Capítulo XXX: Cosas De Poder
Y ahí, frente al doctor que le dio la terrible noticia, se dio cuenta de lo frágil que era ante un sentimiento. Podía luchar contra los más grandes luchadores, usar sus manos hasta el cansancio y dejar que la sangre le cayera a gotas por las mismas, pero no era capaz de soportar las palabras “Lo sentimos, fue imposible salvar al bebé”... Era un alfa débil.
ו••×
La primera sensación que embargó su cuerpo después de las palabras del doctor fue el miedo, uno tan profundo y arraigado a su pecho que Shoto tuvo que sostenerlo en sus brazos para que no cayera de golpe al suelo y se hiciera daño, más del que habitaba en su ser. Sin embargo, ¿qué importaba su cuerpo si Izuku estuvo a punto de morir por un descuido propio? Y aún más importante, ¿qué importaba su bienestar mental si uno de sus bebés había fallecido por culpa de Shindou? Las preguntas sólo fueron un desencadenante más profundo, luego vino la ira, tan arrolladora y violenta que lo hizo levantar los nudillos y dejar sangrando la nariz del profesional encargado de Izuku, la misma ira que lo hizo gritar hasta que la garganta le raspo y sus ojos lloraron fuego. Porque así lo sentía, lágrimas tan calientes como el fuego cayendo por sus mejillas.
Quemando todo a su paso.
Y es que era increíble, ningún alfa era capaz de soportar sus feromonas, su enojo, su irracional y colosal fuerza. No había nadie, excepto Todoroki, que estaba sosteniéndolo mientras no sabía qué hacer con la situación frente a sus ojos; su mejor amigo, el alfa más fuerte que había conocido en su vida, estaba roto y no había límites para su dolor. El mayor temor que dominaba su corazón era: cómo hacerlo guardar silencio, como aplacar la ira que viajaba por cada centímetro de su cuerpo, cómo no hacerlo caer más hondo en su angustia sin aparente fin. Entonces recordó cuando él mismo había llegado a ese punto sin retorno. Hace años Katsuki había llegado sin permiso a su departamento, cuando el alcohol había sido su segunda opción después del abrupto rompimiento con Mina, fue el único de sus amigos que tiró la puerta abajo, lo levantó del sucio suelo y le propinó un golpe tan fuerte en la cara que hizo retumbar su cerebro, de hecho aún recuerda las palabras que vinieron después del colosal golpe: “No te rindas contigo mismo, pedazo de mierda”.
En ese momento esas palabras habían marcado un antes y un después en su dolor, y nunca se detuvo en decirle las cosas. Poco después de gritarle lo ayudó a sostenerse en sus inestables pies, lo arrojó a la ducha de agua fría y lo ayudó a bañarse, a entrar en razón cuando no había ningún atisbo de la misma en su dolorida conciencia. Esa extraña noche de septiembre recordó lo que alguna vez Fuyumi le dijo en su adolescencia, “Los verdaderos amigos son aquellos que te miran a los ojos y te dicen lo malo que hay en ti, no por molestarte, sino porque realmente se preocupan por tu bienestar”. En ese momento, al verlo luchar contra sus adicciones, consideró a Katsuki como su verdadero amigo. Y como pago se propuso ayudarlo en lo que fuera, porque de no haber llegado esa noche a tiempo; hubiera sido capaz de deslizar verticalmente la cuchilla por su antebrazo.
Shoto habría acabado con el dolor y su vida, con absolutamente todo.
Y con las palabras que él mismo dijo en su cabeza, lo levantó, sostuvo con acérrimo su chaqueta y alzó su puño derecho para despertarlo del trance que acechaba su corazón. Fue eficaz porque el golpe en la mejilla izquierda de Katsuki formó un silencio casi excepcional en el pasillo del hospital, los temerosos guardias no hicieron nada más que calmar a la multitud curiosa de los alrededores, los doctores siguieron su camino establecido y los demás volvieron a respirar. Los gritos y maldiciones provenientes del alfa rubio se detuvieron, y las feromonas asesinas dejaron de flotar en las cercanías. El impulso de seguir luchando se detuvo...
