10. Y de pronto un Déyà vu

«Contaba los minutos cuando el piloto del avión privado de mi padre anunció que estábamos aterrizando.

Mi corazón latía muy de prisa, las manos me sudaban, la sonrisa en mi rostro no desaparecía y en lo único que pensaba, era en que apenas la compuerta se abriera, saltaría del avión y correría a buscar a mi mejor amigo. Iba a cumplir trece años y durante aquel viaje con mis padres y después de extrañar horrores a Tay, decidí que iba a confesárselo.

Cada vez que platicábamos y él me contaba acerca de su día, no hacía más que imaginármelo: imaginar cómo iba vestido, cuan largo estaría ya su cabello negro o como había lidiado con los mechones rebeldes en ese momento. Imaginaba sus delgados labios, si había crecido nuevamente, siempre iba unos centímetros por delante de mí, pero en realidad eso me gustaba mucho, podía ver desde más abajo, la forma como sus ojos se iluminaban, cuando me sonreía y se ponía un poco tímido.

Ansiaba poder decirle que lo quería más que como un amigo, que me gustaba y quería ser para siempre su mejor amigo, pero además de amigos quería que fuéramos novios y quizá un día esposos. Pero cuando el avión se detuvo por completo, me quedé congelado en el asiento. Mis padres bajaron y me dieron un tiempo, pues mi madre sabía lo que me ocurría.

Cinco minutos después, seguía anclado a mi asiento, incluso con el cinturón puesto, pero en cuanto levanté la vista y vi a la persona parada unos metros frente a mí, mis manos obtuvieron vida propia, el clic del cinturón siendo abierto fue silenciado por los fuertes latidos de mi corazón y como si estuviera sentado en un resorte mi cuerpo se irguió y mis piernas avanzaron con rapidez.

Solo unos pasos nos separaban, él estaba inmóvil, solo sonriéndome y yo salté sobre él. Pensaba con inquietud: "Quiero besarlo, no me importa si me rechaza. No, si me importa. No puede rechazarme. Eso dolería mucho. Pero habré probado sus labios... Pero quizá él, me odiaría después... o quizá no"... y entonces, tomé la decisión... —Tay y yo hablábamos por teléfono, hasta seis horas, cuando yo estaba de viaje... Siempre teníamos algo que contar. Pasábamos el día juntos, estudiábamos juntos, pero cuando nos separábamos por las noches, aún queríamos seguir hablando. Uff los problemas que tuvimos por las cuentas de teléfono, bueno yo, porque cuando era chico, antes de cumplir los trece años y descubrir que me gustaba mi amigo y mucho más después de hacerlo, siempre estaba de viaje en el exterior con mis padres, pero la plática no podía faltar, después de todo, Tay, tenía que ponerme al corriente de lo que había acontecido en su día a día, sino no me podría dormir, aunque en realidad eso era un pretexto, quería de alguna manera sentirme cerca de él. Tay era todo para mí. Fue mi primer amor y deseaba tanto que fuera mi primer beso, al igual que yo para él... pero no fue así y si me preguntan ahora ¿por qué? Pues solo me queda responder que fue por ser un tonto y nada más—. Una tonta decisión.

Salté a sus brazos y me colgué de él cual coala, Tay se tambaleó un instante, pero logró plantar los pies en el suelo y dominar mi peso, entonces, nos miramos a los ojos y cuando él me sonrió, me acerqué a sus labios y... no pude besarlo, en cambio, enterré mi cabeza en su cuello y me permití oler su perfume, su dulce y refrescante aroma.

Mi nariz le causó cosquillas y empezó a reír, pensé que me soltaría, pero en vez de soltarme, me abrazó más fuerte contra su cuerpo.

—Osito, caeremos juntos —dijo entre risas, pero en ningún momento me soltó, ni siquiera cuando cayó sobre su trasero y rodamos por el suelo.»

