Capítulo 16

El origen de su obsesión.

Antonia recuperó a Nisa después de los tantos obstáculos que Gilberto le puso en su camino y ahora los tres pueden vivir felices, pero no deben cantar victoria todavía porque falta que el pague por el infierno que vivió a su lado. En tanto, Patricia es recibida en la casa de los Freitas para advertirle a Sara sobre el acercamiento que tengo con Víctor.

- Hola Patricia, tiempo que no vienes por la casa. ¿A que se debe su visita?

- Tía Valeria, disculpa la intermitencia. ¿Se encuentra Sara por aquí?

- Claro, está aquí. Se tomó la tarde libre del trabajo para descansar. (Baja Sara)

- Patricia... Queridita... A los tiempos que no nos vemos. (Se saludan) Mamá, tendré una charla a solas con Patricia, así que no quiero interrupciones, ¿quedó claro?

- ¿Así es como la tratas a tu madre? Peor que una empleada de la casa... Disculpa, no quería decir eso frente a usted.

- No se preocupe... Los dejo a solas para que platiquen. (Se retira humillada)

- Gracias, mamá. (Mira a Patricia y finge sonreír) No quiero sermones... Yo sé exactamente cómo manejar las cosas.

- ¿Ah si? ¿Y humillar a tu madre frente a mi? Eso no se hace, Sara, ni a mi madre le hago esto... Que no se repita, sino, ni más vengo a tu casa.

- Está bien... ¿Tienes algún motivo por el cual viniste a mi casa? (Se sientan)

- El motivo es importante... Víctor.

- ¿Qué pasa? ¿Te encontraste con Víctor?

- Si, hace unos días me lo encontré por la calle y no te imaginas con quién. Con una chica llamada Catalina.

- ¿Catalina? ¿Catalina Vasconcelos? Esa estúpida... Esa muchacha desde que llegó a esta casa no hizo más que colarse en mi relación con Víctor... Está muy claro lo que quieres decir, no tienes que seguir explicandome más cosas. Ella me va escuchar porque no ha entendido que quiero verla alejada de mi hombre.

- Oye, cálmate... Se que estás ansiosa y desesperada por tenerlo, pero te recuerdo que yo fui la primera que se fijó en Víctor, que se enamoró de el en secreto, pero nunca me correspondió porque me ve solo como una amiga y no se qué cosas hiciste tú para conquistarlo.

- ¿Por qué demonios no me dijiste que estabas enamorada de Víctor en secreto? ¿Por qué también me cuestionas mi modo de conquistarlo? Creí que eras mi amiga... No solamente porque eres la hija única del alcalde de Santa Cecilia sino porque tenemos muchas cosas en común.

- Sara, ¿te digo la verdad? Nunca fuimos amigas... Y de las pocas veces que visité tu casa con mis padres, en ninguna ocasión nos intercambiamos palabra, solo cruzamos miradas y nada más. Así que no porque tengamos cosas en común, significa que seamos amigas.

- Está bien, tal vez no seamos amigas, pero te pido que, por única vez, seamos aliadas en nuestra lucha por destruir a Catalina y hacer que Víctor este atado a mi siempre.

- No, Sara, esta lucha la tienes que hacer tú sola. No intentes usarme para tus bajos fines, ni siquiera apeles al chantaje para conseguir tu propósito.

- (se pone de pie) ¿Estás poniéndote de parte de esa chica que apenas la conoces, pero bien podría ser tu enemiga?

- No, yo no la veo como mi enemiga, sino como una rival por el amor de Víctor. Y no, tampoco me pongo de su lado ni del tuyo aunque tú lo pienses así.

- ¿Sabes? Por un momento llegué a pensar que serías tan inteligente como yo, pero me equivoqué. ¡Qué pena me das! Ahora, te pediré una cosa: lárgate de mi casa... (Patricia la mira) (silencio breve) ¿A qué esperas? (Grita) ¡Largo!

- Jamás creí que me ibas a echar así de tu casa. Jamás pensé que la pasaría tan mal conversando contigo. Tu actitud me da lástima... (Se aleja de Sara, pero la mira de nuevo) Ojalá con el tiempo puedas meditar y cambiar, sino tu obsesión con un imposible te llevará a la locura.