—¡¡¡Acaba con esto ahora mismo y no te rindas contigo mismo!!!—fue una sola frase la que retuvo al alfa de devolver el golpe—. ¡Él te necesita estable, debes estar bien para tu Omega y tu bebé!
Y aunque las palabras de Shoto eran sabías, igualmente no lo detuvieron de enfadarse: de sacar a relucir todo su dolor acumulado. Tomó a su amigo de los hombros y con las lágrimas brotando de sus ojos, le gritó sin decir una palabra, simplemente sacando la ira que se acumulaba en su interior. Ante el bramido no hubo mayor reacción, más que un ceño fruncido y la expresión de sus ojos: “Entiendo tu dolor, ahora cálmate”. Eso podía leer claramente Katsuki en los ojos heterocromaticos. Lo soltó con hastío y cayó a su lado, llorando en un silencio que solamente podía indicar: “Lo entiendo y lo sé, aún así no deja de doler”.
Pasaron los minutos y todo se calmó.
Shoto finalmente se distendió ante la quietud de su amigo y aunque pareciera de esa forma; se quedó a su lado, atentamente, sin decir una palabra sobre la situación actual. Sabía muy bien que él no estaba bien, ¿quién lo estaría? También sabía que no era necesario decir algo cuando todo estaba claro, no habían finales felices, la vida no tiene ese tipo de desenlaces; é igualmente todo tenía que continuar después de la tragedia. Pasaron los minutos y cuando notó que Katsuki se quedó dormido en sus propias lágrimas, y sabiendo que no le ocurriría nada al lado de la UCI —Unidad de Cuidados Intensivos—, se fue a la azotea del hospital. Necesitaba llamar a Mina para saber cómo estaban las cosas en Tokio.
Cuando salió por la puerta de la azotea al exterior, sintió el amanecer en su rostro, las horas habían pasado demasiado rápido. Pero era bueno, el suave calor del sol saliendo en el horizonte tocó con recato su piel, y en ese momento agradeció estar con la cara al descubierto. Nada podía ser mejor que recibir una brisa mañanera, y notar que nada se detenía por el dolor. Repuesto con la sensación, tomó su celular para hacer la llamada, a los segundos el aparato sonó, contestó inmediatamente al ver que era un número desconocido; nunca se sabía quién podía estar al otro lado de la línea.
—¿Todoroki?—el suave tono invadió sus terminaciones nerviosas, reconocía esa voz y no podía creer que ella lo estuviera llamando. Habían sido amigos, y ambos estuvieron hechos para ser los sucesores de sus familias, aún así, ninguno de los dos fue capaz de tomar esa responsabilidad y casarse con el otro, sus caminos y decisiones en ese momento eran diferentes—. ¿Todoroki eres tú?
Repitió ella con su educada voz y él se obligó a contestar.
—Sí, soy yo Momo—aún usaba su nombre para comunicarse, ella conservaba su distancia, como siempre—. ¿Qué ocurre? ¿Tus vacaciones en Venecia no fueron lo suficientemente satisfactorias para llamar a la única persona que más odias?
Le preguntó por simple cortesía y braveza, aunque era un hombre maleducado por elección propia, aún conservaba un poco de cortesía por las mujeres de su alrededor, al menos con ella, además las bromas eran buenas de vez en cuando y sobretodo cuando quería olvidar la situación por unos momentos. Momo soltó una leve risita al notar la sutil broma en su tono de voz, no era un misterio que el hombre al otro lado de la línea le tenía el aprecio adecuado… El aprecio que ella esperaba. Siempre siendo buenos amigos.
