Capítulo IV
Aceleré lo más que pude para llegar dentro del plazo que mi adorada amiga me había dado, tanto que casi choco con un auto y casi me caigo de la moto al doblar en una esquina, pero cumplí con la misión.
Mientras guardaba a mi bebé en el estacionamiento podía sentir la mirada asesina que provenía desde detrás del mostrador.
—No quiero ni escucharte hablar. Si vas a llegar tarde al menos deberías avisar. —Me regañó a penas crucé la puerta.
—Si mamá. —bromeé y corrí hasta el vestidor para colocarme el delantal.
—¡Buenos días dormilona! —Mila me saludaba mientras dejaba su bandeja para buscar otro pedido.
—Si ya está Mila trabajando debe ser realmente tarde. —dije terminando de acomodar mi delantal.
—Menos charla y más trabajo. —Lena estaba realmente enojada—. Aysel mesa tres en el sótano.
—¡Ya! Deja de estar enojada. —Tomé el pedido para colocarlo sobre la bandeja y bajar las escaleras.
Mientras bajaba vinieron a mi mente los chicos, ¿se estarán divirtiendo? ¿Shindong estará pasando hambre? ¿Podrán hacer su trabajo estando ahí? Muchos pensamientos coparon en un segundo mi cabeza.
—He oído que Super Junior viene al concierto de k-pop. —Una de las clientes habló lo que me puso en alerta.
—¿En serio? —pregunté más alarmada que curiosa, claro que ya sabía que estaban aquí—. ¿Dónde lo han escuchado? —¿Será que vinieron en realidad a eso?
—Se expandió el rumor en una de las páginas de fan. —explicó mientras tomaba las tazas que yo dejaba sobre la mesa.
—Gracias por la información. —Sonreí mientras volvía hacia arriba.
—¿Qué te tomó demasiado tiempo? —Lena si que no estaba para nada de humor.
—Nada, solo me quedé obteniendo información de Suju con una de las clientas. —Tomé el pedido que ya se encontraba sobre el mostrador a la espera de que me dijera para donde tenía que ir.
—No se porqué sigues haciéndote ilusiones de que los vas a conocer, esta bien de que uno que otro están lindos, pero de ahí a pensar de que los vas a conocer en persona es demasiado. —Claro, yo pensaba lo mismo hasta anoche—. Lleva el pedido a la terraza. —Siguió enfocada en lo suyo.
—Mila ¿qué le sucede hoy? No creo que esté así solo porque llegué tarde y no avisé. —Justo me había cruzado con ella subiendo las escaleras.
—Claro que no es solo eso. —dijo sonriendo apoyándose en una de las barandas.
—¡Habla mujer que me carcome la intriga! —La miraba suplicando que se apurara, me daba la sensación de que Lena aparecería detrás de nosotras en cualquier instante.
—Creo que anoche tuvo una cita y no le fue muy bien. —Terminó por soltar.
—Debí habérmelo imaginado, si se trata de su mal temperamento algún hombre de por medio debía haber. —Pensé en quién podría haber sido esta vez, la verdad es que a mi amiga no le duraban los hombres debido a su carácter fuerte—. Mejor circulemos antes de que aparezca con un cuchillo entre las manos. —Nos miramos y sonreímos juntas sabiendo que era muy capaz.
Subí hasta la terraza a dejar el pedido y me tomé un momento para apreciar el aire fresco. Me acomodé en una de las esquinas y mirando hacia la nada la imagen de ese chico mirando a través del vidrio volvió a mis recuerdos, qué tenía de especial su mirada que no dejaba de venir a mi, quién era para que estuviera tan pendiente entre mis recuerdos.
Levanté los brazos al cielo y respiré todo el aire que pude para guardarlo un momento en mis pulmones, como si quisiera que toda la buena energía del lugar recorriera mi cuerpo. Lo solté de un golpe y tras estirarme volví al trabajo.
Estaba acomodando el nuevo pedido en la bandeja cuando mi celular comenzó a sonar. Un número con una característica desconocida se dibujaba en la pantalla y pensé en no contestar, de seguro sería una de tantas bromas que hacen hoy en día. Iba a colgar cuando el rostro muerto de hambre de Shindong se hizo eco en mi cabeza.
