8-Cumpleaños

Estaba todo preparado, la tarta y toda la decoración. Emma había dicho que quería tomar unas copas con unos amigos en su casa. Al preguntarme a mí, le dije que iría más tarde pues estaba ocupado con el trabajo (una mentira piadosa).

Nos escondimos todos en nuestros lugares. Emma le pidió a Jenna que abriera mientras ella iba al coche a recoger unas cosas. La dulce e inocente de mi chica no se percató de la emboscada que le venía encima. Entró dando la luz y entonces todos salimos gritando sorpresa.

Jenna se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar emocionada. Emma la abrazó por detrás y todos fueron dando a esta besos y abrazos. Sus padres la tuvieron que consolar un poco. Era cierto que era normal teniendo en cuenta que llevaba mucho tiempo trabajando y apenas había tenido tiempo para disfrutar con los suyos.

—Bueno, felicidades—dije mientras me acercaba.

Ella al verme me abrazó y me dio un fuerte beso enfrente de todos que me avergonzó. Todos silbaron y nos dijeron cosas para hacernos pasar vergüenza.

Luego pasamos todos a comer y beber. Una largar mesa estaba a nuestra disposición. Jenna hablaba con todo el mundo y sonreía, reía y lo pasaba muy bien. Me encantaba verla así. Yo mientras conocía a familiares, así los iba conociendo.

En cierto punto, nuestras miradas se cruzaron y nos sonreímos. Estaba preciosa con aquel traje blanco, parecía de novia. Ella se acercó y me rodeó con sus brazos.

—Estás muy distante, ¿va todo bien?—había cierto tono de preocupación en su voz.

—Todo bien, solamente quiero que lo pases bien con gente que no puedes ver a menudo y te pongas al día.

—Siempre tan dulce—me dio un beso y poco a poco fue a más.

—Dejad algo para después—irrumpió Emma. Daba gracias que fue la única persona que se percató de ello, antes que el resto.

Estuvimos largo rato disfrutando de todo el ambiente hasta que llegó la hora de la tarta. Una preciosa tarta de chocolate como le gustaba a Jenna y también otra más pequeña de manzana, solamente para ella, hecha por mí.

Pidió el deseo en su cabeza y luego sopló ganándose el aplauso de todos.

Luego procedimos a darle los regalos. Yo vi los costosos regalos y me quedé de piedra, había olvidado completamente que esa gente tenía mucho dinero. Ella miraba los anillos, algunos relojes y ropa de marca que valían una considerable cantidad. Yo con lo que había ahorrado durante esos meses de cafetería y demás le pude comprar algo un poco más caro de lo que normalmente gasto, pero aún así no era nada comparado con el resto.

—¡Venga Tn, tu turno!—anunció Emma.

Ella me miraba con aquella sonrisa, con un gorrito infantil de cumpleaños y algunas lágrimas. Esperaba que fuera suficiente para ella, me dolería mucho que no le gustase. Suspiré y tomé mi regalo para que lo abriera.

Desenvolvió el regalo y vio que se trataba de un cuadro con un dibujo realista de nosotros dos sonriendo muy felices. Con nuestra fecha debajo y una dedicatoria por mi parte.

—Ninguna foto o dibujo puede plasmar la belleza de tu sonrisa—leyó haciendo que todos soltasen un oh de romanticismo.

Ella rompió a llorar, al parecer le había calado profundamente. Se levantó y me abrazó muy fuerte mientras la gente gritaba emocionada y silbaba. 

—Gracias por este regalo, te quiero mucho—dijo mientras me daba algunos besos.

—Feliz cumpleaños—sonreí.

—Aunque—se acercó a mi oído—espero que haya más sorpresitas luego—se retiró y me guiñó el ojo antes de seguir abriendo regalos.

Lo que más feliz me hacia era ver como pasaba un rato en familia. Se hizo fotos con sus padres, y fue en ese instante cuando recordé a los míos. Muchos cumpleaños haciendo fotos para el recuerdo, y ahora, ya no podría nunca más tener fotos con ellos. Jenna me hizo gestos para acercarme y posé con sus padres.

Al llegar la noche, la gente se retiró y ella fue dando a todos y cada uno de ellos las gracias por haber acudido. Emma fue la última en irse con unos amigos que conocían Jenna y ella. 

Nos metimos en la habitación y sentí que me abrazaban.

—Gracias por tu regalo y la fiesta—me dio un beso en la mejilla—ha sido genial.

—Me alegra saber que todo ha estado bien y a tu gusto—contesté.

—Y la tarta de manzana...estaba muy buena.

Yo sonreí, por esa tarta fui que nos unimos.

—La hice para ti especialmente, poniendo todo mi amor.

Jenna me tumbó, se puso encima mía y me besó lentamente, como saboreando mis labios.

—Quiero que sepas que ahora...somos tu familia—yo sentí un nudo en la garganta—te quiero.

—Y yo a ti.

Apagamos las luces y nos dimos el mayor cariño en mucho tiempo. Creía que estaba viviendo un sueño cuando recibí todas y cada una de las caricias de ella. Y tras un rato de pasión, nos fuimos a dormir estando ella en mi pecho.

A la mañana siguiente me miré el cuello, lleno de marcas de sus labios. Ella se estiró ya despierta y deseándome los buenos días.

—¿Has dormido bien?—pregunté colocándome la camisa.

—Muy bien—respondió ella—necesitaba un día como el de ayer.

—Es lógico, has trabajado mucho.

Jenna me pidió volver a la cama, aún era temprano y le hice caso. Se apoyó en mi.

—En cuanto termine las últimas entrevistas, quiero que hagamos un viaje tú y yo, en plan pareja, sin distracciones ni nada. Simplemente sólos.

—De acuerdo, ¿a dónde te gustaría ir?

—Veamos...¿qué tal París?.

—Me parece bien.

Aquel día nos lo tomamos de descanso, yo no tenía que ir a trabajar y como hacia algo de frío, nos metimos en las mantas y a ver películas. Echaba de menos estar así, la muerte de mis padres aún golpeaba duro y el ir con Jenna y los paparazzi, era algo que costaba de digerir. Pensaba en ir a un psicólogo para afrontar el tema, pero no quería que Jenna se preocupase, y más cuando estaba a punto de terminar su trabajo e irnos de vacaciones. 

Aguantaría todo por ella, tenía que ser fuerte y seguir adelante. Pero los pasos los tenía que dar despacio, poco a poco y junto a ella.

Continuará...



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