Especial
—Examinale, dime si esta muerto— escuchó a su padre ordenarle a su tía Narcisa, desde su escondite era capaz de presenciar todo lo que su padre había echo. No había duda, era el mago más poderoso de todo el mundo mágico.
—¡Está muerto!— gritó Narcissa Malfoy a los observadores.
En ese mismo momento todos los presentes gritaron, aullaban de triunfo y estampaban los pies en el suelo, Delphini observó varias explosiones de luz roja y plata en el aire animando la celebración.
—¿Veis?— dijo Voldemort a la multitud— Harry Potter ha muerto por mi mano, y ningún hombre vivo puede amenazarme ahora, ¡Observad! ¡CRUCIO!— la joven quería ir junto a él para abrazarlo y felicitarlo, pero sabía que sí lo hacía, se metería en un serio problema ya que las órdenes de Lord Voldemort habían sido claras: "No salir". Nadie lo conocía como ella, nadie sabía como se sentía con respecto a ella. Porque Delphini Riddle era la única que conocía más allá del frío corazón de su padre. Quizás no era una persona afectuosa, sino, todo lo contrario. Miró como la mirada de su padre brillaba a la par que seguía cruciando al cuerpo inerte del estúpido niño que creía poder vencerlo. Miró unos momentos más toda la "feliz" escena y miro cuando aquel hombre grande y llorón tomaba al muchacho, una vez más se colocó la capa de invisibilidad que Rodolphus y su madre le habían obsequiado, no quería meterse en problemas. Era consciente que su padre le tenía afecto pero odiaba que lo desobedecieran y ella quería ser su orgullo como hasta ahora.
Una vez que todo el ejército de su padre salió de aquella cueva, ella aprovechó y se adentró miro por el piso, se agachó al ver una pequeña piedrecilla, no supo la verdadera razón pero la tomó, pensando unos segundos más en el momento en que se dio cuenta que aquel había sido el lugar donde Harry Potter había perdido la vida.
Negó varias veces y lentamente siguió los pasos de todos ellos, las burlas que le hacían a los centauros la hicieron sentir incluso a ella ofendian
*
Las cosas no estaban bien, no lo estaban. Nada estaba bien, todo lo contrario, todo estaba mal, sus tropas cada vez carecían más, mortifagos caían. Observaba como todo el castillo cada vez era llenado de más aliados. Por unos momentos miro la varita que ese mismo día antes de salir su padre le había confiado, debía quitarse aquella capa y pelear a lado de Lord Voldemort. No quería perderlo nuevamente, ya lo había echo una vez por mas de 14 años.
Los hechizos salían por todos lados, no era seguro estar ahí. Todos peleaban por sobrevivir, por una causa. Camino un poco más, buscaba con desespero a sus padres su corazón le pedía que lo hiciera, algo la carcomia en su interior, era un extraño presentimiento. Eso había sido, un presentimiento, que la había echo desobedecer las órdenes de su padre. Algo en su interior le indicaba que debía ir y verlos tan detenidamente, tanto para que su corazón jamás borrará sus rostros de su mente. ¿Estúpido? Definitivamente.
Sus pasos ya no eran pasos, sino zancadas que cambió una vez que comenzó a correr. Paro y el aire regreso a ella con la vio, sonrió al ver que ni entre tres podían con su madre ni siquiera estaba dando lo mejor de ella tan sólo estaba jugando con esas niñatas. Sin embargo, su sonrisa no se comparó a la que unos segundo después apareció en su pálido rostro al ver no muy lejos de ahí a su padre— es el mejor— se dijo. Con él, tres magos sumamente poderosos luchaban unidos en su contra, ninguno de ellos podía tan siquiera provocarle cosquillas. Quizás no tendría porque preocuparse y aquel; tenía que moverse, irse de ese lugar pero le encantaba ver lo talentoso que Lord Voldemort era en el duelo, esperaba ser algún día tan capaz como él, tan talentosa, poderosa y hábil. Deseaba tener todas las habilidades que él tenía y ser la primera a la que viera como una igual. Algo dentro de ella, le decía que ya lo hacía, porque sólo con ella era diferente.