—Yo no te odio… Y la semana que fui a Venecia hubo unas inundaciones, comunes con el desbordamiento del mar. Pero, esa no es la razón de porque te estaba llamando—la doctora tomó un largo suspiro antes de continuar—. No es nada profesional lo que estoy haciendo ahora, lo hago porque la situación me preocupa: Hace algunas horas llegó a la atención de emergencia Uraraka Ochako, me tocó atenderla, después de todo me especialice en el área de Maternidad. La estuve tratando por horas y note su evidente rechazo hacia el embarazo y me contó la historia del porqué, no le tome tanta importancia hasta que dijo tu nombre… Asumí inmediatamente que ella era la mujer del trío, por eso me preocupe. Sé que tú y yo no somos precisamente los mejores amigos debido a las diferencias de nuestras familias, pero ella no quería llamarte para avisar y yo sé que te preocupas por el pequeño… Lo siento si de alguna forma desobedecí alguna orden de tu parte.
Shoto apretó ligeramente los dientes al oír sus palabras, lo sabía, entendía que Ochako sentía una repulsión por su hijo y más aún por él al obligarla a seguir con su embarazo, pero ¿por qué seguir rechazando a su propia criatura? ¿Por qué seguir con el daño? No lo entendía, después de todo también era su bebé y, además, le daría el dinero que pedía, si quería más, le daría todo lo que quisiera hasta que dejara su evidente berrinche de mujer inmadura. A penas pueda volver a Japón hablará con ella, sin embargo, también le preocupaba Mina, ¿Por qué no lo llamó? Se lo pidió antes de irse, le pidió que tuviera un ojo encima de Ochako, no era normal que ella olvidara algo tan importante. ¿Por qué las mujeres son tan complicadas?
Estaba pensando seriamente poner una pausa a su vida personal para avanzar con su responsabilidad de padre.
—Gracias por avisarme, haz hecho bien en hacerlo, no tenía conocimiento de la situación porque estoy fuera del país por un inconveniente. Es algo delicado de explicar a través de un teléfono—a Momo no le bastó mucho para entender la situación.
—Entiendo, ¿es por Bakugō?—Shoto apretó ligeramente el celular, estaba muy preocupado por su actitud, era muy extraño verlo de esa manera... Tan dolido y quebrado, realmente amaba a ese Omega.
—Sí, él tiene unos cuantos problemas—Momo soltó un ligero suspiro, uno lleno de recuerdos de antaño.
—Yo escuché en las noticias, he estado muy ocupada en el trabajo y no se me ha presentado la oportunidad de ir a su casa y darle el pésame por Yuichiro, me duele pensar que las cosas han ido de esta manera para él, después de todo los tres fuimos compañeros de curso...—ella sonrió con las memorias alojadas en su mente, recordaba con cariño los días en que los tres eran amigos junto a Denki y Kirishima, hacían tantas cosas juntos que era sorprendente el nivel de intimidad. Todo era perfecto hasta que Enji anunció la alianza de conveniencia entre los Yaoyorozu y los Todoroki, después de eso todo fue de mal en peor. La confianza se perdió con los meses y cada uno eligió su propio camino a seguir; Denki como modelo de alta costura, Shoto en el ejército, Katsuki y Kirishima en las peleas de artes marciales mixtas y ella en la universidad estudiando medicina—. Aún recuerdo la última fiesta que disfrutamos todos juntos, cuando tuve que guardar ese gran secreto.
—Sí, ese pequeño detalle—Shoto por primera vez en esa semana sonrió, el recuerdo de la despedida de Katsuki cuando se fue a Budapest era un poco memorable e incómodo—. Eres buena guardando secretos.
—Siempre he sido buena en todo lo que hago o prometo hacer—se jactó la chica—. Pero, si Bakugō necesita algo, que no dudé en pedirlo. Yo estaré ahí, para ambos si es necesario... Eso es lo que hacen los amigos.
—Gracias por todo Momo, le diré a él. No le digas a Ochako que me llamaste, tampoco la llamaré pero, si es que puedes, mantenme al tanto de su situación—Momo volvió a respirar, sentía que una gran peso se había alejado de sus hombros.
—Eso haré, estaremos en contacto, Todoroki—cortó la llamada con una sonrisa, a los poco momentos la preocupación lo invadió, espero unos minutos y llamó a Mina para enterarse de la situación en Japón. No hubo respuesta ni al décimo llamado, ahora se estaba preocupando. ¿Qué estaba ocurriendo con Mina? ¿Qué secretos ocultaba la mujer que más dolor le había provocado?