- (se acerca) En tu vida me vuelvas a decir que debo hacer y que no. Ya te pareces a mi madre... Y no eres la primera ni la última persona que me da órdenes, todos los que me conocen, coinciden en lo mismo y eso ya me cansó. Ahora sí, lárgate de mi casa si no quieres que explote. 

Para que nadie la vea, Sara subió a su habitación rápidamente, se encerró y lloró con amargura por enterarse de que yo me encontré con Víctor en la calle y que Patricia se fijó primero en el antes que ella. En un arranque de frustración y cólera, rompió uno de sus peluches y lanzó al piso todo lo que estaba en su mesa de noche. Se cubrió el rostro lleno de lágrimas con su almohada sin poder parar de llorar, pensaba que Patricia le daba el campo libre a Víctor después de que la rechazaba, pero ahora su relación dependía de un hilo ya que me convertí en su tercera en discordia. Tenía ganas de gritar, pero no podía porque todos se darían cuenta; así que, decidió secar sus lágrimas, maquillarse y salir a buscarme.

- Catalina... (Caminando) Yo te advertí que no se metiera con mi hombre. Ahora que se abstenga a las consecuencias...

Envuelta en un saco color mostaza, usando lentes oscuros y tapando su cabello con un moño y un pañuelo, Sara se disponía a buscarme... Nadie se dio cuenta que se fue de la casa, nadie... Excepto Antonia que la miró a lo lejos y fue a darle aviso a Valeria.

- ¿Señora Valeria? ¿Puedo entrar?

- Pasa... (Entra a su cuarto y cierra la puerta) ¿Qué ocurre, Antonia?

- Acabo de ver a su hija Sara salir de casa. Ni siquiera me dijo una palabra.

- ¿No te dijo siquiera dónde se fue?

- Nada... La noté toda molesta...

- Algo me está empezando a preocupar... Debo prevenir una locura. Antonia, busca algo para vestir... Iré donde Sara...

- Pero... Su hija...

- Tranquila, no va pasar nada.

Valeria tenía miedo que algo le podría pasar a Sara. Y para evitar esta locura, salió tras ella. Mientras tanto, ella me encontró en las afueras de un mercado para armar una escena de celos.

- Disculpa, ¿Catalina?

- Si, soy yo... (Sara se quita los lentes) Señorita Sara, ¿qué hace aquí de visita?

- (la cachetea) Eres una golfa, sucia... Me he enterado que nuevamente te ves con Víctor en la calle... (La sujeta del hombro) Yo te dije que no te metieras con el, me prometiste que te mantendrías lejos de él. ¿Por qué faltaste a tu propia palabra? ¡Eres una cinica, mentirosa!

- Pero, ¿cómo se enteró?

- Eso no importa, perra... (La lleva a la pista jalando sus cabellos) Admite que te enamoraste de el. Dios sabrá que cuchos hacen a mis espaldas.

- ¡Suéltame! ¡Suéltame! Nunca voy admitir nada, con Víctor yo no tengo nada que ver, solo somos amigos de la infancia. ¡Sueltame! ¡Suéltame! (Se aparta)

- Y sigues mintiendo... (La empuja al suelo) Vaya ordinaria que eres... No cabe duda que tú y Víctor sienten algo y por temor a que yo me entere, lo callan... (La cachetea) ¡Lo callan ante todos! Están viviendo su propio amor prohibido, pero tarde o temprano, sin importar como, lo sabría. Yo lo veo todo, tengo un tercer ojo en mi mente que percibe todo lo que observa. ¿Tú crees que yo no me daría cuenta?

- Pero, señorita... Le juro que no hice nada malo con el. Apenas hablamos las pocas veces que me encuentro con el en la casa o en la calle. (Aparece Valeria)

- Calla esa lengua venenosa que tienes. No tengo porqué seguir oyendo todo lo que sale de tu pinche boca. Son patrañas.

- ¡Sara! ¿Qué es todo esto?

- ¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

- Señora Valeria...

- Perdón, Catalina... Tú no tienes nada que ver, fue Sara la que me hizo venir hasta aquí. Tenía el presentimiento de que ibas a cometer una locura... Y por eso vine a prevenir este desastre en la calle. 

- Y yo tenía el presentimiento de que llegarías justo antes de cortarle la lengua a esta chica por cada mentira que me dice. Ella no admite que me quiere quitar a Víctor. ¿Y tu la avalas?

- Sara... No tienes porqué hacerlo delante de toda la gente, haces pasar vergüenza en plena vía pública. Vamos a la casa... (La sujeta de la muñeca y la arrastra)

- No... ¡Suéltame, mamá! ¡Suéltame que me estás lastimando! (Mirando a Catalina) Perra maldita, algún día... (Gritando) ¡Algún día me la pagarás!

- Lo siento, señora Valeria...

- No te preocupes, hija... Ven cuando puedas a la casa y de ahí lo platicaremos.

- Gracias... (Cierra la puerta) Nos vemos.

- Catalina, ¿qué haces aquí, despeinada?

- Tía Erika, Úrsula... Sara me atacó...

En la casa de Erika...

- ¿Te atacó? ¿Por qué?

- No se, dijo que le estaba quitando a Víctor, que le falté a su promesa de mantenerme alejada de el, cualquier tontería... Y me agarró fuerte del cabello.

- ¿Te arrancó el pelo?

- Al parecer, si, pero solo unos mechones.

- Vaya que Sara tiene fuerza...

- Yo creo que Sara tiene celos, unos celos incontrolables... No está dispuesta a compartir a Víctor con nadie... No se qué intenciones tendrá, pero algo esconde... Algo que todavía no lo podemos saber.

- Les juro que no quiero ser enemiga de la señorita Sara. Y tampoco me quiero interponer en su relación con Víctor, pero cada que lo encuentro, me deja esa rara sensación que me atrae hacia el. Y eso me tiene demasiado... preocupada.

- Más allá de eso, ¿sabes lo que más te preocupa? Que repitas el error de tu madre. De amar a un hombre para luego dejarte abandonada a tu suerte.

- Úrsula, te voy a decir una cosa... Mi mamá cometió ese error en el pasado cuando mi papá la abandonó estando embarazada de mi, pero yo no haré lo mismo si me enamoro de Víctor porque mientras Sara esté a su lado, no seré plato de segunda mesa. Pero algo me empuja hacerlo...

- Si tu corazón desea que tú estés con el, hazle caso a sus señales, lo que haga Sara para defender lo suyo no debería importarte. Víctor es el amor de tu vida, no esperes a la próxima movida de Sara, recupera ese amor que desde niños se tuvieron y que nunca se perdió. En resumen, decláratelo.

- No le temas a Sara... Ella podrá ser tu rival o tu enemiga, quien sabe, pero tú se fuerte y rema contra la corriente...

Las palabras que me dijo Erika me recordaron mucho a Tomasa en el aniversario de los 20 años de la muerte de mi madre... Me decía: 'Solo se fuerte y que nadie ni nada te impida dejar de sonreír'. Ahora entiendo todo, estoy tan cerca de lograr la felicidad que anhelo y no voy a dejar que Sara o Minerva me lo arranquen de las manos. Así las abrace con fuerza y esperaría el momento de encontrarme con Víctor y decir todo lo que salga de mi corazón.

En la casa de los Freitas...

- ¿Cómo es posible que armes un escándalo en plena vía pública con toda la gente viendo cómo le agarrabas de los cabellos a esa chica?

- Mamá, esa chica... Esa chica es una maldita culebra rastrera. Ella espera el momento para que, desde la sombra, salga a escena y se vea con Víctor para hacer Dios sabe qué. Y eso no se lo permitiré, claro que no. 

- ¿No crees que siendo tú, una aspirante a modelo que se convierte en objeto de deseo de muchos hombres y ejemplo a seguir de muchas chicas, eche todo por la borda todo lo que ha venido avanzando, siendo ahora el hazmerreír del público y víctima de cientos de clips virales por internet solo por una escena de celos que montaste en la calle? 

