Capítulo 24
Un abrazo con mucho dolor
Tras ver a Sara tratando de reconciliarse con Víctor, me fui del hospital entre lágrimas, con el corazón partido en dos y viendo cómo mis sueños no fueron más que ilusión. No han pasado horas desde que nos convertimos en pareja y el destino nos juega una mala pasada que nos confronta entre si. Lamentándose por lo ocurrido, Víctor salió del hospital y corrió lo más rápido posible para pedirme perdón por lo ocurrido ya que se dio cuenta del error que cometió.
- Catalina... Espera... (Me detiene)
- Aléjate de mi para siempre, Víctor.
- ¿Por qué me dices eso? (Me volteo)
- Porque quiero que vuelvas con Sara. Soy un estorbo en tu vida... Es todo...
- ¿Qué quiere decir con 'es todo'?
- Que se acabó. Que yo no puedo estar con alguien que aún no olvida a su ex.
- No. Lo que oíste no fueron más que puras tonterías. Sara me enredó en su juego y yo como tonto, me dejé llevar. Yo te amo, Catalina, no te puedo perder así.
- Si me amaras, no te escucharía decir que me usaste solo por despecho. Que, después de terminar con Sara, no aguantabas un solo día de luto para ir en busca de la primera mujer que encuentres en el camino y enamorarla; y para mi desgracia, yo caí en tu juego.
- Yo no te usé, Sara me usó a mi para impulsar su carrera de modelo. Eso significa que yo no valgo nada para ella si pone su hobbie por encima de nuestro amor. Y hasta me ve como su divertimiento. Entonces, ¿qué significa esto? (Llora) Nada. Créeme, Catalina.
- Yo en serio, quiero creerte, pero...
- No no no, Catalina, no pongas pretextos.
- ¿Pretextos? ¿Para qué? Si el pretexto acá es que ambos nos estamos haciendo daño. Y hasta que no arregles tu situación con Sara, tomaré la decisión de mantenernos separados.
- Te juro que yo he intentado ponerle fin a mi relación con Sara, pero ella no entiende que no la amo y, en vez de eso, sigue en plan de acosarme tantas veces como puede. Y ya me cansé... (Llora)
- Si, yo también me cansé... Pero aún así, debo echar la vista atrás y seguir con mi vida. Ya no quiero seguir hablando más contigo... Debo irme... No quiero volver a verte, detesto ser un estorbo que arruina las vidas de todos, incluyendo la tuya.
Canción de Fondo:
"Supongo que lo sabes", Ha Ash.
- Catalina... No lo hagas... Mírame... (Me volteo y me acerco hacia el) Tu corazón me dice que me amas, pero te resistes a no estar conmigo por temor a que Sara te lastime una vez más. Yo te amo. Has cambiado mi vida para bien. (Me toca)
- Y tú has cambiado la mía también. Pero, esto no puede ser... Lo siento.
- Aunque sea dame un último beso... Para que me recuerdes siempre... Por si ya no nos veremos otra vez. (Nos besamos)
- Te amo... (Lloro) Te amo... Desearía que nuestro amor nunca hubiera sucedido para que fueras feliz con Sara...
- Te voy a extrañar... (Nos abrazamos)
El último beso. El último abrazo. El último cruce de miradas. Víctor y yo nos separamos por nuestro bien, consciente de que ya no lo vería hasta que arregle su situación con Sara. No ha pasado tanto tiempo desde que hicimos público nuestro romance, pero caímos en las artimañas de esta jovencita y nos vimos obligados a tomar rumbos distintos. Se que a ella le encantará la noticia, pero a muchos no lo tomarán tan bien.
- ¿Qué pasó? ¿Lograste alcanzarla?
- Si. (La abraza) Terminamos...
- ¿Terminaron? (Asiente) ¿Por qué? Si hasta hace poco los veíamos muy felices.
- Pregúntale de eso a Sara...
Víctor se marchó sin dar mucha más explicación a Valeria. Su hija Sara logró lo que quería: manipularlo para retomar su relación sin importar que este hiciera público su romance conmigo. Cuando dejó el hospital, el joven corrió varias cuadras y dejó escapar muchas lágrimas, las mismas que no había derramado en toda su vida. Se sentía un hombre vacío, preso, destruido, era un manejo de nervios y sensaciones tristes. Se culpaba por el error que cometió al dejarse influenciar por ella, la mujer a la cual cortó, pero que nunca será libre ya que su obsesión por el alcanzó límites insospechados y que ni siquiera se atrevió alcanzar. Aún a pesar de eso, no pierde la fe de recuperar ese amor que nos mantiene vivos y que está dispuesto a luchar hasta el final.
