Momentos para pedir perdón

Momentos para pedir perdón

Lucía caminaba pensativa de un lado a otro dentro de su habitación, no sabía porque pero se encontraba nerviosa y muy ansiosa.

Se detuvo de repente luego de escuchar el timbre, corrió hacía la puerta y abrió encontrándose con la sorpresa de que era Anderson con una agradable sonrisa en sus labios o eso parecía, pero sus ojos la veían con culpa invadiendolo por todo su ser.

—Pase —. Lucí se arrimo a un lado de la puerta para darle permiso a entrar.

Al entrar Anderson se acercó a la chica y le dio un fuerte abrazo como si fuera la ultima vez, le dolía pensar en dejarla sola y desprotegida pero había llegado el momento inevitable.

—Perdoname, Lucía —. Suplicó Anderson con lágrimas en los ojos.

—No tengo nada... — No pudo terminar por el hecho de que el hombre que tenía abrazándola se había arrodillado a sus pies con un semblante muy deplorable. En sus ojos solo había un inmenso dolor, tristeza que le carcomía por dentro.

Anderson lloraba como cual niño pequeño hubiese hecho algo malo y fuese regañado por su madre.

—¿Que tengo que perdonar, señor Anderson? ¿Que haya estado conmigo en aquel lugar? ¿Que me haya protegido todo el tiempo? ¿Que haya sido gentil y amable cuando todos me dañaron? —. Preguntas salían de la boca de la pelirosa, poniéndose de rodillas junto a él agregó, —No tengo nada que perdonarle.

Las manos de Anderson temblaba por lo que estaba a punto de decir y sin más, sin darle más vueltas al asunto dijo enseguida.

—Tienes los mismos labios que tú madre, hija.

—¿Qué? —. Lucía cambio su cara en varias transformaciones pasando de sorpresa a una seriedad que pensaría que estuviera a punto de hacer alguna tontería.

—Lucia, yo soy tú padre, jamás pude dejarte sola siendo que eras parte de mi y de la mujer que más ame.

—¡Mentira! ¡Mentiroso!—. Gritó Lucía sin creerlo, se puso de pie con tal velocidad y con una ráfaga de viento sacó volando por los aires a Anderson que cayó golpeándose en la cabeza con la mesita de centro que había en la sala.

Anderson se llevó las manos en donde sentía el dolor y sobándose, se sentó.

<<Lo ves siempre será de ese modo, todos mienten>> una vez más aquella voz aparecía después de mucho tiempo.

Melisa había tomado su lugar y se acercaba lentamente al hombre con una macabra sonrisa.

Melisa, alzó por los aires a Anderson sin siquiera tocarlo.

—Tú serás el siguiente en morir, pero no será rápido, sufriras —. Amenazó con ira y por primera vez sentía el dolor de Lucí como propio.

Lágrimas salieron de los ojos de Melisa y entonces Anderson sintió una fuerza que le oprimía su garganta dejándolo sin aire.

Melisa cayó al suelo, volteó y vio a Mía tratando de ayudar al hombre.

-----------------------------

—Elda deja de mover los pies de esa forma que me pones de nervios —. Pidió la mujer que jalaba su silla, puso su pelo negro aún lado y continuó, —¿Cuando llegaremos?

Elda sonrió con alegría y dijo emocionada:

—¡Hemos llegado por fin! <<Espero que estes lista para enfrentarte a mi Mia pero sobre todo tú Lucí>>

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top