Capítulo LII
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ESPECIAL 1/3
Después de que el mánager de los chicos se fue, rápidamente me dirigí hasta la ducha para terminar por despertarme, estaba bastante enojada con la actitud que estaban teniendo así que les iba a dar un buen reto en cuanto los viera.
No tenía demasiado tiempo como para ponerme a elegir un vestuario adecuado por lo que tomé lo primero que tenía a mano: un mono negro con escote fue el elegido.
Iba a ordenar un poco las cosas pero mi celular comenzó a vibrar por lo que pensé que era el mánager mandándome la dirección del hotel, pero me sorprendió ver que era un número desconocido.
—¿Hola? —pregunté con duda ya que este era un número nuevo que nadie tenía todavía salvo las chicas y si me estuvieran llamando estoy segura de que me saldrían sus números en las pantallas.
—¿Aysel? —Una voz en coreano habló desde el otro lado haciendo que mis piernas flaquearan y cayera sobre el sillón.
—Ryeowook. —Fue lo único que pude decir ya que estaba tratando de no llorar como una idiota, me había hecho tanta falta hablar con él en estos días.
—¡Qué alegría que seas tu! —dijo todo emocionado desde el otro lado—. Ahora puedes llorar tranquila aquí estaré hasta que puedas hablar. —Era como si me estuviera viendo desde el otro lado del mundo.
—¿Quién dice que quiero llorar? —Pero de nada valía hacerme la fuerte porque ya me encontraba derramando lágrimas como quinceañera—. ¿Cómo conseguiste este número? Es nuevo y nadie lo tiene. —Secaba mis mejillas con mis puños limpios.
—Acabo de hablar con nuestro mánager y me dijo que había estado en tu casa así que le pregunté si sabía la razón por la cual no me podía comunicar contigo y fue ahí donde me pasó tu número. —Terminó por explicar con calma, pero también podía notar que estaba emocionado por la llamada.
—No sabes cuánta falta me has hecho. —Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras me incorporaba recordando a dónde me tenía que dirigir.
—Y tu a mi. —dijo soltando un leve suspiro que alcancé a escuchar—. Eres la única con la que podía hablar, ahora los hyungs están más que irritables y si llaman es para saber si me había podido comunicar contigo. —Al escucharlo hablar de ellos me recordó que tenía que salir a su encuentro.
—Espera un momento. —dije mientras miraba mi celular y en efecto el mánager ya me había enviado la dirección y yo ya iba tarde—. Ryeowook me encantaría seguir conversando contigo pero tengo algo urgente que hacer en este preciso momento. —hablé mientras me ponía de pie y buscaba mi mochila con mis documentos, las llaves y el casco.
—¿Qué es tan urgente para que me dejes colgado? —preguntó haciéndose pasar por un niño pequeño.
—Ir a matar a tus hyungs. —Cuando terminé de hablar una risa muy alegre se escuchó del otro lado.
—Esperaré tu llamada más tarde entonces. —dijo muy divertido—. Aysel... —habló justo cuando estaba por cortar la llamada.
—¿Si? —pregunté al paso que cerraba con llave la puerta de mi casa, aunque era medio al divino botón si tenía semejante ventanal roto.
—¡Suerte! —La llamada terminó con esa última frase que me dio mucha energía, ahora tenía que ir a poner en su lugar a siete malos niños.
Me coloqué el casco y tras ajustarlo bien encendí a mi bebé. Miré por última vez la dirección en el GPS y me encaminé hasta allí.
A medida que me acercaba por la ruta a la ciudad mi corazón comenzaba a acelerarse, estaba tan enojada que no me había dado cuenta de que no sabía que carajos iba a decirles, no podía entrar y decir: "Hola, ¿así que han estado haciendo sufrir a su pobre mánager? Era patético, ¿qué excusa iba a darles por mi comportamiento? En este punto, encontrándome a una cuadra del hotel estaba teniendo una crisis mental.
Luego de guardar la moto en el estacionamiento del hotel, caminé de un lado al otro debatiéndome si llamarlo o no, en este momento me parecía una mala idea haber aceptado la propuesta del mánager, yo y mi estúpida emocionalidad.
Mientras seguía con mi debate existencial, un mensaje había llegado a mi celular.
Ryeowook: No lo dudes y entra, estoy seguro de que todos estarán felices de verte, aunque no sepan de que vayas a regañarlos.
En verdad era como si él me conociera desde siempre y eso que solo habíamos hablado un par de veces pero al parecer él ya sabía lo que iba a decir, hacer o incluso pensar.
Aproveché el coraje que su mensaje me había dado y llamé al mánager que me dijo que lo esperara en la recepción, por lo que caminé aún más nerviosa hasta allí.
—Pensé que no vendrías. —dijo acercándose hasta mi un hombre completamente nervioso, incluso parecía que había envejecido más que esta mañana.
—Lo siento es que estuve hablando con Ryeowook. —contesté algo avergonzada, no iba a admitir que estuve a punto de pegar la vuelta.
—¡Ah! Con que al final te llamó, ese niño es un sol y un ángel comparado con éstos otros, no pareciera que fuera el más chico. —Sonrió mientras me daba un colgante con un pase, y al verlo noté que era mi antiguo pase de traductora.
—¿Por qué me está dando esto? Yo solo dije que hablaría con ellos no que volvería a trabajar como su traductora. —Me había puesto más nerviosa al tenerlo en mi mano y me era imposible olvidar lo que había pasado días atrás.
