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- ¿ Qué están haciendo aquí ? - dijo Maryse - ¿ Alec ? ¿ Isabelle? Ha habido una llamada de auxilio procedente de la Ciudad Silenciosa...
- Nosotros respondimos a ella - contestó Alec - No estabas es el Instituto y no podíamos ponernos en contacto con nadie, así que vinimos nosotros.
- Alec...
- No importa, de todos modos - concluyó el pelinegro - Están muertos. Los Hermanos Silenciosos. Los han asesinado.
- ¿ Muertos ? - replicó Maryse - ¿ Qué quieres decir con que están muertos ?
- Creo que está muy claro lo que quiere decir - dijo la Inquisidora colocándose junto a Maryse - ¿ Están todos muertos ? - le preguntó a Alec - ¿ No han hallado a nadie con vida en la Ciudad ?
- No que nosotros viéramos, Inquisidora - respondió.
- Aún podría haber supervivientes - le dijo la mujer a Maryse - Yo enviaría a tu gente al interior de la Ciudad para que hicieran una comprobación a fondo.
- Muy bien - aceptó Maryse a regañadientes.
Se volvió hacia el resto de cazadores de sombras y se puso a hablar con Malik en voz baja. El hombre asintió y agarró a la Inquisidora por el brazo para luego conducir a los cazadores de sombras hacia la entrada de la Ciudad de Hueso. Poco a poco comenzaron a descender las escaleras.
- ¿ Por qué querría alguien asesinar a los Hermanos Silenciosos ? - dijo Maryse rompiendo el silencio - No son guerreros, no llevan marcas de combate.
- No seas ingenua, Maryse - le dijo la Inquisidora - Esto no ha sido un ataque al azar. Puede que los Hermanos Silenciosos no sean guerreros, pero son ante todo guardianes, y muy buenos en su trabajo. Alguien quería algo de la Ciudad de Hueso y estaba dispuesto a matarlos para obtenerlo. Esto ha sido premeditado.
- ¿ Qué hace que estés tan segura ?
- ¿ Esa pérdida de tiempo que nos ha llevado a todos a Central Park ? ¿ La niña hada muerta ?
- Yo no llamaría a eso pérdida de tiempo. A la niña hada le habían sacado toda la sangre, como a los otros. Éstos asesinatos podrían ocasionar serios problemas entre los Hijos de la noche y otros subterráneos.
- Distracciones - replicó la Inquisidora - Quería que estuviéramos fuera del Instituto para que nadie respondiera a los Hermanos cuando llamaron pidiendo ayuda. Ingenioso. Pero claro, él siempre fue ingenioso .
- ¿ Él ? - habló Jane pálida - Se refiere a ...
- Valentine - concluyó Jace - Valentine ha cogido la espada Mortal. Por eso ha matado a los Hermanos Silenciosos.
- ¿ Valentine ? - dijo Alec - Pero tú no nos habías dicho que estaba aquí.
- Nadie me lo ha preguntado.
- Pero él no puede haber matado a los Hermanos. Los han hecho pedazos. Ninguna persona podría haber hecho todo eso.
- Probablemente tuvo ayuda demoníaca - repuso la Inquisidora - Ya ha usado antes demonios para que le ayuden. Con la protección de de la Copa, podría invocar a algunas criaturas muy peligrosas.
- No sé nada sobre eso - dijo Jace - Pero ha sido Valentine. Lo he visto. De hecho, llevaba la Espada cuando bajó a las celdas y se burló de mi a través de los barrotes.
- ¿ Así que dices que Valentine te ha contado todo esto ? - inquirió la mujer de cabellos canosos - ¿ Te ha contado que mató a los Hermanos Silenciosos porque quería la Espada del Ángel ?
- ¿ Qué más te ha contado ? - preguntó Maryse - ¿ Te dijo a dónde iba ? ¿ Qué planea hacer con los dos Instrumentos Mortales ?