Cuando volví a casa primero que Víctor, agarré mi mochila con las pocas cosas que tenía y me acerqué a Antonia que acompañaba a Marion en lo que esperaban la llegada de su madre y Sara.
- ¿Catalina? Llegaste rápido. ¿Qué pasó?
- Nada, Sara está fuera de peligro. El accidente no fue más que un golpe en la cabeza y está bien cuidada por Víctor. La señora Valeria viene para acá con ellos en cualquier momento. Yo ya me voy.
- ¿Cómo? ¿Por qué te vas?
- Porque no pienso quedarme un segundo más en esta casa sabiendo que, al final, seré un estorbo para todos.
- No, Catalina, ahí si que estás mal. Algo debió pasar para que estés triste.
- No pasó nada. Ya dije que Sara está bien cuidada por Víctor. Es todo...
- ¿Y por eso te vas? Hasta hace poco tú y Víctor lucían felices, comenzando su relación y hasta prometieron no soltarse nunca. Y ahora me dices otra cosa. Pero, ¿qué clase de sinsentido es este?
- Díselo a Víctor. Su hijo tendrá que explicar el sinsentido que me obliga a dejar la casa. Lo siento. (Abrazo a Antonia) Espero que entienda lo mucho que lo quería. Dile a Valeria también que volveré pronto... A lo menos, un mes o dos semanas, algo. Adiós.
- ¡Catalina! No te vayas...
- Marion... (Me abrazo a ella) Te quiero mucho. Voy a volver, no te preocupes. Si hay algún problema, me llamas, ¿ok?
- Ok.... Adiós... (Llorando) Vuelve pronto.
- Adiós... (Aparece Imelda)
- ¿Qué sucede aquí? ¿Por qué lloran?
- Porque Catalina se fue de la casa.
- ¿Si? Esto lo debe saber Sara... (Sonríe)
- Y, ¿por qué sonríe? ¿Le ve algo bueno en esto? ¿O acaso está de parte de Sara?
- Ah, no no no no no, ¿cómo crees? No estoy de parte de nadie, ni siquiera de Sara aunque sea mi nieta. ¿Que no puedo opinar? Vaya, tal parece que los chismes se deben mantener en privado.
- Señora... Algo me dice que usted está feliz de que Catalina se fuera de la casa. ¿Le cae mal ella o que?
- No, no me cae mal. Es solo que no la conozco bien, solo tuvimos un par de charlas y listo. Nada más.
- Bueno... Mejor ahí la quedamos.
Antonia sabe que Imelda estaba mintiendo. Sabe que esa vieja no se lleva bien conmigo y que tarde o temprano le diría a Sara que yo me fui de la casa para que tenga vía libre para reconquistar a Víctor y por ese punto, se siente feliz. En tanto que, al día siguiente, Sara obtuvo el alta médica y dejó el hospital para volver a su hogar junto a Víctor y Valeria, encontrandose con un triste panorama.
- Bueno, ya volvimos... Víctor, ¿puedes llevar a Sara a su cuarto? ¿Antonia?
- Buenos días. ¿Qué se le ofrece, señora?
- ¿Dónde está Catalina?
- Dejo la casa ayer. Se la notaba triste.
- ¿Triste? ¿Por qué?
- Porque al parecer, no quiere volver a ser un estorbo para todos. Me imagino que se peleó con Víctor en el hospital por culpa de la señorita Sara...
Sara sonreía porque su plan había funcionado perfectamente. En tanto que Víctor dejó escapar unas lágrimas en cuanto supo que me fui de la casa, se sintió culpable de haber sido engañado por su todavía novia que uso sus manipulaciones para manterlo atado a ella. Ni bien Sara fue dejada en su cuarto sin que se hablaran, la joven llamó a la tía Minerva para contar la noticia.
- Si, Sara... Oye, ¿por qué gritas?
- Porque Catalina dejo la casa y Víctor volvió conmigo. Mi plan funcionó...
