Capítulo 4

El origen de su rivalidad.

Después de la visita de su hermana Minerva que la encaró tras quitarle a su marido, Ludovica ya no puede callarlo más y nos juntó a todos para revelar un secreto que le resulta doloroso de decir.

- ...Yo... tengo un tumor maligno en mi cabeza y me dieron 5 meses de vida... Ayer me diagnosticaron con este mal y si no me operan a tiempo, puedo morir.

- ¿Qué? ¿Estás mal, mamá? (Asiente)

- Con razón, el dolor de cabeza que se te vino de la nada... ¿A qué se debió eso?

- Quizás sufro de migraña o que no me cuidé como yo debía. Por eso, les pido que no me hagan enojar porque ese tumor crece y crece, si explota..., (Tomó la mano de Raquel y la mía) puedo morir. Hagan ese pequeño favor si es que tanto me quieren.

- ¿Qué pasará con mi fiesta de Primera Comunión? ¿Lo vas a cancelar?

- Lo he pensado mil veces ni bien supe de que tendría esta enfermedad, pero nada impedirá que yo te haga la fiesta que tanto querías. Y esa será mi promesa...

- Ay mami... (La abraza) Te amo...

- Yo también, los amo a todos. Gracias por comprender este delicado asunto.

Envuelta en un cálido y fraterno abrazo, Ludovica siente que nosotros la apoyamos en este duro momento, pero aún así no le quita de la memoria todo lo que vivió con la presencia de Minerva en su casa. Sin embargo, al volver a su habitación, empezó a sentir el temor de morirse ante la amenaza de su hermana de arruinar mi fiesta de Primera Comunión y recordó el momento cuando le reveló los verdaderos motivos por los cuales le quitó a su esposo Javier.

Flashback:

- ¿Cómo es posible que lo abandonaras sabiendo que yo podía recuperar lo que perdí por tu culpa? (Llorando) ¡Eres una mala hermana! Por gusto me quitaste el amor de mi vida... ¡Lo usaste para tu conveniencia!

- Si, lo usé y no me arrepiento de ello. ¿Sabes por qué te lo quité? Porque te tenía envidia... Sabía lo feliz eras con él y que también mi madre te prefería por encima de mí, por eso, años después que ella muriera, te casaste y tuviste a tus hijos, ahí te quité a Javier...

Fin de Flashback.

- (pensando) ¿Cómo es posible? ¿Por qué me lo quitó sabiendo que ella no se conformaría con tener miles de amantes en su camino? (Llorando) ¿Por qué Javier no volvió más y abandonó a mis hijos pensando que todos viviríamos como la familia feliz que queríamos ser?

Flashback:

- ...Vendré a la Primera Comunión de Catalina aunque no me lleguen las invitaciones y haré hasta lo imposible por arruinarla. De mi cuenta corre eso...

Fin de Flashback.

- (abre la puerta) ¿Puedo pasar, señora?

- Sí, adelante, Ileana... (Ella entra)

- Afuera está esperando un señor de nombre Evaristo Domínguez... Dice que es un recado urgente para usted.

- ¿Sí? Ok... Enseguida bajo.

Ludovica tomo su bata color rosa pastel y salió de la casa para verse con Evaristo que tiene el dinero prometido para entregarlo y gastarlo en mi fiesta de Primera Comunión, así como quedaron.

- Hola, ¿Evaristo, verdad?

- Sí... Ludovica, aquí están los $800 que te prometí pagarles para que hagas la fiesta de Primera Comunión a tu hija.

- Muchas gracias... (Recibe el dinero)

- Volveré a mi casa porque Minerva está con un humor insoportable...

- Sí, y lo entiendo porque ayer ella vino a mi casa y amenazó con arruinar la Primera Comunión de mi hija.

- Sí, ella me lo dijo. Bueno, iré de vuelta a casa antes que explote. Adiós...

- Está bien. (Se retira) Adiós...

- (pensando) Siento pena por Ludovica y su enfermedad, pero si ella se muere, no sabrá el sufrimiento enorme que van a padecer sus hijos cuando la tengamos en nuestra casa.

- ¿Qué pasó? (La ve con dinero)

- Nada... (Lo esconde) Puedes retirarte...

- (pensando) Dinero. Con que la señora tiene dinero. Tal vez le cuente de esto a la señora Minerva. Después se lo quitaré a Ludovica y luego le diré que Antonia se lo robó para que la bote de la casa, con todo y sus hijos. (Entra Tomasa)

- ¿Qué estás tramando, Ileana?