- No lo sé.
- No te creo - dijo la Inquisidora.
- No esperaba que lo hiciera.
- Dudo que la Clave te crea.
- Jace no es un mentiroso... - empezó a decir Alec.
- Usa tu cerebro, Alexander - replicó la Inquisidora - Deja a un lado tu lealtad hacia tu amigo por un momento ¿ Qué probabilidades existen de que Valentine pasara por la celda de su hijo para una charla paternal sobre la Espada-Alma y no mencionara lo que planeaba hacer con ella ? ¿ Y no le parece curioso a nadie que que la Espada haya desaparecido la noche antes de que Jonathan Morgenstern tenga que someterse a juicio por su hoja, y que haya sido su padre quien la ha cogido ?
- Mi padre no ha cogido la Espada por mí - dijo Jace escandalizado - La ha cogido para él. Dudo que supiese lo del juicio.
- Que terrible conveniente para ti, no obstante. Y para él. No tendrá que preocuparse de que cuentes sus secretos.
- Claro, le aterra que le cuente a todo el mundo que en realidad siempre ha querido ser una bailarina de ballet - replicó Jace - No conozco ninguno de sus secretos. Jamás me contó nada.
- Si tu padre no ha cogido la Espada para protegerte, entonces, ¿ por qué ?
- Es un Instrumento Mortal - dijo Jane - Es poderosa. Como la Copa. A Valentine le gusta el poder.
- La Copa tiene una utilidad inmediata - replicó la Inquisidora - Puede usarla para crear un ejército. La espada se utiliza en juicios. No veo cómo podría interesarle.
- Podría haberlo hecho para desestabilizar la Clave - sugirió Maryse - Para socavar nuestra moral.
Jace se sentó en la hierba de golpe, como si sus piernas hubiesen cedido. Alec se arrodilló junto a él.
- Déjame tranquilo - pidió Jace - Estoy perfectamente.
- No lo estás - replicó Alec.
Clary se unió al pelinegro, mientras que Jace la contemplaba con recelo. La marca iratze que había dibujado Alec en la muñeca de Jace había desaparecido, ni siquiera quedaba una cicatriz.
- Algo le pasa - dijo Clary - Algo malo.
- Probablemente necesita una runa curativa - dijo la Inquisidora restándole importancia.
- Ya hemos probado eso - explicó Alec - No está funcionando. Creo que hay algo de origen demoníaco actuando aquí.
- ¿ Como veneno de demonio ? - dijo Maryse preocupada.
- Está fingiendo - afirmó la Inquisidora - Debería estar en las celdas de la Ciudad Silenciosa en estos momentos.
- Pero ¿ qué está diciendo ? - gritó Jane enojada ante las palabras de la mujer - ¡ Míralo ! Ni siquiera puede mantenerse en pie. Necesita médicos.
- Los Hermanos Silenciosos están muertos - dijo la Inquisidora - ¿ Estás sugiriendo un hospital mundano ?
- Podría verlo Magnus - dijo Isabelle.
- ¿ Magnus ? - dijo la mujer sin entender.
- Es un brujo - respondió Alec - En realidad el Gran Brujo de Brooklyn.
- Te refieres a Magnus Bane - dijo Maryse.
- Es ridículo - replicó la Inquisidora - Lo que quieren es ayudar a Jonathan a escapar.
- No se encuentra lo bastante bien como para escapar - intervino Isabelle.
- Magnus jamás permitiría que eso sucediera - afirmó Alec - No está interesado en llevarle la contraria a la Clave.
- ¿ Y que haría para impedirlo ? - dijo la mujer.
- Quizás debería preguntárselo - sugirió Isabelle.
- ¿ Dónde está?
- Está aquí - contestó la pelinegra extendiendo el teléfono que tenía en la mano.
En ese momento, Magnus cruzó majestuosamente la verja y Jane sintió tanto alivio como desagrado.
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