|Capítulo XXII: En Pugna|

Entendía que era por miles de sentimientos pasados pero, estaba enamorado de la persona que había detrás de toda esa belleza angelical. No existía nadie más perfecto que él, incluso con los modelos profesionales ahí... Absolutamente nada se podía comparar con la belleza que Izuku le entregaba a sus ojos.  

ו••×

«El maquillaje es una puta y jodida mierda»pensó mientras el hombre, excesivamente femenino, le ponía por enésima vez un retoque a sus oscuras ojeras; de hecho lo regañó por tenerlas y no cuidar su perfecto cutis durmiendo lo necesario para su corta edad. No era su culpa aprovechar la noche para hacer otras "actividades" con Izuku. Tenían el tiempo contado gracias a las prácticas y no pensaba perderlo en estupideces como dormir las ocho horas reglamentarias para el cuerpo. Y justamente por eso no aceptaba contratos publicitarios más grandes, claramente había protagonizado unas cuantas campañas publicitarias sobre ropa deportiva, marca de relojes y otras cosas que le daban un buen ingreso monetario mensual. Hasta le habían ofrecido ser modelo profesional y recurrente de Calvin Klein, pero el maquillaje... Odiaba los cosméticos más que nada. Si no fuera por Izuku y su montón de cremas para cada parte del cuerpo, nunca hubiera conocido el aceite de Argán.

—Bien, es todo lo que pude hacer cariño, tienes unas ojeras grandes, que digo grandes, enormes... Pero nada que yo no pueda arreglar—se jactó el maquillista mientras le ponía el último toque a su "obra de arte".

Al terminar Katsuki observó su reflejo en el espejo, no era por presumir su cuerpo a los demás, pero se veía bastante bien. Estar en concentración física le había dado más definición en sus brazos, abdomen, oblicuos y hombros; las alas en su espalda se veían bien formadas excepto por unos cuantos rasguños. Nada que no se pudiera arreglar con unos retoques de cámara; suspiró profundamente y despeinó su cabello para salir de ese entorno tan ajeno a su zona de confort. El maquillista le dijo que fuera con el director de rodaje para detallar unos cuantos conceptos sobre el tema de campaña. Al llegar al set pudo ver a Mina hablar con unos coordinadores sobre la seguridad del lugar (algo necesario tratándose de una figura deportiva que vive de su cuerpo y bienestar físico), aunque no la veía fumar y eso era realmente extraño. Ella amaba fumar. Le restó importancia, no veía a Izuku por ninguna parte. ¿En dónde estaba metido su Omega?

Lo malo de la situación, es que no podía irse demasiado lejos por culpa de los guardias; resignado se sentó en una silla que tenía su apellido, estaba totalmente aburrido del ajetreo que lo rodeaba. Y en tanto esperaba a su Omega leyó unos detalles sobre su actuación en el comercial; básicamente el libreto decía que debía comportarse como él mismo; porque su actitud ya detonaba una esencia invicta de reservas morales. Además, de que sería un fotomontaje sobre sus actuaciones actuales; el film iniciaría con él llegando desde los vestuarios a un cuadrilátero lleno de contendientes que supuestamente debían lucir más fuertes y más grandes que Katsuki, los cuales serían derrotados sin siquiera llegar verdaderamente a golpearlo; después se bajaría del cuadrilátero recibiendo la bendición de Zeus por su pelea; todo directamente del Olimpo, y en ese momento bajaría como un ángel, en su automóvil blanco del año, Olimpea (Izuku). Con una actitud coqueta hacía él le entregaría el perfume en las manos. Después de unos segundos ambos se tocarían de forma tentativa para descender de la gracia hasta un manantial en Grecia, y antes de concretar un beso en el "manantial" el comercial terminaría.

Posteriormente a ello, tenían que dar una entrevista y tener sesiones de fotos para la campaña publicitaria: totalmente aburrido.

—¿Lo viste? La cámara realmente lo ama—escuchó detrás suyo mientras los de iluminación ajustaban las luces para darle un toque más cálido al set—. Sí, para no ser modelo es bastante sexy. Es un buen Omega y tiene cara de tímido... Lo malo es que ya está marcado. Lo hubiera invitado a salir después de terminar.