- Nada. No me hagas caso... (se va)

Ludovica entró a su habitación, guardó el dinero y se acostó en su cama pensando que su hermana no entraría a su cuarto y se lo robaría de la nada.

La historia de enemistad entre Minerva y Ludovica empezó desde que ambas eran muy pequeñas. La madre, una mujer llamada Felicitas, siempre prefirió a la menor por ser más educada, sensible y humilde a diferencia de la mayor que siempre envidiaba todo lo que la otra poseía. Con el tiempo, la rivalidad se intensificaba más dado que Ludovica se enamoró de Javier, un hombre sencillo, encantador, humilde y amoroso, pero Minerva lo veía con ojos de deseo y lujuria y hacía todo lo posible por conquistarlo aunque sin éxito.

Hasta que un día, Minerva escuchó a escondidas la charla de Ludovica anunciando a su madre que se casará con Javier aduciendo lo mucho que lo ama. Llena de cólera, fue encararla personalmente en su habitación...

Flashback:

- ¿Quién? (Minerva abre la puerta)

- Soy yo... Quiero hablar contigo.

- ¿De qué? Siéntate, te escucho.

- Escuché que Ludovica dijo que se casaría con Javier porque lo ama mucho y bla bla bla... ¿Te das cuenta de la tontería que está cometiendo mi necia hermana al matrimoniarse con él?

- No es ninguna tontería... Ludovica está en su derecho de casarse con el hombre de su vida, ellos se amaron desde que se conocieron y tú no puedes impedir que ambos sean felices.

- ¿Cómo sabes que yo seré la que evite que ese matrimonio se lleve a cabo? ¿Quién eres tú para decirme que debo o no debo hacer? ¿Mi madre?

- (la cachetea) Sí, y a mí no me vuelvas a faltar el respeto hablándome en ese tono amenazante... ¿Qué te está sucediendo, Minerva, por Dios?

- Nada. No me pasa nada, solo quiero que mi hermana no se case con Javier. (Se pone de pie) ¿Sabes por qué? Porque lo amo... Lo amo, lo deseo como no tienes idea, tengo ganas locas de llevarlo a la cama y hacerlo mío. Eso quiero, mamá.

- Pues te equivocas, Minerva... Habiendo tantos hombres en el camino para que te enamores, te fijas en alguien cuyo corazón ya tiene dueña. ¿Cómo es posible que le hagas eso a tu propia hermana antes de casarse? ¿En qué cabeza cabe que te obsesiones con un amor imposible?

- ¿Quieres que te diga la verdad? Pues... te la diré, a Ludovica la tuve envidia, siempre quería todo lo que ella poseía. Siempre te agarró mucho cariño y aprecio desde que era una niña, siempre estuvo a tu lado en las buenas y malas y a mí me rechazabas cuando tenía la oportunidad de buscar el amor que nunca lo encontré. Por eso, quiero obtener el amor de su futuro esposo y no descansaré hasta conseguir mi propósito, antes que lleve a cabo su boda.

- No... No, Minerva... (se retira) Estás loca. ¡Minerva! ¡Minerva, regresa! Pobre de ti... (Tose) Pobre de ti que le hagas eso a tu hermana... (Sale de su cuarto)

- ¿Por qué me persigues, mamá? ¿No quedamos bien en claro que le quitaré a mi hermana el amor de Javier?

- Está bien, haz lo que quieras, pero no creas que te saldrás con la tuya, Minerva. Ludovica y Javier se casarán más pronto de lo que crees... (Se regresa al cuarto)

- ¿Ah sí? Vamos a ver quién acabará teniendo la razón al final y después de eso, no volverán a ser felices.

Después de la discusión con Minerva, Felicitas no podía respirar bien, tenía infección pulmonar diagnosticada hace meses, pero aún así tomó fuerzas para consumir las pastillas que le recetó el doctor y restablecerse. A las semanas siguientes, Minerva aprovechó su ausencia para entrar a su habitación y agarrar una cajita de música donde escondió una pulsera de oro, la cogió y se la llevó al cuarto de su hermana guardando en uno de los cajones. Al salir del cuarto, vio a lo lejos subir a su madre... y con eso, poner en marcha su plan de conseguir el amor de Felicitas que nunca tuvo.

