7-Tristeza

La noticia fue el mayor duro golpe de mi vida. Jenna se pidió unos días libres para acudir conmigo al entierro aunque yo le dije que no hacia falta. Pero ella se negó a dejarme a solas en aquellos momentos tan duros.

No paró de mimarme y abrazarme durante todo el día. Yo estaba muy agradecido con ella y pude desahogarme totalmente. Ese día los enterramos bajo una terrible lluvia. El cielo gris parecía querer acompañarme y llorar la muerte de mis seres queridos.

Poco a pocos nos fuimos quedando Jenna y yo, ella no se quejó en ningún momento y aguardó a que yo terminase de despedirme para marcharnos. Finalmente pude colocar unas cuantas rosas en sus tumbas y decirles el último adiós.

—¿Estás mejor?—preguntó dándome una taza de café.

—Un poco...no puedo creer que se hayan ido—respondí—ojalá hubiera pasado más tiempo con ellos. Yo...yo...los echo de menos—al verme llorar me tomó del rostro y me dio unos pocos besos. Estaba rota de dolor, quería haberlos conocido mejor.

—Estoy segura de que están orgullosos de ti mi amor—me dio un abrazo.

Tuve que regresar a casa para guardar todas las cosas de mis padres en cajas. Jenna ayudaba, en silencio, sin decir nada y no le importó en absoluto mancharse las manos. Una vez terminado eso, lo llevamos todo a los armarios de una habitación que apenas se gastaba salvo para guardar muebles y otrascosas.

No quería que eso afectase al trabajo de Jenna así que le pedí que volviera a hacer vida normal, que no podíamos quedarnos anclados en el pasado. Ahora tocaba hacer todas las gestiones de las cuales Jenna me recomendó a un amigo suyo. La verdad es que fue muy simpático y profesional con el asunto.

Lo peor era ver toda la casa vacía, sin nadie allí más que yo que necesitaba estar sólo unos pocos días para aclararme. Jenna se negaba, pero tenía entrevistas y fue la primera vez que discutimos sobre algo. Pero la abrace y le dije que todo estaba bien, pero necesitaba estar a solas para ordenar mi cabeza, terminar de afrontar la situación y seguir adelante.

Jenna me dio unos cuantos besos antes de irse a trabajar.

—Si necesitas algo, llámame por favor—me dijo—¿si?.

—Por supuesto, gracias por todo amor—ella se sonrojó un poco al ser llamada así.

—Te quiero.

—Y yo.

Nos despedimos con un abrazo. Ahora estaría yo sólo allí, recogiendo y organizando la casa para poder seguir en la vida.

Los días que estuve yo sólo fueron muy duros, pero el saber que Jenna con todos sus proyectos, su dura vida y demás estaba a mí lado, saque el coraje para poder seguir adelante. Guarde unas cuantas fotos de ellos, quería que siguieran estando orgullosos de mí allá donde estuvieran.

—Venga Tn, es hora de seguir con tu vida—me di unas cachetadas en la cara, las necesitaba.

Jenna me vino a buscar al cabo de unos días y nos abrazamos. Pero en esta ocasión no lloré, estaba convencido de mi camino. Lo primero era buscar trabajo y mantener mi cabeza ocupada. Ella me dijo que en las fábricas donde ella rodaba necesitaban gente en el almacén. Y de cabeza y gracias a ella, entraría a trabajar. Como creía, los primeros días fueron duros, pero me ayudaba a mantener la cabeza en lo que tocaba.

—Gracias Jenna—dije besándola—por apoyarme en estos momentos y darme un trabajo.

—No es nada—se rascaba el brazo—oye...

—¿Sí?

—Hace tiempo que...bueno...—agachó la cabeza—ya sabes.

Yo me puse un poco rojo, sabía a que se refería.

—Ven aquí—la tome de la cintura y nos besamos durante largo rato. Poco a poco nos fuimos dejando llevar por la pasión y la lujuria.

Desperté al cabo de unas horas, desnudo y cubierto con una fina sábana. Jenna dormía a mi lado con cara angelical. Aproveche para ir a darme una buena ducha y quitarme el sudor.

Con el paso de los días, Jenna estuvo ocupada en sus entrevistas, revisando guiones y trabajando en unos anuncios mientras yo estaba en el almacén. Gracias a que conocían de primera mano a estrellas, me trataron como a uno más y me sentí muy cómodo.

Tardamos una semana y media en poder vernos debido al trabajo de los dos. Muchas noches yo sólo se hacian pesadas, pero gracias a la tecnología y a las videollamadas, eran menos solitarias.

—Por fin podemos vernos—dije mientras nos abrazábamos.

—Si, ya era hora.

A pesar de la fama, ella y yo hacíamos vida normal. En la habitación, tapados con la manta para protegernos del frío, comíamos palomitas viendo una película. Jenna se durmió a mitad, estaba agotada porque tenía acceso a su agenda y Emma me contaba cosas. Realmente trabajaba mucho y entre eso y animarme, se merecía un buen descanso.

Ahora que estaba con ella en mi casa, no se sentía tan vacía, pero añoraba mucho a mis padres pues la pérdida era reciente. Deseaba que estuvieran allí para cenar todos. Una lágrima recorrió mi rostro mientras pensaba en ellos.

—Tn...—susurró en sueños ella.

—Estoy aquí—le contesté en el mismo tono.

Ella se abrazó a mí mientras se acomodaba en mi hombro.

La tuve que llevar a la cama en brazos, era muy ligera. La tapé con las sábanas y luego me dormí a su lado, disfrutando de su compañía.

Ahora la tristeza poco a poco desaparecía de mi corazón. Estaba realmente muy contento de poder pasar tiempo con ella. Aquella noche tardé un poco más en dormirme, pero estaba seguro de que las cosas iban a cambiar a mejor.

Gracias a Emma, me enteré de que el cumpleaños de Jenna sería pronto, así que tocaba preparar una gran fiesta sorpresa para darle todo el amor que ella se merecía. Empecé a formar en mi cabeza ideas que pudieran resultar divertidas para un día así. Pero poco a poco el sueño me fue venciendo, dando bostezos, con los ojos cerrándose despacio sin darme casi cuenta y finalmente me quedé dormido.

Al día siguiente, ella estaba más animada y con energía pues me preparó el desayuno con una gran sonrisa.

—Venga, que tenemos que ir a trabajar—dijo muy feliz.

—Sí, un día más en la oficina.

Lo que ella no sabía, es que tenía la idea perfecta para darle una sorpresa.

Continuará...

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