|Capítulo X: No llores y abrázame fuerte|
¿Por qué tiene que llover en nuestras vidas? ¿Por qué tenemos que perdernos a nosotros en este camino sin fin? Siempre buscando respuestas que no se obtienen gratis. Y no lo entiendes, porque al final del camino no hay paz sin dolor para un par de almas rotas.
ו••×
El abrazo se prolongó más de lo que ambos podían entender, el calor ajeno se volvió necesario para sus angustiados sistemas. Ambos sabían perfectamente que lo que hacían no estaba bien, que cada una de las acciones que tenían en público tendría un enorme impacto en la prensa y en las personas que los rodeaban. En ese momento no les importaba; luego habría tiempo para pensar en la burocracia, en los sobornos y en las frías noticias amarillistas. En ese momento tan íntimo inevitablemente sus fragancias a cerezo y cacao se fusionaron por unos momentos; tal era la paz que había en sus feromonas que Mirio sonrió sutilmente ante la dulce escena. Sabía que el chico rubio no le había hecho aquello en el rostro a Izuku, era incoherente pensarlo ya que la forma tan desesperada que ambos tenían de tocarse era impresionantemente contagiosa.
Casi como si estuviera profundamente feliz de estar ahí y verlos demostrar su añoro por sentirse mutuamente.
—¿Qué haces aquí, Kacchan?—Izuku susurró débilmente sintiendo el latido de su alocado corazón en la superficie de su piel, a través de la gruesa tela del abrigo; se sentía dichoso por sentirlo tan perfectamente cerca. Katsuki por su parte, olió superficialmente el alborotado cabello verde, la fuerte fragancia a humedad del bosque lo tranquilizó, sabía que aquel aroma provenía del alfa rubio y alegre que sonreía sin preocupación detrás de ellos... Por alguna razón sentía que lo había visto antes, en vagos sueños pasados.
«—¡Increíble, eres realmente asombroso Patrick!—gritó Milo al ver la enorme habilidad del caballero personal de su madre, la fuerza y el destello de sus movimientos lo tenían hipnotizado; realmente sentía que ese hombre era único ante sus ojos—. ¿Cómo aprendiste a usar tan bien la espada? Cuéntame tu grandioso secreto.
Los ojos de Patrick se apagaron, la alegría de ver a su hijo admirar sus habilidades era gratificante y recordar los sucesos antes del reinado del padre de Gabriel era muy... Frío.
Antes de que la familia de Gabriel asumiera el trono en su reino una fuerte guerra azotó esa zona de Europa, muchas personas cayeron en manos de la desmedida violencia, las enfermedades y las complicaciones típicas de un conflicto bélico; pobreza, hambruna y desolación humana. La familia de Patrick era parte de un grandioso linaje de luchadores reales, y perdieron la vida con ese honor en la punta de sus acciones; a la tierna edad de siete años Patrick perdió a su padre, madre y hermana gracias a las consecuencias de las divisiones políticas. Asumió desde muy pequeño que debía dejar en alto el nombre de su familia por eso entrenó cada día bajo la tutela del mejor amigo de su padre. El hombre que lo instruyó también decayó por culpa de su avanzada edad y las enfermedades del frío invierno europeo... Y cuando era joven cada vez que recordaba esa parte de su vida sentía que debía huir y abandonar su vida en el castillo para volver a ver a su familia en la muerte, claro, hasta que conoció al pequeño Gabriel.
Un pequeño niño que le cambió la perspectiva del mundo con su dulzura y pureza.
—Lamentablemente señorito Milo, esa es una historia que no deseo contar en este momento pero sin duda alguna, pequeño príncipe, se la explicaré y haré el increíble honor de enseñarle cada técnica que adquirí con mis años de entrenamiento. Únicamente para que seas un buen rey—la sonrisa deslumbrante de Milo ante esas palabras fue eclipsada por la presencia de Gabriel en el jardín del castillo, desafortunadamente cada vez que el monarca hacía presencia en un lugar, Patrick tenía toda su atención y más aún cuando sostenía en sus manos regalos extranjeros —siendo el cacao uno de los gustos más exóticos del monarca—, y en sus labios una sonrisa tentadora para el pecado que tenían en secreto.
Definitivamente amaba a ese Omega y Milo era la firme y tangible prueba de ello.»
