Secreto
El incidente de haberse quedado dormidos en el pasillo no pasó a mayores, habían hecho como si hubieran ido al baño por la mañana y apenas regresaban, sin embargo, Tora había sido el único que se dio cuenta que Kenma no había regresado y se había hecho una idea errónea de lo que había pasado.
Una vez solos éste había comenzado a llenar a su compañero de preguntas.
— ¡Ya Kenma! ¡Vamos, cuéntame cómo fue! Si fuiste a la habitación de Nezuko, ¿cierto? No regresaste toda la noche, algo debió de haber pasado... Hiciste algo más que solo dormir, ¿verdad? No encuentro alguna otra explicación que esa para no estar toda la noche –
Al escuchar aquella conclusión no pudo más que sonrojarse y ponerse nervioso.
— Tora... ¿Eres idiota o qué? – contestó serio intentando controlarse
— Entonces ¿por qué estás tan sonrojado? – insistió Tora
— No.... No lo estoy... –
— Entonces... ¿Sí lo hicieron? –
Aquella pregunta hizo que Kenma dejara prácticamente de funcionar. Se quedó congelado, cada vez más sonrojado y con la temperatura subiendo.
— ¿Kenma? – preguntó ahora un poco preocupado.
En ese momento entró Kuro, vio la escena y le dio un golpe a Taketora.
— ¡Yamamoto! ¿Qué le hiciste a Kenma? – gritó
— Nada... –
Después de unos minutos Kenma había logrado componerse, sin embargo, todo aquello lo había dejado pensando en una sola cosa.
Nezuko y él estaban saliendo pero jamás la había besado. ¿Debía hacerlo? ¿Cuando era el momento indicado?
Sin embargo, no podía dejar que aquello lo distrajera de las prácticas, sobretodo porque esta vez tenía planeado ganarle a Oikawa. No sabía muy bien qué era pero en el juego del día anterior había sentido una gran rivalidad de parte del armador de Seijo.
Al finalizar el día habían logrado su objetivo y ganaron, fue entonces que la competencia comenzó.
Al pasar los días ambos equipos quedaban empatados 3 a 3, era el penúltimo día y tenían que desempatar, ya que, el último día solo era de convivencia para festejar su arduo trabajo durante la semana.
— Oy, Kozume-chan – dijo Oikawa con su típica sonrisa burlona, sabía lo mucho que Kenma odiaba que le dijera así.
—¿Qué? – contestó él con indiferencia
— ¡Un poco de respeto te vendría bien! ¡No puedo creer que Nezuko-chan haya escogido a alguien tan grosero para salir – se quejó mientras manoteaba incontrolablemente.
Kenma abrió los ojos sorprendido.
— ¿La conoces? – preguntó con curiosidad
— Shhhh, solo tú me escuchaste. Es un secreto – contestó Oikawa poniendo su dedo índice sobre sus labios y sonriendo con malicia.
Kenma sacudió su cabeza para quitarse todos los pensamientos que tenía en ese momento, no sé podía desconcentrar.
Oikawa creyó que con eso lo había distraído pero había resultado en lo contrario, aquella ira y frustración que sintió Kenma lo puso en su concentración y estrategia, habían ganado.
Sonrió.
— Esto fue divertido – dijo Kenma mientras que Oikawa bufó de enojo y llamaba a su equipo a comenzar con el castigo.
Kenma había decidido no preguntar a Nezuko sobre como conocía a Oikawa, si no le había dicho era porque tal vez era algo sin importancia.
El último día de la Golden Week había terminado, todos se habían despedido. Nekoma estaba listo para subir al camión, Hinata y Bokuto los habían acompañado al camión.
— ¡Nos vemos pronto! – había dicho Hinata en forma de despedida
— ¡Ganaremos una vez que nos encontremos! – contestó Lev
— Tampoco pienso ponérselas fácil – contestó Bokuto con mucha confianza dirigiéndose principalmente a Kuro.
Justo antes de subir al camión un chico de uniforme color menta se acercó corriendo a dónde estaba Nekoma acercándose directamente a Nezuko.
— Nezuko-chan... – dijo sonriendo a sabiendas de que la chica se enojaría — Te veo el próximo fin de semana, hermosa – dijo Oikawa.
— Eres un tonto... Pero sí, nos vemos – contestó la chica, ya no había vuelta atrás, todos los estaban viendo sorprendidos excepto Kenma.
Nezuko hizo afán de subirse al camión pero Oikawa la detuvo.
— ¿Y tu anillo? – preguntó Oikawa con curiosidad.
Nezuko le enseñó el collar que tenía escondido, en el cual tenía un pequeño anillo de compromiso.
— Asegúrate de usarlo de ahora en adelante, hay demasiados gatos merodeando – le ordenó.
Nezuko no se quedó con las ganas y le dio una cachetada.
— Eres un idiota, no tenías que hacer eso. – contestó subiéndose al camión bastante enojada.
Oikawa sonrió con satisfacción y se fue.
Todos se quedaron sorprendidos, excepto una persona.
Kenma no estaba sorprendido, era una sensación diferente.
Estaba herido y no sabía que hacer.
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