ו••×
¿Por qué ser una persona tan débil cuando el poderío lo puede con todo en la vida de una persona? Era estúpido pensarlo, porque desde pequeña trato de entenderlo y ahora que lentamente las cosas se hacían lúcidas en su vida, todo era mucho más fácil. Mina constantemente deseó ser más que una cara bonita para los demás a su alrededor; siempre trató de demostrarle a su padre que era fuerte a pesar de ser Omega. Ahora, era inútil pensarlo y desearlo, ya tenía el poder que significaba guardar secretos, ese tipo de secretos que no pueden tocar la luz por miedo a la justicia y que nunca y por nada del mundo deben saberse.
Sostuvo el labial rojo en sus delicadas manos, trazando y completando sus labios con la tonalidad seductora junto a su piel extremadamente blanca. Su larga cabellera rosada caía con gracia en su perfecto cuerpo, ocultando lo que alguna vez fue negro en el pasado. Tapando con el tono todo lo que su madre le había dado, dejado atrás lo de ella para superar cualquier atisbo de humanidad en su conciencia, porque ahora sabe que es muy cansador sentir y ser poderosa al mismo tiempo; ambas cosas no concuerdan. Salió del automóvil y tomó su celular, camino con su perfecto tacón de diez centímetros y observó el pérfido panorama en el horizonte.
Una enorme mansión en llamas.
Había tanto que ocultar en la familia Bakugō, mentir y sobornar a las personas indicadas para salir impunes del gran problema, culpar a los inocentes que no desean la libertad y dejar en claro que el poder lo es todo en un mundo regido por el dinero y el miedo. Saco con elegancia de su bolso un sobre repleto de dinero, una cantidad exuberante, se la entregó al jefe de la policía y el hizo caso omiso a lo que sus ojos veían. “Una fuga de gas maltratada en una elegante casa con reparaciones ilegales”. Así será llamado el desastre en las noticias locales, algo conveniente para Enji Todoroki y Mitsuki Bakugō.
—Me alegró que hayas podido venir después del aviso tan corto que te hice—habló el hombre mientras la observaba, sacó de su pantalón del ejército una cajetilla de cigarrillos—. ¿Fumas todavía?
—No, ya no lo hago—declinó fuertemente la mujer, él le restó importancia. Fue una suerte que no se le notarán los tres meses de embarazo, de otra forma Enji no la dejaría ir. La mejor abogada de Minato y los perfectos genes de su hijo en un bebé... Sin duda un niño prodigioso y con un destino sin igual—. Y no pienses que esto no tiene un precio, es evidentemente que lo tiene.
—¿Cuánto es? Sabes que yo no tengo problemas con el dinero y las influencias para una mujer como tú—ella levantó la vista y le sonrió a Enji, fue con finura y cuidando sus modales frente a uno de los hombres más poderosos de Japón, sin demostrar ningún tipo de debilidad.
—No quiero tu dinero.
—¿Entonces qué quieres Ashido?
—Quiero que dejes en paz a Touya y Shoto—Enji frunció el ceño con molestia, dejó el cigarrillo a un lado. Ahora tenía curiosidad por sus palabras, permitió que ella siguiera hablando para saber su punto—, de otra forma me veré obligada a testificar por los problemas que estás ocasionando aquí en Budapest, y no creo que para una persona de tu casta sea bueno algo así, y menos para Mitsuki, aunque puedo protegerla a ella pero, ¿tu abogado puede protegerte de la ineptitud judicial?