Katsuki negó sutilmente ante la bruma de recuerdos y cerró sus ojos para hundir aún más su cabeza en la cabellera verde, amaba tener esas hebras a su alcance; era uno de sus mayores anhelos desde que lo había protegido en el callejón. Aún así, no podía distraerse todo el día con los encantos de Izuku, debía enfocarse en su misión. Suspiró profundamente y habló con calma.
—Te dije que me llamarás por cada estupidez que se te cruzara por la cabeza... Era una advertencia Deku y con solo ver lo que tienes en la cara me dan ganas de matarlo a golpes y dejar en claro que nadie puede hacerte daño—Izuku se alejó un poco de su pecho y le tomó con delicadeza su mejilla izquierda, abrió sus labios y observó sus ojos, casi transmitiendo la terrible sensación que sentía al recordar el golpe que le había propinado su prometido. Katsuki hizo a un lado su rostro; no quería reproches y mucho menos inútiles sermones sobre moral, nadie podía quitarle de la cabeza sus ideas sobre Yuichiro.
—Kacchan... No puedes tomar una vida así como así, hay mejores maneras de hacer las cosas. El diálogo siempre será la mejor forma de arreglar un conflicto—Katsuki negó rotundamente y se salió de su agarre, lo observó con furia y le habló con un deje de impotencia.
—El diálogo nunca ha sido una de las virtudes de Yuichiro, cuando yo tenía once años él incendió la mansión solamente por un capricho sobre unos juguetes de navidad, casi acaba con la vida de unas mucamas que me ayudaron a huir—Izuku en ese momento recordó que cuando estuvieron en la mansión había una parte que parecía estar remodelada y no pertenecía a la decoración del lugar—. No me vengas con esa estupidez del diálogo Deku, Yuichiro es una jodida mierda andante y no se merece ni la más mínima empatía de mi parte y mucho menos de la tuya—Mirio guardó silencio y se alejó un poco de ellos, sentía que nada de lo que hablaban le interesaba. Se sentó en un asiento y observó su celular; la fotografía en su galería de Tamaki junto a una mariposa azul le hizo esbozar una sonrisa. Sin duda alguna, ese Omega era una dulzura y lo quería para él...
Ese era su primer sentimiento egoísta.
—Lo siento, no sabía que Yuichiro podía ser así. De haberlo sabido antes no hubiera firmado un...—se ahorró las palabras con impotencia, Katsuki no podía saber qué había firmado un contrato con su hermano. Y se anticipó, el alfa sabía mucho para ahora callar y ver como Izuku se destruía guardando un secreto.
—Sí, estoy jodidamente enterado de la mierda que tú y él tienen, y hallaré la forma de sacarlo de tu camino y te protegeré. Es una promesa de hombre—la vista de Katsuki se ensombreció ante sus propias palabras, Izuku por alguna razón sintió que debía detenerlo al ver la oscuridad que nacía en sus ojos rojos. Pero, también había una gran parte de su instinto que le gritaba que era lo correcto y que debía aceptar las consecuencias de aquellos sentimientos que le hacían estragos a sus pensamientos racionales; al final y contra su propia naturaleza de refutar cada cosa que le incomodaba prefirió guardar silencio y volver a tomar su cuerpo en medio de la estación de Chiba.
Katsuki se tenso con el toque y observó de soslayo a Izuku, su campo visual se llenó de él y su respiración se detuvo al sentir una vez más sus suaves labios presionando su piel; el pequeño lo estaba besando y tenía el descaro de hacerlo con los ojos cerrados. Sonrió con malicia y lo tomó de las caderas para acercar aún más sus cuerpos, en cosa de segundos sus lenguas se acariciaron en los límites de sus bocas, todo bajo un frío de otoño que no podía alejar la primorosa calidez de sus acciones egoístas.
(...)
La ruta hasta el lugar en donde vivía Inko era drásticamente rural, no habían caminos pavimentados y la mayoría de los árboles que habían a lo largo de los mismo tenían sus hojas regadas por el suelo de tierra, coloreando todo de un rojo otoñal intenso. El automóvil de Katsuki por suerte era todo terreno y soportaba las diferentes áreas que los guiaba hacia el campo, de otra forma no hubieran podido llegar. Mirio decidió irse inmediatamente a Minato, Tokio. Su madre lo había llamado avisando que tenían un enorme sobrecargo de flores extranjeras y debían tratarlo inmediatamente, el joven alfa aseguró que no diría nada de Izuku a nadie. Ambos agradecieron el amable gesto. Después de unos momentos, el joven Omega tenía dudas sobre cómo Katsuki había llegado antes que él a Chiba.
