|Capítulo XIX: Deseo|

No necesitan palabras para expresar aquel sentir, ellos poseen un lenguaje personal que lentamente los consume en sus acciones. Ahora nada puede detenerlos; errores del pasado, dolores irreparables y traiciones... Nada puede frenar su amar, han despertado un poder que no es terrenal.

ו••×

Mirio observó con cariño la variedad dianthus barbatus o mejor conocido como "el clavel del poeta". Una hermosa flor con pétalos dispersos de colores blancos, rosados, rojos y en ocasiones bicolor; perteneciente a climas mediterráneos. Con su bellísima altura que oscila entre los veinte y ochenta centímetros, una flor fuerte que usualmente florece con las primeras heladas del invierno, y que con un poco de cuidado y paciencia puede hacerlo en cualquiera época del año. Al alfa de cabellos brillantes y rubios le gustaba cuidarlas con dedicación porque la madre de Tamaki prefería comprarlas cada jueves de la semana; pero ese jueves era diferente. La señora Amajiki no podía viajar a la florería. Por consiguiente su madre, Nejire, lo envió a la casa de los Amajiki con las cinco docenas de claveles.

Tomó la motocicleta scooter de la florería, acomodó las flores en la parte trasera y fue sin decir una palabra, no le gustaba la idea de ver a Tamaki otra vez. Su sola presencia le provocaba sentimientos encontrados y sueños llenos de imágenes angustiantes que siempre terminaban en nada más que el cruel y frío olvido. Sin embargo, Mirio era un hombre fuerte y lleno de energía que irradiaba hasta el punto que muchas personas lo llamaban sol; confiaba en esa energía y se guardó sus incomodidades en el fondo de su pecho. Llegó al lugar, la casa de los Amajiki era del estilo occidental, con grandes ventanales y jardines finos con árboles desnudos por culpa del otoño; era un lugar bastante grande y elegante.

Mirio alzó su mano y tocó el timbre del portón principal, nadie salió. Repitió la acción por al menos seis veces y el resultado seguía siendo el mismo, nadie daba señales de estar en casa. Preocupado por la familia Amajiki entró pidiendo permiso por si alguien lo oía y con la bandeja de flores en la mano izquierda golpeó la puerta principal de la casa, la puerta estaba entreabierta y no fue muy difícil pasar. Se limpió los zapatos y dio un paso adentro del pasillo de las escaleras, a mitad de camino un aroma extremadamente dulce lo invadió en cosa de segundos, era muy fácil reconocer ese aroma. Era un omega en celo.

«No puedo quedarme aquí.»pensó.

Fue hasta la cocina y dejó la bandeja de flores en la mesa de desayuno e inmediatamente emprendió camino hacia la puerta principal, antes de llegar a salir y liberarse de las cadenas tentativas del aroma se encontró con Tamaki en las escaleras; su cuerpo estaba cubierto torpemente con una sábana blanca y dejaba entrever su bellísima anatomía desnuda, Mirio dio un paso atrás al verlo acercarse, sin dudas en su rostro. El alfa debía pensar en algo para distraerlo y distraerse a sí mismo de la tentación, era demasiado para ambos y peor para Mirio. Ya que en los ojos de Tamaki estaba presente la fiebre sexual del celo; el chico sin dudas había sido atraído por la fragancia de Mirio, saliendo por primera vez en esos días de su habitación.

—Milo, ayúdame...—alcanzó a susurrar antes de caer súbitamente al suelo, Mirio no entendía nada de lo que sucedía, pero no podía dejarlo ahí. Lo tomó en brazos mordiendo su labio inferior con excesiva fuerza, para tener un poco consciencia al sentir el dolor y el aroma de Tamaki al mismo tiempo.

Subió por las escaleras y fue a la habitación que más olía al pequeño Omega de cabellos negros, luego abrió la puerta de una patada y lo dejó en si cama, que en ese momento poseía un nido con ropajes acogedores. Antes de irse observó su habitación, era muy extraña y familiar. Excesivamente oscura, las telas de las cortinas eran ostentosas y todo tenía un diseño antiguo. Sin embargo, lo que más llamó la atención del alfa fue un montón de lienzos que mostraban pinturas hermosas y de características similares a dibujos de la época gótica. Con hermosos vitrales pero el lienzo que más llamó la atención de Mirio fue un enorme árbol de cerezos en medio de otros árboles y al fondo de todo el paisaje un enorme castillo...

