cap 26 La Sorpresa del Embarazo de Perú
Después de la persecución y la confusión, Perú no pudo evitar sentirse un poco agotado. Estaba atrapado en una red de emociones, instintos y pensamientos que no sabía cómo manejar. Los alfas lo habían rodeado, cada uno de ellos con su propio enfoque y deseos. Pero lo que más lo sorprendió fue lo que sucedió después de esa noche de caos emocional y conexión tan fuerte.
Los días pasaron y, aunque la intensidad del celo seguía acechando, Perú intentó volver a la normalidad. Pero algo en su interior le decía que algo había cambiado. No solo su relación con los alfas, sino también su cuerpo. Sentía algo diferente, una sensación extraña y nueva que no podía ignorar.
Perú despertó una mañana sintiendo una pequeña náusea. “Debe ser el estrés,” pensó, tratando de convencerse a sí mismo de que todo era producto de los últimos eventos. Pero a medida que pasaban los días, los síntomas se intensificaron. Las náuseas eran más frecuentes, y sentía una ligera presión en su abdomen, como si algo estuviera cambiando en su interior.
Fue entonces cuando, una tarde, decidió ir al jardín a caminar para despejar su mente. Al caminar entre las plantas y respirar el aire fresco, algo en él hizo ‘click’. Perú se detuvo en seco, con los ojos bien abiertos, mientras miraba una flor frente a él. Su mente estaba trabajando a toda velocidad.
“¿Podría ser…?” susurró para sí mismo.
En ese instante, México apareció detrás de él, su risa suave como siempre. “¿Pensando en lo que pasó, Perú?”
Perú se giró, con los ojos algo sorprendidos. “¿Cómo sabes lo que estoy pensando?”
“Es fácil ver que no estás bien,” dijo México, acercándose lentamente. “¿Algo te molesta?”
Perú tragó saliva, miró a México y luego al horizonte. “No lo sé. Creo que estoy… creo que podría estar embarazado.”
México no pudo evitar soltar una risa nerviosa. “¿Emb… embarazado? ¿Pero cómo?”
Perú bajó la mirada, sintiendo un leve rubor en sus mejillas. “Los alfas… el celo… no sé cómo explicarlo. Pero siento que algo dentro de mí está diferente. Como si… no sé. Como si algo hubiera comenzado a crecer.”
La risa de México desapareció al instante, y su expresión se volvió seria. “¿Estás diciendo que el celo… te… ha dejado embarazado?”
Perú asintió, sin poder creer lo que estaba diciendo. “No lo sé. Pero siento algo. Como si fuera posible. Y no sé qué hacer.”
La idea de estar embarazado le parecía una locura. ¿Cómo podía ser posible? El celo de los alfas, las marcas, todo eso... ¿realmente podría resultar en un embarazo? Pero a medida que pasaba el tiempo, su cuerpo le estaba dando señales claras de que algo estaba ocurriendo, algo más allá de lo físico, algo emocional y profundo.
Sin embargo, México no parecía tan sorprendido como Perú. En su rostro apareció una sonrisa torcida, como si estuviera esperando este momento. “Sabía que algo así pasaría,” murmuró para sí mismo. Luego, mirando a Perú con una mezcla de preocupación y diversión, agregó, “Tranquilo. Vamos a hablar con los demás. Ellos tienen que saberlo. Esto… esto es algo que necesitamos abordar juntos.”
“¿Qué harán?” preguntó Perú, confundido y nervioso. “¿Y si no quieren?”
México lo miró fijamente. “Lo que hagan o no hagan, no cambia lo que está sucediendo. El embarazo de un omega es algo que afecta a todos los alfas involucrados. Ellos sabrán cómo manejarlo. Lo importante ahora es que tú sepas que no estás solo en esto. Vas a tener todo el apoyo que necesites.”
Perú asintió, aún sin estar completamente convencido. “Creo que necesito hablar con todos ellos.”
Esa misma noche, los alfas se reunieron en el salón común. México, con su usual calma y habilidad para manejar situaciones, fue quien inició la conversación.
“Tenemos algo que decirles,” comenzó México, mirando a cada uno de los alfas presentes. Rusia, España, Francia, y China miraban atentamente, esperando a escuchar lo que México iba a revelar.
Perú tomó una respiración profunda antes de hablar. “Creo que estoy embarazado,” dijo, su voz temblando un poco. “Y no estoy seguro de cómo ha pasado, pero siento que algo está creciendo dentro de mí.”
Hubo un largo silencio en la habitación mientras todos asimilaban las palabras de Perú. Los alfas no estaban sorprendidos, como México había predicho, pero había una mezcla de emociones en el aire. Rusia fue el primero en acercarse, su tono serio pero suave.
“Es lo que pasa cuando un omega se marca y el celo de los alfas se contagia. No es algo raro, pero es... inesperado.”
Francia se acercó, su mirada llena de afecto. “Perú, lo importante es que estamos aquí contigo. Vamos a ser una familia. Esto no es algo que enfrentes solo.”
España asintió, su cara mostraba determinación. “Nada cambiará entre nosotros, Perú. Estés o no embarazado, te apoyaremos.”
China, que había permanecido en silencio hasta ahora, habló finalmente. “Lo que sea que pase, lo haremos juntos. El embarazo, si es que es real, no cambiará lo que sentimos por ti.”
Perú sintió una gran oleada de alivio al escuchar sus palabras, pero también estaba completamente abrumado. Nunca había imaginado estar en una situación como esa, pero ahora que estaba sucediendo, no sabía cómo reaccionar.
“¿Y ahora qué?” preguntó, con un suspiro de exasperación.
Rusia sonrió con calma. “Ahora, vamos a asegurarnos de que todo vaya bien. Te acompañaremos en cada paso.”
Perú cerró los ojos, sintiendo una mezcla de emociones que no podía procesar completamente. Por un lado, se sentía aliviado de que los alfas lo apoyaran, pero por otro, el miedo y la incertidumbre seguían siendo una sombra constante.
“Gracias,” murmuró, mirando a todos los alfas con gratitud. “No sé qué haría sin ustedes.”
México le dio una palmadita en la espalda. “No tienes que hacerlo solo, Perú. Vamos a estar contigo en cada momento.”
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