5. La primera vez
Algunos meses atrás
¡Joder!
Grito por la sorpresa, pero ahogando mi voz tras mis manos, ya que al levantar la sábana descubrí un cuerpo desnudo junto al mío y quedé en completo shock debido al enorme monstruo de carne que pude ver.
Por favor que alguien me diga que todo, eso, no estuvo dentro de mí.
Pienso, mientras niego con la cabeza, sin lograr salir de mi asombro.
¡Maldita sea! ¿Qué he hecho?
Me pregunto a mí mismo casi en un susurro.
Me deslizo en la cama con mucho cuidado, intentando no despertarlo, y evitando el dolor que sentía en el trasero, y me sorprendo en cuanto pongo un pie en la alfombra.
¡Maldición! ¿Cuántas veces lo hicimos?
En el suelo hay mucho papel y algunos condones que no llegaron al cesto de la basura junto al velador.
¿No te podías conformar con hacerlo una sola vez? ¡Genial eres un idiota!
Me reprocho mentalmente, mientras los recuerdos de la noche anterior aparecen como una película, una película en la que el protagonista soy yo completamente desnudo, jadeando por el deseo ardiente que calienta mi sangre y mantiene fogoso mi cuerpo. Siento el calor que desprende su cuerpo junto al mío y como se dedica a acariciarme, frotando mis hombros y poco a poco bajando, mientras me quita la chaqueta con delicadeza. Estoy tan emocionado. Hemos llegado a casa y mi cuerpo se estremece mirándolo de reojo un par de veces, pero sin llegar a mirarlo fijamente, mi chaqueta yace en el piso de la estancia, ni siquiera la pudo colgar en el armario, me abraza por la espalda y empuja su cuerpo contra el mío, invitándome a subir las escaleras. Se detiene en el descanso y besa mi cuello, sopla detrás de mí oreja y emito un pequeño gemido, mi camiseta se queda ahí, a medio camino, en la escalera. Me giro en mi lugar y sus labios atrapan los míos, me levanta en sus brazos sin dejar de besarme y camina conmigo enganchado a su cuello con las piernas alrededor de su cintura, cual si fuera un coala.
Entramos en su habitación y sin pérdida de tiempo, nuestros cuerpos quedan desnudos, él me besa con hambre, yo lo hago con pasión, nunca nadie despertó en mí ese deseo, esas ganas de perderme en brazos de alguien y derretirme ante su tacto. Me recuesta sobre mi espalda en la suave cama y enseguida se posiciona sobre mí, me besa por todos lados, ni un solo espacio de mi cuerpo se ha quedado sin sentir sus suaves labios y sus enormes manos. Juguetea en mis pezones con su lengua húmeda, lame, chupa, succiona y cada parte de mi cuerpo tiembla presa del placer.
—Te deseo —me dice y yo no puedo responder.
—Ahhhh —un suave gemido, se escapa de mis labios, mientras él besa mi abdomen—. Mmmm —no puedo controlarlo.
El calor del momento ya me ha embargado, él se abre paso en mi entrepierna, y con sus grandes manos toma mi erección punzante y la masajea de arriba hacia abajo. Su mano se mueve con celeridad... Oh Dios, el placer es intenso.
—¿Te gusta? —me pregunta
—Me gusta... sí. —respondo muy animado.
—Y ¿Qué pasa si hago esto? —toca la punta de mi pene húmedo con su pulgar. Realmente estoy muy mojado, y él sigue masturbándome lentamente.
Me siento sonrojado, me da vergüenza.
Nunca me he enamorado, nunca he tenido sexo —pienso— y estoy a punto de ser un... pasivo.
—Quiero cambiar la posición —digo como puedo y él asiente.
Me levantó suavemente y por un momento quedo sentado sobre sus muslos, él me besa y poco a poco me gira, dejándome de rodillas delante de él y volteando la cabeza para poder seguir besando sus labios. Mi mano lo sujeta de la nuca y mi lengua juguetea con la suya. Una de sus manos sujeta mi cintura y la otra vuelve a masturbar mi pene.
Olvido porque quería cambiar posiciones... porque tenerlo atrás, realmente se siente muy bien.
Me toma por la cadera e interrumpe el beso, levanta mi abdomen y me hace agachar la cabeza. Su mano continúa haciendo su labor con mi pene mojado y pronto siento un dedo rondando mi entrada. Me sobresalto un poco, pero él me empuja con su mano, hasta que mi cabeza queda sobre la almohada. Su húmeda lengua juega con mi contraído agujero y siento la saliva en toda la zona. El placer que infringen al mismo tiempo su mano y su lengua, son una tortura, no sé si gritar, estoy gimiendo, mi cuerpo esta tembloroso, siento que voy a desfallecer.
Él recorre con su lengua mi espalda, saliendo del surco entre mis nalgas, apoya su mentón sobre mi hombro y besa mi cuello.
—Vas a correrte cielo —me dice susurrando y de solo escucharlo siento que todo mi semen se ha derramado en su mano.
—Ahhhh —digo y siento que el corazón se me saldrá por la boca.
Él se acerca a la mesa de noche y lo observo sacar una caja de condones junto a un pote de lubricante.