«—¡¡¡Milo esto es una aberración!!!—gritó la Omega—. ¡Yo no puedo tener tus hijos, somos hermanos de sangre!!!

El rey no podía entender la enorme negatividad de Tamara, él al enterarse por sus propios labios que tendría hermosos hijos con su amada se regocijo en alegría y juro protegerlos de todos los prejuicios sociales, pero ella estaba como una demente con la noticia; no quería aceptar su pecado al mundo. Negó reiteradamente con su cabeza, corrió su rostro de la vista del rey y se liberó de sus brazos para correr hacia su habitación.

—¡No, me niego rotundamente!—las lágrimas cayeron por sus mejillas golpeando su corazón con la realidad, ella estaba soñando una fantasía. Si los súbditos del rey se llegaban a enterar del pecado que ambos habían obrado por años, Milo podría ser destituido de su puesto y todo el esfuerzo que hizo durante la revolución sería en vano. Tamara no quería hacerle más daño a su hermano así que una idea trágica se cruzó por su cabeza y se alojó ahí con fuerza. No había vuelta atrás.

—¡Tamara no hagas un estupidez, son sólo niños!—el monarca fue detrás de su amada. Ella simplemente negaba con la cabeza mientras corría hacia su habitación. En cosa de minutos lo consiguió, alcanzó a llegar antes que Milo y cerró la puerta con llave. El alfa golpeó la entrada de su habitación con fuerza, sabía las intenciones de su hermana.

Las sentía.

—Tamara no hagas nada, todo se puede resolver. Recuerda yo soy el rey y tú eres la princesa. Nada se interpone entre nosotros—no escuchó más la joven.

Fue hasta el cajón más grande de su tocador y tomó entre sus manos un cuchillo, temblaba, pero no podía hacerle eso a sus hijos, no más aberraciones. Sin dudas se lo incrustó en el estómago; los gritos desgarradores que rompieron el espíritu del rey se extendieron en todo el pasillo llamando la atención de los trabajadores que ayudaron a su monarca. Era demasiado tarde para hacer algo por ella, al abrir la puerta de la habitación de la princesa, la sangre rodeaba su cuerpo y con ella la dolorosa muerte.»

Mirio cayó de rodillas al suelo de la habitación, un fuerte dolor de cabeza invadió su cráneo con todo el pesar de esas imágenes, similares a las de antes. Aunque esta vez todo era diferente; el recuerdo no se había ido de sus memorias. Y no podía soportarlo más. Huyó... Dejando a Tamaki, como el cobarde rey que había sido hace cientos de años.

ו••×

Izuku no sabía realmente a dónde se dirigía el alfa, el ambiente en el interior del deportivo plomo era realmente pesado hasta el punto que debía respirar con la boca; así le era más fácil. Las grandiosas manos de Katsuki en el volante lo tentaban a poner el freno de mano para sacarse el cinturón y sentarse en su regazo, únicamente se contenía al ver el tráfico que era bastante concurrido esa tarde. Y gracias a las feromonas conjuntas su pantalón de mezclilla negro lo estaba molestando más de la cuenta y el rubor en sus pecas lo hacía querer esconder la cabeza en un lugar que los ojos rojos no pudieran alcanzar, aún así, no podía... Estaba totalmente petrificado ante él.

De pronto una luz roja se alzó ante ellos y Katsuki aprovechó la situación para deslizar su curiosa mano por la pierna del pequeño y apretar ligeramente la carne de sus muslos; escuchando con satisfacción cómo su respiración se volvía errática, aceleró al momento de la luz verde. Había transcurrido tanto tiempo desde que habían conectado sus cuerpos que ya sentía la necesidad de posarse sobre él y hacerlo suyo con fervor. Y, a pesar de que la herida de Izuku en su hombro ya estaba cicatrizando, lo único que lo detenía de hacer tal osadía eran las instrucciones del doctor Yagi.

