XI +18


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Su párpados comenzaron a abrirse con tanta pereza que su visibilidad se tardó en normalizarse, su respiración se aumentó de golpe de manera que sentía que el aire no entraba a sus pulmones como debía.

Los contables rayos de luz eran lo único que podía alumbrar un poco el lugar dónde estaba, un cómodo colchón se situaba debajo de ella provocando que tardara más en despertar, el calor que sentía era abrumador tanto que las gotas de sudor caían de su frente sin problemas.

Trató de articular alguna palabra pero su voz se apagó al sentir la garganta seca, se incorporó soltando algunas quejas por el dolor en su cabeza, pero eso no le impidió recordar lo que había sucedido anteriormente.

Por lo que dejó de lado su desgracia para poner en frente su futuro, aunque no sabía donde empezar. La luz, el calor, el lugar y dónde estaba.

El lugar estaba en completo silencio alterandola más, cuando quiso pararse un gran golpe resonó por su sentido auditivo causando que aumentara el dolor.

- o- o... Oy-e -

Al instante una resplandor la cubrió segandola un poco, se tapó el rostro con su manos y trato de ver atravez de sus dedos que era aquello.

Una gran silueta se asomaba, por lo que parecía ser la puerta del lugar donde estaba. Cómo negarlo si sabía exactamente quien era.

- s-sacame... D..e ¡Aquí! - gritó (o eso trataba) con bronca

- Seguro, pero después de la sesión -

Ella no comprendía muy bien lo que decía, él le acercó una toalla, inconscientemente la tomo entre sus manos, miró nuevamente al sayayin esperando una explicación.

- Milk siempre la pedía luego de la sesión de entrenamiento especial. - sonrió inocente, pero para T/N es no sonó para nada inocente.

- ¿Qué? E-espera!!! C-cof co-f - su garganta dolía a los mil demonios por no beber agua, quería gritarle que no, que no hiciera aquello.

- Supuse que esto se hace cuando se casan ¿No? Es un entrenamiento muy entretenido y se siente bien. Aunque... Es algo raro - soltó una pequeña carcajada infantil

La chica negó con tanta rapidez que sintió un tirón en su cuello, cerró un ojo por reflejo al querer largar una palabra

- s-som..s h-er her-rmanos... - tan solo quería algo de tiempo para idear un plan que implicará que Goku no saltará sobre ella.

- jajaja Pero si tú dijiste que no lo éramos, eres graciosa T/N - puede que se allá reído pero... Sonó más disgustado- comencemos -

El corazón de ella comenzó a bombear con más velocidad, esto estaba pasando.

No pudo articular palabra cuando Goku la empujó hacia atrás recostandola otra vez, sujetó sus manos contra el colchón y miró sus ojos, sonrió felizmente al verla tan sonrojada pero no era debido a la vergüenza si no de la fiebre que comenzaba a subirle.

Llevó ambas manos de la chica sobre la cabeza de ella para sujetarla con una mano suya, con su mano libre comenzó a tirar de la remera que tenía, no fue gran cosa para él.

T/N sé retorció con más miedo que nunca, su pecho había quedado expuesto frente a un hombre, él sin un toque de gentileza apretó uno de ellos sobre su sostén sacándole un gemido de dolor.

- ¡Son esponjosas! - comentó entretenido con su suavidad.

- y-ya bast- ya - lagrimió asustada

El no le hizo caso, dejó su pecho para bajar a su abdomen y así arrancar su pantalón, destrozándolo, su intimidad quedó expuesta. Ya no quería más la humillación que estaba pasando, pero eso no era lo peor.

Introdujo sus dedos en ella sin avisar y sin amabilidad. Sentía repulsión y dolor, cerraba sus piernas pero la fuerza del sayayin era insuperable para una dama como ella.

Goku jugaba con sus dedos tan frecuentemente que la chica del dolor pasó al placer, placer en el cual era repugnante, se sentía sucia, sucia y al mismo tiempo se sentía bien.

- ¡Listo! - festejó mirando a la chica a los ojos.

Ella perdida en sus pensamientos no logró ver lo que estaba haciendo, pero la nuevamente intromisión en su intimidad la hizo despertar. El sayayin estaba acomodándose para entrar en ella, unir sus cuerpos.

Negó nuevamente, Goku la miró retorcerse, se aserco a ella y presionó sus labios con las de ella, un beso infantil pero era tan de adultos.

Ella no podía moverse, hasta que poco a poco comenzó a sentirlo...

Tan desgarrador.

Tan doloroso.

Tan morboso.

Tan grande.

Tanto que duele y quema

- ¡Mmph! -con los labios juntos no podía decirle que para su que si lo hiciera, seguro ni caso le haría.

Toda su longitud en ella, la sangre, la sangre de su pureza había Sido derramada en un colchón de dudosa procedencia con un tipo que no quería y en un lugar que no quería y lo más importante... Con el hombre que no amaba.

Se sentía sucia.

Se sentía tan sucia pero se sentía tan bien.

Lloraba de dolor y placer, un acto tan íntimo y lascivo...

Su cadera chocaba con su intimidad profanando la aún más, cada rincón de ella era impregnado por el. Una y otra, una y otra vez. El ritmo suave pero salvaje.

Maldecia a la mujer que le enseño eso, si no le hubiera abierto esa puerta ella seguiría con su flor, flor que era destinada para su amado prometido.

Pero... Tan justo esos días.

Los gemidos de la chica salían sin permiso hasta se lastimaba sus labios para pensar en dolor y no en placer.

...

Ya no más. Ya no más

Repetía en su mente, el sayayin no la dejaba después de haberse corrido tres veces en ella, su interior se sentía tan raro. Y su mente un desastre.

Bajó la velocidad un poco preocupado de que la chica se halla dormido durante el entrenamiento. Tocó su rostro, estaba ardiendo.

Salió de ella pensando que tal vez ya se había rendido. El decidió que seguirían otro día, no la quería sobre exigir.

Que patético sonó aquello.

Se vistió y con un beso en la frente la volvió a abandonar en la habitación.

Ella lo escucho irse, pero lo menos que quería era moverse. Asique dejó que su mente cayera en la oscuridad, tal vez en los sueños logré detenerlo.

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La facultad amigos. La facultad

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