- ¿En serio? (Toma una copa y se sirve champaña) Pues, esto hay que celebrarlo. Brindo a tu salud... Por tu victoria y porque ya no habrá impedimento alguno que te separe de Víctor. Total, el siempre ha sido tuyo, no de mi sobrina.
- Totalmente. Y ahora con Catalina fuera de mi alcance, puedo retomar mis planes de boda con Víctor que lo deje pendiente.
- Pues, cásate de una vez. No esperes a último momento... A no ser que Catalina regrese a tu vida para recuperarlo.
- Por supuesto que no... Si lo hace, le espera un destino mucho peor que este. Matar a toda su pedante familia, empezando por su querida protectora Tomasa y terminando con sus hermanos y su padre y su nueva saliente Camila. Así se quedará más sola que nunca... Realmente no sola, se irá conmigo.
Sara y Minerva celebran que su plan haya salido perfecto. La boda con Víctor era lo único que le faltaba para alcanzar su felicidad. Por otro lado, regresé al muelle para mirar el mar y llorar por perderlo. La verdad es que nunca me sentí tan mal. El dolor en mi corazón lo había percibir como una daga que se clavó dentro de mi. No quiero pensar en este nuevo calvario que me espera estando apartada de el. Y entonces, pensé en todo lo que sufrí de niña y que recibo siendo adulta, pero esos dolores por más fuertes que sean, a la larga, se convierten en un caparazón que fortalece mi corazón, aumenta mis ganas de vivir y me hace empezar de cero.
- ¿Cómo estás? ¿Estás mejor?
- Si, gracias, gracias por cuidarme. Y por el hecho de que me trajeras aquí, mínimo me merezco un beso, ¿verdad?
- No debería hacerlo, pero si insistes... Te daré un beso. (se besan con pasión, pero Victor la detiene) Basta... ¿Estás loca? Te recuerdo que nosotros terminamos, pero ese beso me demuestra lo contrario, ¿qué pensaran todos cuando nos vean juntos?
- Que piensen lo que quieran, pero yo no dije que hemos terminado. ¿Sabes lo que significó ese abrazo que nos dimos en el hospital? Era nuestra reconciliación. Aunque tú no lo aceptes, seguimos siendo pareja y esto se va acabar cuando yo lo decida. Fácilmente no te desharás de mi. (Víctor se retira)
- Perdón. (Valeria entra)
- Sara, ¿podemos hablar?
- Si, depende del asunto que vas a tocar.
- ¿Qué fue ese beso que se dieron?
- Nada. Solo le agradecí por haberme traído a la casa y por acompañarme en el hospital. ¿Por qué lo preguntas?
- Porque me ha contado Victor que Catalina terminó con el por tu culpa.
- Por mi culpa... Jajajajaja... ¿Qué tonterías dices, mamá? El solo uso a Catalina porque se sintió despechado cuando decidió romper conmigo cuando en realidad, nunca terminamos. Y como supo que ella fue un mero divertimento para Víctor, se sintió tan dolida que dio un paso al costado y se marchó de la casa.
- O sea... ¿Todo fue un plan de Víctor porque a él no le importa Catalina?
- El, como te dije, la uso para distraerse, nunca lo amo de verdad. Ahora que me lo entregó en charola de plata, Catalina ya no será jamás un estorbo en mi vida dado que mis planes de boda con Víctor vuelven a reanudarse.
- Se nota que estás tan confiada... Sientes que la pelea la tienes ganada solo porque usaste la manipulación a tu favor y permitiste que Catalina se aleje de el.
- ¿No te dije antes que Víctor estaría conmigo para toda la eternidad y no habrá nadie para detenerme? Pues si... (Se pone de pie despacio) Estoy cumpliendo con mi promesa de alejarlo de Catalina y si tú te atreves a echar por la borda todo lo que planeé... Te desconoceré como mi madre. Me iré de la casa llevando a Víctor conmigo y así no volverás a verme nunca.
- ¿Ah sí? Eso está por verse... ¿No te das cuenta que tu obsesión por Víctor está acabando con tu vida? Tú mereces ser feliz, pero no a su lado.
- ¿Y quien lo dice? ¿Tu que eres mi madre, pero que por dentro pareces más mi enemiga? Perdoname, mamá, pero por más que lo intentes, no harás que cambie de parecer.
- Si que lo haré. No me veas como tú enemiga, hija, pero tu necesitas recibir una real mano dura en vista de que tus actitudes que dejan mucho que desear; a ver si a la larga, dejas de ser tan tóxica.