El alfa se acercó a ella, casi tratando de intimidar su espíritu de Omega con las feromonas de Alfa puro que soltó al oír su amenaza. No le resultó su jugada, el bebé que lentamente crecía en su interior le entregaba la fuerza suficiente para afilar aún más sus ojos ámbar, mostrando que era una fémina con mucho poder mental y que no se dejaba intimidar por él. Aún así, sin saberlo y en la distancia; su alfa la estuvo atentamente escuchando. Touya se encontraba esposado, con el corazón casi huyendo de su pecho por las palabras de ella. Después de pelear con su padre mano a mano, este le ganó en proporciones físicas. Era muy difícil ganarle al hombre que superó todas las expectativas de su generación en el ejército, y aún así, Enji no lo asesinó a pesar de que era la oportunidad perfecta para deshacerse de su oveja negra. Aparentemente parecía creer que las acciones de su hijo eran un “berrinche de rebeldía” y no un problema.
—¿Qué te hace pensar que estoy hostigando a mis propios hijos?—Mina se acercó y lo observó directamente.
—¿Crees que no lo sé? Trabaje contigo por años y aún me subestimas. Aleja a tus hombres de mis hombres, ¿entendiste Enji Todoroki?—Enji sonrió con soltura, con una evidente burla dibujada en su rostro.
—¿Tus hombres?—Mina se alejó, casi lo suficiente para que su voz no fuera escuchada—. ¿A qué te refieres?
Pensó la pregunta... Quizá desde un principio fue una mujer manipuladora; queriendo ser mejor que su padre en la universidad, sobrepasando su trayectoria al trabajar con Enji, también al seducir a su hijo menor; tal vez también fue el hambre de poder en su subconsciente que la hizo beber más de la cuenta esa acalorada noche en las termas, la misma que la hizo tener relaciones con Shoto; probablemente fue ella misma quien le pidió el acto carnal y después se arrepintió... Más aún, haciendo un trato sexual con Touya, sí, usó sus encantos. Pero, ¿quién no lo hace en medio de una guerra de poder? La verdad, ella anhela el poder y no hay nada mejor que ser la madre del heredero de la familia Todoroki y siendo la destinada de uno de sus hijos, podría dejar a Enji en la ruina si así lo deseaba, pero no quería eso: no necesitaba el dinero de Enji para ser poderosa. Con sus propios conocimientos es más que suficiente.
—Lo que escuchaste, Touya y Shoto son mis hombres, Shoto me ama y Touya es mi destinado... Y tal vez, algún día, cuando veas más allá de tu nariz, lo entenderás mejor—después de eso se dirigió más al interior del lugar, tenía que hablar con Mitsuki.
Enji quedó perplejo con sus palabras, sabía que su hijo tenía cierta afición por la mujer, no era un misterio para nadie que ellos mantenían una relación seriamente estrecha. Aunque, ¿Touya el destinado de Mina? Eso no lo sabía, sus talentosos hombres no se habían dado cuenta de algo que era evidente. Se acercó hasta su hijo mayor y lo observó con atención, buscando una duda a las declaraciones de la abogada, no había nada más que una sonrisa divertida en la comisura de sus labios.
¿A qué estaban jugando sus hijos?
(...)
Ambas mujeres estaban hablando sobre sus maridos, con una confianza increíble, parecían dos amigas de la infancia platicando del tiempo perdido entre la adolescencia y la adultez, aunque Mina sabía muy bien que detrás de esa aparente amistad, Mitsuki quería una sola cosa de Inko. La llamada de su jefa la alarmó antes de llegar a tomar el vuelo que la traería a Budapest, aún así fue hasta la compañía Bakugō e hizo los arreglos correspondientes. Después de todo lo ocurrido, ahora la entendía completamente; la empresa necesitaba un nombre nuevo para sobrevivir en el abismal mundo de los negocios. Posteriormente de la muerte de Tomura en Minato, —y ahora la confirmación en Budapest—, había una ruptura en la confianza de los contribuyentes, necesitan con urgencia alguien diferente. Una persona que fuera amable, joven, poderoso y que tuvieran a su lado lo mejor del mundo, un alfa puro.
