Capítulo 15
Dejame ver a mi hija.
Evaristo, el alcalde de Santa Cecilia, intento agredirme sexualmente en la calle una vez más. Mis llantos y gritos no fueron suficientes para que me ayudaran a salvarme, ni siquiera lo mucho que corrí para llegar segura a casa de los Freitas porque este quería terminar lo que empezó y si no fuera por Víctor que me rescató, la cosa pudo ser peor. Cuando el viejo se alejó amenazando con volverlo hacer, Víctor me acompañó a casa de la tía Erika sin imaginar que Patricia, la hija única del burgomaestre, haría acto de presencia.
- ¿Víctor? ¿Qué haces en la calle a esta hora de la noche... Y muy bien acompañado? ¿Quién es esta chica?
- Patricia, yo también digo lo mismo.
- No me contestaste a mi pregunta. ¿Qué hace esa chica acompañándote a esta hora de la noche en plena calle?
- Mira, Patricia... Esta chica acaba de sufrir violación sexual en plena vía pública. Y en este momento, la estoy llevando a su casa, no se siente bien.
- Hola, discúlpame por estar en estas condiciones. Me llamo Catalina...
- Un gusto, Patricia... (Se estrechan la mano) Lamento lo sucedido, hoy en día están sucediendo muchas cosas en la calle que hasta da miedo salir de noche por temor a que nos pase algo.
- Bueno, iré a dejar a Catalina en su casa y después me regreso a la mía.
- De acuerdo. Fue un placer conocerte, Catalina, y espero que te recuperes pronto. Adiós... (Patricia se aleja)
- Catalina... ¡Dios mío! ¿Qué le pasó, Víctor?
- Tomasa, buenas noches. Encontré a Catalina en la calle... Y la encontré en un estado terrible. Otra vez intentaron violarla. Alguien quiso sobrepasarse y arrebatarle su inocencia.
- ¡Dios santísimo! Gracias a Dios que estás bien. (Me abraza) No sabe cuánto le agradezco por haber ayudado a mi niña. Gracias... (Le estrecha su mano)
- No se preocupe, Catalina está en buenas manos. Solo espero que esa persona pague por lo que le hizo, no me importa si es una autoridad pública o un enfermo mental que merodea por las calles.
- Bueno, me la llevaré para que descanse y aprovecharé para platicar sobre esto que es muy duro para ella. De nueva cuenta, gracias por ayudar a mi niña y... Cuando quiera, aquí está su casa. Es usted más que bienvenido. Hasta luego.
Víctor se retira de la casa de tía Erika, mostrándose preocupado por mi integridad aún cuando desconoce que el tío Evaristo trato de violarme por segunda vez. Por otro lado, Patricia está sospechando que, entre el y yo, puede existir algo más sabiendo que ella ama en secreto, pero la hija del alcalde recién me conoce y todavía no puede sacar conclusiones apresuradas.
- ¿Qué se trae Víctor con esa chica? No me creo las cosas que me comenta sobre el caso de violación que sufrió, no se; de repente, está usándolo para acercarse más a el, pero muy pronto, yo sabré de sus verdaderas intenciones.
En la casa de Erika...
- Aquí traje a Catalina...
- ¡Dios mío! ¿Que pasó con Catalina?
- Otra vez la violaron, Erika. Un inepto, sabandija que merodeaba por la calle, vulneró la inocencia de mi niña.
- Imposible... ¿Cómo pasó esto?
- Estaba en la calle, caminando, yendo a mirar el mar como siempre solía hacer. De pronto, alguien me sorprendió diciéndome que no se arrepentiría de lo que me hizo antes y que fácilmente lo volvería hacer... A diferencia de mi que preferiría borrar cada segundo de la escena y hacer como si nada hubiera pasado...
Flashback de la escena donde Evaristo intenta violarme por segunda vez...
- Espera... ¿Otra vez el alcalde te violó?
- (llorando) Quiso violarme otra vez, tía, hice todo lo posible para escaparme de el e incluso quería llamar a la policía para denunciarlo. Pero el me amenazó con meterme presa por difamación.
- Eso... Eso es inaudito... ¿Cómo se atreve a equilibrar la balanza a su favor?
- Cerca de la casa de los Freitas, el me agarró, me tiró al suelo, se quitó la correa y se bajó el pantalón, me besó y yo seguía gritando, implorando que me ayudara, pero por suerte, vino Víctor y me salvó.
- ¿Se dio cuenta Víctor que quien te violó era el alcalde? (Lo niego) ¿Y aún así lo golpeó? (Asiento) ¿Crees que irá preso por agredir a una figura pública?
