Capítulo 3: Ladybug & Chat Noir


Estábamos en el parque que se encuentra frente a la mansión, es una noche bastante fresca y Hugo sólo llevaba su pijama de ChatNoir.

-Tenemos que volver a casa...

-Y papá? -pregunto aguantando las lágrimas.

-Calmate Emma...él debe estar bien.

Me puse de pie y cargue a Hugo quien seguía llorando.

- Deberíamos volver a la mansión.

-Y si se encuentran en el hospital- pregunto preocupada.

-Los esperaremos en casa.

No puso excusa alguna y comenzó a caminar hacia la mansión que se encontraba cruzando el parque.
Cuando ya nos encontrábamos a tan sólo unos metros, dos niñas llamaron mi atención.

-Hazlo! -le grito la castaña. -Deja de ser una cobarde.

-Pe...pero no creo que este en casa ahora...

-Lo vimos entrar hace tan sólo diez minutos!

-Debe estar ocupado...tal vez deba dejarle un mensaje o se lo diga mañana en la escuela.

-La misma excusa de siempre...

Había algo muy familiar en esas chicas que comenzaban a marcharse y sin pensarlo comencé a seguirlas.

-Sabes que si nunca se lo dices perderás la oportunidad. Verdad?

-Para ti es fácil- respondió bruscamente- A ti Ladybug te encerró con Nino en esa jaula y puff se hicieron novios.

-Porque tuvimos el valor de confesarnos. Marinette si nunca le dices tus sentimientos a Adrien lo perderás.

Me congele al escuchar el nombre de mis padres pero a la vez las cosas comenzaron a encajar. Una niña obsesionada con Adrien que no se atrevía a confesarle sus sentimientos y por otro lado su mejor amiga que la alentaba...la tía Alya me lo había contado miles de veces.

-Louis, ella es...

-No puede ser- respondí alarmado- Tikki debe saber que está sucediendo.

Deshice mi transformación en un callejón mientras que las dos chicas se paraban frente a una vidriera.

-Que está sucediendo?! -pregunte en cuanto vi a la kwami.

-No se alarmen- respondió nerviosa- Debemos tomarlo con calma e ir con el maestro fu, él sabrá que hacer.

(...)

Cuando por fin logramos llegar hasta su apartamento toque el timbre repetidas veces pero nadie atendió.

-Esperen aquí, iré a ver si se encuentra dentro.

La kwami roja atravesó la pared dejandonos solos en la noche.

-Tengo frío- Murmuró Hugo contra mi pecho.

Cuando lo observe note que tenía la nariz y mejillas rojas, además que le temblaba el labio en señal de que quería llorar.

-Pronto regresamos a casa y tendrás una docena de crossaint recién horneados para devorar.

Pareció que mi respuesta fue la correcta porque rápidamente sonrió ante la palabra "crossaint" .

Pasaron unos largos minutos y la kwami volvió a aparecer.

-No hay nadie...

-Y que se supone que haremos? -pregunto Emma abrazandome.

-Donde vamos a dormir? Mi padre aún no es mi padre...

-Tal vez pueda lograr abrir las cerraduras y nos quedaremos en la casa del maestro hasta que regrese- Dijo Tikki observando la puerta- Ya regreso.

Suspire angustiado y comencé a observar las calles esperando encontrarme con algún artefacto prehistórico del cuál burlarme para liberar algo de tensión hasta que algo si logró atrapar mi atención.

Una pequeña mariposa con un aura oscuro se alejaba volando por un callejón.

-No te muevas de aquí- dije para luego correr en dirección del insecto.

La mariposa voló unos cuantos metros hasta llegar a una joven con maquillaje corrido, un vestido manchado y una coleta desprolija, y desapareció dentro del papel que tenía en su mano.

Una nube morada la rodeó dándole un nuevo vestido negro con corazones partidos en dos, el cabello suelto y un maquillaje que le cubría el rostro completo.

-Veremos quien deja a quien...-Sin más comenzó a caminar tranquilamente por las calles.
Pensé que nada malo sucedería ya que no le hizo daño alguno a las primeras personas que vio pero en cuanto logró encontrar a una pareja que iba tomada de la mano pareció descontrolarse.

-Él ama a alguien más...su corazón esta lleno de malas intenciones, sigueme a mi y lucha contra el egoísmo que los hombres poseen- Le lanzó un rayo negro que le dio una apariencia similar aunque sin cambiar el color de cabello, piel y ojos de la joven.

Ella soltó bruscamente la mano del chico y lo empujó haciéndolo tropezar.

-Los hombres son unos cerdos hipócritas que merecen ser encerrados- Con un chasquido de sus dedos una jaula de tierra lo rodeó dejándolo como un perro enjaulado.

-Louis! -grito Tikki llamando mi atención- Debemos detenerlas.

En cuanto volví a voltear las dos chicas habían pasado a ser cuatro y cada vez más jaulas de tierra atrapaban hombres.

-Tikki transformación...

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