Escucho un gran grito salir de sus labios mientras mandaba a volar a sus contrincantes miro temerosa a su espalda y en medio de la lucha sintió su corazón partirse, el cuerpo de Bellatrix Lestrange se hallaba con los ojos abiertos y sin vida tirado a los pies de una pelirroja. Las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, gritó con fuerza, sin embargo este nunca fue escuchado gracias a la situación y la conmoción. Eso era imposible, su madre no podía estar muerta, no eso era algo imposible, se negaba a creerlo. Se acercó lenta y silenciosamente a su cuerpo, se alejó de toda realidad a su alrededor, miro sus ojos marrones que carecían del brillo que otorgaba la vida. Se giró, dispuesta a acabar con la persona que le había arrebatado a una de las dos personas que más amaba en la vida, con una de las que más anhelaba. Se quitó la capa, dejando a un lado el miedo de que su padre la descubriera.
¿Cómo era posible? Sí ella lo había visto morir. Eso debía ser una mala jugada, una pesadilla. Harry Porter esta vivo, la multitud que se hallaba en el gran comedor los rodeaba intento adentrarse en ella pero era imposible todos querían ver quien seria el vencedor. Fue en ese momento que escucho todas las chorradas que él le decía a su padre, era mentira, no, no lo era. Todas esas cosas que su padre había realizado no había sido por la varita, sino lo contrario, todo fue por lo grandioso que Voldemort era en la magia. En esos instantes sólo quería tener a Severus Snape y ella misma cruciarlo por haber traicionado a su padre.
Con más desespero intento adentrarse, debía entregarle lo antes posible su verdadera varita, con ella si podría vencerlo.
—¡Avada Kedavra!
—¡Expelliarmus!
La explosión fue como el disparo de un cañón, y las llamas doradas que estallaron entre ellos marcaron el centro del círculo que habían estado trazando, fue ahí donde los hechizos colisionaron. Dos ráfagas los rodearon mientras un último rayo cegador salía de ambas varitas; podía ver el rayo verde de Lord Vodemort encontrarse con el carmesí del azabache. Tenía que entrar, debía esforzarse más para poder entregarle la varita a su padre o seria su perdición, la multitud a pesar de parecer calmada ella la sentía como si fuesen aquel escudo irrompible que te privaba de tu objetivo.
—Déjenme pasar, por favor— era su obligación, no podía perderlo. No otra vez. Se adentraba cada vez un poco más entre ellos, sentía que no llegaba que el tiempo se le terminaba. Y una vez que llegó hasta el frente, siendo de las primeras de prescenciar lo inevitable, vio la Varita de Sauco volar en lo alto, oscura contra el
amanecer, girando por el techo encantado de la manera que la cabeza de Nagini dio vueltas a través del aire hacia su verdadero amo, al que no podía matar, él que había tomado posesión absoluta de ella al fin.
Harry Potter cogía de la varita con la mano libre mientras que Voldemort retrocedía, Delphini tan sólo miraba la destrucción de su padre: con los brazos abiertos Lord Voldemort, Tom Riddle, su padre intercambiaba la última mirada mientras el suspiro se iba de su boca. Sus ojos escarlata de pupilas debían mirar hacia arriba pero no, sólo la miraban a ella, le había dicho que no fuera pero ahora si que se alegraba que lo desobedeciera. Nunca amo a nadie, las personas nacidas a base de la amorternia no serán capaces de amar jamás. Pero sabía que con ella era un poco diferente.
Sucedió tan rápido que nadie más noto a quien miro por última vez, nadie supo lo que pensaba, sólo vieron cuando Tom Riddle golpeó el suelo con mundana banalidad, su cuerpo débil y encogido, las
manos blancas vacías, la cara de serpiente vacía e ignorante.
Voldemort estaba muerto, muerto por su propia maldición rebotada y Harry Potter estaba en pie con las dos varitas en las manos, mirando al cadáver de su enemigo. Delphini quería sacar la varita de su bolsillo y empuñarla en su contra, ella era tan talentosa como alguna vez lo fue Tom Riddle, ella le enseñaria que la suerte no siempre estaría de su lado. Sin embargo, las piernas no le respondían, de echo ninguna parte de su cuerpo lo hacía.
El estremecedor momento, la conmoción que en esos momentos había por lo sucedido y después el timulto estalló, todos corrían hacia Potter empujandola en el proceso. Negó varias veces eso no se quedaría así. Sentía las lágrimas recorrer sus mejillas, como cada parte de su corazón queda tirado en el piso de ese castillo; lo había perdido todo y con todo se refería a sus padres.
