25

La furgoneta de Luke se detuvo en la playa, quedando frente a Jace y Clary.

  Luke sacó la cabeza por la ventanilla.

  —De acuerdo —dijo Magnus—. Vamos allá. Subid.

  —¿Vamos a ir en coche hasta el bote? —preguntó Clary, perpleja—. Pensaba que…

  —¿Qué bote?

  Magnus lanzó una risita. Indicó detrás de él con un dedo.

  —Vosotros tres, subid detrás.

Jace subió a la parte trasera de la furgoneta y se inclinó para ayudar a Clary y Jane a subir tras él. Mientras se acomodaba contra la rueda de recambio, la rubia vio que había un pentagrama negro dentro de un círculo pintado en el suelo de metal de la furgoneta. Los brazos del pentagrama estaban decorados con símbolos que describían alocadas florituras. Luke sacó la cabeza por la ventanilla y miró atrás hacia ellos.

  —Ya sabéis que no me gusta esto —aclaró, con el viento amortiguándole la voz—. Clary, Jane ustedes se quedarán en la furgoneta con Magnus. Jace y yo subiremos al barco, ¿entendido?

  Clary asintió y Jane se acurrucó en un rincón de la plataforma de la furgoneta. Jace se sentó junto a  su hermana, apuntalando los pies.

La furgoneta arrancó, con los neumáticos rugiendo sobre la grava .

  El vehículo avanzó entre sacudidas hasta las aguas poco profundas del borde del río. La furgoneta se metió en el agua… ¿Es que Luke planeaba ahogarles a todos? Jane miró hacia adelante y vio que la cabina del conductor estaba llena de mareantes columnas azules de luz que serpenteaban y se retorcían. El vehículo pareció traquetear sobre algo voluminoso, como si hubiese pasado sobre un tronco. Acto seguido avanzaba suavemente, casi deslizándose.

  Jane se puso de rodillas y miró por el lateral de la furgoneta, ya segura de lo que vería.

  Avanzaban sobre las aguas oscuras, con los neumáticos del coche apenas rozando la superficie del río y formando diminutas ondas salpicadas esporádicamente de chispas azules creadas por Magnus.

—Realmente esto va a impresionar a Valentine — rió Jane.

  —No lo sé —repuso Clary —. Otros equipos de rescate tienen boomerangs murciélago y poderes que les permiten trepar por las paredes; nosotros tenemos la camioneta acuática.

—Si no te gusta, nefilim —oyó decir a Magnus, tenuemente, desde la cabina—, puedes probar a andar sobre las aguas.

La temperatura había bajado considerablemente y el cielo dejaba de mostrarse tan claro como antes. Clary se arrebujó mejor en la chaqueta y tiritó.

  —¿Tienes frío?

Jace había estado de pie en el extremo de la furgoneta, contemplando la estela que el vehículo dejaba tras de . Ahora se acercó y se dejó resbalar junto a Clary, con la espalda contra la ventanilla que daba a la cabina.

  —¿Tú no?

  —No.

  Negó con la cabeza, se quitó la cazadora y se la pasó. Clary se la puso. Era demasiado grande pero la calentaba un poco.

Jane sintió un poco de envidia. Siempre había querido tener un hermano que se preocupara por ella. Decidió que lo mejor sería despejar su mente y concentrarse en otra cosa para darle un poco más de intimidad a la conversación de sus acompañantes.

De repente se encontró a sí misma echando de menos a Alec. Deseaba con todas sus fuerzas que el pelinegro pudiese acompañarla en todo momento. 
 
  De repente Jace se incorporó apresuradamente. Clary se levantó con torpeza, con la pesada cazadora  haciéndole perder el equilibrio. Alarmada, Jane también se puso de pie con el corazón latiendo con fuerza. Chispas azules salían volando de la ventanilla de la cabina, y a su luz pudo ver que el costado del barco era de chapa de metal negro, que había una fina escala descendiendo por un lado y que una barandilla de hierro recorría la parte superior. Sobre la barandilla estaban posadas lo que parecían enormes aves de extraño aspecto.

 
  —Saquen sus armas, porque ya vienen — gritó Jace.

  —¿Quién viene? — preguntó Jane.

  —Los demonios.

  Señaló hacia arriba. Al principio, Jane no vio nada. Entonces reparó en las enormes aves extrañas que había visto antes. Éstas se tiraban desde la barandilla una a una, cayendo como piedras por el costado del barco… para a continuación enderezarse y marchar directas hacia donde la furgoneta flotaba sobre las olas. A medida que se acercaban, Jane vio que no eran aves en absoluto, sino horrendas criaturas voladoras parecidas a pterodáctilos, con amplias alas correosas y huesudas cabezas triangulares. Tenían la boca repleta de serrados dientes de tiburón, una hilera tras otra de ellos, y sus zarpas centelleaban igual que rectas cuchillas.