—Tienes la boca cerrada, eso es nuevo, me gusta—comentó Katsuki con algo de burla, Izuku le golpeó ligeramente el brazo derecho y le respondió con un tono seco.
—Es muy difícil hablar cuando estás en el automóvil de un completo desconocido—la sonrisa que se formó en el rostro del alfa puso nervioso a Izuku, había visto antes ese brillo y solamente había sido anterior a tocarse en la oscuridad.
—No soy muy desconocido si ya me has visto desnudo y tú tampoco eres un desconocido para mi, sabiendo que te gastas ese lindo tatuaje de cerezos en la cadera—Izuku recordó sus cuerpos y todos los sonidos sucios que ambos hacían al tocarse e impactar, se sonrojo hasta las orejas, debía desviar el tema.
—¿Cómo llegaste antes que yo a las prefectura Chiba?—el alfa siguió por un camino derecho de tierra, al final del mismo se podía ver una enorme casa tradicional japonesa. Casi en similitud de tamaño a un castillo. Inko trabajaba ahí, incluso había un pequeño hotel con baños termales.
—Tengo un amigo que vendrá después, más tarde te explicaré para qué. Él tiene influencias muy importantes, su padre es el director del ejército, exactamente en la rama de la fuerza aérea. Solamente una llamada y ya teníamos un helicóptero a nuestra disposición, por suerte el muy bastardo sabía pilotar la mierda de otra forma hubiera llegado mañana—ahora que Izuku hacía memoria, Ochako le había dicho como comentario que tenía una cita con un chico que sabía pilotar helicópteros, aviones, etc. Pero sería demasiada coincidencia que fuera el amigo de Katsuki; el mundo no era tan pequeño aunque Ochako siempre tenía un chico nuevo en la cama.
—¿Cómo sabías que yo estaba viajando a Chiba?—Katsuki no lo sabía con exactitud, incluso no lo pensó demasiado porque así lo sentía.
—No sé, quizás instinto.
—O, quizás eres un vampiro que está esperando hincar sus dientes en mi piel para matarme. Sería muy poético—Katsuki negó con diversión, si así fuera... Izuku ya sería suyo y la eternidad no sería un problema.
El automóvil negro se detuvo y ambos observaron la casa que se alzaba con elegancia en medio de toda la vegetación teñida de otoño, el lugar sin duda era enorme y tradicionalmente antiguo. Habían pequeñas piscinas con peces coloridos en tonalidades cálidas que la rodeaban, además tenía muchas decoraciones con bambú y pequeños árboles estratégicamente podados para que se vieran miniaturas, los famosos bonsai, que seguramente eran obra de Inko. Lo que más les llamaba la atención era el vapor que salía de una zona rocosa, ahí seguramente estaban los baños termales al aire libre; Katsuki arrugó la nariz ante ese pensamiento pero viendo el brillo de los ojos de Izuku supo que debía meterlo en una bañera termal.
Ambos vieron la entrada, el alfa tomó dos maletas que contenían mucha ropa, le dio una a Izuku y fueron hasta la recepción. El chico de cabellos verdes le seguía la corriente porque estaba muy curioso de lo que podía ocurrir, no sabía nada del porqué él estaba ahí. Simplemente le comentó que quería ir a ver a su madre y él lo llevó, sin duda cada acción del alfa era un misterio. Cuando los recibieron al interior del lugar se sacaron sus zapatos en el genkan y una Omega tomó sus maletas, la chica no podía ocultar sus intenciones maliciosas al ver al luchador profesional en su lugar de trabajo. Increíblemente el rubio solamente observaba al pequeño omega que se encogía con cada elogio de la chica mientras observaba un, bastante común, shōji enrejado.
—¿Habitaciones separadas?—preguntó ella, Katsuki negó y tomó el hombro de Izuku con confianza, lo acercó hasta su lado; besó su mejilla y respondió.
—No, una bien aislada para dos enérgicos enamorados.