Y eso es todo lo que Katsuki pudo escuchar, sabía que ambos trabajadores hablaban de Izuku, con la sola mención de la marca estaba claro. Fue hasta ellos y usó la voz de alfa para preguntarles sobre aquel "buen Omega", los chicos temblando le dijeron que estaba en otro set del estudio. Hecho una furia fue hasta el otro lugar sin importarle los guardias, abrió la puerta sin pedir permiso y entró como si fuera lo más normal del mundo. En el fondo del sitio, entre un escenario con típicas edificaciones de la antigua Grecia y luces que favorecían su escultural y delicado cuerpo, estaba él. Katsuki tuvo que tragar saliva al verlo; los modelos lo tocaban como si fuera una diosa. Y por poco lo era; su belleza natural y angelical lo hacía verse malicioso y adorable en proporciones iguales. Sus pecas no habían desaparecido entre tanto maquillaje, sus ojos verdes fueron resaltados con un delineado negro que a Katsuki le hizo recordar a Irenice... Y lo más destacable de la escena era su cabello, sus hebras jade que estaban ligeramente más abajo de sus hombros, lucían peligrosas y brillantes al viento del ventilador.

Definitivamente tenía talento para ser modelo, no parecía estar incómodo entre tantos hombres o al menos fingía bastante bien. Y a Katsuki no le gustaba aceptarlo pero ese hombre, que solía tener una sonrisa torcida cada vez que sonreía con naturalidad, lo tenía bebiendo de su voluntad. Se podría decir que estaba enamorado y vaya tenía noción de ello, lo sabía desde el día en que lo marcó que estaba condenado a sus deseos.  

Espero pacíficamente en la oscuridad del set mientras terminaban de sacarle las fotografías para la campaña publicitaria de Olimpea, al terminar el fotógrafo se acercó a Izuku para mostrarle las imágenes. El hombre estaba muy satisfecho con su trabajo y le dio una tarjeta con el número de su agencia por si tenía ganas de trabajar como modelo en algo más profesional que una campaña publicitaria. A Izuku le tentó demasiado la idea de tener un ingreso extra de su mínimo capital anual. Sin embargo, tenía dudas de que Katsuki estuviera feliz y cómodo con ello. Estadísticamente los alfas eran muy celosos con sus parejas; incluso algunos exigían por papeles judiciales que fueran más recatados con sus cuerpos, ser modelo de perfumes o ropa interior no era precisamente sinónimo de recatado.

—¿Te gustaría ser modelo?—Izuku dio un salto en su puesto al escuchar la voz de su alfa, se dio media vuelta para verlo, y fue un grave error. Katsuki estaba detrás de él, únicamente vistiendo un pantalón negro y holgado; mostrando todo su abdomen marcado y dejando muy poco a la imaginación, incluso tenía un leve brillo bronceador en su piel; piel brillante... El recuerdo de la noche anterior lo golpeó.

Quería salir corriendo.

—Kacchan, ¿qué haces aquí? Pensé que te estarían sacando las fotografías para la campaña publicitaria—el alfa sabía que estaba tratando de desviar la atención, gracias a su olfato, notó el leve cambio; el dulzor de la excitación que solamente él podía experimentar. Lo hizo sonreír de forma coqueta empujando su cuerpo en una zona bastante oscura del set.

—Vaya... Ví eso pequeño conejito, ¿no estás satisfecho después de anoche? No es que me moleste pero te estás convirtiendo en un animal adicto al sexo—las mejillas de Izuku se tornaron rojas en segundos, odiaba que Katsuki lo leyera como un libro abierto, aunque tenía razón, era adicto a su cuerpo y peor aún; un egoísta.

—No es solamente eso—aceptó Izuku mientras jugaba con sus dedos, su nerviosismo parecía muy contagioso porque Katsuki también lo sentía—, me da celos pensar que muchas y muchos omegas te verán en sus celulares, computadores y televisores; ni hablar de las fotografías y el perfume... Lo compraran únicamente para saber cómo hueles y eso me molesta. Lo suficiente para odiarlos a todos.

El alfa quedó perplejo.

Izuku era una persona bastante noble con sus conocidos y siempre trataba de dar la mejor cara que tenía para no preocupar a nadie, caía perfectamente en el estereotipo de persona "buena" y que no poseía malos deseos para nadie. Nunca había visto su faceta malvada, bueno quizás un poco cada noche que lo amaba. Y esa era muy diferente, usualmente las personas perdían el control en situaciones así. Y ahora verlo tan celoso y siendo egoísta con su cuerpo lo hacía sentirse especialmente enamorado. Era bastante tóxico el sentimiento pero lo amaba y realmente dolía hacerlo, porque quizás era por el miedo a perderlo o hacer algo que lo dañara o arruinar su relación, no lo sabía. Se alejó un poco de Izuku para comenzar a reírse de sí mismo... Estaba más nervioso que cuando dio su primera pelea y todo por amor, realmente amar a una persona te volvía un idiota. El Omega lo vio con consternación al pensar que el motivo de su risa "nerviosa" era el. Y se acercó para golpearlo...