  Jace trepó como pudo al techo de la cabina, con su cuchillo llameando en la mano. Cuando la primera de las criaturas voladoras llegaba a ellos, Jace lanzó el cuchillo. Éste alcanzó al demonio y le rebanó la parte superior del cráneo. Con un agudo y asustado chirrido, la criatura cayó hacia el lado, moviendo las alas.

  El segundo demonio golpeó el capó de la furgoneta y las zarpas dejaron largos surcos sobre el metal. Se estrelló contra el parabrisas dejando el cristal convertido en una telaraña de vidrio agrietado. Clary gritó a Luke, pero otro de los seres caía en picado sobre ella descendiendo desde el cielo plomizo como una flecha. La muchacha tiró hacia arriba de la manga de la cazadora de Jace y extendió el brazo para mostrar la runa defensiva. El demonio chirrió como había hecho el otro, moviendo las alas para retroceder… pero ya se había acercado demasiado y estaba al alcance de Clary. Uniendo todas sus fuerzas, Jane agarró el cuchillo serafín que le había dado Jace minutos antes y lo enterró en el pecho de aquel demonio. El ser estalló en mil pedazos dejando una voluta de humo negro tras él.

  —Bien hecho —exclamó Jace.

  Éste había bajado de un salto de la cabina de la furgoneta para despachar a otra de las chirriantes criaturas voladoras. Había desenvainado también una daga y la empuñadura ya estaba cubierta de sangre negra.

  —¿Qué son estas cosas? —jadeó Clary, blandiendo su arma en un amplio arco que abrió un tajo en el pecho de uno de los demonios voladores.

  El ser graznó e intentó golpearla con una ala.  La criatura enganchó la manga de la cazadora de Jace y la desgarró.

  —Mi cazadora —protestó Jace enfurecido, y la apuñaló cuando ésta se alzaba, perforándole la espalda y haciendo que el ser desapareciera con un chirrido—. Adoraba esa cazadora.

  Jane se tapo los oídos ante el desgarrador chirrido del metal. Dos de los demonios voladores habían agarrado entre las zarpas el techo de la cabina y lo estaban arrancando.  Luke estaba sobre el capó, acuchillando a las criaturas con su kindjal. Una cayó por el costado del vehículo y desapareció antes de tocar el agua. La otra alzó veloz el vuelo con el techo de la furgoneta firmemente sujeto entre las garras, lanzando agudos chillidos de triunfo, y fue de vuelta al barco.

   Jane corrió al frente y miró en el interior de la cabina. Magnus se hallaba desplomado en su asiento, con el rostro ceniciento.
 
—¡Magnus! —gritó—. ¿Estás herido?

  —No. —El brujo se esforzó por incorporarse, pero volvió a dejarse caer en el asiento—. Sólo estoy… exhausto. Los hechizos de protección del barco son fuertes. Contrarrestarlos, desactivarlos, es… difícil. —La voz se debilitó—. Pero si no lo hago, cualquiera que pise ese barco que no sea Valentine, morirá.

  —Tal vez deberías venir con nosotros —suspiró Luke.

  —No puedo trabajar en las salvaguardas si estoy en el barco. Tengo que hacerlo desde aquí. Así es como funciona. —La sonrisa de Magnus fue dolorosa—. Además, no sirvo en una pelea. Mis talentos se hallan en otras partes.

  —Pero y si necesitamos… —empezó a decir Clary.
 
—¡Clary! —chilló Luke, pero era demasiado tarde.

  Ninguno de ellos había visto a la criatura alada aferrada, totalmente inmóvil, al costado de la furgoneta. De repente ésta se alzó hacia arriba, moviendo las alas en un vuelo lateral, y hundió con fuerza las garras en la parte posterior de la cazadora de Clary, toda ella una masa borrosa de alas oscuras y dientes apestosos e irregulares. Con un aullante chirrido de triunfo, el ser alzó el vuelo, con Clary colgando impotente en sus garras.

  —¡Clary! —volvió a chillar Luke, y corrió a toda velocidad hasta el borde del capó de la furgoneta. Se detuvo allí, mirando con desesperación hacia la menguante figura alada con su colgante carga flácida.

  —No la matará —dijo Jace, reuniéndose con él en el capó—. Le está llevando la pieza a Valentine.

   —Pero…

  No acabó la frase. Jace ya se había zambullido en el agua, saltando desde la furgoneta de un único y grácil movimiento.  Empezó a nadar hacia el barco con poderosas patadas que creaban remolinos de espuma en el agua.

Luke se volvió hacia Magnus, cuyo pálido rostro era apenas visible a través del parabrisas agrietado. Alzó una mano y le pareció ver que Magnus asentía en respuesta.

  Enfundando el kindjal, se zambulló en el río en pos de Jace. Jane no lo pudo evitar, y sin pensarlo dos veces, se dejó caer.

N/A: Hola gente hermosa que lee esta historia. Les quería agradecer por soportar tanta demora a la hora de las actualizaciones. Soy un poco desastre y pues...hago cosas como estas. Pero mil gracias por seguir leyendo. Les quería pedir que por favor si les gustan mis historias sigan mi perfil, eso me ayudaría muchísimo. Besos, los adoro.

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