La abogada se acercó hasta las dos e hizo una leve reverencia como respeto, Mitsuki las presentó y las palabras comenzaron a emerger entre las tres. Con la llegada de Mina, los papeles se presentaron en bandeja de plata, un nombre que resaltaba más de la cuenta llamó la atención de Inko, y cuando Mitsuki le explicó el plan. En minutos la boca de la Omega de cabellos verdes se abrió ligeramente por la impresión. Hisashi Midoriya tenía un plan para la compañía Bakugō antes de que empezaran los problemas, uno que no le había contado a nadie, excepto Mitsuki: el plan había salido del radar de la alfa rubia por culpa de la influencia de Tomura en sus vidas. Ahora, con la verdad a la luz de los ojos, los papeles se habían desempolvado y las intenciones nuevamente estaban al rojo vivo.
—¿Qué dices Inko?—la Omega tomó el lápiz que la abogada le estaba ofreciendo, era arriesgado considerar algo así. Las probabilidades eran tan bajas, lo suficientes para que fuera una locura pensarlo, pero si Hisashi lo pensó en su momento, no era tan descabellado—. ¿Firmaras para dar el consentimiento?
Mina, si se lo preguntarán, firmaría ese papel sin duda alguna, le entregaría ese futuro lleno de poder y dinero a su hijo si pudiera hacerlo, porque era la oportunidad perfecta para emerger con dignidad y elegancia del dolor. Por supuesto, darle la presidencia de una compañía tan grande a un niño de diecinueve años era evidentemente una estupidez, aún así, Izuku tenía las aptitudes suficientes para ser el CEO perfecto... Solamente tendría que aprender algunas cosas, reformar su actitud estúpidamente amable, y educarse para proteger el respeto de su familia por encima de todo. Porque después de lo que Shindou le hizo, y sabiendo que Mitsuki lo tenía bajo su custodia, era factible la posibilidad del éxito. Todo sería por un deseo de venganza mayor. Inko lo pensó por varios minutos más, en los cuales el deseo de saber como sería el futuro a través del tiempo la embarcaron. Aún así, con las dudas, deslizó el lápiz de tinta negro por el papel, firmando el trato, esperando que todo lo que Mitsuki proyectaba para el destino fuera una realidad muy cercana a su hijo.
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Ella era una prueba intangible de su amor trascendental, una parte compartida de su ADN mutuo, tenía la sonrisa de su madre y la belleza que tanto lo caracteriza de los demás omegas. Sus profundos ojos rojos y la risa que emitía con soltura lo hacían inevitablemente sonreír de la alegría que irradiaba. Aunque sabía perfectamente que al abrir los ojos y nuevamente presenciar el panorama que lo rodeaba, sentiría la culpa, el dolor y la inevitable sensación de haber cometido el error más grande de sus veinticinco años. Eso no cambiaría nunca, probablemente con el transcurso del tiempo y los momentos, se haría más fácil saber que era uno de los mayores cómplices de la muerte de Kya; su bebé.
Aún así, la culpa siempre estaría en su subconsciente.
—¿Por qué estabas llorando hace un rato?—Shoto le dejo un café cargado y sin azúcar en frente de sus ojos. Katsuki se había acostumbrado a tenerlo cerca después de todo lo que había pasado, aún así, las cosas no cambiaban fácilmente para él; con la sangre de Izuku en la ropa, todo era difícil.
—No es de tu incumbencia, tampoco hagas preguntas estúpidas. No tengo las ganas de responder tus mierdas—respondió a secas.
El ambiente en la cafetería del hospital era una mezcla perfecta entre lamentos en húngaro y la ira reflejada en las feromonas de los alfas enojados, Izuku no había sido el único joven que en esos días había asistido con problemas físicos. Al parecer la hermosa ciudad de Budapest tenía unos cuantos problemas de seguridad, una razón más para irse a Japón. Shoto suspiró con la respuesta y trató de ser lo más empático posible con él, entendía y a la vez no. Era complicado hacerlo cuando no era bueno con las emociones de las personas, era un problema que lo perseguía desde el pequeño. Ser torpe socialmente...
—Entonces, ¿cómo te ayudo?—preguntó Shoto con sinceridad, Katsuki quería gritarle un montón de incongruencias, no podía desde el momento que lo hizo tocar tierra fuera de la UCI.