Sonreí, mientras me perdía en mis recuerdos y vuelvo a hacerlo entre suspiros mientras observo por la enorme ventana que da al jardín de la entrada. He permanecido sentado en la misma posición expectante, durante casi dos horas —justo después de haber almorzado y escuchar a Tessa, decirle a Gun, que Tay había llamado para indicar que llegaría de la universidad a las cinco de la tarde y ya casi es la hora...

Mi hermano y Gun juegan con su hijo, los veo tan enamorados y felices que me da mucha alegría. Off ha sufrido tanto y lo he visto tocar fondo en dos oportunidades que verlo ahora, así, hace que mi corazón se llene de una inmensa felicidad y pienso, que también quiero eso, para mí.

Cuando Tay dejó el país, me recriminé y con mucha razón, perdí tanto tiempo y quizá si le hubiera dicho... no... mmm... bueno quien sabe lo que podría haber ocurrido, yo no puedo saberlo. Pero sí sé, qué puede suceder ahora, en el presente. Le confesaré que lo amo, que siempre lo amé y si Dios quiere que por fin estemos juntos, él aceptará mis sentimientos y podremos ser felices, pero si en todo caso, el universo conspira en mi contra y Tay me rechaza, pues no tendré más opción que aceptarlo y continuar siendo solo un amigo, un amigo que volvería a ser parte de su vida, porque a pesar de que fuimos amigos, y me refiero a todos. Que nos conocemos desde la infancia, aunque no fuimos muy cercanos hasta la adolescencia y casi al final. Nos teníamos un cariño sorprendente y no conservamos el contacto, al menos en los últimos dos años, —en ese sentido nos parecemos— no está bien no haber escrito y vivir ajenos a lo que le sucedía a los demás. Yo, aunque de vez en cuando, revisaba las redes sociales para ver si encontraba noticias, pero nunca nada. Quitaba los likes en los estados de Facebook y volvía a marcarlos, esperando que una notificación llegara y alguno de mis amigos respondiera, pero no sucedió... Y después de tanto, aquí sigo, dispuesto a recuperar la relación de amistad que todos teníamos en el pasado, y completamente decidido, por fin, a confesar mis sentimientos a Tay, bueno, quizá no ahora mismo, quizá más tarde, quizá mañana, pero deseo hacerlo y lo haré.

Y de pronto un Déyà vu...

Inesperadamente, me pongo pie, mis pies avanzan, mis ojos no dejan de mirar esos labios. En mi pecho se va acumulando un deseo indescriptible, algo que nunca me había pasado, un cosquilleo en la boca del estómago, mis manos tiemblan, mi respiración está agitada, y yo quiero sentir su respiración quemando en mi boca.

Es Tay, mi Tay, su cabello negro con mechones rebeldes tapándole un ojo, su porte varonil, la sonrisa dibujándose en su rostro hasta dejar ver sus relucientes dientes, los hoyuelos sobre las comisuras de su boca, esos ojos brillantes... está cada vez más cerca y yo abro la puerta, por fin está frente a mí, tan cerca, solo unos pasos más, pero se ha quedado inmóvil y yo... sigo avanzando, ya no camino, estoy corriendo y deseo su beso, lo anhelo, quiero tenerlo, por fin hoy sentirlo y hacerlo mío, quiero tocar sus labios y que cada centímetro de mi cuerpo sienta el desenfreno de un beso que no sea furtivo, será un beso robado, pero un beso al fin y al cabo, que será entregado con el más puro amor que nadie jamás se hubiera imaginado.

Los latidos de mi corazón van en aumento y con cada paso que doy, estoy más decidido...

—¿Osit-

Las palabras se ahogan en un beso necesitado, envuelvo mis piernas alrededor de la cintura de Tay y él suelta la carpeta que llevaba en la mano para sostener mi cuerpo, un cuerpo que ha dejado de sostener por mucho tiempo, el cuerpo de su mejor amigo, un amigo que dejó atrás... pero en este momento nada de eso me importa. Es imposible poder lidiar con más pensamientos, cuando lo único que quiero es disfrutar de este encuentro. Nuestros labios encajan a la perfección y nuestras lenguas están disfrutando mientras se conocen y danzan al ritmo de los latidos de nuestros corazones.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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