- No lo sé... Pero me siento tan culpable por no haberlo denunciado. Era su libertad a cambio de mi silencio. ¿Quién sabe la cantidad de denuncias que le pesan en su contra por tantos delitos que cometió en su momento?
- Mientras el siga en la alcaldía, no podemos hacer nada. Seguirá haciendo de las suyas sin que nos demos cuenta.
Al día siguiente, Víctor recordó las palabras de su hermano Eduardo luego de que su reencuentro de tantos años no saliera como ambos querían.
Flashback...
- Se ve que no has cambiado ni has madurado... Eres un debilucho por naturaleza... Lo que me duele es que no te des cuenta de la realidad. Eso no es ser de hermanos... A ver si dejas de ser un imbécil y te pones a pensar en el daño que mamá nos ha hecho. Solo así te aceptaré de nuevo como mi hermano.
Fin del flashback...
- ¿Qué tienes, hijo? Te veo distraído...
- Ah, lo siento... Me quedé pensando... Mamá, encontré a Eduardo, llegó a Lima desde Santa Cecilia.
- ¿En serio? ¿Cómo? (Se sienta en la mesa)
- El estaba en el parque y yo lo reconocí de inmediato. Estaba muy cambiado.
- ¿En qué sentido?
- En que... Todavía sigue aferrado al pasado. Me ve como un debilucho que no acepto la realidad. Te guarda mucho rencor. Te desprecia... Eduardo aún no es capaz de perdonarte de ese suceso que ocurrió hace años.
- Hijo, quiero que entiendas... Cuando eras niño le contaste a la señora Ludovica de la triste situación que atravesamos. Tu padre me violó, me vine a Santa Cecilia con lo poco que teníamos y todo en mi contra, tú y Nisa nacieron a raíz de ese hecho, me tachó de mujer infiel cuando eso no era cierto... Nuestro matrimonio estaba destinado al fracaso desde que me casé con el. ¿Y todavía Eduardo sigue empecinado en no creerme? ¿Sabes lo que pienso? Que fue tu padre quien le envenenó la mente contando toda clase de mentiras y lo puso en nuestra contra...
- Entonces, ¿qué esperas? ¿Voy a pasar toda mi vida alejado de mis hermanos por culpa de mi padre? Mamá, por favor, quiero que terminemos esto de una vez... Quiero que, por lo menos, Nisa sepa la verdad y así se de cuenta de la clase de padre que tenemos.
- Hoy mismo, iré a buscarlo... Lo obligaré a que te conozca y me llevaré a Nisa a costa de su voluntad y si el me acusa de ladrona, yo misma interpondré una contra demanda por violarme.
- Mamá... (Se pone de pie) ¿Estás segura que lo quieres hacer?
- Si, hijo. Ya nunca más me voy a quedar callada ni tampoco me verán humillada, el tiempo me enseñó a ser más fuerte y a defenderme de quienes no quieren que sea feliz; ahora le demostraré a Gilberto que tan cambiada estoy.
Antonia y Víctor se ponen de acuerdo para ir en busca de Gilberto donde deberán encontrar las respuestas que, por años, no la tuvieron. Por otro lado, Patricia escucha la conversación que tienen sus padres y sin querer, se entera de que me violaron.
- Buenos días, pajarita...
- Hola... Te levantaste contento, ¿no?
- Sí, estoy muy feliz... Quería contarte lo que me pasó anoche, pero te encontré durmiendo y preferí esperar a esta hora para decirte todo... (Se sienta en una silla) Anoche, trate de violar una vez más a Catalina... Casi la hago mía...
- ¿Qué? ¿Lo volviste hacer? ¿Cómo?
- Si te lo contara, no me creerías, ¿verdad?
- Vamos, dímelo, aunque sea lo más importante y omite el resto.
- Solo te diré que no me arrepiento en nada de lo que hice. Lo malo es que alguien me atacó y me impidió que siga disfrutando de esta emoción de hacerla mía. Ese desgraciado me las va pagar.
- ¿No te fijaste quien fue el agresor?
- No, me quejé del dolor que no vi quien me golpeó aunque solo escuché que Catalina nombró a su salvador como Víctor. Quizá el fue me agredió.
- ¿Victor? ¿El hijo de Antonia Macedo...? Ese joven que Catalina lo desea, pero quien realmente es novio de Sara Freitas. Entonces, con más razón deberías denunciarlo porque te pegó.
