Narrador:
La rebelión se encontraba prisionera del régimen, esperando el momento de su muerte de cada uno de los integrantes de esta.
Ya habían pasado varios días, casi 2 semanas desde que habían llegado a la Metrópolis del regimen, y en esos días, algunos rebeldes habían sido ejecutados, y otros tantos, convertidos en soldados del regimen.
Los guardias vigilaban cada ángulo de la mazmorra donde tenían presos a los miles de rebeldes que sólo esperaban el momento de su ejecución.

Las alarmas comenzaron a sonar de un momento a otro, los rebeldes se alarmaron. ¿Un ataque? ¿Acaso otra división de la resistencia actuó de rescate? No se sabia, básicamente solo quedaban ellos...la rebelión estaba atenta a cualquier movimiento, algo que llamara su atención que no fuera el régimen para entender lo que sucedía...

Mientras los soldados del régimen estaban confundidos, asustados...no sabían cómo actuar. Ni siquiera sabían a qué se estaban enfrentando. Rápidamente los francotiradores que vigilaban el perímetro de la base cayeron. Activaron todo aparato de visión para poder descubrir a qué se enfrentaban...pero no encontraron nada...

Las celdas de los rebeldes se abrieron...y ellos no entendían como lo hacían...

Una figura casi trasparente se hizo ver, era un hombre, que traían puesta una antigua armadura de caballero, vestía una capucha roja que conectaba con una capa algo extraña, su pecho traía grabada una cruz, como la de los guerreros templarios, y portaba una espada, que tenía un diseño tan alucinante, que no se sabía si la forjaron ángeles, o demonios.

El hombre enmascarado liquidó a todos los soldados del régimen que se opusieron en su camino...para después dirigirse a las celdas, y liberar a todos los rebeldes encarcelados, con una precisión en su espada tal, que cortó las cadenas y no los brazos...

Una vez liberados, los rebeldes lo siguieron...

-Síganme...la libertad que tanto desean...está cerca...