- Me importa tres hectáreas de palta que mi patética escena se vuelva viral en redes. Solo quiero a Víctor... (Se caen lágrimas) Yo lo amo... Y para demostrar que lo amo, muy pronto, anunciaré que pronto me casaré con el y no dejaré que una serpiente ladina como Catalina me arruine el día más feliz de mi vida.

- Sara... Por Dios, hija... Tienes que cambiar... Tu vida no va depender solo de un hombre. Por supuesto que me encantaría que seas feliz, pero...

- Pero, ¿qué? ¿No quieres que mi felicidad sea con Víctor? (La empuja hacia la cama) Ahora veo que nunca viste con buenos ojos mi relación con el desde el día uno, es más, ni siquiera lo aprobaste. Yo pensé que estarías de mi lado, apoyándome en cada una de mis decisiones, pero... Veo que estás empecinada en alejarme más de Víctor... (Se aleja, pero la mira) Pero ni creas que el se va quedar con Catalina, por las buenas o por las malas, el seguirá conmigo hasta la eternidad.

Valeria teme lo peor para Sara. Ella desea que sea feliz con Víctor y no se opone a ello, pero ignora los verdaderos motivos para que se mantenga junto a él siempre y eso le preocupa. Al día siguiente, Sara, en vez de ir primero a la academia de modelaje, decide irse a la empresa de su padre para conversar con Eduardo, el hermano de Víctor.

- Buenos días, ¿se encuentra mi padre?

- Si, está en una reunión con sus colaboradores en su despacho. Díganme, ¿de parte de quién le envío el recado?

- Sara Freitas, su hija.

- De acuerdo... En 15 minutos termina.

- Gracias.

Quince minutos después...

- ¿Sara Freitas? La reunión terminó, puede pasar al despacho de su padre.

- Muchas gracias. (Entra al despacho)

- ¿Sara? (La besa) ¿Qué haces aquí? ¿Y tus clases de modelaje?

- Vine aquí porque tengo un asunto urgente que tratar y no es contigo... (Viendo a Eduardo) Sino con el... Disculpa.

- Sara... Nunca vienes por aquí, ¿verdad?

- No, pero quise hacer una excepción. Tienes que ayudarme en hacer que Víctor permanezca siempre conmigo.

- ¿Por qué? ¿A qué se debe tu súplica?

- Se debe a que Catalina se está metiendo por los palos en mi relación con Víctor y quiere quitarmelo. Ni mi primo Diego, ni la estúpida de Patricia, ni mi propia madre me quiere apoyar. La única que se comprometió en hacerlo es Minerva, su tía. Espero que también cooperes conmigo, no te perdonaría si me rechazas como todos los demás.

- Sara... ¿Qué tan obsesionada estás con mi hermano y por qué quieres que esa chica esté tan alejada de el?

- Porque lo amo, llevamos tres años juntos, pero esa tipa vino arruinar mi vida. Tu hermano es todo lo que tengo en mi vida y por el, soy capaz hasta de matar a quien se meta en mis planes, no me importa si se mancha mi reputación y mi imagen como modelo. Por eso, voy a tomar medidas para alejarla de él lo más pronto posible.

- ¿Y qué tengo que ver yo en esto?

- Espérate, ya lo sabrás. Pronto me voy a casar con tu hermano y dentro de poco haré el anuncio oficial; mientras esto ocurre, tú te encargaras de conocer, cortejar y enamorar a Catalina. Mira... (Le muestra un billete de 100 dólares) Te daré tu paga si me haces ese favor...

- Vaya dinerito que ganas modelando, un poco más y te volverás millonaria...

- Con lo que me pagan en la academia de modelaje o cuando hay desfiles, no es suficiente... Quiero más... Quiero llegar a ser millonaria, dejar a mi familia en la quiebra y tener el amor de Víctor, eso me hace sentir completa.

- Sara... (La abraza) Me dan ganas de...