—Nada, vete a Japón y ayuda a tu omega. No creas que no siento como la mierda te sube por los pies—el alfa desvío la vista y tomó un poco de su café.
—Somos amigos, no me iré hasta que te vea con una ropa más limpia.
Tenía razón, desde hace horas usaba la ropa ensangrentada, con la fría y seca sangre de su Omega. La olía superficialmente y podía sentir las náuseas subir por sus extrañas hasta la nariz, no haber comido nada en horas tampoco ayudaba a aplacar el dolor. Era frustrante, quizás le pediría a Shoto que lo ayudará, era mejor que usar por días la ropa sucia. Levantó la vista solo unos segundos para ver a su amigo, sin embargo, su atención fue directamente a la puerta de la cafetería, ahí estaba su madre junto a Enji, se veían ridículamente bien que no podía gestar una mueca de desagrado. Era tan extraño aceptar que su madre tenía a otra persona a su lado, sobretodo si era él. Enji no era una persona de su devoción, después de todo el dolor que le había provocado a Shoto con sus exigencias y los ridículos tratos hacia la madre de su amigo... No podía verlo a la cara sin querer partirsela.
—¿Qué ocurre Bakugō?—preguntó Todoroki al ver su preocupación.
—Problemas, eso ocurre.
Katsuki se levantó de su asiento y comenzó a caminar con fuerza y sin dejar de ver los desafiantes ojos azules de Enji, la energía de ambos alfas puros colisionaron en el pequeño lugar; era una pelea de egos bestial. Hasta que el mayor no hizo mucho al ver la expresión llena de tristeza de su amante, Mitsuki no era una mujer que resaltará mucho por sus emociones tristes y excesivamente emocionales. Usualmente siempre se le veía con la cara contraída en una mueca de enojo y alegría, ahora era muy diferente; eso lo hizo desistir de sus intenciones. Cuando Bakugō llegó frente a ellos, observó a su madre con un poco de repulsión al oler su aroma. De hecho le llamó la atención una fragancia que podía percibir con sutileza.
Inko...
—Katsuki, yo y Enji lamentamos mucho lo que ocurrió con Izuku, perder a un bebé es algo muy delicado. Debes ser muy fuerte para que él no se sienta solo en este largo camino, sé que no eres de las personas que pide ayuda a los demás... Aún así, si necesitas algo de nuestra parte, te lo daremos sin dudarlo—la mujer no tenía malas intenciones con sus palabras, lo hacía de corazón y con un sentimiento muy puro, aún así para su hijo sonó de una manera muy irresponsable y curiosa; ella sabía demasiado para su conveniencia.
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que mi Omega perdió un bebé?—la expresión de la alfa cambió radicalmente, lo suficiente para que Katsuki sacará sus propias conclusiones, y no eran del todo buenas—. ¿Dónde está el muy bastardo? ¿¡Dónde está Shindou!? ¡¿Qué sabes de él?! ¡¡¡Responde!!!
Enji estuvo muy tentado en golpear al chico por levantarle la voz a su madre, se controló de forma casi inmediata al ver la expresión de poco amigos de su hijo. Él estaba protegiendo a Katsuki. Mitsuki tenía la intención de informar sobre la situación primero a Izuku, por ser la persona más involucrada con el plan de su padre y el chico húngaro. No obstante, ver a su hijo así, de esa manera tan devastadora y lamentable, sabía que no podía guardar el secreto hasta que el chico de cabellos verdes saliera del coma. Suspiró y observó directamente a su hijo, Katsuki casi retrocede un paso al ver su expresión seria, fría y casi insensible.
—Tenemos que hablar sobre ciertas cosas, sé que no estarás de acuerdo con ellas, esperaba que él despertara primero antes de que lo supieras—Katsuki chasqueo la lengua y respondió con ironía.
—Deja de adornar la mierda y dilo directamente—Mitsuki lo entendió, sin anestesia.
—Le daré la presidencia de la compañía Bakugō a Izuku, y no tienes el poder para detenerme.
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