- Yo que sabré quién será... Lo cierto es que le obligaré a que se trague sus palabras y que vaya preso por pegarle a la autoridad de Santa Cecilia.
- No. No lo hagas. Ahí se armaría la de San Quintín... Empezando primero por Sara. Y... ¿si denuncias a Catalina?
- Si. La denunciaré por difamación. Le demostrare que yo trate de violarla y por ende, ella quedará como la mentirosa.
Patricia escuchó toda la charla y en vez de encarar a su padre por haberme violado, se retiró sin hacer ruido alguno porque supo además que yo era la supuesta amante de Víctor, pero no era así, apenas recién nos reencontramos y volvimos a ser amigos. Sin embargo, ella lo ama en secreto sin que Sara lo sepa.
- Esa chica Catalina... Cree que me va quitar el amor de Víctor, pero no lo permitiré... Se que no perdonaré a mi padre por tratar de violarla, pero lo mantendré en secreto para que mi padre no vaya preso. En cuanto a mi, ambas se ganaron una nueva rival porque Victor será mío aunque pase tanto por Sara como por ella. La guerra es con las dos...
Por otro lado, Javier, mi padre a quien lo creía muerto, reapareció después de estar tanto tiempo desaparecido. Pasaron años sin saber de el, no recibí una llamada suya, ni siquiera para mis cumpleaños o quinceañero, no estuvo ni siquiera en la graduación de mi colegio o universidad, nada. Ni tampoco se acordó de mis hermanos cuando más lo necesitaban. Y justo cuando seguía haciendo mi vida sola, un día cualquiera, el tuvo la valentía de llamarme, después de mucho tiempo.
- ¿Aló? ¿Quién habla?
- ¿Aló? Disculpe... Quiero hablar con mi hija... Catalina. Dile que es de parte de su padre. Javier Vasconcelos.
- ¿Señor Javier? A los años que no se comunica... Como está, buenas tardes... Soy yo, Tomasa... ¿Se acuerda de mí?
- Claro que me acuerdo de usted, Tomasa.
- ¿Con quién hablas, Tomasa?
- Es tu padre, niña Cata... Es tu padre.
- ¿Mi padre? Dámelo... Dámelo, quiero conversar con el. (Me entrega el teléfono) ¿Papá? ¿Me escuchas?
- Hijita... Hijita linda. Tanto tiempo que deseaba llamarte y oír tu voz, hasta que se me hizo... Quiero pedirte disculpas por no hablarte aunque sea por única vez en mucho tiempo.
- Papá... (Llorando) Te extraño... Y mucho, sin ti las cosas no marchan bien.
- ¿Y tu mamá? ¿Está contigo?
- Mamá murió... Mi mamá murió y tú no estuviste aquí para verla aunque sea una vez en tu vida. Mi mamá murió, no solo de pena, sino por culpa de tu indiferencia... Han pasado 20 años de su muerte y yo ya soy adulta, pero igual me sigo preguntando qué fue de ti. No he recibido un mensaje o una llamada tuya, hasta mis hermanos también preguntan por ti y tú... Claro, brillas por tu ausencia.
- Hija, de verdad... Lo lamento tanto.
- ¿Lo lamentas? ¿Te alejas de mi y mi familia durante mucho tiempo y aún así dices que lo lamentas? Papá... ¿Sabes qué? No te guardo rencor en absoluto, pero nunca olvido el hecho que nos abandonaste justo cuando más te necesitábamos para hacer tu vida con Minerva aún cuando mi madre te amaba. No me respondas ahora que estoy bastante lastimada, ya habrá un momento en el que, cara a cara, nos digamos las cosas como corresponde.
- Hija... Hija... No cuelgues, por favor. Al menos, déjame decirte que estoy en Lima. Pronto iré a verte, solo dime dónde estás para reencontrarnos.
- Estoy también en Lima... Deseo que un día nos veamos para abrazarnos y decirnos tantas cosas que, por culpa del destino, faltó contarnos. Adiós...
- Hijita... Hijita... (Cuelga la llamada)
Me sentí devastada... Todo el cúmulo de emociones que tenía dentro, lo deje escapar después de hablar con mi padre. Tengo muchos sentimientos encontrados tras hablar con mi padre por primera vez en años. Por un lado siento alegría por escuchar su voz, pero por el otro no puedo evitar confrontarlo por el hecho de que nos abandonó cuando Raquel estaba por nacer. Y ahora que lo pienso bien, el no tiene la culpa, fue Minerva y sus maldades quien lo obligó a desaparecer sin dejar rastro y sin saber cuánto íbamos a sufrir.
