Déjame conocerte

Kenma comenzó a cortejar cada vez más a Nezuko, la pena se le había ido después de aquel pequeño beso y si antes era obvio que le gustaba ahora más. Le había pedido su horario de clase y siempre que salía de alguna él estaba esperándola afuera y la llevaba a su siguiente clase mientras platicaban.
Ella era la que hablaba más en todo momento, ya que, aunque Kenma lo estuviera intentando con todas sus fuerzas hablar mucho seguía sin dársele.
A pesar de no hablar demasiado Nezuko sabía cada día un poco más sobre él y era feliz por eso. Le era tierno el ver cómo hacía un esfuerzo por intentar hablar con los demás y le seguía asombrando cada vez más su habilidad para jugar.
También se notó un gran cambio en él: se esforzaba más entrenando y se podía ver que ahora lo disfrutaba.
Al principio a todos en el equipo les dio un poco de miedo esto, sin embargo resultó ser un buen cambio y las habilidades del equipo crecieron y pudieron fortalecer aquellas áreas de oportunidad que habían encontrado en sus juegos anteriores.
Finalmente un día Kenma decidió pedirle una cita formalmente, Nezuko aceptó muy emocionada porque finalmente se lo había pedido y se preguntaba qué irían a hacer, ya que, él le había dicho que prepararía algo especial.
Kenma no sabía bien a quien preguntar sobre a dónde podía ir con Nezuko, ninguno de los del equipo era lo que se decía romántico, no tenían novias y preguntarle a Kuro le daba pena.
Taketora fue el primero en darse cuenta de que algo ocurría a Kenma y se acercó a preguntar.
— ¡Oh! ¡Déjame darte un consejo! Soy el indicado para esto – dijo mientras se señalaba con el pulgar
— Está bien, Tora... Puedes decirlo – accedió un poco de mala gana.
— A las chicas les gusta algo lujoso, deben sentirse especiales. Deberías invitarla a comer a algún restaurante– aconsejó Tora.
— ¡Tonto! No des esos consejos si ni siquiera sabes de qué hablas, no has estado ni relativamente cerca de tener novia. – interrumpió Kuro, quien había escuchado a lo lejos la plática de los dos — Las mujeres quieren hacer lo que ellas dicen, así que mejor deberías preguntarle que quiere hacer – concluyó
— Oh, se ve que no conocen a Nezuko-chan. A ella no le importan esas cosas, es muy sencilla pero si le gusta la sorpresa, se muere de duda sobre a dónde irá con Kenma – dijo Lev metiéndose en la plática también.
Los chicos comenzaron a pelear sobre quién tenía razón pero esto terminó confundiendo aún más a Kenma y terminó yéndose de ahí sin que se dieran cuenta.
¿Debería ser algo lujoso? ¿Simple ? ¿Debía mejor preguntarle que quiere hacer?
Finalmente decidió por un plan no tan fácil para él, pero quería ver a Nezuko feliz.
La cita comenzó con un pequeño paseo por el parque, helado y plática.
Posteriormente la llevó a comer a un restaurante, había elegido uno bastante caro pero informal, gastaría probablemente gran parte de lo que había ahorrado pero Nezuko lo valía y quería que su cita fuera perfecta.
— Kenma... ¿En serio? No... No puedo aceptar esto – dijo Nezuko al ver el restaurante.
Él sonrió y un poco sonrojado contestó
— Por favor, quiero hacerlo. Será una buena primer comida juntos –
Ella asintió un poco apenada y entraron al restaurante.
Fue entonces que la pesadilla de Kenma comenzó.
El restaurante a pesar de ser caro estaba muy lleno, los sentaron a esperar lugar por unos minutos y luego los pasaron a una mesa.
Fue entonces que comenzó a ser muy abrumador para Kenma el hecho de que hubiera demasiada gente.
La mesera llegó, Nezuko ordenó y cuando llegó su turno no pudo levantar la voz más que un susurro.
— ¿Disculpe? – dijo la mesera, pues no había escuchado por todo el bullicio del restaurante.
Kenma simplemente señaló del menú lo que quería y la mesera lo anotó.
Nezuko notó que algo le pasaba a Kenma pero para distraerlo un poco intento seguir hablándole sobre algo más.
Kenma, sin embargo, no escuchaba nada de lo que Nezuko decía. Sin decir nada salió del restaurante corriendo.
Respiró profundamente e intentó calmarse, estaba bastante enojado. No podía creer que su ansiedad le hubiera ganado y hubiera dejado a Nezuko.
— Vamos, vamos... Componte... – dijo en voz alta intentando que no salieran lágrimas de sus ojos, pero por más que lo intentaba aquello empeoraba.
— ¡Kenma! ¡Kenma! – la voz de Nezuko lo volvió a traer en sí, no sé había dado cuenta de que estaba hiperventilando.
— ¿Qué ves? – preguntó ella.
— Amm... A tí –
— ¿Qué más ? –
— Un árbol, una bicicleta, un coche –
— ¿Qué escuchas? –
— Tu voz, la bocina de un coche, el viento –
Kenma sonrió, sin darse cuenta se sentía mejor.
Nezuko lo abrazó.
— Me siento mejor... – dijo él después de abrazarla — Perdón... –
— No tienes nada de qué disculparte, está bien. – contestó ella sonriendo.
— Regresemos –
— ¿Estás seguro? –
— Sí, después tenemos todavía algo que hacer y con menos gente – dijo riendo un poco.
Regresaron y efectivamente Kenma se encontraba mejor.
Terminaron de comer y siguieron su camino.
— Debiste haberme dicho... No lo hubiera tomado mal, yo misma padezco de ansiedad – dijo Nezuko un poco preocupada
— Pensé que era un poco obvio decirlo... Pero creo que tienes razón, perdón – contestó él apenado.
— Sólo quiero que estés cómodo también –
— No te preocupes, a dónde vamos no hay mucha gente demasiado junta –
Llegaron a un acuario bastante grande y Nezuko no pudo evitar mostrar su emoción.
Llevó a Kenma de aquí para allá emocionada, él le daba datos curiosos de algunas especies y ella se ponía aún más emocionada.
Inconcientemente ambos iban agarrados de la mano de aquí para allá hasta que terminaron el recorrido.
— ¡Me hubiera gustado estar más tiempo aquí! ¡Que hubiese más cosas! No es suficiente – se quejó ella.
Kenma se rió.
— Deberé buscar más acuarios entonces – declaró
— Kenma... – comenzó a decir ella con un tono un poco preocupado.
— ¿Qué pasó? –
— Me divertí mucho hoy, pero... No siempre tiene que ser así. No necesito nada extravagante, el solo estar contigo, viéndote jugar voleibol o videojuegos es suficiente para mí, por que son cosas que te gustan y a mi también... aunque salir de vez en cuando al acuario o ver una película está bien – explicó ella.
Él sonrió y asintió con la cabeza, tomó su mano y la llevó a casa.
Aún tenían mucho que aprender el uno del otro.

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