—Será suave. No te preocupes —me dice— y yo sigo jadeando aun sin moverme, en la misma posición, y con el trasero levantado... aun esperándolo.
Él, vuelve a ocupar su posición detrás de mí. Siento que se acerca a mi entrada y como acto reflejo, yo, muerdo mis labios, la sensación de placer es inmediata cuando siento su glande contra mi agujero caliente. Él juguetea un rato ahí, rozándolo y simulando pequeñas embestidas; acaricia mi espalda y baja hasta mis nalgas, con sus grandes manos las aprieta y yo no puedo evitar seguir gimiendo. Siento sus dedos deslizándose dentro de mí, completamente untados con el lubricante, él, empieza a prepararme y la mano libre la usa para lubricar su pene. Luego de unos minutos dirige su pene a mi agujero y comienza a empujar suavemente, pero pronto, decide que es tiempo de meterlo por completo.
—Despacio... —pido.
—Relájate, no aprietes los glúteos —me responde—. Si lo haces, te va a doler —concluye.
Su enorme pene parece ya estar dentro de mí, siento la piel ceder, mi ano se abre para recibirlo completo y aunque son pocos los milímetros que ha recorrido, el dolor que siento es muy fuerte.
—No- te- mue-vas, por favor —logro decir casi tartamudeando y él se detiene.
Vuelve a capturar mi pene con su mano y a repartir besos en mi espalda, un escalofrío recorre mi cuerpo y una fuerte oleada de calor va a posicionarse en mis mejillas. Empieza a moverse lentamente mientras continúa masturbándome, pronto, el dolor desaparece y un inmenso placer toma su lugar. Él, embiste, manteniendo un ritmo rápido, una mano en mi pene y la otra en mi abdomen como si no quisiera dejarme escapar. Está muy excitado y definitivamente no hay lugar en el que yo quisiera estar. Su respiración va aumentando al mismo tiempo que sus fuertes embestidas, me penetra tan duro que siento que su pene me atraviesa.
—Ohhh. Si. Ahí —casi grité cuando sentí que su pene había tocado en un lugar especial, inmediatamente el mío se hinchó y al escucharlo decir...
—¡Voy a correrme! —También me corrí.
Besos, caricias, jadeos y respiraciones violentas, nos hicieron caer rendidos en la cama. Él, retiró el condón y ambos nos abrazamos sin fuerza y con los latidos a mil, pero eso no fue por mucho tiempo, tras unos cuantos besos, nuevamente lo tenía sobre mí. Mi cuerpo lo deseaba y no podía luchar contra el sentimiento que me embargó...
No puedo negar que nuestro encuentro de hace unas horas fue grandioso, puedo decir que es el mejor sexo de mi vida, bueno el primero, pero fue espectacular, aunque nunca en mi vida, pienso decirle eso a él.
Me giro con dirección a la cama, porque le oigo hacer ruidos, saliendo así de mi ensimismamiento.
Me pongo nervioso al ver que se revuelve en la cama como buscando algo —a mí— me apresuro en puntitas y pongo el almohadón cerca. "Espero que funcione", pienso, y al parecer lo hace, porque, tras una fuerte respiración, no se movió más. Me siento aliviado y vuelvo a lo mío, ¿pero que era? ¿Qué estaba intentando hacer?
Oh cielos, sí, tengo que salir de aquí.
—Tay, que suave eres. Me gustas... —al oír estas palabras giro de golpe sin el menor cuidado hacia Joss y derribo un portarretratos que tenía en la mesita de noche. El ruido no fue mucho, pero él abre los ojos. Yo al verlo me pongo nervioso—. Tay ¿Qué haces ahí? Vuelve a la cama —dice en susurros adormilados mientras se incorpora un poco en la cama.
Balbuceo mientras intento buscar una respuesta, pero él, sujeta mi mano y mi intento por huir ha fracasado totalmente. Me encuentro nuevamente rodeado por sus fuertes brazos bajo la sábana que él intenta poner sobre mí.
—¡No, por Dios! —Medio susurro alterado— y Joss me mira sorprendido.
—Tay... —susurra.
—Eh Joss, vuelve a dormir, tranquilo. No iré a ningún lado —digo finalmente mientras me acurruco entre sus brazos.
» Me levanto en la mañana y Joss ya no está en la cama, ni en la habitación, miro hacia el reloj en la pared y ya son casi las diez, así que él ya debe haberse ido al hospital.
—Gun —grito, mientras me siento de golpe en la cama, volviendo a hacerlo por el fuerte dolor en mi trasero.
Bajo de la cama para volver a mi habitación y reparo en el portarretrato que dejé caer antes, lo levanto, la foto se ha salido del marco, no se ha roto, así que intento ponerla nuevamente.
Es una foto de Mild y Joss, el día de su graduación de la universidad. Están sonriendo muy contentos.
Antes había visto la foto, ellos han sido amigos durante mucho tiempo, así que no me pareció raro que la tuviera. Nunca antes había reparado en esa fotografía, pero parecen, demasiado felices. Él la está abrazando mientras ella muestra una sonrisa radiante de oreja a oreja. Al intentar ponerla de vuelta en el marco, veo una dedicatoria escrita...
"Nunca olvides que a pesar de todo te sigo queriendo. Con amor para Joss. Mild."
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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