- Ya basta de consejos, ahora vete, ¿si?
- Ya, me iré.
- Bueno, no digas que no te lo advertí.
Sara aún sigue siendo terca y no logra comprender que tan buenos son los consejos de su madre. Ella desea su felicidad con cualquier otro hombre, pero la joven fijo su meta de casarse con Víctor ahora que volvieron. Por otro lado, volví a mi casa y le di la noticia a todos con lágrimas en los ojos.
- Catalina... ¿Por qué volviste con tus paquetes y todo? ¿Qué pasó?
- Porque... Me fui de la casa de los Freitas dado que mi relación con Víctor fue pasajera. Tanto que me ilusione con el, pero al final, Sara volvió con el... (Me abrazo con Camila)
- ¿Qué? Espera, no entiendo... ¿Cómo que volvió con Víctor? Nunca supimos que ellos habían terminado.
- Si, habían terminado antes por mi. Porque Víctor sabía que ya no lo amaba y me prefirió a mi. Pero Sara aprovechó el accidente que tuvo y me tendió una trampa en el hospital, escuché cosas feas. Ella dice que me usó por despecho, que solo fui un divertimento, pero no es así.
- Catalina, hija... Tú no te mereces a un imbécil que lleno tu cabeza de promesas dulces, pero acabaste siendo otra de sus conquistas fugaces.
- Papá. Tú no lo conoces... El es un buen chico, es mi amigo de la infancia...
- ¿A el lo consideras su amigo?
- Si. Puede que te parezca una mala idea, pero es la verdad... Yo lo amo desde que era una niña... El es el hombre de mi vida. Pero con lo que pasó, pues, me veré obligada a separarme de él hasta que resuelva su situación con Sara.
- Haces bien, querida. No quiero que te hundas en la depresión por un amor que solo te traerá sufrimientos en la vida.
- Una vez dijiste que no querías pasar por lo mismo que pasó tu mamá cuando tu padre la abandonó.
- Lo se, Tomasa, pero esto es distinto... Yo misma tomé la decisión de alejarme de él para no sufrir. En el momento que se solucione todo, volveré con Víctor y lucharé por su amor aunque Sara sea capaz de hacerme la vida imposible.
- ¿Sabes una cosa? Después de lo que nos dijiste, hablaré con Víctor para ponerlo en su lugar porque tú estás por encima de todo. Y si por alguna razón, vuelves con el y ese imbécil te rompe el corazón, nos vamos fuera del país para que nunca más lo veas otra vez. ¿Quedó claro?
- Está bien, papá.
- Por Dios, Javier. Por lo menos, deja que tu hija viva su felicidad como mejor le parezca. Si hubieras estado desde el inicio, con su madre, ya la educarias de la forma como más te gustaría.
- ¿Ahora me estás cuestionando como debo yo criar a mis hijos...? No pues, Tomasa. Hace años que no los veo y es tiempo de recuperar lo que he perdido.
- Está bien, pero debes entender que Minerva casi va por la misma senda que tú. Quiere que Catalina no sea feliz, ni con Víctor ni con nadie. Desde que se murió tu esposa, las cosas cambiaron y su tía le hace la vida imposible a tu hija.
- Si, es cierto. Todo cambio con la muerte de Ludovica. Pero eso es pasado... Mi presente ahora es velar por el bienestar de mis hijos, sobre todo de Catalina, porque ha sufrido bastante durante muchos años. Te advierto, Tomasa, que como su padre, no permitiré que le hagan daño a mi niña. Especialmente, Minerva... Lucharé para que sea feliz. Y si depende de un hombre para estar a su lado, bien... Será de ella su decisión. (Tomasa se retira)
- ¿Te sientes bien?
- Si... Me entró calor. Voy a mi cuarto...
Mi papá ha sido bien drástico conmigo. El no sabe ni conoce en persona a Víctor, pero al menos sabe que me ilusioné en vano y el hará lo que sea para que no me haga daño. Pero por otro lado, siente que Minerva aportó mucho con su intención de hacerme la vida imposible que ya está cansado de que me vea sufrir por su culpa. Así que, armado de valor, horas después, se fue a su casa con Camila para confrontarla.
- ¿A donde vas, mi amor?
- A casa de Minerva...
- Pero, ¿cómo? ¿Que pretendes hacer?