Debía respetar sus decisiones, Izuku no era solamente su cuerpo de placer.

Después de unos quince minutos llegaron al pequeño departamento aislado que Katsuki había comprado unas semanas atrás, Izuku quedó enormemente asombrado por la vegetación que lo rodeaba. No había nada en un radio de cinco kilómetros; era un pequeño escondite para dos personas que no querían ser encontradas. Algo sumamente ventajoso para hablar con libertad y gritar en ocasiones comprometedoras... Desecho inmediatamente la idea al notar la cara llena de preocupación de Katsuki. No lo había percibido en un principio, pero tenía en el ojo derecho un gran hematoma negro, digno de un golpe bien proporcionado. ¿Qué había ocurrido en la UFC? ¿Por qué se veía tan preocupado? Se encaminaron hasta la puerta principal y ambos entraron al lugar quitándose los zapatos, Izuku quedó maravillado con todo, simplemente era perfecto; pequeño y cómodo. Observó a su alfa con una gran sonrisa en el rostro, aunque esta se esfumó al ver un montón de papeles que sostenía Katsuki en sus manos.

—¿Qué ocurre Kacchan?—Katsuki sonrió con sorna, arrojó los papeles con enojo a la mesa de la cocina. Respiró profundamente, observó a Izuku y torció el gesto con una mueca.

—Mi vieja hoy me desheredo de todo el capital de la empresa, no soy absolutamente nada de ella. Mi apellido es irrelevante y para peor halló la forma de quitar la orden del juez en darte todas las ganancias que te merecías por los servicios de tu padre. Esta como una loca, literalmente me dejó sin nada de la familia pero eso no es lo más terrible...—el alfa bajó la vista y Izuku podía jurar escuchar el rechinar de sus dientes; estaba realmente enfadado—. Lo peor es que no pudiste obtener tu venganza por el orgullo de mi vieja... Deku yo...

Izuku lo interrumpió antes de que terminara su frase.

—Es normal que esté así Kacchan, después de todo perdió a su hijo mayor—Katsuki vio la expresión de Izuku, era obvio que iba a enterarse; solamente era cosa de tiempo. Él quería evitarlo ante todo; nuevamente no fue capaz de cuidarlo—. Además, muchas personas creen que fue un asesinato pasional entre los dos y no dudó que ella piense lo mismo. Nos culpan, aunque eso no es lo importante, ahora lo único que deseo es estar a tu lado. Sin venganzas y sin estupideces burdas de por medio, no creo que pueda más con todo esto... Es realmente agotador estar escondiéndose de todos—aceptó.

Ante las declaraciones de Izuku una idea cruzó por la cabeza de Katsuki; algo que no tomaría mucho tiempo si se tomaban en serio la ocurrencia.

—Podríamos huir del país, a un lugar donde no nos conozcan. Suiza o Noruega... Algo alejado de la sociedad japonesa—la idea era tentadora, pero Izuku no podía simplemente tomar sus maletas y huir del país con una deuda a cuestas. Ni hablar de su madre; ella se volvería loca de sólo oír la idea. Katsuki conocía tan bien a su omega que notó la duda en sus ojos verdes—. No lo quieres hacer.

—No es que no lo quiera hacer Kacchan, créeme que deseo estar en un lugar lejano solos tú y yo, pero las deudas médicas que tengo y mi madre... Maldición, mi madre debe estar muriéndose de los nervios y peor, enojada conmigo por haber rechazado todas sus llamadas y por no llamarla de vuelta, no quiero involucrarla en esto. Es demasiado complicado siquiera asimilar que ambos somos una especie de almas en pena de amor por culpa de algo que ocurrió hace cientos de años en Egipto...—Izuku no pudo terminar la oración, realmente era demasiado agotador para su cuerpo procesar todo lo que le había ocurrido; era increíblemente difícil de decir y pensar.