- (entró al cuarto) ¿Mi pulsera? ¿Dónde está mi pulsera? ¿Por qué se perdió? (salió y se encontró con Minerva) Por casualidad, ¿viste mi pulsera?

- Sí... (La acompaña al cuarto de Ludovica) Búscala primero; de paso, llamaré a Ludovica... (Sale del cuarto encontrándose con su hermana) Oh, que bueno que te encuentro... Mamá está preocupada porque no halla su pulsera favorita. ¿La ayudas a buscarla, por favor?

- Claro, voy para allá... (Minerva esboza su mirada maligna y Ludovica entra al cuarto donde espera a su madre) Mamá...

- Ludovica, ¿qué hace esta pulsera dentro de uno de tus cajones? ¿Te la robaste?

- ¿De qué estás hablando?

- Contéstame, Ludovica. ¿Te agarraste la pulsera, si o no? (Entra Minerva)

- Yo la ví entrar a tu cuarto... Cuando salió, lo hizo con tu pulsera en su poder. ¿Ves, mamá? Ludovica no es la hermana santa que aparenta ser y que todos la prefieren... Ella es una ladrona.

- Mamá, yo no entré a tu cuarto en ningún momento para coger tu pulsera. Minerva está mintiendo para hacerte creer que es una ladrona... Yo no soy así.

- Mamá, ¿a quien le creerás ahora? ¿A mí... (la señala) o a esa ladrona quien tengo como hermana? Vamos... Saca esa venda que tienes en los ojos y date cuenta de la realidad en dónde estamos.

- No puedo creer que, a estas alturas de mi vida, vea a mis dos hijas peleándose como si fueran adolescentes. Yo no sé... que va pasar cuando sean más adultas so siguen en ese plan... Pero... (Tosiendo) Mientras esto no se aclare, yo no creeré en nadie y hasta que no me digan quien me robó la pulsera, no me iré de aquí. ¿Entendieron?

- Está bien... (Tocándose el pecho) Yo... yo metí a mi hermana en problemas porque agarré tu pulsera para meterla en su cuarto para culparla de ladrona. Fue mi culpa... Lo lamento. (Felicitas la cachetea)

- ¡Qué inmadura e irresponsable eres! ¿Cómo le haces esta diablura a tu hermana? Y yo que por gusto me enojo con ella por tu culpa pensando que se había agarrado mi pulsera. ¿Saben qué? Váyanse de mi cuarto, las dos...

- Pero mamá, yo no sería capaz de entrar de la nada y robar tus cosas.

- Lo sé, pero quiero que las dos me dejen sola. No voy a repetirlo de nuevo...

Las dos se iban dejando a Felicitas en su cama lidiando con su amargura tras la aparición y el hallazgo de su pulsera, pero en la noche, cuando una de ellas volvió... se preparó para la estocada final.

- (Minerva entró) Mamá, vine a despedirme de ti... (la mira dormir) Que bueno que estás dormida. (Agarró una almohada) Porque sí podré matarte... (Se la pone en el rostro) ¡Al fin me desharé de ti! Esto en venganza por defender a Ludovica en lugar que a mí. (Lo presiona) ¡Muere! ¡Muere! (Suelta unas risas maleficas)

Minerva tapó el rostro de Felicitas con la almohada para dejarla sin aire sin siquiera poder impedir que la retire. Al ver que ya no reaccionaba, cubrió la cara completamente con el cobertor de la cama y cerró la puerta de la habitación para regresar al suyo. Al día siguiente, Ludovica se encontró con un panorama trágico al entrar al lugar de los hechos.

- ¿Mamá? ¿Mamá? (Caminando hacia su madre) ¿Todavía sigues dormida? ¿Mamá? ¿Mamá? (Quitando el cobertor de la cama) No... No... No... ¿Qué es esto? (Tocando el cuello) ¿Mamá? ¿Mamá? ¡Despierta! ¡Mamá! (Se desespera y llora) ¡Mamá! ¡Mamá! (Gritando, mientras sale del cuarto) ¡Minerva! ¡Minerva!

- ¿Qué pasa? ¿Por qué esos gritos?

- Mi mamá, Minerva, mi mamá no despierta hasta ahora... (La abraza) Traté de despertarla, pero... fue todo en vano. ¿Tú crees que esté muerta?

- (viéndola sin hacer nada) Ludovica, ya no hay nada que hacer... Mamá murió.

