12
Cuando volvieron al Instituto, Jace decidió acompañarlas, pero antes de que Jane se diese cuenta, ya Simon no andaba ni remotamente cerca de ellos. Suponía que aquel beso entre Jace y Clary, había hecho estragos en el corazón del chico, tal cual había ocurrido en su corazón cuando lo vio besar a Clary.
El agotamiento que sentía era casi inhumano. Cuando llegaron al Instituto, Jane no sentía las manos ni los pies, estaba completamente helada. Se despidió del resto para luego darse una ducha caliente y acostarse un rato. Intentó dormir, pero no podía. Tenía la mente inquieta, llena de preguntas. Si amaba a Alec ¿ por qué se sentía de aquella forma hacia Simon ? Tal vez no lo había olvidado del todo como había pensado. Pero es que Alec tampoco le ponía las cosas fáciles. Jane podía ver como se comportaba Simon al estar enamorado, tan atento y cariñoso que resultaba tierno. Pero Alec no era así. Alec tomaba sus sentimientos y los guardaba bajo cien llaves, nunca mostraba lo que sentía y prefería mantener su noviazgo como un secreto. Ella quería tener aquello que Simon era capaz de dar, e incluso cuando sus sentimientos por Alec no hacían más que crecer, sabía que no tenían ningún futuro si continuaban construyendo su relación a base de mentiras.
Dio las gracias porque Alec aún se encontrara en casa de Magnus. No estaba lista para verlo.
Cuando ya casi se había quedado dormida, el fuerte sonido del timbre del Instituto la interrumpió. Se puso de pie, encontrándose con Jace y Clary a mitad de camino.
- ¡ Son las tres de la mañana ! - gruñó Isabelle saliendo de su habitación - ¿ Quién está llamando al timbre a las tres de la mañana ?
- Tal vez sea la Inquisidora - dijo Clary.
- Ella podría entrar por su cuenta - repuso Jace - Cualquier cazador de sombras podría. El Instituto está cerrado solamente a mundanos y a subterráneos.
- ¡ Simon ! - exclamó la pelirroja - ¡ Tiene que ser él !
- ¿ Realmente nos está despertando a esta hora sólo para probar su amor por ti o algo así ? - dijo Isabelle haciendo que Jane se sintiera mal - ¿ No podría haber usado el teléfono ? Los hombres mundanos son bastante imbéciles.
Cuando llegaron al vestíbulo, Isabelle cruzó la estancia y movió la clavija de un interruptor situado en la pared opuesta. Desde algún lugar en el interior de la catedral llegó un lejano golpetazo.
- El ascensor viene de camino - anunció Isabelle.
- Esperaba que tuviera la dignidad y presencia de ánimo para limitarse a emborracharse y perder el conocimiento en alguna alcantarilla - dijo Jace - Debo decir que me siento decepcionado por el jovencito.
Cuando por fin llegó el ascensor, todos se apiñaron para ver. Las puertas se abrieron a una caja vacía. Sin pensarlo dos veces, Jane penetró en el interior del ascensor.
- ¿ Qué haces ? - preguntó Isabelle confundida.
- Simon está allá abajo - respondió - No sé que quiere ni a qué a venido pero está allá abajo, lo sé, lo presiento.
- Iré contigo - dijo Clary.
- Yo igual - anunció Jace - Vamos, Izzy.
Las puertas del ascensor se abrieron a la nave de la catedral. Cuando lograron salir, el aire nocturno los golpeó, más frío de lo que ninguno de ellos esperaba. Cuando los ojos de Jane dieron con la figura de Raphael, no logró entender que hacía allí, hasta que se dio cuenta que el chico sostenía un cuerpo entre los brazos. Tardó un momento en reconocer la americana de pana con la manga rasgada, la camisa azul manchada de sangre.
El grito que salió de su boca fue tan desgarrador que Isabelle tuvo que sujetarla para evitar que se fuera de bruces contra el suelo.
- No mires - le susurró Isabelle intentado mantener la calma.
- ¿ Qué le has hecho a Simon? - la voz de Jane sonó tan fuerte como tan rota, en una desesperada búsqueda de respuestas.
- Aún no ha muerto - dijo Raphael.
El chico depositó a Simon en el suelo. Como pudo, Jane se soltó del agarre de Isabelle y corrió junto a su mejor amigo. Clary temblaba en brazos de Jace, incapaz de moverse, o tan siquiera mirar la escena. Jane le lanzó una mirada que hizo que la pelirroja volviera en sí, y en pocos segundos se encontraba arrodillada junto a ella.
- Simon - musitó Clary - Simon, soy yo.
- No puede oírte - dijo Raphael - Se está muriendo.
- Pero has dicho...
- He dicho que no está muerto aún - respondió él - Pero en unos pocos minutos, diez quizás, su corazón empezará a ir más despacio y se detendrá. Ya ha alcanzado un punto en el que ni ve ni oye nada.
- Tenemos que llevarle a un hospital, o llamar a Magnus - dijo Jane entre sollozos .
- No pueden hacer nada por él - dijo Raphael - No lo entienden.
- No - intervino Jace - No te entendemos. Y tal vez deberías explicarte, porque de lo contrario voy a pensar que eres un delincuente y te voy a arrancar el corazón.
- Juraste no hacerme daño, cazador de sombras ¿ No lo recuerdas ?
- Yo no lo hice - replicó Isabelle.
- Recordé esa noche en que entraron en el Dumort buscando a su amigo. Es por eso que lo traje aquí - dijo Raphael - cuando lo encontré en el hotel, en lugar de dejar que los otros se bebieran toda su sangre hasta matarlo. Verás, se metió dentro, sin permiso, y por lo tanto era una presa legítima para nosotros. Pero lo mantuve con vida porque sabía que era de los suyos. No deseo una guerra con los nefilim.
- ¿ Entró por la fuerza ? - inquirió Clary - Simon jamás habría hecho algo tan estúpido .
- Pero lo hizo - afirmó Raphael - porque temía estar convirtiéndose en uno de nosotros, y quería saber si el proceso se podía invertir. Cuando estaba convertido en rata me mordió.
- Fue una gran iniciativa por su parte - repuso Jace - Lo aprobé.
- En cualquier caso, entró un poco de mi sangre en su boca cuando lo hizo - continuó Raphael - Ya sabes que es el modo en que nos pasamos nuestros poderes unos a otros. A través de la sangre.
- Pensaba que se estaba convirtiendo en uno de ustedes - repitió Jane - Fue al hotel para averiguar si era verdad .
- La lástima es que los efectos de mi sangre probablemente se habrían desvanecido con el tiempo si él no hubiese hecho nada. Pero ahora...
- ¿ Ahora qué ? - preguntó Isabelle - ¿ Morirá ?
- Y volverá a alzarse. Ahora será un vampiro.
- Mientes - dijo Jace.
- Aguarda y lo verás - respondió - Morirá y volverá a alzarse como uno de los hijos de la noche. Eso es también por lo que he venido. Simon es uno de los míos ahora.
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