🌹|Capítulo 1
Dos meses después...
MAGNOLIA COLLINS
Mi luna de miel fue como estar viviendo en una perfecta fantasía, todo era hermoso y feliz. Lucifer y yo no nos separamos ni un segundo, disfrutamos al máximo nuestra luna de miel en Hawai.
El sexo fue bueno y placentero, puedo decir que no me arrepiento de haber follado en cada momento en que teníamos la oportunidad.
Sin embargo, hasta las mejores cosas llegan a su fin...
Nos hemos tomado mucho tiempo para estar juntos, de alguna forma necesitábamos compensar el tiempo que perdimos aunque eso siempre será una marca que ni el tiempo podrá borrar.
Hoy nos toca volver a la realidad, estamos aquí en nuestra nueva estancia en las afueras de California.
Me gustaría decir que estoy contenta de volver pero lamento decir que me siento agobiada por el hecho de volver a la rutina, una rutina diferente para ambos, un estilo de vida que aunque compartimos de cierto modo, es muy distinto para ambos.
Este es el momento, después de muchísimo tiempo en donde Lucifer y yo vamos a convivir como personas normales, y no es eso a lo que le temo, es al hecho de que a pesar del amor que sentimos uno por el otro, ya no somos los mismos que éramos hace dos años.
Lucifer probablemente se encuentre con una Magnolia más madura, fría e incluso con un pensamiento diferente. Y yo quizás tenga que luchar por terminar de conocer al Lucifer que nunca he conocido.
De sólo pensar en eso siento una opresión en mi pecho.
—Cielo, ve a conocer la casa, tengo que arreglar algo aquí—pronuncia desde el portón de la entrada.
Sonrío y asiento.
Camino por el impresionante parque admirando la vista, es todo perfecto y lujoso para ambos. Entro a la mansión en unos pasos lentos, me encargo de observar los pequeños detalles de la decoración, Lucifer se encargó de "crear" toda esta casa para darnos un nuevo inicio.
Todo está perfectamente decorado con blanco y algunos tonos en grises. Subo la escalera principal para buscar nuestra habitación, la encuentro luego de unos segundos de recorrido. Abro la puerta y quedo maravillada, todo es tan delicado, amplio y atractivo. Una de las paredes el completamente de cristal, logrando una perfecta vista hacia donde se encuentra la piscina.
Hay una cama grande, vestidor, baño... Es perfecto.
Me siento en un costado de la cama y no puedo evitar sonreír cuando veo sobre la mesita de luz el álbum de fotos de nuestra boda.
Está forrado de cuero rojo, con un pequeño bordado de una rosa en medio. Paso las yemas de mis dedos sobre él hasta que me decido a abrirlo, el perfecto recuerdo de un momento feliz. La primera foto es de ambos frente al pastel, yo estoy distraída riendo al ver los muñecos y Lucifer me observa detenidamente.
Lo amo.
Y quizás a veces duela amarlo demasiado.
—¿Salí hermoso verdad?—inquiere una voz ronca y varonil.
Pongo los ojos en blanco y volteo a verlo. Sus ojos celestes se iluminan por el rayo de sol que entra al cuarto, su quijada perfecta de mantiene firme mientras que su atractivo cuerpo decorado con tatuajes se luce a través de la ajustada camisa azul que lleva puesta.
—Eres un arrogante—expreso con diversión.
Se lame los labios y se acerca lentamente hacia mí, toma mi mano con delicadeza y me obliga a ponerme de pie. Lo sigo, me guía hacia la pared de vidrio y me abraza por detrás mientras coloca su mentón en mi hombro.
—¿Te gusta la vista?—pregunta.
Sonrío y respondo.
—Me encanta.
Su agarre se hace más fuerte y amo sentir el calor de su cuerpo cubrirme por completo. Sus brazos son los únicos que me mantienen a salvo, me hacen sentir segura y cuidada.
—¿Más que Yo?—habla en un tono caprichoso.
Muerdo mi labio inferior mientras veo el leve reflejo de su rostro.
—Nada me podría encantar más que tú —respondo, dándole lo que quiere.
Su respiración ya no es regular, su mano se desliza entre mis piernas y me erizo por completo cuando siento su tacto en mi entrepierna. Cierro los ojos y me muerdo el labio inferior con fuerza, Lucifer comienza a besar delicadamente mi cuello mientras que su mano se encarga de abrir paso en mis bragas que cubren la humedad allí abajo.
—Lucifer—jadeo con la respiración agitada.
Sus dedos se deslizan causando una electricidad en todo mi cuerpo, sus húmedos labios en mi cuello aumentan el calor y trago grueso en cuanto me sorprende penetrándome con sus dedos. Estoy muy mojada y logra entrar con facilidad, su otra mano se mete por debajo de la fina tela de mí vestido hasta llegar a mis pezones libres y erguidos.