Katsuki se acercó a Izuku con lentitud; midiendo sus propios pasos. Luego tomó la mano derecha de su omega para apoyarla en su pecho, por encima de la tela de la chaqueta. Él, con sólo percibir el golpeteo de su pecho, sintió su propia respiración y corazón agitarse. No podían negar que ambos poseían un lenguaje personal y sencillo de asimilar; el pequeño sabía que al alfa le daba exactamente lo mismo lo que habían sido en el pasado o lo que había ocurrido entre ambos... Lo realmente importante para el rubio era el ahora, que estaba lleno de problemas e incógnitas que parecían nunca acabar.

—Deku... Me importa una mierda lo que ocurrió antes de esta vida, yo te vi por primera vez en esa fiesta y el día después me juré que serías mío y ese deseo no ha cambiado en lo absoluto a lo largo de toda esta mierda... No es relevante si antes era diferente para nosotros dos. Porque realmente no soporto la asquerosa idea de tener que seguir algún patrón trágico por culpa de ese bastardo psicópata—el alfa tomó con firmeza las mejillas de Izuku entre sus manos y lo observó directamente; sin despegar su mirada de los ojos que tanto que le quitaban el sueño. El pequeño de cabellos verdes no quitó su mano del pecho contrario, amaba sentir el latido desbocado de su corazón—. Yo lo único que deseo es protegerte y amarte sin los abusadores límites.

Izuku, al escuchar sus palabras, se sintió culpable por lo que había ocurrido hoy con el alfa de cabellos rojos, no soportaba ese pesar y simplemente no podía guardarle secretos a Katsuki.

—Hoy fue al departamento tu amigo, Kirishima. Nunca antes lo había visto, pero hoy lo vi y recordé cosas de hace muchos años...—Izuku desvío la vista y Katsuki frunció el ceño—. Recordé que fue mi amante y me sentí tan mal con ello que lo único que quería era verte, después me tocó la mano por accidente y todo lo que había sentido con anterioridad se fue. Me sentí tranquilo y a la vez fue tan extraño que no lo entendía... Lo siento, no podía guardar esto.

Katsuki mentiría si dijera que no se sentía celoso; de hecho, ardía en celos con sólo pensarlo. Sin embargo, no podía simplemente explotar, como lo hubiera hecho cuando era un adolescente, y hacer una escena de algo que quizás ocurrió hace cientos de años y que estaba más enterrado que un muerto. Debía serenarse y darle la seguridad que tanto deseaba entregarle a su omega. Además, él también tenía un secreto. No había sido capaz de contarle sobre las cuentas porque se había sentido culpable de marcarlo y darle más razones de quedarse a su lado... No quería que fuera una obligación. «Maldición Katsuki, deja de ser un puto cobarde y dile.» Suspiró y observó a Izuku con determinación, lo tomó de los hombros y le habló con fuerza.

—Deku, tú no tienes porqué preocuparte de las cuentas médicas de tu padre. Yo las pagué el día después de marcarte...—Izuku sonrió inconscientemente. No sabía cómo reaccionar ante sus palabras pero sentía, ¿alegría? Quizás era otro sentimiento pero era reconfortante. Se alejó unos momentos del lado del alfa para negar con diversión y reírse—. ¿Qué te divierte tanto?

—¿Te sentías culpable por eso? Realmente eres un raro, Kacchan—ahora Katsuki se sentía un idiota por contarle, aunque ver a Izuku entonar una risa auténtica después de tanto tiempo era algo realmente necesario de oír.

Había algo mal, su orgullo se sentía herido y ahora que lo recordaba con más claridad, el pequeño de cabellos verdes se había portado desobediente con Aizawa, le había mentido en la cara aunque no es algo que pueda refutar mucho; cuando era más joven le había mentido unas cuantas veces a su mentor... Aún así, su omega necesitaba un pequeño recordatorio de su personalidad juguetona y explosiva. Busco en el bolsillo de su chaqueta la venda especial que había comprado por internet hace unos días. En un principio se suponía que le pediría a su Omega que se la colocará a él pero verlo tan feliz por algo que lo había atormentado por días y semanas; lo tentaban a castigarlo. Se acercó hasta Izuku con rapidez y aprovechando que se estaba riendo de espaldas sin ningún tipo de duda le puso la tela en los ojos; fue brusco. Se la amarró con firmeza y luego tomó sus brazos reteniendo sus movimientos para susurrarle con rudeza en su oído derecho.