—Lo se, pero la seguridad en el hotel es demasiado grande después del incidente, y si no tiene una credencial no la dejaran pasar por más de que yo esté a su lado. —Todo eso lo explicaba mientras presionaba el botón del ascensor para que bajara hasta dónde nos encontrábamos.
Las dos puertas de metal brillante se abrieron dejando ver un interior completamente vacío, lleno de luz y con grandes espejos decorativos haciendo que todo se sintiera más real todavía.
—¿Cómo están los chicos? —pregunté jugando con mis manos al momento que las puertas se cerraban y él presionaba el botón que llevaba al último piso.
—Son un caos total, llevan media hora encerrados y lo único que se me ocurrió decirles es que hasta que no arreglaran sus temperamentos no iban a salir de ahí, nunca pensé que usted se iba a demorar tanto. —Antes era la vergüenza y ahora era la culpa la que me invadía.
—Lo siento, en verdad no pensaba recibir la llamada de Wook. —Una luz verde subía por los números de manera ascendente, cada vez más cerca de verlos, cada vez más nerviosa al punto de que me habían comenzado a sudar las manos.
—No tiene porqué disculparse, ya es demasiado que halla accedido a venir hasta aquí después de todo lo ocurrido. —Ese pobre hombre se merecía el cielo y más. Justo cuando estaba por hablar el ascensor se detuvo de golpe y juro por todos los santos habidos y por haber que mi corazón se detuvo por un segundo—. Llegamos. —dijo mostrándome la salida cuando se abrieron las puertas.
A penas pusimos un pie fuera del ascensor un guardia de seguridad se acercó hasta nosotros con cara de pocos amigos.
—Credenciales por favor. —Pidió que le mostráramos las credenciales, al menos sabía pedir por favor, supongo que a él tampoco le gustaba poner todo el día cara de pocos amigos.
El mánager mostró la credencial en su cuello que indicaba ser miembro del personal privado de los chicos, luego fue mi turno pero por más que se la enseñé parecía no estar muy seguro si dejarme pasar o no.
—¿Es la primera vez que viene? —preguntó lo que yo supongo son preguntas de rutinas que tiene pautadas para cuando alguien le parece sospechoso a pesar de llevar una credencial que tranquilamente podía ser falsa.
—Si. —Traté de parecer lo más natural que podía aunque mis piernas estaban temblando.
—¿Y eso se debe? —El hombre de casi dos metros y cien kilos preguntaba esperando que me delatara.
—Se debe a que las entrevistas, debido al incidente de unos días atrás, fueron suspendidas pero en unos días se retomará la rueda de prensa y necesito que mis clientes estén al tanto de las posibles preguntas que los reporteros podrían formular. —Me mostré lo más confiada que pude.
—¿Está segura de que sabe hablar coreano? —Al parecer todavía le quedaban dudas pero se había topado con la peor de las personas cuando me ponían a prueba.
—Disculpe —Me dirigí al mánager que observaba con nerviosismo—, al parecer el guardia no confía en que sea una traductora real, podría usted, si es tan amable confirmarlo. —Terminé de hablar en mi perfecto y fluido coreano, cosa de la que me sentía muy orgullosa.
—Adelante. —El guardia al fin me había dejado pasar, al parecer él también sabía coreano pero se hacía pasar como si no lo supiera, buena táctica, punto a favor suyo.
El mánager me condujo por lo que al parecer era un inmenso recibidor completamente adornado con objetos en dorado simulando ser de oro y paredes extremadamente blancas para mi gusto.
Al otro extremo del recibidor habían dos puertas cerradas pero desde donde me encontraba podía sentir la pelea de los chicos.
—Allí están, si necesita algo tiene mi número. —Luego de decir eso se marchó dejándome sola ante la inmensa puerta que se alzaba delante de mi.
—¿Hyung puedes dejar de ser tan irritable? —Donghae al parecer, al borde de las lágrimas, le preguntaba a Hee, que por lo que me había dicho su mánager era el más voluble de todos.
—¿Van a comer esto? —La voz de Shindong me indicó que estaba hablando con la boca llena.
—Tienes que dejar de comer tanto. —Teuk parecía recriminarle.
—Y tu tienes que comer, estas con medicación y aún así te niegas a comer lo que te han recetado. —¡Listo! Esa fue la gota que rebalsó el vaso, estaba poniendo en peligro su salud y con eso no se jugaba.
—¿Hasta cuándo piensan seguir haciendo estupideces? —pregunté abriendo las puertas de par en par completamente enfadada con el panorama que estaba observando.
—¡Aysel! —gritaron todos emocionados mientras se acercaban hasta donde yo me encontraba.
—No den ni un paso más. —dije manteniendo la distancia y mi cara de pocos amigos—. Se me sientan todos que vamos a hablar muy serio. —Les hice seña para que tomaran asiento y uno por uno se fueron sentando.
Mientras me miraban emocionados por verme de nuevo pero confundidos por mi actitud mi teléfono sonó dejándome ver una llamada entrante que respondí de manera muy breve.
—Wook, en este momento estoy algo ocupada con lo que ya sabes, luego te llamo. —Tras decir eso corté y los miré a todos, uno por uno, completamente enojada y decepcionada.
Ahora me iban a escuchar quieran o no.
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