La chica se guardó sus elogios inmediatamente y prosiguió con las especificaciones. Al final de la hora ambos quedaron solos en una enorme habitación, los fusuma —paneles corredizos— eran demasiado delgados para el gusto de Katsuki, pero por lo menos el engawa —pasillo del lugar— daba directamente a un hermoso jardín otoñal. Extrañamente había una cama matrimonial que estaba al ras del tatami; los colores crema, blanco y negro invadían toda la habitación con una elegancia envidiable. Y lo que más le gustó del lugar a Izuku fue el olor a juncos, el tatami estaba haciendo muy bien su trabajo; no había ni un rastro de humedad en el lugar. En el tokonoma, un lugar específico de la habitación para deleitar la vista de los visitantes, se alzaban unas flores negras de cerezos que adornaban un lienzo color blanco invierno con delicadeza; una pequeña decoración era muy bien recibida por el omega que sentía en las lejanías el suave olor a clavellinas de su madre.
Ella estaba ahí, aunque aún se preguntaba qué hacía Katsuki aquí, ¿qué tenía en mente el alfa?
—No es por ser descortés pero, ¿qué estás haciendo aquí, conmigo en el lugar que trabaja mi madre?—Katsuki se sentó en el tatami y observó el lienzo, debía contarle todo a Izuku aunque lo perdiera por culpa de la verdad
—Hay algo que debes saber Izuku, algo muy cruel que involucra estrechamente a nuestros padres. Tenemos la mierda hasta el cuello.
La seriedad con la que habló le heló la sangre a Izuku, se sentó a su lado y esperó pacientemente por su crudo relato. Al los segundos, las lágrimas silenciosas que cayeron por sus mejillas al nombrar cada palabra lo rompieron, ver a un alfa puro llorar por impotencia mientras trataba de ocultarlo detrás de sus palabras y alzamientos de voz era bello, sin duda. Y el contenido de su relato lo hicieron seguirle la acción de cerca; lágrimas y más lágrimas al saber lo que realmente escondía su padre y la extraña familia de Katsuki. Ellos estaban destinados a estar juntos y aunque no se hubieran encontrado en esa fiesta lo hubieran hecho después, inclusive si Izuku no accediera a casarse con Yuichiro, era algo que no se podía cambiar de ninguna manera posible; conocerse era un acto inminente del destino y ahora, aferrado a su cuerpo lo entendía. No tenía miedo de que él viera sus lágrimas caer, no tenía miedo de que lo abrazara para ocultar sus propias lágrimas en el dolor de la verdad que se cernía con ardor en el rojo de sus ojos irritados, nada de lo que él hiciera podía darle miedo; y por ello se aferró como si su vida dependiera de ello.
—Maldición, no llores y abrázame fuerte. Aún tengo un plan para acabar con todos esos bastardos. Ninguno de ellos te hará daño...—susurró el alfa con su profunda y dolida voz, Izuku lloró con más fuerza y lo abrazó tomando su cuerpo como un antiguo conocido, apreciando su calor y memorizando su aroma, aquel que podía aliviar el dolor que crecía a grandes proporciones en su débil corazón—. Yo te protegeré así que por favor, no te vayas y quédate a mi lado Deku.
¿Por qué todo debía ser así? ¿Por qué simplemente no podía odiarlo y sentir rencor por lo que había hecho su madre y hermano? ¿Por qué no podía mirarlo a los ojos negarle un beso y decirle que debían estar lejos uno del otro? ¿Por qué no podía controlar sus propias manos cuando se movían para tocarlo y sentir su calor? ¿¡Por qué tenía que sentirse así por él!? Katsuki era un completo desconocido y a la vez no. No lo entendía y quizás no debía hacerlo. Tragó en seco y escondió su cabeza en el hueco de su cuello y susurró con voz entrecortada.
—No me iré a ninguna parte Katsuki porque también quiero participar en ese plan tuyo...—el alfa susurró un leve joder antes de seguir llorando en sus brazos por todo el dolor que había sentido al saber la verdad, Izuku suspiró profundo y continuó—. Entonces este será nuestro secreto, nos vengaremos de ellos desde las sombras, por nuestros padres.
Katsuki sonrió, él era la única persona en el universo que podía hacerlo sentir de esa forma; poderoso aunque estuviera completamente destruido por dentro.