- No... No... No... ¿Cómo me puedes decir eso, hermana? No... No... No... ¡Mamá! ¡Mamá! Despierta, por favor, mamá...  (Abraza a su madre muerta) ¡Mamacita!

Ludovica no terminaba de creer porque su madre murió y en qué situación fue que dejo de existir. Tampoco supo que su hermana Minerva la mató en venganza por la preferencia que Felicitas le tiene, pero aún así se lo dijo a Javier que le dió un tiempo prudencial para que se recupere de esta fuerte perdida. Ella fue enterrada en un cementerio de Santa Cecilia cerca de su municipalidad, nadie fue a verla, excepto yo. Al año siguiente se casaron por civil en una ceremonia sencilla y sin contar con la presencia de Minerva que dejó la ciudad para recorrer otros países con la plata que se robó de nuestra madre y enamorándose a su antojo de cualquier hombre que se encontró en su camino.

A los siguientes años, Ludovica salió embarazada por primera vez y fruto de su matrimonio con Javier nací yo. Tirso nació al otro año y en nuestra casa, Tomasa e Ileana fueron contratadas como empleadas para que cuiden de nosotros. Sin embargo, después que mi mamá diera a luz a Raquel, Minerva regresó a Santa Cecilia buscando vengarse de mí por las humillaciones que sufrió cuando eramos jóvenes. Así fue que ella aprovechó mi ausencia para encontrar solo a Javier en casa y dar rienda suelta a su jugada maestra de conquistarlo.

- Hola Javier. Regresé...

- ¿Qué haces aquí, Minerva?

- He vuelto. Volví a Santa Cecilia con ganas de cobrarme la venganza contra la mujer que me arruinó la vida.

- ¿Vienes por... Ludovica?

- Así es... (Acercándose a Javier) Y tú me ayudarás a que mi deseo se cumpla... Yo te daré... (Enseñándole dinero) el dinero que necesites a cambio de abandonar a Ludovica y viajes conmigo a dónde quieras. Decídete antes que ella venga.

- No... (Le quita el dinero) ¿Qué clase de hermana eres? ¿Por qué te empeñas en deshacerte de mi esposa?

- Porque es tan grande mi odio hacia ella que prefiero que se muera de una vez por todas, pero para que su dolor sea más lento hasta el momento de su muerte, voy hacer que pague por todo lo que me hizo desde que éramos jóvenes. Empezando primero contigo...

- ¿Conmigo? Escúchame, yo no tengo nada que ver en tus planes... Así que, retírate... No te quiero ver por aquí insistiendo en separarme de mi esposa solo por recurrir a tu manía de entregarme dinero a cambio de eso. Tú quieres destruir a mi familia... (La empuja hacia la puerta) Y eso no lo pienso permitir. (Abre la puerta) Adiós.

- ¡No! ¿Qué haces? (Cierra la puerta) ¡Maldito seas, Javier! ¡Mil veces maldito! (Toca la puerta de nuevo) ¡Abre la puerta! ¿No me escuchaste, Javier? ¡Abre la maldita puerta! (Gritando) Te lo exijo, Javier, abre y déjame entrar... ¡Abre! (Llorando) ¡Abre! ¡Abre!

Minerva se rindió porque Javier no le hizo caso al abrirle la puerta para acepte su propuesta. A las semanas siguientes, regresó a la casa para supuestamente proponerle una oferta tentadora que lo llevaría a destruir a mi familia.

- ¿Otra vez tú en la casa, Minerva? Creo que nunca te das por vencida, ¿no?

- Claro, aún no bajo los brazos... Y más cuando vengo a proponerte algo que no podrás resistir. Quiero que nos vayamos juntos por cuestiones de trabajo a Brasil.

- ¿A Brasil? ¿Y qué hay de mi esposa? ¿Mis hijos? ¿Mi vida en Santa Cecilia? Yo me acostumbré a esto... y tú no podrás obligar a cambiar mi estilo de vida por una propuesta de trabajo.

- Mira... En Brasil puedes realizar todo lo que aún no pudiste hacer en Santa Cecilia, puedes cambiar una vida común y corriente por una vida llena de lujos y con un trabajo que se adecue a ti. Es solamente por un año y seis meses...

- Es demasiado tiempo lejos de aquí. No aceptaré la oferta, lo lamento, Minerva.

- (saca el documento falso y el lapicero) No, lo lamento por ti, porque tendrás que firmar este documento o si no, alquilaré esta casa para pasarla a mi nombre y así todos dormirán en la calle. Así que... o firmas o tu familia lo pierde todo.