—Aún no hablamos de tu castigo por desobedecer las órdenes de Aizawa, Deku—Izuku sintió su respiración caliente y la oleada de sensaciones que esta le provocaba a su cuerpo; no pudo evitar salirse de su agarre impresionando a Katsuki quién no había visto sus nuevas "habilidades" físicas. Luego se quitó la tela de los ojos para verlo enojado, aunque su expresión nula le hizo obtener la victoria, había ganado; le sonrió a su alfa con superioridad y le habló suavemente.

—¿Estás seguro que quieres que yo sea el castigado, Kacchan?—Katsuki se rindió ante sus palabras y la pequeña mordida en su labio inferior, no podía con el pequeño y con cada acción que hacía, cada una de ellas lo volvía un loco perverso.

—A la mierda el castigo, ven aquí pedazo de mierda tentadora—Katsuki extendió sus brazos y Izuku se arrojó a ellos con rapidez, enrollo sus piernas alrededor de su cintura y lo besó sin medir su respiración; el alfa se dejó llevar por las emociones cerrando los ojos y siguiéndole el beso con premura. El pequeño Omega de cabellos verdes aprovecho eso para ponerle la venda en la cara; ambos cayeron al suelo por la falta de equilibrio—. ¡¿Qué mierda?!

Izuku se sentó en su regazo con rapidez, Katsuki apretó sus muslos e intentó ponerse de pie pero el pequeño lo oprimió contra el suelo sobreponiendo sus manos sobre su agitado pecho; podía tener un cuerpo delgado, pero eso no significaba que le faltarán las fuerzas, después de todo era un hombre que practicaba deporte con regularidad. Luego de empujarlo le levantó la cabeza para ajustar la venda en sus ojos rojos, estaba ansioso por verlo en su faceta más exótica, pero Izuku no le iba a dar en el gusto; debía controlarse. La habitación quedó en silencio, ninguno de los dos emitió una palabra. Katsuki abrió sus labios para respirar con más facilidad, sentía en su abdomen el bulto en el pantalón de su Omega.

—Pequeña mierda, te lo tenías bien guardado, ¿eh?—Izuku sonrió y con su dedo índice le hizo guardar silencio, ahora era su turno de hacer las cosas.

—Mide tus palabras, no tendré piedad si haces algo que yo no te ordene, esclavo—Katsuki percibió el palpitar en su virilidad al sentir el dedo índice bajar por su piel, estaba jodidamente excitado y con una molestosa venda en los ojos que no le dejaba ver a su Omega.

Realmente quería gritar.

ו••×

—"La belleza de Japón no se puede apreciar en invierno y eso es algo que no puedo tolerar pero el recuerdo de tu piel blanquecina y rosácea es lo único que me mantiene con vida en esta enormidad de terror gélido. Atentamente, Shoto Todoroki"—Mina negó al leer el papel en sus manos, era delicado y la caligrafía era detallista. Definitivamente no era de Todoroki, alguien le estaba jugando una muy mala pasada o el alfa de cabellos bicolor había caído en la demencia.

Suspiró profundamente y observó por segunda vez el papel en sus manos, era de color crema y tenía un leve olor al alfa de cabellos bicolor, pero no. Definitivamente era una broma de alguien muy cruel y aunque fuera así, no podía perder todo su valioso tiempo en ella. Tomó el teléfono de su escritorio y marcó el número del contador asociado que tenía, después de lo ocurrido en la sede de la UFC, debía actuar lo más rápido posible. Mitsuki Bakugō había llegado a la reunión que Katsuki había tenido con sus auspiciadores y sin vergüenza le hizo un número bestial al chico, incluso lo golpeó en frente de todos; el alfa rubio no hizo absolutamente nada ante sus acciones, aunque, ganas de refutar las palabras de su madre no le faltaron. Llamar "asesino" a Izuku por estar levemente vinculado al "accidente" de Yuichiro fue cruel para el luchador que prácticamente estaba enamorado del pequeño. A Mina le dolió, y no podía imaginar cómo se sentía el rubio, pero él no podía simplemente dejarse llevar por esos dichos. Al momento de escuchar que lo había desheredado inmediatamente le recomendó a Katsuki vender todas las propiedades privadas que no usaba y con ellas, los automóviles de lujo para luego transportar todo el dinero y capital a fondos seguros; era lo mejor porque si perdía el dinero que había ganado como deportista, todo se iría al caño. Por suerte él no se declinó y le dio todo el poder de manejar su dinero; Mina hizo el trámite en horas.