—Increíble—susurró Katsuki mientras trataba de calmarse, Izuku por primera vez vio sus mejillas rojas de la ¿vergüenza? En ese momento el alfa lo tomó de las muñecas para observar su expresión—. ¿Lo notas?

—¿Qué cosa?—Katsuki depósito una de sus manos en su pecho desnudo; la palma de Izuku palpó el impactante latido.

—Lo que me haces idiota, creo que en cierto momento lo negué. Sinceramente no puedo hacerlo más...—Izuku observó asustado sus ojos y retrocedió un paso al ver que Katsuki formaba una sonrisa auténtica, y muy dolorosa. Como si en una sola mueca estuviera cargando un enorme dolor—. Que te amo estúpido pecoso.

Solamente fueron unos segundos, en donde el latido del corazón del pequeño Omega se detuvo. En donde cada sentimiento se venía a sus ojos y quemaba, haciendo que de ellos cayeran en gotas de felicidad un sentimiento que no sentía merecedor. También lo amaba pero, ¿quién era él para estar al lado de Katsuki? ¿Podía ser suficiente para él? Aunque estuviera ahí, grabando un comercial para formalizar su relación ante los medios, la verdad era que sentía mucho miedo de los demás, quería estar con él para todo lo que quedaba de existencia. También quería cumplir con las expectativas y no sabía cómo hacerlo. En ese momento Katsuki sintió su temor como suyo y lo acunó en sus brazos; lo entendía. Sabía lo que unas personas podrían provocar, él sentía el mismo temor. No obstante, si Izuku sentía miedo de ello podían parar todo e irse a casa.

Y seguirían ocultando todo.

—Si sientes miedo podemos detener la campaña publicitaria, solamente tienes que decirlo—Izuku negó y levantó su rostro secándose las lágrimas, observó a su alfa y tocó sutilmente la marca latente en su cuello. Tenía que seguir adelante y no podía seguir llorando por todo.

—No, debemos seguir—Katsuki le revolvió los cabellos y comenzó a caminar para ir al otro set; su confesión había sido correspondida de cierta manera, aunque, necesitaba oírlo, saber sus labios la verdad...

—Kacchan—Izuku lo llamó antes de que el alfa saliera del set, corrió hasta él y le abrazó por la espalda. Ahí respiró profundamente contra su piel, sintiendo su calor y susurró—. Yo también te amo.

Una horrible mueca se formó en la cara del luchador, seguramente se veía ridículo tratando de ocultarla entre sus manos, y estaba feliz. Muy feliz de haber oído de sus labios lo que durante muchas vidas era un hecho para ambos. Izuku lo observó y le sonrió con ternura, aunque pasaran mil vidas más... El sentimiento seguiría siendo el mismo. Amor prohibido y dedicado de una forma tan singularmente pura que era imposible ignorarlo con una simple advertencia de "no lo ames porque está mal e incorrecto".

(...)

Sus manos tocando las suyas, con firmeza. Sus ojos y aquella sensación férrea que lo recorría cada vez que se posaban con descaro en su piel sin siquiera entenderlo, quizá se podía llamar locura o, tal vez, química perfecta. No era relevante en lo absoluto, Katsuki tenía en su forma extraña y difícil de lograr ponerlo muy nervioso y más ahora que sabía que lo amaba... «Que te amo estúpido pecoso»sus palabras aún latían en sus oídos, pulsando su cabeza adolorida. Sabiendo que era una actuación por parte de los dos y él debía ser Olimpea; sentía con dureza su presencia. Y esa sensación de ardor en todo su cuerpo, como miles de quemaduras de placer haciendo de él un completo idiota.

—Maldición—susurró, su piel de erizó al sentir la mano protectora en su hombro desnudo, la ropa que le habían puesto no ayudaba en nada.

—¿Estás bien? Tu cara está muy roja, no me digas que tienes fiebre. Idiota debes cuidarte más—su voz. Odiaba sentirse así en momentos inoportunos, no estaba excitado... Estaba necesitado y eso era mil veces peor.