ו••×
Inko disfrutaba de la fina y fría brisa otoñal, sus mejillas redondas se llenaron de aquel sentir y sonrió al ver caer las hojas de las delgadas ramas de los árboles en el jardín del hotel, se sentía tranquila. Lamentablemente duró poco su tranquilidad, en el aire sintió el leve olor a cerezos, no había duda con su instinto maternal ante esa sensación en sus entrañas. Esa suave fragancia floral provenía de su querido hijo Izuku, tragó en seco y fue en busca de él. El hotel en ese momento tenía un número considerable de visitantes, ver a las personas en kimonos blancos sonriendo con confianza mientras observaban sus arreglos florales era muy gratificante, más la sensación cercana de su hijo la tenía nerviosa, mucho más allá de lo normal y eso era decir mucho. Porque ella era un mujer nerviosa e inquieta por naturaleza; no había día en que no pensara demasiado en alguna cosa banal y sin el sentido aparente.
—Señora Inko, qué bueno que la encuentro—la joven recepcionista la llamó, Inko fue inmediatamente a su encuentro y le sonrió con sutileza; la fragancia de Izuku la estaba volviendo loca.
—Sí, ¿qué ocurre Hiroko?—ella levantó la vista con nerviosismo, observó el papel que traía en sus manos y se lo mostró a Inko; dar información personal de los clientes era ilegal, y sobretodo esta que parecía importante.
—Hace unas horas llegaron al hotel dos chicos, un alfa y un Omega. Nada en ellos era extraño hasta que note el apellido del Omega, era Midoriya y ahora están usando una aislada habitación matrimonial—los ojos de Inko se abrieron con fuerza y comenzaron a pestañear con rapidez, olió con más fuerza el lugar y fue en busca de su bebé... Él con un alfa, ¿por qué no se lo había dicho? ¿Tan poca confianza había entre ellos?
Gracias a las indicaciones de Hiroko llegó a una de las habitaciones aisladas, una de las más caras del hotel. Se asomó para llamar al interior pero escuchó un leve gemido que entonaba con dulzura un "Kacchan" que la hizo correr de los fusuma... Su Izuku estaba haciendo cosas de dudosa reputación con un alfa en el hotel que ella trabajaba, simplemente horrible. Con sus mejillas rojas y las infaltables ganas de olvidar aquello fue directamente al jardín, debía ocupar su cabeza en otra cosa, en una menos vergonzosa.
(...)
El automóvil frenó repentinamente, Mina casi le arroja el pesado maletín que llevaba en las manos a Shoto por haber hecho esa maniobra violenta, una que podía haberse evitado pisando el embrague. Pero ella debía tener una paciencia especial con el alfa bicolor de veinticinco años. «Es hijo de Enji, es hijo de Enji...» Se repetía mil y un veces al ver su recurrente y nula habilidad al volante, las ganas de acabar con la vida del chico crecían con enormidad al ver su típico rostro nulo de emociones. Dios, mínimo una expresión en sus cejas.
—Bueno, creo que este es el lugar que dijo Katsuki—susurró Shoto mientras veía las indicaciones en el mapa de su celular.
—Por suerte llegué viva—espetó Mina, Shoto le restó importancia—. Sabes Shoto, puedo interponer una demanda por daños morales y físicos y todo por este desastroso viaje.
—Pero no lo harás—Shoto dejó a un lado el aparato y la observó con malicia, Mina sintió un calor conocido crecer en su estómago. Odiaba la sensación—, tienes una debilidad por tus ex's Mina. Sobretodo por mi.
La chica de cabellos rosa refunfuñando se bajó del automóvil con rapidez, el alfa sonrió levemente con la actitud infantil. Ella no había cambiado nada a lo largo del tiempo, a pesar de que la había conocido hace unos años gracias a las conexiones de su padre, aún la recordaba y la sentía como su gran primer amor correspondido.
—¡Mina!—le gritó con confianza Shoto—. Olvidaste tu maletín. No llegará solo a mi cabeza.
Katsuki sin duda alguna le deberá pagar con su vida a Mina, de otra forma ella matará a Shoto.
—Sí, ya me di cuenta mocoso del demonio—se acercó y tomó el pesado maletín en sus manos. Sus ojos ámbar se toparon con los heterocromáticos de Todoroki, aunque la paciencia estuviera de su lado. Perdía la fe, con él sobretodo. Era hijo de uno de sus clientes pasados, era prohibido con todas las letras propuestas... Pero, ¿quién se podía resistir a esa extraña forma de ser?
ו••×
.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top