—Mierda—suelto, excitada.
—Que boca tan sucia, marquesa—pronuncia en mi oído.
Sus dedos entran y salen con facilidad, el ritmo aumenta al igual que mi pulso. Su pulgar comienza a darle masajes a mí clítoris logrando que el placer aumente cada vez más.
—Tú me has vuelto así, con una mente sucia—respondo con la respiración agitada y los ojos cerrados.
Carajo.
Mis piernas se debilitan cada vez más, el hormigueo placentero recorre mi cuerpo y disfruto cada segundo en que Lucifer manosea todo mi cuerpo.
Soy suya, siempre lo he sido.
—¿Y qué es lo que pasa en este momento por esa mente sucia que he creado?—habla en un tono sensual.
Suelto un gemido fuerte y me agarró de él para mantenerme de pie.
—Qu-que... quiero que me folles—confieso con dificultad—. En cada rincón de nuestra casa.
Mis palabras lo prenden aún más, la velocidad aumenta haciéndome estallar de placer en cuestión de segundos. Mis gemidos hacen eco en toda la habitación, mi cuerpo cae rendido arriba del suyo y sus brazos me sostienen con fuerza.
Abro los ojos y comienzo a reírme cuando veo que estamos frente a la pared viedrada y los inútiles soldados nos ven a los lejos desde afuera.
—Nos vieron—susurro.
Me voltea hasta quedarme frente a él, mi mirada se concentra en el celeste de sus ojos.
—¿Te molestó?—pregunta serio.
Niego con la cabeza mientras sonrío.
—Entonces mejor, así tendrán en claro que eres mía—añade, seguro de sí mismo.
Su lado posesivo me calienta pero intento mostrarme firme y alzo una ceja en un gesto de desaprobación.
—¿Tenía dueño y no me enteré?—pronuncio con intención de molestarle.
Su mirada se oscurece y una sonrisa ladeada aparece en su perfecto rostro. Me muerdo el labio e intento contenerme la risa que me provoca.
Le molestó y lo noto en su quijada tensa.
—Oh, perdón señor Lucifer—digo fingiendo—. ¿se acaba de enterar que no es el dueño del mundo?
Hago un gesto de tristeza y eso lo vuelve loco.
Suelta una fría risa irónica.
—¿Quieres ver que tan dueño soy del mundo?—habla provocativo.
Me muero de ganas.
Sonrío y observo su musculado cuerpo, se ha puesto aún más atractivo y podría saltar de felicidad al saber que ahora todo esto es mío.
—Iluminame—respondo juguetona.
Suelto un grito cuando me sorprende alzandome en sus fuertes brazos tatuados, ambos caemos en la enorme cama y no puedo dejar de reír. Levanta mi vestido y empieza a besar todo mi cuerpo, sabe como hacerme perder el control y lo usa a su conveniencia.
Se mete entre mis piernas y no me resisto, tomo su rostro con mis manos para luego besarlo desenfrenadamente. Su boca atrapa la mía con deseo y se sincronizan en un posesivo beso.
Levanto mis brazos para dejar salir mi vestido por completo, mi cuerpo desnudo queda a su disposición y mi boca no es capaz de separarse de la suya.
—Fóllame, Lucifer—le pido, deseosa de más.
Sonríe arrogante.
—Siempre tan insaciable, cielo—pronuncia en un tono ronco.
Sin más, lo ayudó a quitarse su camisa, me tomo unos segundos para disfrutar de su anatomía cubierta por la tinta de sus tatuajes. Me concentro en su pecho y allí lo veo, la flor de Magnolia que se ha tatuado para mí. Lo repaso con las yemas de mis dedos y sonrío.
—Hasta te has impregnado en mi piel—dice burlón.
—Idiota—expreso.
Se quita el pantalón y el boxer hasta quedar completamente desnudo, causando que la humedad en mí crezca cada vez más.
Todo eso... todo es mío.
Lo examino detenidamente con deseo y siento sus manos sobre mí piel cuando se deshace lentamente de mí ropa interior. Abro mis piernas para que se coloque entre ellas con más comodidad, mi sexo palpitante lo desea a cada segundo.
Me besa, lo hace de una manera suave y delicada que se opaca cuando me penetra con dureza haciéndome gemir de placer. Mi cuerpo se amolda perfectamente a él, sus embestidas me llenan por completo. Envuelvo mis brazos en su espalda enorme y mis piernas se abren cada vez más, dejándolo entrar con más velocidad.
—carajo—pronuncia entre jadeos.
Me dejo llevar, disfruto del perfecto sexo con mi esposo.