Por otro lado, Antonia y Victor fueron en busca de Gilberto en su casa de Santa Cecilia. Ella tenía ganas de recuperar lo que le pertenecía, pero sabía que no se lo iban a dejar tan fácil ya que Eduardo, su hijo mayor, no olvida el pasado y está dispuesto a confrontarla.
- Estoy nerviosa, hijo... Por fin, después de más de 20 años, estoy lista para reencontrarme con tu padre y tú, por primera vez, vas a conocerlo, no solo a él sino también a tu hermana Nisa.
- Yo no me siento nervioso, al contrario, me siento tranquilo aunque con muchas dudas en mi mente que no me dejaron en paz. Hoy por fin, todo se resolverá.
- Puede que no se resuelva todo, pero trataremos en lo posible de recuperar parte de lo perdido. Si tu padre no quiere entender de razones, por la fuerza haremos que entienda.
- Nisa... Mi pequeña Nisa... Apuesto que también le lavaron el cerebro y ahora está en nuestra contra.
- No lo creo... Ella siempre ha sido leal a sus ideales, pero como te darás cuenta: el pasado perdona, pero no olvida. Bueno, llegamos, me imagino que esta es la casa... (Toca la puerta y Gilberto la abre)
- ¿Qué haces aquí? (Entran a la casa)
- Gilberto, sé que no es un buen momento, pero vine aquí porque quiero que conozcas a Víctor, nuestro hijo que nació producto de una violación.
- ¿Así que... Este es Víctor? ¿El bastardo que nació por medio de una infidelidad?
- Cállate... Por una vez en tu vida, te pido que te calles y me escuches. Tú me violaste... Tú me hiciste creer que te fui infiel y por años se ocultó una verdad que me alejó de mis otros hijos, pero que, tarde o temprano, saldría a la luz... Víctor es la prueba viviente de tu mentira.
- Yo no reconoceré a un hijo que nació producto de una infidelidad, ya te lo dije. Es más, lo desprecio, aún sin conocerlo... Hubiese deseado que nunca lo hubiera conocido. Así sería feliz sin tener que cargar tus miserias. (Antonia lo cachetea)
- ¡Mamá!
- Eres un miserable, Gilberto... ¿Como eres capaz de despreciar a tu hijo? Y a la vez, despreciarme a mi... Que aunque no me hayas valorado, fui tu esposa por años.
- Como te dije, tú nunca me serviste ni como esposa ni como mujer. Solo te usé para mi propio beneficio y te hice ver todos tus defectos... Y ahora, vienes a mi casa hecha una mujer empoderada, te amachinas porque no querías ser esa sumisa al cual te trate por años. Pero lamento decirte que esto no va funcionar, perderás en tu propio juego. Ni siquiera tu hijo te va ayudar...
- ¿Cómo de que no? (Llega Eduardo)
- Así que te pones de parte de esa mujer, sabía que no aceptarías la realidad...
- Eres tú quien no acepta la realidad. Te convertiste en el cómplice de mi padre y te encargaste de tapar sus porquerías. Eso sí que no es ser de hermanos...
- Eduardo, confiesa...
- No tengo porqué confesarlo. Antonia es una mujer mala, sus mentiras nos condujeron a esto... ¿Acaso creen que, con que escuche su versión, voy a confiar en ella? No, están muy equivocados.
- ¿Lo ves? Mi hijo es muy inteligente, a diferencia del tuyo... Ahora, si fueran tan amables de darse la vuelta... ¡Y largarse de mi casa! ¡No vuelvan nunca más!
- No nos iremos de aquí hasta ver a mi hija Nisa. Quiero conocerla...
- ¡Mamá! ¡Mamá! (Gritando a lo lejos)
- ¿La encerraste en su cuarto?
- Si, porque sabía que unas visitas extrañas como ustedes vendrían aquí y por eso, le impedí que se vieran.
- Tú no vas a negarme el derecho de ver a mi hija, Gilberto. (Sube las escaleras) Iré por ella y luego me iré a mi casa.
- Ah no... Eso sí que no... (Forcejea con Antonia) Sobre mi cadáver lograrás ver a Nisa. (Lo empuja) Casi me caigo, rayos... (La persigue, pero Víctor lo detiene)
- ¡Papá!
- ¡Nisa! ¡Nisa! ¡Nisa, mi amor! (Toca la puerta) ¡Nisa, ábreme, por favor!
- ¡Mamá!
- No te preocupes, Eduardo... Yo evitaré que Antonia se lleve a Nisa, aunque lo haga por las malas o tenga que pasar por encima del hijo bastardo que parió.