Asintió entregando tranquilidad y cerró los ojos por unos momentos para centrarse en su misión; y continuó como pudo. Al cabo de dos horas terminaron de grabar, sacar fotografías y entrevistar a ambos. Después Izuku corrió al baño apenas pudo y se mojó la cara con abundante agua mientras trataba de bajar su temperatura, por suerte nadie lo siguió o eso creyó pensar. Cuando levantó la cabeza del gratificante chorro de agua en el lavado notó una larga cabellera rosada en la entrada, no le costó notar que tenía algo en las manos. Su mirada ámbar no era sería, de hecho se veía muy preocupada. Además, Izuku sabía que en la pequeña caja no habían precisamente medicamentos para la fiebre o el malestar.

—Siendo abogada de Katsuki y por consiguiente tuya, debo pensar en todos los inconvenientes que pueden ocurrir a lo largo de su carrera—por primera vez en días la voz de una persona aterraba a Izuku, nunca había visto esa faceta controladora de la chica, ahora la sentía; demasiado—. Sé que en las termas ocurrieron cosas que arruinaron los planes, y quiero que todo siga siendo así. Solamente una marca.

«Arruinaron...»Izuku pensó en la palabra por unos momentos, ¿eso fue para Katsuki? ¿Un error? Obviamente él no se lo diría, como su alfa lo tranquilizaba cada vez que podía y le daría el confort suficiente para tenerlo tranquilo, probablemente Mina estaba siendo la única imparcial, por lo tanto la única persona que le decía la verdad.

—¿Ustedes usaron condón esa noche? ¿Katsuki anudó?—Izuku negó y luego asintió con nerviosismo, Mina se acercó hasta él y le tendió la caja con fuerza. Quizás un poco excesiva, ¿por qué estaba así?

—Comprueba entonces si no estás embarazado.

—No lo creo, tome pastillas al otro día, apenas pude—aseguró el pequeño ante la abogada. En ese momento sus ojos ámbar se ensombrecieron, Izuku pudo jurar que había dolor en sus cuencas, incluso en sus movimientos.

—Si el alfa anuda estás fallan sí o sí, es un hecho, créeme—se estremeció, tanto ella como él. Estuvo tentativo en preguntar si a ella le había ocurrido algo así; prefirió callar.

Tomó la caja y se internó en un cubículo del baño, abrió la caja y sus manos temblaron como nunca. Si salía positivo no sabría que haría con su vida, era muy joven para ser padre. No tenía nada de nada y para peor se sentiría un inútil dándole más problemas a su alfa; arruinando aún más su carrera.

Un bebé no era bueno para los medios y más aún cuando había sido concebido en pleno amorío. Se hizo la prueba como lo decían las instrucciones y espero, en tanto salió del baño y se lavó las manos. Mina en todo momento lo observó con atención, sinceramente a Izuku le daba mucho miedo ver el test de embarazo. Sin embargo, tenía que hacerlo, tenía que ser fuerte. Levantó la vista para ver el resultado y unas gotas llenas de ira se deslizaron por sus ojos.

Positivo, estaba embarazado de Katsuki.

Mina entendió inmediatamente lo que había ocurrido, se acercó al pequeño y lo abrazó como si fuera ella. Extrañamente Izuku le correspondió el abrazo en un ataque de sentimientos en pugna, ahora ambos entendían el sentimiento. El sentimiento de arruinar algo muy grande con un pequeño bebé.

ו••×

Odiaba no dormir.

Mirio había estado en vela durante dos semanas seguidas, trataba de encontrar coherencia en sus sueños mientras los conciliaba, era imposible hacerlo. Tamaki en menos de tres meses se había metido en su cabeza de forma permanente, incluso le pidió a su madre un consejo de cómo olvidarlo, mas la solución parecía trágica y de verdad lo intentó con todas sus fuerzas; salir de fiesta, ver otras omegas, incluso besarlas... Nada lo hacía olvidar, tampoco perder el tiempo en un Hobbie. Siempre terminaba con la misma pregunta en la cabeza: ¿Cómo lo haría Tamaki si estuviera aquí? ¿Besará de la misma forma? ¿Cómo bailará? ¿Qué flores les gustarán durante el invierno? ¿Él también estaría soñando cosas así? ¿Siente el mismo dolor que yo siento? Y aunque consiguiera responder al menos una de sus preguntas gracias a la constante presencia de su madre en la florería, no era lo mismo. Desde ese día en su casa, desde que abandonó el lugar queriendo quedarse a su lado para acabar con su dolor a través de las caricias... Perdió su voluntad, ¿por qué los omegas tenían ese poder tan abrazador de acabar con la voluntad y el poder de decisión de un alfa?