Una vez casi llegando a la salida del castillo se recargo detrás del muro y soltó un ligero suspiro, lo único que quería hacer en esos momentos era llorar, gritar y cruciar a Potter; sin en cambió, debía ser lista. Era más que obvio que no podría contra él con todos esos magos ahí. Pero de algo si estaba segura, si no recuperaba de nuevo a su padre lo haría pagar con lo que más Amara.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo revivir a alguien?
Se ocultó un poco más cuando escucho pasos ir hacia ella y se dio cuenta que era el niño que vivió junto con otros más cargando el cuerpo de su papá, según para que no perturbara o contaminara a los otros caídos.
—Estúpidos— murmuró muy en lo bajo. Una vez de regreso, ella salió y se acercó a su blanco cuerpo. Cayó de rodillas, las lágrimas de nueva cuenta regresaban; jamás creyó que algo pudiera dolerle tanto.
Abrazo con fuerza su cuerpo y se aferró a él, su llanto era sincero así como sus sollozos silenciosos. Besaba repetidas veces su cara, como si eso fuera a funcionar. Su mundo, su corazón y su realidad estaban completamente fragmentados, ya no había razón alguna para ella.
Lord Voldemort nunca fue alguien benevolente, no era un mago piadoso ni mucho menos buenos, ni siquiera se creía que pudiese tener sentimientos, pero con ella era diferente si que lo era.
—Papá— lloro una vez más mientras recargaba su cabeza en su pecho carente de algún latido, no quería dejarlo, no quería que alguien lo tocará. Sólo deseaba estar con él ina vez más. Con la palma de su mano cerró sus ojos que regalaron a Delphini su última mirada y aliento.
Estaba tan exhorta en su propia tristeza y dolor que no se percató en cuantos huían del lugar, en todos ellos que en ese momento solo se daban a la fuga. El sol que hasta ese momento era el único era testigo y la cubría con sus rayos fue invadido por una sombra, la rubia azulada miro al mago frente a ella. Rodolphus Lestrange.
—Delohini ¿Qué haces aquí? Debes irte ¡Ahora!— exclamó preocupado.
Negó, no soltaria a su padre, no lo dejaría.
—No pueden verte, no pueden saber de ti. Se lo prometí a mi señor a tu madre, por favor— rogó a la joven, se hacía tarde pronto llegarían y es que no estaban nada lejos.
Volvió a negar — No Rodolphus, no me importa. Yo sólo quiero estar con mi padre.
Desesperado, se acercó a ella e intento llevársela cuando una voz varonil exclamó.
—¡Déjala!— por inercia ambos levantaron la mirada. Era alto y pelirrojo con las manos llenas de cayos al igual como una que otra quemadura, quizás de Dragon.
Ella seguía sin apartarse del cuerpo del caído y Rodolphus empuñaba su varita.
—Largo de aquí, Weasley— grito el peli negro en un intento de intimidar al pelirrojo, aunque sabía que ya estaba más que acabado había echo una promesa.
—Alejate de ella— ordenó de nuevo Charlie.
Humo, el humo cubrió sus cuerpos u sin verlo venir la joven fue llevada dejando el cuerpo de su padre atrás.
—Delphini, Delphini, Delphini— alguien la llamaba. Despertó soltando un grito cruzó mirada con la azulada de cierto pelirrojo que la miraba preocupado.— cariño ¿Estas bien?— pregunto sin ocultar lo que sentía, la mujer negó y con lágrimas rodeando sus ojos lo abrazó. Sin pedir explicaciones Charlie Weasley correspondió su abrazo.
Sintió como su camisa era humedecida gracias a Delphini Riddle, sin embargo, no era algo que le importará sino todo lo contrario porque en realidad sólo le interesaba ella. Acaricio su cabello mientras le obsequiaba palabras tranquilizadoras.
—¿Qué soñabas?— pregunto después de unos minutos.
Bajo la mirada y de oculto en el pecho de su novio, para susurrar después con voz demasiado baja:
—Con la batalla de Hogwarts y la muerte de mi padre— ninguno dijo nada, sólo se mantuvieron abrazados.
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Lo siento hermosuras, este tendría que ser como tal el capítulo 3, pero no se que le está pasando a Wattpad o creo que me odia porque de nuevo regrese mi capítulo de 4000 palabras a un total de 2000 y cachito. Lo siento de verdad. Espero que les haya gustado este pequeño capítulo especial. Veré si puedo salvar lo demás.
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