- Ajustar cuentas con ella...
- Te acompaño. No quiero que te pase nada si decides enfrentar a esa mujer.
Por otro lado, Diego saco a Marion fuera de la casa para que no se quede metida todo el tiempo. Pero Sara los ve desde la ventana de su cuarto y se molesta aunque decide esperar hasta que lleguen para cuestionar que tanta es su cercanía.
- Maldito Diego... Deberías sacarme a pasear y no a mi hermana... Ay, los odio... Ya verás lo que te espera en la casa.
En la casa de Minerva...
- ¡Minerva! ¡Minerva! ¡Abre la puerta!
- ¿Quién es? (Mira la ventana) No puede ser... Es Javier y vino con Camila.
- ¿Los dos?
- Si. Evaristo, escóndete para que no te vea y se arme un alboroto aquí.
- ¡Minerva! No te lo pediré otra vez... ¡Abre la puerta! O la abriré yo solo...
- ¡Está bien! Ya voy... (Abre la puerta) Javier, que gusto me da verte después de tanto tiempo... (Le sujeta del cuello)
- No puedo creer la clase de mujer que eres. No has cambiado nada... Creí que, después de abandonarme, serías otra persona. Para mi suerte, me equivoqué.
- ¡Suéltame! ¡Suéltame! Me estás ahogando... (Javier la suelta y ella tose) ¿Qué clase de bienvenida es esta?
- Es una bienvenida distinta... Es lo que se merecen perras como tú.
- ¿Perra, yo? Jajajajaja... Te equivocas. Más bien perra será tu actual pareja.
- No te atrevas a insultarme, maldita...
- Maldita tú. ¿Y sabes por qué lo digo? (Señalando a Javier) Porque se me vino a la mente el momento en que, tras pasar por una etapa de luto por la muerte de tu esposa, decidiste hacer borrón y cuenta nueva y conocer a tu saliente...
- Si, y no me arrepiento... Ella es la mujer de mi vida. Y es mucho mejor persona, comparado con lo que tú eres.
- ¿No te gustó que te abandonara a tu suerte? Pues que pena, pues yo pude ser mejor mujer si ella no se metiera en tu vida cuan si fuera una intrusa. Ahora solo falta que se haga amiga de Catalina.
- Pues, ya lo somos, ¿no te enteraste? Y ahora que mencionas a tu sobrina, Tomasa me dijo que le haces la vida imposible a Catalina... ¿Cuál es tu meta a cumplir con ella? ¿Dejarla sola...? ¿Ser tu prisionera para toda su vida?
- Vaya. Siento que conoces tanto a mi sobrina como yo la conozco. A esa chica la tengo comiendo de mi mano desde que era una niña... Y no es la primera vez que eso ocurre, porque cuando termine con ustedes, me ocuparé de Catalina y la cuidaré como si fuera su madre.
Después de su paseo en el parque, Sara esperaba a Diego y Marion en la sala con cara de fastidio. Siente celos de que todos no la vean por debajo de los demás...
- ¿Les gustó el paseo?
- Si, pero... ¿Por qué lo dices, Sara?
- Porque desde la ventana de mi cuarto, vi que amaban estar tan juntitos... Parece que lo de ustedes va en serio, ¿verdad?
- No, Sara. Diego y yo somos amigos...
- A mi me vale su amistad... Lo que me importa es que han salido a la calle sin mi permiso cuando tú, Marion, debes estar encerrada en la casa todo el día y no tener relación con un hombre. Ni como amigos, ni como algo más. Eres discapacitada... (La empuja) Una buena para nada... (Se arrodilla) Mírate... ¿Qué hombre querrá estar contigo si no te vales por ti misma?
- Sara, por favor, no denigres a Marion.
- Tu cállate, Diego.
- No, tu cállate... (La cachetea y llora) En tu vida, vuelvas a decirme tales ofensas. Yo estoy en mi derecho de encontrar mi felicidad. Y además, Diego es el primer hombre que me fijo, con el tiempo podré tener una relación seria. Algo que tú no me lo puedes prohibir.
- Oh, claro que sí puedo. Porque estoy dispuesta a todo por arruinar la felicidad de otros a cambio de que yo sea feliz con Víctor. Nadie merece tener un final digno de un cuento de hadas, nadie excepto yo.