No era justo; por lo menos para él. Así no podía seguir con su vida.

Suspiró mientras ponía unas nomeolvides en el mesón y entregar una visión más fresca al lugar para los clientes. Se cambió el delantal de jardinería en los vestidores, al hacerlo escuchó a Ochako en el baño de los trabajadores; una vez más vomitando todo lo que había comido durante la mañana. Le preocupaba que estuviera enferma, aunque estaba muy seguro por su cambio de olor que estaba embarazada. Lamentablemente los alfas tenían un olfato muy sensible ante situaciones así, además por culpa de su instinto tenía ganas de cuidar a la Omega en cinta; era algo inevitable. Fue hasta el baño y tocó sutilmente la puerta.

—Ochako, ¿estás bien? ¿Quieres algo para las náuseas? ¿Te traigo un poco de agua?—la chica negó por medio de un grito, en ese momento se abrió la puerta y la chica sostenía en sus manos un cepillo de dientes recién usado, lloraba y sentía tanto dolor que era difícil soportarlo. Estar embarazada de alguien que no amaba era más complicado de lo que se imaginó—. ¿Quieres que llame a tu novio?

—Él no es mi novio, solamente es el padre de la criatura. Y mientras esté embarazada lo seguirá siendo... Por suerte después del parto no lo veré más—el rechazo que usaba Ochako para referirse al padre de la criatura era muy fuerte, probablemente por eso tenía fuertes ataques de ansiedad. Quizá gracias a ello vomitaba—, pero no te preocupes Mirio. Estaré bien.

Ver a una mujer rechazar a su hijo de esa forma, refiriéndose a él como "criatura" lo hacía sentirse muy triste. En cosa de segundos más imágenes del pasado impactaron su cabeza, el dolor y la inminente llegada de ellos lo tenían ansioso, contaba los minutos para olvidar cada dolor. Tener que sentirse así no era bueno, sabía que tarde o temprano debía hablar con Tamaki seriamente. De otra forma, seguiría siendo un vástago de sentimientos difusos y dolorosos.

(...)

Para Shoto, en general la sangre nunca había sido de su agrado, sentir la excesiva calidez y el olor que expedía cada vez que salía de un cuerpo muerto era algo tan asqueroso y ajeno en su sistema que prefería usar máscaras de gas y así aplacar el desagradable olor; aún así la fragancia seguía siendo penetrante gracias a su olfato superdotado de alfa puro, restaba únicamente soportarlo. Todo lo hacía por el trabajo y obviamente el dinero; un niño no solamente se cuidaba con buenas intenciones, y no es que le falte el dinero... Quizás hasta lo hacía para olvidarla. Quien sabe.
Con una fuerza excesiva tomó el cuello de su siguiente víctima y se lo apretó hasta que no quedó más latido que registrar, el hombre opuso bastante resistencia, estaba impresionado pero no pudo hacer mucho. Puso una pantimedia oscura alrededor de su cuello, muy ajustada y encendió la televisión; dejando porno de mala calidad en ella. Muerte por asfixia al tratar de alcanzar el clímax.

Algo muy común para un violador pedófilo que tenía órdenes de alejamiento por al menos quince menores de edad. Simplemente un idiota desagradable que tenía al padre de una de ellas con el alma en un hilo y que había dado el dinero suficiente para acabar con su vida. Shoto solamente era un verdugo y si era sincero, había disfrutado acabar con el hombre; era como impartir justicia de la peor y más oscura manera.

En minutos abandonó la escena del crimen e inmediatamente fue hasta su oficina en Shinjuku; al salir de su automóvil echó desodorante ambiental desinfectante en el interior del carro, si alguien sospechaba algo de su coartada tratarían de buscar en un medio de transporte concurrente por pistas; su auto. No encontrarían nada, el olor del desodorante ambiental los dejaría lo suficientemente confundidos como para no hacer mas preguntas sobre ello.

Abrió la puerta de su oficina con desinterés; se sacó su chaqueta, camisa y pantalón para dejarlos en una bolsa que hundió en agua ácida; todo se fue por las cañerías, así eliminando las pruebas. Sacó de uno de los muebles antiguos una muda de ropa y se fue nuevamente al pequeño baño. Estuvo por más de cuarenta minutos ahí, sacándose con un jabón especial todo el olor a sangre que creía tener en la piel. Al salir de la ducha y secarse adecuadamente, se vistió solamente con un pantalón de buzo. Iba a dormir en el sillón, había tenido una fuerte pelea con Ochako en la mañana por culpa de la ropa y prefería darle un poco de tiempo para pensar. Su hermana le había dado ese consejo, por ahora le iba hacer caso.  

