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Gruesos zarcillos de musgo y plantas rodeaban el borde del Estanque de la Tortuga. Sobre un cenador de madera erigido sobre el agua se encontraba sentada Isabelle mirando fijamente hacia el otro lado del lago.

- Izzy - la llamó Jace mientras se acercaba a ella.

- ¡ Jace ! - exclamó y corrió hacia él para abrazarlo.

Cuando por fin se separaron, Isabelle se puso en marcha, con Jace unos pasos por detrás de ella. Alec no estaba allí con ellos, pero en cambio Simon le estaba haciendo compañía a Jane. Algo era algo.

- No puedo creer que lo hicieran - exclamó Isabelle - ¿ Cómo han conseguido que Magnus dejara salir a Jace?

- Lo cambiamos por Alec - dijo Jane con amargura.

- ¿ No permanentemente ? - dijo alarmada la pelinegra.

- No, - repuso Jace - sólo durante unas pocas horas. A menos que yo no regrese. En cuyo caso, quizá sí que tenga que quedarse a Alec.

- Mamá y papá no estarán nada contentos si lo descubren.

- ¿ Que liberaste a un posible criminal intercambiándolo por tu hermano a un brujo que parece una especie de Sonic el erizo en versión gay y viste como el Roba niños de chitty chitty Bang Bang? - preguntó Simon - No, probablemente no.

- ¿ Existe alguna razón concreta para que estés aquí ? - le dijo Jace - No estoy seguro de que debamos llevarte a la corte seelie. Odian a los mundanos.

- Otra vez no - dijo Simon poniendo los ojos en blanco.

- ¿ Qué otra vez no ? - preguntó Clary.

- Cada vez que le molesto se refugia en su casita del árbol con el rótulo de no se admiten mundanos - señaló a Jace con un dedo - Deja que te recuerde que la última vez que quisiste dejarme atrás, les salvé la vida a todos.

- Las cortes de las hadas son peligrosas - interrumpió Isabelle - Ni siquiera tu habilidad con el arco te ayudará . No es esa clase de peligro.

- Puedo cuidar de mí mismo - replicó Simon.

- No tienes que venir - dijo Clary.

- Sí, - repuso - quiero ir.

- Entonces supongo que estamos listo - indicó Jace - No esperes ninguna consideración especial, mundano.

- Vamos - instó Isabelle - La puerta está a punto de abrirse.

- ¿ A dónde vamos ? - preguntó Jane - ¿ Dónde se encuentra la puerta ?

- Siganme - dijo la pelinegra con una sonrisa cómplice.

La chica descendió hasta el borde del agua, y el resto hizo lo mismo.

- Por amor del Ángel, - dijo Isabelle de repente - no coman ni beban nada mientras estemos bajo tierra, ninguno de ustedes ¿ De acuerdo ?

- ¿ Bajo tierra ? - inquirió Jane preocupada - Nadie dijo nada de estar bajo tierra.

Isabelle penetró en el estanque.

- Vamos. Solo tenemos hasta que la luna se mueva.

Entraron en el estanque. El agua era poco profunda y transparente. Estaba completamente helada. Cuando Isabelle llegó al centro del estanque, se detuvo, y el resto también lo hizo.

- Jace, ve tú primero - indicó Isabelle - Vamos.

Jace caminó hacia el centro y se puso de espaldas, entonces entró en el reflejo de la luna, y desapareció.

- Vaya - exclamó Jane - Eso ha sido increíble.

Cuando todos a excepción de Isabelle habían entrado, Jane se acercó al reflejo de la luna y cayó hacia la oscuridad como si la luna la hubiese engullido.

Cayó sobre tierra, y perdió el equilibrio. Una mano la sujetó, y al alzar la vista pudo ver a Simon mirarla con preocupación.

- ¿ Estás bien ? - le dijo .

- Sí - respondió - Solo tengo frío.

Isabelle cayó. No estaba enfurruñada y tiritante como el resto. Tenía una amplia sonrisa y se veía alegre, como si no se estuviese congelando por completo.

- Aguardemos aquí - dijo - Ellos vendrán a buscarnos.

- ¿ Cómo saben que estamos aquí ? - preguntó Clary - ¿ Hay un timbre que tenemos que pulsar o algo ?

- La corte seelie sabe todo lo que sucede en estas tierras - respondió - Nuestra presencia no pasará desapercibida.

Luego de unos minutos, una cortina de enredaderas se hizo a un lado y hada varón paso al otro lado.

- ¡ Meliorn ! - exclamó Isabelle y se lanzó a sus brazos.

Él la apartó de su cuerpo un poco cortante y la miró con seriedad.

- Éste no es momento para el afecto - dijo - La reina de ma corte seelie ha solicitado una audiencia con los cuatro nefilim que hay entre ustedes ¿ Quieren venir ?

Jane pasó una mano sobre el hombro Simon.

- ¿ Qué hay de nuestro amigo ?

- No se permite la presencia de mundanos en nuestra corte.

- Ojalá alguien hubiese mencionado eso antes - refunfuñó Simon - ¿ Debo suponer entonces que tengo que aguardar aquí fuera hasta que las enredaderas empiecen a crecer sobre mí ?

- Simon no es un mundano corriente - dijo Jace sorprendiendo a todos - Se puede confiar en él. Ha librado muchas batallas con nosotros.

- No entraremos a la corte seelie sin Simon - afirmó Clary - Tu reina pidió esta audiencia con nosotros. No fue idea nuestra venir aquí.

- Como deseen - repuso Meliorn - Que no se diga que la corte seelie no respeta los deseos de sus invitados.

El hada giró sobre sus talones y empezó a guiarlos por el pasillo con Isabelle a su lado. Luego de caminar un rato el corredor fue a dar a una amplia sala con suelo de tierra y paredes recubiertas de piedra. La habitación estaba llena de luz, y de gente, mucha gente. Las hadas eran seres muy bellos, demasiado bellos. Pasaron esa sala con demasiada rapidez y finalmente llegaron a su destino.

- Éstos son los aposentos de la reina - informó Meliorn - Ha venido desde su corte en el norte para ocuparse de la muerte de la pequeña. Si tiene que haber guerra, quiere ser ella quien la declare.

Jace fue el primero en entrar, seguido por Clary, y luego por el resto. La habitación era sencilla, con las paredes adornadas con telas claras. Una mujer bellísima estaba recostada en un sofá bajo, rodeada por lo que debían de ser sus cortesanos.

- Mi reina - dijo Meliorn haciendo una reverencia - Le he traído a los nefilim.

La reina se puso de pie. Mantuvo la mirada afilada y fría.

- Cuatro de estos son nefilim - dijo ella - El otro es un mundano.

- Nuestras disculpas, mi señora - se adelantó a decir Jace - El mundano es nuestra responsabilidad . Le debemos protección. Por lo tanto lo mantenemos con nosotros.

- ¿ Una deuda de sangre ? - dijo interesada - ¿ Con un mundano ?

- Me salvó la vida - respondió Jace.

- Eres tan encantador como tu padre, Jonathan Morgenstern - repuso la reina - Vengan, sientense junto a mi. Comed algo. Beban. Descansen. La conversación es mejor con los labios húmedos.

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