sonrisa positiva tan propia de ella.

—¿Has llegado temprano? —pregunté asombrada debido a que generalmente llegaba un poco tarde culpa de la impuntualidad de su niñera.

—Es que hoy llega el proveedor y Lena me pidió ayuda con eso. —Terminó de acomodar los postres sobre la vitrina.

—¡Genial! —dije juntando las palmas de mi mano—. Necesito hablar con ustedes. —Mi mente carburaba a mil por horas.

—Esto ya me huele mal. —Sabía que Lena sería la primera en sospechar, hablaba mientras ambas se sentaban.

—Voy a aumentarles el sueldo, y solo por hoy voy a pagarles el doble. —Todavía no se me ocurría nada y rezaba para que no se me notaran los nervios sino ya podía empezar a despedirme de mi comida en el lago.

—¡Qué bien! Lo estaba necesitando. —Mila saltó de alegría sobre su asiento aplaudiendo.

—¡Alto ahí! —Aquí se venía lo difícil—. ¿A qué se debe esto tan repentino? —maldita yegua astuta, ojalá yo fuera así.

—El pago doble es porque a partir de hoy no voy a almorzar con ustedes, y solo por hoy me tomaré el día. —Sus rostros expresaban confusión—. Hoy después de hacer la caja podrán irse, yo vendré más tarde a limpiar y dejar todo listo para el día siguiente. —Y a mi que todavía no se me ocurría una puta idea.

—¿Por qué? Si se puede saber. —Mila preguntó de una forma tierna, todavía no entiendo es cómo una persona tan dulce y tierna terminó entre nosotras, pero sin duda estoy más que agradecida.

—Estoy preparando un proyecto para abrir una sucursal ¿recuerdan que les mencioné algo sobre un nuevo proyecto? Bueno es éste. —Solté lo primero que se me ocurrió.

—¿Una nueva sucursal? ¿Desde cuándo? —Por favor Dios si es verdad que existes solo déjame pasar esta, rezaba dentro de mi cabeza.

—Es un proyecto en el que empecé a trabajar cuando compré la cafetería, era algo que soñaba y ahora como nos va muy bien, más que bien diría yo, creo que es el momento oportuno. —Respiré lo más tranquila que pude.

—Es una buena noticia, estoy más que feliz. —Mila saltó a mi brazos envolviéndome en los suyos.

—Nos tendrías que haber avisado con tiempo y traíamos algo para celebrar. —Lena se unió a nuestro abrazo y yo por fin me pude relajar, ahora solo tendría que hacer realidad ese estúpido proyecto, adiós ahorros.

—¡Bien! Nos pongamos en marcha que la mañana se pasa volando. —dije cortando el abrazo—. Hay que trabajar si quieren el aumento. —Sonreí mientras caminaba hacia la puerta para abrirla.

La mañana fue bastante movida, las personas no paraban de llegar y eso era realmente bueno, pero no nos dieron ni un respiro.

—¡Aysel! Tu teléfono no deja de sonar, debe ser algo importante. —Mila me gritó desde la cocina justo cuando yo venía bajando de las escaleras.

No tenía ni idea de quién me podría estar llamando a esta hora, por lo que caminé tranquila, la verdad era que me dolían las piernas de tanto subir y bajar las escaleras el día de hoy.

Entré a la cocina y me dirigí hasta mi locker en dónde cada una dejaba sus pertenencias, la única que tenía permitido tener su celular a mano era Mila en caso de que le pasara algo a la pequeña Alai.

Saqué el celular de mi mochila y al desbloquearlo vi que tenía más de veinte mensajes de Leeteuk y otros diez de Eunhyuk, uno de un número desconocido, que por el código supuse que era de alguno de los muchachos. También tenía varias llamadas perdidas, no recordaba que habíamos quedado en que los llamara.

El primer mensaje que leí fue el que no tenía registrado me daba curiosidad saber de quién era.

Número desconocidoSolo quería preguntar ¿Cuál es tu color preferido?

Eso me sorprendió y me intrigó por lo que decidí responder.

Yo: Por supuesto que el verde. 💚 ¿Quién eres?

Número desconocido: No voy a decírtelo, lo sabrás cuando llegues a casa.