Al salir del baño notó una silueta conocida en el asiento de su escritorio; irónicamente había comprado el lugar porque era lo más seguro de la cuadra, casi impenetrable. Pero ella parecía perpetuar la seguridad como un felino, nadie la notaba. Se acercó hasta el interruptor de la luz con la intención de prenderla para verla mejor y no perderse ningún detalle pero...

—Por favor no prendas la luz, solamente vine para decirte unas palabras. Nada más—Mina se levantó del asiento y la tenue luz que se escurría por las persianas de la ventana le entregaba un aura causal; evocaba confianza, aunque Shoto podía ver el leve temblor en sus rodillas—. No te queda el papel de sicario, es raro verte hacer algo ilegal.

—No soy un sicario, soy un investigador privado. Técnicamente no es nada ilegal hasta que las autoridades lo notan—Todoroki se acercó con la intención de provocarla, y a menos de dos metros pudo percibir una fragancia conocida en su piel, rogaba poder equivocarse.

—Todoroki yo he... Encontré a mi destinado—la vista de Shoto se nubló por unos instantes, su respiración se agitó y su cabeza inmediatamente comenzó a doler. Su pecho ardió y tuvo que sentarse en su grandioso sillón de cuero oscuro para no perder el equilibrio.

—¿Cuándo?—fue lo único que alcanzó a susurrar mientras sentía en cada centímetro de su cabeza el dolor. Tan profundo.

—Es Touya, tengo un trato con él. De hecho no debería estar aquí hablando contigo pero sentí que debía hacerlo—Shoto se preguntó, ¿en qué momento su vida se volvió una mierda tan grande?—. Lo siento, quizás no debí venir.

—No, no debiste hacerlo—Mina observó una vez más las lágrimas de un alfa puro, uno que daba un paso para arreglar la situación y que retrocedía diez en dolor.

—Tienes razón, solamente quería decirte eso. Realmente lo siento, Shoto—en ese momento Mina tomó su cartera del escritorio del ex aviador, lamentablemente se le cayó un artefacto que alcanzó la vista de Shoto.

Inmediatamente formó una mueca repleta de temor porque sabía a la perfección que el alfa tenía una vista de halcón, había sido un piloto de la fuerza aérea. También odiaba los test de embarazo actuales que dejaban en claro las semanas que tenía el feto en su interior. Todoroki se levantó del sillón, fue hasta el test y lo tomó viendo siete las semanas en la pequeña pantalla led. Mina corrió la vista cuando el alfa bicolor busco respuestas en su rostro; no había nada que decir, todo estaba más que claro. La abogada le quitó de las manos el test y se dirigió a la puerta, la abrió con la intención de huir, está fue cerrada por la mano extendida del alfa, que con violencia la acorraló para encararla.

—Respóndeme una cosa Mina... ¿Desde cuándo lo sabes?—Shoto no tenía dudas, sabía que ese test era de la abogada por el olor que desprendía; y por la cantidad de tiempo solamente se le venía a la cabeza la noche de las termas.

—Un día, de haberlo sabido antes nunca hubiera hecho el trato con Touya, pero ya lo hice y no hay nada que puedas hacer. ¿Lo entiendes?—un alfa se da cuenta de cosas, cuando una mujer tiembla lo puede hacer por frío, miedo, placer y nervios... Notando el aroma que desprendía, Shoto sabía perfectamente porque ella lo había visitado.

Era tan evidente que se sentía un imbécil por no notarlo.

—Mina, ahora respóndeme una cosa más. ¿Realmente a qué viniste?—el alfa acercó sus labios hasta la oreja izquierda de ella y susurró—. Sé completamente sincera, si no lo haces me enojare y le diré a Touya que viniste aquí para seducirme... Aunque quizás no me equivoque del todo, dígame, ¿lo hago señorita Ashido?

Ella lo odió, tanto que se dio vuelta para pegar su cara contra la suya. Todoroki, en un movimiento rápido, puso seguro en la puerta y se dejó llevar una vez más, sabiendo que al otro día volverían al dolor, a la guerra de poder; y era un sentir tan tóxico que enloquecía. Aún así, no podían parar, porque se sentía tan bien que perdían la razón en un beso.

ו••×

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