—¿Cómo está todo con el dinero de mi cliente?—preguntó al recibir la llamada, el hombre le contestó afirmativamente enviándole un fax con toda la información detallada, Mina fue hasta el papel y sonrió al darse cuenta que el alfa rubio estaba podrido en dinero, no importa lo que hubiera dicho Mitsuki en la UFC, la mujer debía aceptar que su hijo era terriblemente inteligente en los negocios. Había usado cinco años de su dinero como luchador en inversiones extranjeras y ahora el resultado era gratificante; qué importaba la empresa cuando podía presumir su cuenta de doce números. La abogada estaba realmente feliz por el chico, además eso significaba más trabajo para ella. Cortó la llamada del contador y le envío un mensaje a Katsuki con la foto de sus fondos bancarios.

Ahora solamente importaba esperar que las cosas siguieran su curso estimado, además de recomendarle a Katsuki vender sus pertenencias... Tenía otra idea en mente, algo no muy legal considerando que prácticamente involucraba asesinar a alguien. No tenían el derecho de dudar, ahora que Tomura había acaparado gran parte de la empresa Bakugō junto a su hermana, era cosa de tiempo que Mitsuki fuera la siguiente en la lista de sus "borrados de la existencia". Debían actuar desde las sombras y Mina sabía cómo hacerlo. Odiaba la idea, usar al hermano mayor de su ex era lo más factible considerando que el chico tenía una inclinación muy fuerte por desear todo lo que Shoto alguna vez poseyó.

«No lo olvides Mina, es sólo una vez y ya.»

—Señorita Ashido, el señor Todoroki está aquí, ¿le digo que entre?—su ayudante tocó levemente la puerta de la oficina, Mina se arregló en el reflejo de la ventana y se echó perfume para ocultar cualquier atisbo de arrepentimiento en su fragancia; seducir a una persona no era lo suyo y peor si era un Todoroki.

Esos chicos la volverían loca.

—Sí, dígale que puede entrar—Mina rápidamente fue hasta la botella de whisky y tomó un enorme sorbo, espero la respuesta y la puerta se abrió con lentitud permitiendo entrar una presencia que era muy similar a la de Shoto; demasiado para el gusto de Mina. Aún así se dio media vuelta y observó con seducción al hermano mayor de Todoroki. El chico en su traje negro con líneas blancas la observó sin ningún tipo de vergüenza.

—Touya, es un gusto volver a verte. ¿Cuánto pasó desde el ejército?—el chico sonrió al recordar esa época y negó sutilmente cerrando la puerta.

—Mucho tiempo, pero Mina, aquí el gusto es completamente mío. Ver a una Omega como tú es realmente un mal necesario para cualquier alfa—Touya se acercó con tentativa hasta la chica de cabellos rosas y la tomó con firmeza de las caderas, luego sonrió de medio lado para contemplar toda su belleza—. Puedo hacer cualquier cosa por la ex del "grandioso y espectacular hijo favorito de Enji" más aún si me lo dice en una cama con la voz entrecortada por el placer; así que cantemos victoria en mi departamento, ¿qué le parece señorita Ashido?

Sinceramente, que fuera parecido a él hacía las cosas aún más fáciles, así que simplemente asintió con calidez y se entregó; todo por un trabajo y ser la mejor abogada. Para finalmente demostrarle a su padre que no se equivocó al elegir ese mundo para ella.

ו••×

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