- O sea, ¿está mal que todos sean felices y tú no? ¿Quieres que todos bailen al mismo ritmo que tú, mientras que tú haces lo que te da la gana? Lo que le hiciste a tu hermana es pasarse de la raya, Sara... Estas sufriendo de crisis de identidad, no pareces ser quien eres.
- No no no no... (Se tapa los oídos) No te oigo, no te oigo... Ya déjame en paz.
- ¡Sara! ¡Sara, vuelve! ¡Sara!
Sara no escucho lo último que dijo Diego y se marchó a su cuarto. Ahí se encerró, se tapó los oídos y lloró. Lloró porque está cansada que todos le den órdenes y que, por eso, les lleva la contraria porque quiere ser la mejor en todo. Su obsesión con Víctor y el hecho de ser perfecta la están llevando a cometer un sin fin de locuras que dañan a sus seres queridos.
- ¿Estás bien? (Marion asiente y lo abraza entre lágrimas) Nunca creí que Sara fuese tan capaz de llegar a este extremo.
- Ella no parece ser mi hermana... Es una extraña. Me odia por ser quién soy...
- Ella no te odia y tampoco sería capaz de menospreciarte por como eres... Mira, Sara podrá decir lo primero que salga de su boca y aún así, no logrará impedir que tú o el resto seamos felices.
Canción de fondo:
"Por si no te vuelvo a ver", Morat.
- Gracias. Gracias por ayudarme...
- Para eso, están los amigos, ¿no?
Y mientras que Diego abraza a Marion, demostrando que tan lejos pueden llegar con su amistad, Javier y Camila quedan sorprendidos por la mala intención de Minerva de ser mi nueva madre.
- ¿Quieres ser la madre de mi hija? ¿Acaso te has vuelto loca, Minerva?
- ¿Cuál es tu intención? ¿Hacerle más daño de lo que hiciste antes? Catalina ya ha sufrido bastante desde que era niña, ¿y aún quieres que su calvario continúe?
- ¡Basta! Dejen de llenarme de preguntas tontas que no puedo contestarlas todas...
- Y si no puedes contestarlas... es porque te falta mucho valor para revelar lo que te traes con mi niña. ¿Tienes pruebas para quedarte con ella o no?
- No... Pero...
- Entonces, deja de molestar a mi hija. Y mejor no juegues a ser la madre perfecta porque ese título te quedará muy grande. Ya me imagino el sin número de atrocidades que le harás cuando eso suceda.
- ¿Qué comes que adivinas? Eso le espera a Catalina en un futuro cercano. Un ambiente lleno de dolor y penurias estando a mi lado, al mismo tiempo que ve como el hombre de su vida termina por darle la espalda y se case con Sara, alguien que le da sentido a su existencia. Ella simplemente no tendrá la felicidad que anhela. (Camila la cachetea)
- ¡Eres una insensible! Tu no tienes corazón ni alma... No es posible que la odies tanto solo por ser la hija de tu hermana fallecida. Has marcado su vida con su muerte.
- Si, y con su muerte, he tenido la suerte de saborear de tantos privilegios... Y más vale que saboree uno más antes de que ustedes, intrusos, arruinen mis planes.
- Podrás gozar de tantos privilegios a costa de que uno sufra. Catalina no llevará mi apellido, pero igual la protegeré de todo el peligro que tanto tú como la tal Sara pretenden hacer...
- Eso está por verse... Catalina será mía. Y punto. Y ahora, saquense de mi casa...
- Vámonos, Camila... Esto se pondrá feo si seguimos aquí. Además, nosotros hicimos nuestra parte, todo depende de ella.
- Si, Javier, haces bien en alejarla de mi, pero yo vendré por ti para recuperarte...
- Si, tu todo lo quieres para tu beneficio, pero en realidad nada vas a conseguir.
Mientras Javier y Camila salen de su casa tras su acalorada discusión, Evaristo sale de su escondite apenas escucho el sonido del auto y de inmediato confrontó a Minerva por lo último que ella dijo.
- Mi amor... ¿Todo está bien? (La cachetea)
- Quiero el divorcio...
Esta noticia le cayó como balde de agua fría a Minerva porque su esposo se cansó de que sea usado de manera vil por ella que no dejaba de pensar en Javier. ¿Será capaz de darle el divorcio o seguirán como si nada pasara sin importar que la dignidad de Minerva quede en el suelo?
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top