- Víctor, trae un cuchillo, ¡urgente! Nisa, aguanta, ya voy por ti...
- ¡Qué tontería hiciste, Toña! El error que cometiste al tratar de ir por Nisa, a la larga, podría ser tu perdición. Tú no podrás obtenerla y lagarte de mi casa solo porque sí. (Se acerca y forcejean)
Víctor se aparta de Gilberto y de Eduardo, pero Antonia cometió un gran error al permitir que Gilberto se acerque hacia ella y le impida abrir la puerta para que saque a Nisa. El hijo mayor se une a su padre y los tres forcejean, pero ante la distracción y justo a tiempo, Víctor llegó con el cuchillo y pudo abrir la puerta para sacar a la pequeña Nisa de su habitación.
- ¿Nisa, estás bien? (Se acerca)
- ¿Y tú eres? (La abraza cargando)
- Victor, soy tu hermano mayor. Y vengo a sacarte de este lugar. (La saca del cuarto) ¡Tengo a Nisa! ¡Vámonos, mamá!
- Hija... (Los empuja, pero se resbala por el pie de Gilberto) Oye, ¿qué haces?
- Te voy a denunciar por secuestro... (Señala a Víctor) ¡Entrégame a mi hija, maldito ladrón! ¡No sé lleven a Nisa!
- Déjalos, papá... Déjalos que se vayan, que se lleven a Nisa... Ya habrá tiempo para recuperarla, pero pronto le caerá encima una demanda.
- Hijo, tienes razón. Como alcalde, tengo el derecho de demandarla. La demandaré por secuestro y la obligare que me devuelva a Nisa... Que se pudra en la cárcel por el resto de su vida.
Antonia y Victor lograron recuperar a Nisa que aún no consigue asimilar porque la alejaron de Gilberto y Eduardo sin conocer la verdad y la sacaron de su casa estando sus cosas presentes en su habitación.
- ¿Hola, Nisa? ¿Me conoces?
- No la conozco, pero me hablaron de ti. Me dijeron cosas horribles de los dos...
- ¿Qué te dijeron de mi o de Víctor?
- Que usted es mala y que mi hermano es hijo producto de una infidelidad.
- No, no les creas... Tú no sabes toda la verdad. Todo lo que dijeron de mi no es cierto. Yo no soy mala como lo piensan, al contrario, soy una mujer víctima de las circunstancias tramadas por tu padre y tu otro hermano Eduardo.
- ¿Te acuerdas que más dijeron?
Flashback:
- ...Tú te pones de parte de Nisa y le das la razón porque se nota que aún amas a mi madre y no soportas que ella esté en prisión. ¿Acaso no te acuerdas que te moriste de celos cuando la acusaste de infiel cuando ella nunca lo fue contigo?
Fin de Flashback.
- Ellos discutieron... Mi padre lo tiró un puñetazo porque Eduardo le hizo ver la realidad de que aún el la ama pese a no controlar sus celos; además, Eduardo admite que no te guarda rencor por todo lo que sucedió años atrás, pero se calló solo para seguirle la corriente.
- ¿Con que no me guarda rencor porque aún me ama después de todo el daño que me hizo física y psicológicamente? Yo no puedo amar alguien que no me valoró, que ni me quiso como esposa ni como mujer. Ahora que te tengo otra vez conmigo, mi amor, el pensará vengarse de mi, demandarme y enviarme de vuelta a prisión, pero no lo conseguirá porque yo le responderé sacando al fresco todo lo que me causó por años.
- Mami... ¿Te puedo abrazar?
- Awwww... (Se acerca a Nisa) Mi amor, es la primera vez que escucho esto en toda mi vida y además, me llamaste... mamá. Pero por supuesto que lo haré, mi vida.
- Yo también te quiero abrazar, hermanita. (Los tres hacen abrazo grupal)
- ¿Ahora qué harás, mamá?
- ¿Qué haré? Bueno... Más bien, ¿qué es lo que no haré? Lo que no haré es dejar que Gilberto me arrebate su amor, porque los tengo y los amo, son la razón de mi existir y nada nos va separar.
Entre lágrimas y tras tanto sacrificio hecho, Antonia había logrado parte de su propósito: recuperar a Nisa. Quitarse un peso de encima resultó ser satisfactorio para ella y sus dos hijos, pero falta lo más importante: hacer que Gilberto pague por todo el daño que le hizo por años. El no se lo pondrá fácil, pero con tiempo y paciencia, al lado de la gente que más ama, conseguirá lo propuesto.
Continuará...
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