"Cuando llegues a casa" esa frase hizo que mi corazón se acelerara, sonaba como si mi pareja me estuviera esperando en nuestra casa con una sorpresa. Yo simplemente no podía adivinar, podía ser cualquiera menos Leeteuk y Eunhyuk porque ya los había agendado, entonces me saldrían sus nombres en la pantalla.

Creo que me habré quedado sumergida en mis pensamientos por alrededor de cinco minutos cuando mi celular comenzó a sonar y al iluminarse la pantalla el nombre de Leeteuk aparecía. Miré a ambos lados para comprobar que estaba sola para poder hablar en coreano sin ser atrapada.

—¿Si? —pregunté en voz baja, no quería ser descubierta, al menos no todavía.

—Aysel, ¿estás bien? ¿por qué hablas tan bajo? —Tan lindo él siempre preocupado.

—Estoy en el trabajo y si me descubren hablando coreano será una tortura. —respondí con sinceridad.

—Solo te llamaba para decirte que ya compramos los trajes de baño y que Shindong compró todo lo necesario para la comida para que no vayas con este calor tu sola. —¿Quién no se enamoraría de ellos si son tan dulces?

—Genial, entonces cuando termine de comprar el almuerzo para las chicas iré directo a casa.

—¡Aysel date prisa que hay más clientes! —Lena gritó desde la puerta de la cocina.

—Te dejo antes de que me maten. Nos vemos en un rato más.

—Te estaré esperando. —No me dio tiempo a responder, después de largar aquella frase en una forma tan sexy Leeteuk había colgado el teléfono.

Mi cabeza no pudo soportarlo y caí sobre mis piernas por unos segundos. Primero Donghae, luego Siwon y ahora Leeteuk con esa frase, no se si mi pobre corazón podrá aguantar hasta llegar al mes.

—¿Estas bien? ¿Pasó algo malo? —Mila entró y al verme en esa posición y de espalda se preocupó.

—No, solo estaba tomando un respiro. —Me puse de pie en un segundo—. Vamos antes de que Lena nos mate. —Sonreí y la tomé entre mis brazos para caminar hacia el mostrador.

—¿Qué tanto tardabas? — No había alcanzado a poner un pie a su lado y ya me estaba devorando con la mirada.

—Nada solo era uno de los posibles inversionistas para el nuevo proyecto. —dije, otra vez, lo primero que se me ocurrió sin pensar.

—¿Inversionistas? —Su cara me decía que tenía un millón de preguntas, pero gracias a Dios fue interrumpida por un cliente.

—Me llevo este pedido a la terraza. —Tomé la bandeja que me estaba esperando y casi corrí hasta las escaleras.

Después de dejar el pedido me detuve por un segundo a respirar, esto de estar mintiendo a las chicas me estaba poniendo los pelos de punta pensando que en cualquier momento sería atrapada.

Al bajar las escaleras vi a la niñera de Mila por lo que deduje que mi pequeña ya estaba aquí. Caminé hasta el mostrador y nuestros ojos se encontraron e inmediatamente extendió sus brazos hasta mi y la recibí gustosa, esa niña era especial, por alguna razón me generaba paz y ganas de tener uno propio, ganas que desaparecían cuando se iba, claro.

—Mi pequeña ha llegado. —jugué con sus mejillas a lo que ella respondió con un abrazo—. Yo también te he extrañado pequeña traviesa. Dile adiós a mami, vamos a comprar el almuerzo juntas. —Alai agitaba su dulce manito hacia su madre que no paraba de mirarla con un amor tan profundo.

—Veo que has cambiado a mami. —Mila habló haciéndose la ofendida—. Te perdonaré si me traes algo delicioso para comer. —Le dio un tierno beso en su frente y siguió con su trabajo.

Nosotras dos nos encaminamos a comprar el almuerzo. El día era bastante caluroso, se podía sentir el verano a la vuelta de la esquina, por lo que me apuré para que Alai no sufriera tanto la temperatura.

Tras dejarle la comida y despedirme les recordé que volvería a la noche para cerrar cuando ellas terminaran de hacer la caja.

Tomé mi casco y tras montar a mi bebé me puse en marcha, ya que tenía a siete hermosos hombres esperando por mi.

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