Capítulo LXIX

Me removí en la cama buscando más espacio pero quedé atrapada por unos brazos que me impedían moverme.

Todavía estaba dormida por lo que me asusté y al abrir los ojos el torso desnudo de Hae me recordó lo que había pasado unas horas atrás, no lo podía creer, en verdad me había acostado con él, y lo mejor de todo es que no me arrepentía.

Donghae se veía tan tranquilo mientras dormía, la expresión de serenidad en su rostro me hacía saber que estaba durmiendo muy bien. Un mechón de su cabello cayó sobre sus ojos por lo que me apresuré a colocarlo detrás de su oreja, pero para mi mala fortuna tocar su cabello se había vuelto una adicción para mi por  lo que me entretuve un rato con él, al parecer le gustaba porque dormido sonreía.

En lo más entretenido de todo mi estómago comenzó a hacer ruido recordándome que todavía no había almorzado. Con mucho cuidado me levanté tratando de no despertarlo y me dirigí al baño.

Coloqué el tapón en la bañera y abrí el agua caliente, a pesar de que estaba haciendo calor me gustaba relajarme con agua caliente. Cuando estuvo a punto de llenarse cerré la canilla y me metí. No es que quisiera sacarme el olor de Nemo de mi cuerpo pero habíamos sudado mucho y necesitaba bañarme, más tarde tenía que ir hasta el Café y no estaba bueno ir con olor a sexo.

Cerré los ojos al momento en que sumergí todo mi cuerpo, dejé que el agua caliente hiciera lo suyo cuando sentí que el agua se movía demasiado por lo que abrí los ojos para ver qué estaba pasando.

—Pensé que aún seguís durmiendo. —afirmé al ver a Donghae entrar en la tina junto a mi.

—Y lo estaba, pero me moví para abrazarte y no estabas por lo que me levanté para buscarte. —hablaba mientras me pedía que me diera la vuelta para darle la espalda, cosa que hice sin quejarme.

—Me desperté porque tenía hambre así que vine a darme una ducha para luego cocinar algo. Más tarde tengo que ir por el Café a ordenar todo.

—Pásame el jabón y la esponja. —Hae señalaba los accesorios que necesitaba y sin decir nada se los pasé.

Donghae sumergió la esponja en el agua y luego el jabón en ella haciendo que brotara espuma en la superficie. Con mucho cuidado comenzó a frotarla por toda la extensión de mi espalda hasta llegar a la parte baja, luego siguió con mis hombros, mi cuello y mis brazos. Mentiría si dijera que no lo estaba disfrutando.

—Ahora date la vuelta así sigo con la parte de enfrente, ¿o iras con una sola parte del cuerpo limpio? —Sonrió jugando con la esponja en su mano mientras la agitaba de un lado a otro.

—Solo diré que después será tu turno. —Le advertí mientras volteaba hacia él.

Lo primero que hizo fue poner espuma en mi nariz lo que provocó que largara un poco de agua a su cara. Volvió a su trabajo con una cara muy seria y sexy, frotó la esponja en mi cuello y mis brazos para luego bajar hasta mis pechos. Si alguien lo viera diría que estaba limpiando algo muy valioso porque lo hacía con mucho cuidado.

Cuando terminó de jabonar mis pechos ya me encontraba completamente excitada, y es que todo lo que estaba haciendo era excitante.

Tomó una de mis piernas y la subió hasta su hombro. Pasó la esponja desde el empeine de mi pie hasta llegar a mis muslos, después repitió lo mismo con la otra pierna. Cuando acabó me pasó el jabón y la esponja, era mi turno de torturarlo, digo de lavarlo.

Hae se dio la vuelta para que comenzara por su espalda, pero yo decidí empezar por sus brazos y me detuve en cuanto llegué a su nuca. Me moví acercándome un poco más a él y sin decir nada comencé a besarlo. Cuando terminé de besar su nuca pasé la esponja.

Ahora era el turno de su espalda. Sus hombros mostraban lo ancho que se había vuelto en los últimos años. Repetí el proceso: primero besos y luego la espuma, a Hae se le estaban escapando muchos suspiros, aún sí no pedía que me detuviera.

Era hora de la parte de adelante. Cuando volteó su rostro me decía lo mucho que lo estaba disfrutando. Esta vez dejé la esponja a un lado y enredé mis piernas a su cintura. Con mis uñas comencé a trazar círculos sobre su pecho para luego jugar con mi lengua. Subí de su pecho hasta su cuello, de su cuello hasta su clavícula y de ahí no paré hasta llegar a sus labios.

El beso que le di fue solo el inicio del mejor sexo que tuve dentro de una tina en toda mi vida.

—Pensé que tenías hambre. —Nemo hablaba mientras secaba mi cabello con una toalla.