Nuestros cuerpos emanan calor, Lucifer me penetra con gran intensidad y no puedo dejar de gemir su nombre. Mi espalda erguida y mis piernas tensas me dan aviso del orgasmo. Me tardo unos segundos más en llegar al clímax, logrando estallar de puro placer. Él se viene dentro de mí poco después y nuestros cuerpos se desploman con la respiración agitada.
Se queda unos segundos dentro de mí hasta que se recuesta a mí lado, su mirada extasiada cae sobre mí y me volteo hacia él para tenerlo cerca de mí rostro.
Así, desnudos, uno frente al otro y en silencio, es el momento más feliz.
—Te amo—pronuncia en voz baja y me sorprende.
Aún no me acostumbro a este Lucifer. Sé que todavía me falta mucho por conocer y recorrer dentro de él pero me hace muy feliz cada pequeño paso que da, el hecho de que me admite sin ningún pudor que me ama me llena el alma.
Acaricio su mejilla y deposito un beso en sus rosados labios.
—Te amo más—respondo con una sonrisa.
Me envuelve con su brazo y apoyo mi cabeza en su pecho, sintiendo la mejor sensación del mundo.
El silencio se rompe cuando alguien decide tocar a la puerta de la habitación.
—Señor, disculpe que lo moleste—habla con miedo desde el otro lado—. Le acaban de dejar un paquete.
Mi mirada se cruza con la de Lucifer y ambos pensamos lo mismo.
—Ya voy—exclama Lucifer.
Me levanto detrás de él y nos vestimos sin detenernos a arreglar detalles, minutos después ambos salimos de la habitación. Allí está culebra, nuestro jefe de seguridad. Está parado firme y esperando la orden de hablar.
—¿Quién lo trajo?—pregunto.
Él no me mira, mantiene su mirada en Lucifer pero responde con respeto absoluto.
—No dijo su nombre—pronuncia—. Fue una camioneta negra sin placa, en cuanto lo vimos ya se estaba yendo.
Suspiro y Lucifer le dice que nos lleve hacia donde está ese paquete que acaban de dejar.
No puedo dejar de pensar en que todo esto me da una extraña sensación, el sabor amargo en mi boca no desaparece hasta que estamos frente a una caja grande c9n un moño enorme.
Allí hay una nota pegada y me acerco para leerla.
"Deseo que hayan disfrutado su luna de miel"
Todo es demasiado extraño.
Lo miro a Lucifer y él entiende mi mirada de inmediato.
—Aléjate—me dice, mientras se prepara para abrir el paquete de regalo.
Me coloco detrás de él y los nervios me consumen.
Podría ser cualquier cosa, pero no tengo la sensación de que sea un dulce regalo de bodas.
En cuanto Lucifer lo abre, su rostro se petrifica por completo. Siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal y una mala vibra que me consume.
Se queda observando, su quijada está tensa y su rostro perplejo.
—¿Qué sucede?—inquiero desesperada.
Se tarda unos segundos hasta que voltea a mirarme.
Me observa como si viera algo en mí que le aterra, noto la contracción de su garganta al tragar grueso.
No me dice nada y eso me desespera.
—¡Lucifer!—grito.
Suspira.
No hay caso, me deshago de su agarre y voy yo misma a ver lo que contiene ese regalo.
Mi cuerpo se queda duro cuando veo que allí dentro hay una cabeza humana, la caja tiene manchas de sangre y un nudo se posa en mi garganta cuando noto que no es cualquier cabeza. Es la cabeza de una chica casi idéntica a mí, su cabello es pelirrojo, sus facciones se parecen mucho a las mías e incluso sus ojos son del mismo color que el mío.
Las lágrimas comienzan a caer sin cesar, no se si lloro de ira, miedo o tristeza.
La persona que envió esto se tomó el trabajo de buscar a alguien idéntico a mí, matarla y mandarme su cabeza como obsequio.
Siento el agarre de Lucifer por detrás, mi respiración se altera y no puedo dejar de observar lo que tengo frente a mis ojos. Lo miro a él buscando tranquilidad pero su mirada me transmite algo que no me gusta.
Eso no es todo, respiro hondo y me acerco para correr el cabello del rostro, allí veo escrito otro mensaje, justo en su frente.
El mensaje es claro y directo.
"Auge um auge, marquise..."
(Ojo por ojo, marquesa)
Me alejo de inmediato y me quedo congelada en un costado, mi pecho sube y baja frenéticamente. Trago grueso e intento reaccionar pero no soy capaz de mover un músculo.
Lucifer comparte una mirada conmigo y estoy segura de que ambos sabemos lo mismo...
Comienza una guerra de cazadores y en este momento soy la presa.
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