Javier nunca había sudado tanto frío al ver que ese documento podría cambiar la vida de nuestra familia. Después de tanto pensarlo, lo firmó para satisfacción de Minerva que se salió con la suya. A los tres días, Javier abandonó la casa al amanecer dejando una carta de despedida para Ludovica y sus hijos además de su anillo de compromiso. Ella creyó que él ya no la amaba y por eso la dejó, pero luego cayó en cuenta que todo fue un plan ideado por su hermana para separarlos. Desde ahí, Ludovica no volvió a saber más de Minerva hasta ahora...

Fin del Flashback.

- Ludovica... (Mirándose en el espejo) Creías que te librarías tan fácilmente de mí, ¿no? ¡Qué estúpida fuiste! (Risas) Aprovecharé el poco tiempo que te queda de vida para deshacerme de ti y así, pagues todo lo que me debes desde que éramos muy niñas... Mi venganza está cerca de realizarse, hermanita.

Por otro lado, Víctor toca la puerta de mi cuarto con una cartita que tenía en su poder que me escribió a escondidas para que Ludovica no se diera cuenta de lo mucho que el me quiere.

- ¿Estás ocupada? (Entra al cuarto)

- No, pasa... ¿Estás escondiendo algo?

- Sí, tenía una carta que lo escribí ayer. Lo que pasa es que quería entregártelo en ese instante, pero no quería ser descubierto por tu madre que siento que aún no se lleva bien conmigo. Por eso, esperé hasta este instante para dártelo.

- Oh... (Lo recibe) Gracias. No sé si lo abriré ahora o más tarde para leerlo.

- Ábrelo ahora. Quiero escucharte leer.

- ¿En serio? Está bien... (Lo abre) Es una nota corta que escribiste... Y encima contiene un dibujo de nosotros al final. ¿Dónde aprendiste a dibujar?

- Lo aprendí desde que era muy pequeño, pero ya... Lee antes que otros te oigan.

- Está bien.

Estimada Catalina:

Desde que te conozco, me pareciste una muchacha muy bondadosa, dulce y sencilla. Te fijaste en mí a pesar que no nos conocimos muy a fondo, pero así hiciste mil y un formas de que nos viéramos a pesar de mi condición, cosa que tu madre no lo ve de buena manera.

Por eso, es que decidí dedicarte estás líneas para mostrarte lo mucho que te aprecio como lo que eres. Me encantaría que seamos amigos y quién sabe si en un futuro, podamos llegar a ser algo más. Mi mamá me dice que también eres una personita bonita y se lleva bien contigo.

Te quiero mucho, gracias por tu buena estima y respeto que me tienes pese a todo. Me comprometo cuidarte, defenderte y contarte todo lo que me preocupa porque, para eso, están los amigos.

Con amor, Víctor.

Canción de Fondo:
"Cuidarte el Alma", Chayanne.

- Gracias. (Lo besa en la mejilla) Es un lindo gesto de tu parte... escribir la carta.

- Quiero decirte lo mucho que me gustas. Eres una niña encantadora y no me cansaré de decirlo, quizá no le gustará a tu madre lo que estoy diciéndote, pero espero que lo comprenda. (Me abraza)

- Víctor... Me gusta tu honestidad... Estás líneas dicen mucho de tu persona. ¿Me dejas que te abrace de nuevo? (Asiente)

Mientras nosotros nos abrazamos por segunda vez, sentía que su dulzura y amor me llevaban a un lugar luminoso, lleno de paz. Victor era un niño super tierno y maravilloso, siempre estaba acompañándome hasta en mis más difíciles momentos. Sin embargo, hay un detalle que no me percate: la puerta de mi cuarto estaba abierta.

- (Ileana aparece) ¡Ajá! Estos niños están abrazaditos... No me quiero imaginar la cara que pondrá la señora Ludovica cuando se lo diga. (Se retira)

Ileana es una metiche de primera... ¿Cómo pudo vernos a lo lejos y nosotros no nos damos cuenta de ello? ¿Cómo va reaccionar mi mamá cuando lo sepa? No quiero imaginar el escándalo que se armará en la casa y soy consciente de que mi mamá no deba tener emociones fuertes porque el tumor en su cabeza podría explotar en cualquier momento cuan si fuera bomba de tiempo. ¿Acaso me habré metido en serios problemas?

Continuará...

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