—¿Hola? —pregunté rápidamente.
—Hola. —Escuché del otro lado.
—¿Shindong eres tu? —traté de adivinar, pero no estaba segura debido a que nunca antes los había escuchado por teléfono, ¿lógico no?
—Aysel si eres tu no entiendo nada de lo que dices, soy Leeteuk. —Cuando me dijo que no entendía comprendí que estaba hablando en castellano.
—¿Ahora me entiendes? —pregunté hablando en coreano.
—Ahora si. ¿Estás en el trabajo? —Podría acostumbrarme a que me llame durante toda mi vida.
—Si, todavía queda algo de tiempo para el almuerzo. —respondí mirando el reloj verde de madera que se encontraba colgado en una de las paredes—. ¿Pasó algo? —Si me llamaba no creó que hubiera sido solo para preguntarme sobre el trabajo.
—No te preocupes, solo quería avisarte que con los chicos vamos a ir a la ciudad a dar un paseo y vamos a comprar las cosas para el almuerzo. Y que si podías me avisaras cuando estuvieras por salir para tenerte la comida lista. —Pero si es un amor, yo me caso en este mismo instante si me lo pide.
—Claro, pero tengan cuidado, ya se está corriendo el rumor de que van a estar en la presentación del concierto. —Estaba preocupada de que los descubrieran y no los dejaran en paz.
—Gracias por preocuparte por nosotros. —Ya estaba toda sonrojada, lo podía sentir por el calor en mis mejillas—. Por cierto, agenda mi número. Nos vemos.
—Nos vemos más tarde. —Terminé por decir para luego colgar.
No podía creer que Leeteuk me hubiera llamado, que estuviera preocupado por mi comida y que me dijera que agendara su número, esto de verdad debía ser un sueño.
Al voltearme para terminar de buscar mi orden me encontré con Lena y Mila, ambas cruzadas de brazo mirando en mi dirección.
—¿Qué? —pregunté extrañada—. ¿Ahora qué hice? —Las miré atenta a las dos, estaba segura de que no había hecho nada.
—No, no hiciste nada mal. —Ambas se miraron con complicidad—. Lo normal de siempre, hablar por teléfono en coreano—. Lena terminó de explicar el porqué de sus miradas. No me había dado cuenta de que lo había hecho frente a ellas.
—¿Esa llamada en coreano es la razón por la que llegaste tarde? —Mila avanzó con pasos seguros, qué comía que adivinaba.
—No sé de qué están hablando. —Me hice la desentendida—. Mejor voy a llevar la orden.
—¿Qué orden? —Lena me miró levantando su ceja derecha, esa que acostumbraba cada vez que sospechaba algo—. Si te refieres al que te ibas a llevar hace un rato, Mila ya lo llevó.
—¿Quién era el de la llamada? —Mila pinchaba y pinchaba.
—Solo es de un curso de coreano que estoy por empezar. —mentí descaradamente.
—¡Clarooo! ¿Y por un curso tu cara se puso todo roja? —Dios mío no me dejarían escapar ni una el día de hoy.
—Si no hablas tendremos que revisar tu teléfono. —Mila comenzó a acercarse cuando la campana de la puerta nos avisó sobre la entrada de un nuevo cliente—. Salvada por la campana. —Tras decir eso suspiré de alivio y me dirigí hasta la cocina por un vaso de agua.
—¡Buenos días! ¿Qué se les ofrece? —Escuché a Lena atendiendo, mientras me sentaba un segundo, me pareció escuchar a alguien hablando en coreano en tanto alguien hablaba torpemente castellano, quizás me lo estaba imaginando.
—Aysel. —Mila entró a la cocina—. Lena te necesita en el mostrador. —Raramente ella me llamaba hasta allí.
—¿Qué pasa ahora? —pregunté saliendo y buscándola con la mirada a la espera de que dijera qué tenía que hacer.
—Aysel, querida, necesito ayuda con estos caballeros. Al parecer tus lecciones de idioma comenzarán a dar sus frutos aquí. —Pude sentir la ironía en sus palabras pero mi cuerpo se congeló al levantar la vista y ver a los clientes que mi amiga decía.
Los siete, a pesar de que tenían sus rostros cubiertos, sonreían al verme. Hoy definitivamente iba a morir.
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