- Oye... (Lo aparta) Mide tus límites, Eduardo. Además, todos nos verán y pensarán que somos amantes. ¿Qué va pasar si se lo dicen a mi papá? Te sacarán del puesto y a mi me prohíben la entrada de la empresa. No te olvides que pronto voy a ser la mujer de tu hermano.

- Cierto, pero no puedo evitarlo... Me pareces tan hermosa... Bueno, acepto lo que me dices... Veré la forma de como acercarme a Catalina y enamorarla.

- (enseña la foto) Ella es... La tomé la vez que la descubrí con Víctor en las afueras de mi casa. Es simpática, pero no lo es tanto como yo. Bueno, me tengo que ir, debo volver a mi trabajo.

- Fuiste viral... En las redes circula un vídeo tuyo haciendo un escándalo en plena calle con otra chica.

- ¿Si? ¡Pues, qué bueno! Mi pelea con Catalina me ayudó a convertirme en tendencia porque sabes que me encanta que todos hablen de mi, ya sea para bien o mal. Rebajarme a su nivel ordinario era la única cosa buena que saqué de mi bronca en la calle.

- Bien pensado, Sara. Déjame que te ayude a conseguir lo que te propones, pronto mi hermano y tu serán la mejor pareja de todo Lima... Cuando se casen y no hay quien se entrometa en sus planes, claro. (Se retira)

- Jajajaja... Eres un miserable e ingenuo, Eduardo... Yo me casaré con tu hermano para abandonarlo a su suerte y luego quedarme con toda la fortuna de su familia y a la mía, los voy a dejar en la calle. No tendrán un lugar a donde ir... Ni tampoco les abriré las puertas de mi casa cuando quieran regresar aunque sea con la cola entre las piernas.

Mientras tanto, Valeria se siente muy triste por el rechazo de Sara y eso que ni siquiera sabe que no es su verdadera hija y aún le falta fuerzas para decirlo. Antonia la ve de lejos y la abraza...

- Ay Antonia... Cada vez siento a Sara más lejos de mi. Ya no me ve como su madre, ni como su amiga, solo somos... dos extrañas que van cada quien por su lado y mata sus propias pulgas.

- No se preocupe, señora Valeria, deja que se le pase un poco el estrés de la discusión. Tarde o temprano, la relación con su hija Sara mejorará.

- No se trata de que mejore mi relación con Sara, se trata de que mi hija no ponga en riesgo su vida. Siento que la relación con Víctor la arrastrará a la locura. Su obsesión es tal que a veces pienso que se ha vuelto una chica tóxica, hace tres años no era así cuando ambos empezaron a salir. 

- Juro por Dios que jamás vi a Sara así. Yo desde chica no había visto esa actitud de parte de su hija... Y todo por un hombre. ¿Sabe qué? Catalina no tiene la culpa de nada, Sara está inventando cosas porque está metida en su mundo, imaginando un final feliz para su relación.

- Yo quiero que Sara sea feliz, pero a este paso, dudo que eso ocurra. Y me duele... Lo único que quiero es que mi hija se aferre a su trabajo en el modelaje, pero ni al caso viene, su prioridad es Victor.

- Si Sara sigue así de terca, no creo que Victor pueda tolerar mucho tiempo metido en un amor que solo le traído problemas porque ella no sabe amar.

- No te dije algo antes, Antonia. Tengo el presentimiento de que Ulises le lavó el cerebro a Sara y la manipuló para que se consiga un novio, y así tratar de alejarla más de mi. Y lo está consiguiendo...

Flashback:

Durante años, Ulises siempre ponía a Valeria y su hija Marion en segundo plano, no le pasaba ni un solo centavo para hacer compras o para los tratamientos de rehabilitación que la menor de la familia recibe. Todo el dinero que ganaba en el trabajo se lo gastaba en Sara porque era su prioridad máxima y hacía todo lo que estaba a su alcance para que sea feliz. Pero algo faltaba en esta familia para seguir manteniendo una buena posición social: un hombre que se convierta en una obsesión para su hija.

- Sara, quiero hablar contigo.

- Si vas a decirme cualquier cosa acerca de cómo tú y mi madre se pelearon, será mejor que no hables. Además, me cansé de que yo sea la segundona de esta casa. Toda la atención se la pusieron encima de Marion y yo no lo pienso tolerar...