—Y sigo con ello, pero me apeteció tener el postre antes. —dije sentada en el lavado envuelta en una toalla al tiempo que yo también secaba su cabello con una toalla.

—¿Y si vamos a cenar y después te acerco hasta el Café? No creo que tengas ganas de cocinar. —dijo sonriendo dejando la toalla sobre mi cabeza.

—Al parecer estabas leyendo mis pensamientos. —bromeé con él bajando mis manos ahora hasta dejarlas entrelazadas a su cuello—. Me cambio y nos vamos. —afirmé divertida, nunca antes me había sentido tan feliz como ahora.

—De acuerdo, deja que también me cambie, no creo que quieras que monte así la moto. —Señaló su cuerpo envuelto por una toalla en su cintura mientras que yo negaba con mi cabeza.

En cuanto dejó mi cuarto caminé hasta el ropero para sacar qué ponerme. Miré entre el desorden que había y saqué una remera blanca sin mangas y un short suelto con franjas blancas y varios tonos duraznos, adornando la parte superior con un moño. Era obvio que iba a ponerme zapatillas, mi cuerpo no estaba para tacos.

En el momento que Hae estuvo listo cerramos todos y le di las llaves de mi moto para que manejara, nunca había analizado lo sexy que se veía arriba de mi bebé. Puse la dirección del lugar a donde iríamos y nos pusimos en marcha.

Al principio pensé en un restaurant pero corría el riesgo de que lo reconocieran por lo que terminé optando por el puesto de comida rápida en la que habíamos cenado hamburguesas con Siwon.

El lugar estaba vacío por lo que pudimos comer tranquilos, bueno tranquilos no, y es que a Donghae se le había dado por contar chistes, era totalmente extremo con sus emociones, pero eso era lo encantador de él.

—¿Trajiste tu móvil? —preguntó parando la moto frente al Café al tiempo que quitaba el casco de su cabeza.

—Si ¿por? —pregunté divertida.

—Cuando termines llámame y te vendré a buscar. —Sonrió ampliamente—. Aysel... —Tomándome de la cintura arrastró mi cuerpo hasta quedar junto al de él—. Te amo. —volvió a decir y me besó.

La primera vez que lo dijo de la emoción que sentía no pude decir nada, ahora que era la segunda vez que me lo decía sentía culpa por albergar sentimientos por Teuk y Yesung, aunque los que sentía por él en estas últimas horas se habían intensificado.

—No es necesario que digas nada. —habló en cuanto nos separamos sin dejar de acariciar mi rostro—. Cuando todo sea más claro se que solo lo dirás. —Me regaló una sonrisa libre de preocupaciones y luego me dio otro casto beso para ponerse el casco—. Nos vemos en un rato. —Tras agitar su mano encendió el motor y se marchó.

Me quedé observando el camino por donde Hae se había marchado. No me había dado cuenta en qué momento se había vuelto tan seguro y confiable.

—¿Desde cuándo dejas que cualquiera monte tu motocicleta? —La voz de Zoran me recibió en cuanto abrí la puerta del Café.

—¡Hijo de la gran mierda! —Comencé mi rosario de puteadas debido al cagazo que me había pegado culpa del estúpido de mi amigo—. ¿Qué puta haces aquí? —pregunté enfurecida buscando calmarme mientras caminaba hacia el mostrador.

—¿En verdad te vas a comportar como esta mañana? —Al parecer a Zoran le había molestado pero qué esperaba, ¿que actuara como si nada después de su confesión?

—No tengo nada que decir. —Busqué las cosas de limpieza y subí las escaleras para comenzar con la terraza.

—¿Piensas qué eso será una relación estable? No digo que ellos no se enamoren de ti ¿quién no lo haría? —Zoran hablaba mientras lo ignoraba y me dedicaba a limpiar las mesas y moverlas hacia el cuarto por si llovía de la nada—. ¿Piensas qué dejarán todo lo que lograron para estar contigo? —Los reclamos de Zoran me estaban volviendo loca.

—Ya te lo dije esta mañana, mi vida privada no es de tu incumbencia. —Ahora bajaba las escaleras para arreglar el próximos piso.

—Abre los ojos Aysel, esto es algo sin sentido, después de su concierto se irán de nuevo a Corea y tú te quedarás aquí con el corazón destrozado. —Zoran seguía taladrando mis oídos.

—Te dije que no es asunto tuyo. —Me volteé para lanzarle con el trapo con el que limpiaba las mesas.

Él fue más rápido que yo, me tomó de la muñeca y acercándome hasta él me besó. Sentir los labios de mi amigo de toda la vida me dejó en shock, no pude moverme. Solo quise desaparecer.

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