- Tranquila, no quiero hablar de eso. Quiero hablar de ti. Quiero que tú seas mi hija favorita y seas feliz... Consíguete a un hombre y enamoralo, no importa su estatus social o económica; solo así, haremos que el honor de esta familia no quede por los suelos.

- ¿Con dinero se puede lograr lo que uno quiere? ¿Con todos los ahorros que mi madre junto para la rehabilitación de Marion, me consentiras a mi? ¿Qué pensarán ellas? Te acusarán de ladrón...

- No seas tonta, no te daré todo el dinero. Para que veas que no soy tan egoísta, voy a dejar un poco para Valeria y que ella se encargue del bulto de Marion.

- No te atrevas hablar así de mi hermana. Seré tu hija y todo lo que quieras, pero no quiero que llames a ella de un grosero modo. Perdóname, pero debía retarte de alguna forma.

- Está bien, te perdono y a cambio de eso, seguiré cubriendo los gastos en tu escuela de modelaje. Eso sí, me cumplirás con lo que prometiste; ese hombre que conquistes se volverá una obsesión para ti. De otro modo, olvídate de pedirme ayuda porque no te daré un solo céntimo para tu academia.

- Está bien, haré lo que tú me ordenes.

Entonces, Sara hizo caso a la advertencia de su padre y entre todos los hombres que pudo haber encontrado, se fijó en Víctor, el hijo de Antonia, ambos no tenían las mejores condiciones económicas, pero eso no le importó y lo aprovecho para enamorarlo con sus propias tácticas que parecían funcionar. Y sin embargo, era la única que no mostró interés en su relación. Con el tiempo, su romance se fortalecía cada vez más aunque Víctor ya no parecía estar seguro de que la amaba tras casi dos años juntos porque siempre me tenía presente y más aún cuando llegué a la casa el mes siguiente.

Fin del Flashback.

Volviendo a la actualidad, era de noche y decidí ir en busca de Víctor para revelar mis sentimientos tal como me lo dijeron Erika y Úrsula. Pero tenía temor... No quería pasar de nuevo vergüenza en plena calle si es que Sara llegase a descubrirnos o si aparece el tío Evaristo para abusar de mi. Hacía un intenso frío en Lima, pero por suerte un lugar con aire acondicionado estaba cerca de la casa de los Freitas y decidí entrar... Sin saber que ahí estaba Víctor.

- ¿Catalina? Vaya coincidencia...

- ¿Qué? ¿Que entre aquí sin saber que tu estabas en esta cafetería antes que yo?

- Si, en fin... Ha pasado tiempo, no mucho que digamos, desde la última vez que nos vimos en tu casa. Y no deje de pensar en ti. ¿Cómo te explico? A ver... Vamos por el principio... De casualidad estamos aquí porque no queremos que Sara u otra persona cercana a ella nos vea.

- ¿No queremos o tu no quieres que nos vean juntos? ¿Acaso le temes a Sara?

- ¿Temerle? Por favor... No hables por los dos. Yo no temo a Sara, al contrario, tengo ganas de hacerla parar en seco. No quiero ser la débil, quiero demostrarle que me puedo poner al mismo nivel que ella y ser una amenaza constante...

- Catalina... Tengo que decirte algo... No sé si esto te guste, pero... Sara me propuso matrimonio y quiere adelantar la boda cuanto antes.

Cuando escuché a Víctor decir que Sara le propuso casarse con el y que sus planes de boda se adelantaron antes de lo previsto, mis manos empezaron a congelarse como un tímpano de hielo, mi rostro se palideció y mi corazón se aceleró más rápido que un tren. Se que quiero respetar su relación con Víctor, pero mi error está en tardarme en expresar mis sentimientos y cuando estoy a poco de hacerlo, existe otro obstáculo que me impide lograrlo. Poco a poco empiezo a sentir el mismo amor que tenía por el desde que éramos niños y si no actúo a tiempo, podría perder a Víctor para siempre.

Continuará.

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