Veintidós


¿Falsos rumores?

Narra Ella.

¿Quién limpiaba la casa de los Fontanier?

El suelo era increíblemente reluciente, como si hubiera sido pulido por los mismísimos dioses.

Ando por los espacios del gran salón de los Fontanier, mientras riego las plantas, porque eso sí, el suelo pulidísimo pero las plantas... pobrecitas.

Me gusta el ambiente en el apartamento, más que nada porque hay completo silencio.

Nos reuniríamos para hablar sobre lo que pasó ayer y la nota que el Señor P o como se llame le dejo a Leyla.

¿Será cierto?

Ese señor tiene la posibilidad de entrar en donde quiera y luego salir sin ser visto, le daba una gran ventaja sobre nosotros.

Nosotros éramos para él pequeñas hormigas que podía controlar a su gusto.

¿Y cuál era la maldición de las hormigas?

Que podían existir y así de rápido ya no existir.

Por eso teníamos que ser más inteligentes que él, estar por delante suyo, esa era la única manera de salir libres de esta.

—¿Qué haces? —me preguntan a mis espaldas. No me es necesario voltearme para saber que se trata de Cassandro.

El único humano en la casa además de mí. Porque Royce y Leyla estaban en algún lugar desconocido para mí, y deberían estar aquí en cualquier momento.

—Haciendo lo que ustedes no hacen. ¿Sabes dónde está tu hermano?

—No lo sé... pero tampoco es que quiera saberlo —suelta con un desinterés característico en él y que llega a causar a cierto fastidio en mí.

—¿Por qué dices algo así? Es tu hermano —manifiesto colocando las manos al costado de mi cadera en forma de jarra.

—Él en sus cosas y yo en las mías, para lo que sea necesario juntarse se hará, por ser gemelos no quiere decir que debemos de estar todo el día juntos —menciona con una voz casi gélida, sin sentimientos, fría.

—Agh, no entiendo por qué eres así —hablo con fastidio.

—¿De qué hablas exactamente?

—Eres... es como si sentir no fuera algo vital para ti. Así como si no te fuera necesario comunicarte con los demás. ¿Qué pasa contigo?

—¿Me debe pasar algo?

—No sé, ¿debería? —pregunto mientras sigo regando las plantas.

El suspira, creo saber porque, le molesta el rumbo que está tomando la conversación, directo a sus sentimientos, algo tabú para él.

—Ella, te dejaré algo claro —dice mientras se tira en el sofá y apoya sus codos sobre sus rodillas—. Todo no tiene una explicación, aunque se la busques, aunque creas que debas encontrarla todo no la tiene.

Cassandro repiquetea los dedos en el brazo del sofá y se relamé los labios. Su pose desinteresada hacia ver lo poco que le valía el mundo. Él siempre me había parecido sumamente interesante desde la primera vez que lo vi, su semblante parecía de esos ancianos que sabían muchas cosas y habían leído casi todos los libros. Me mira fijamente y sus ojos azules mezclados con verde se encuentran con los míos.

Sé que lo había dicho muchas veces, pero cuánto me gustaban.

—¿Ah no? Los seres humanos vivimos para eso, para hallar explicaciones, ¿o me equivoco? —cuestiono retándolo con la mirada.

Él deja ver una sombra de sonrisa mientras mira el techo.

—Tuché.

En ese momento no parecía tan momia, ni tan cerrado.

Parecía un chico con una mirada atrayente. Se seguía viendo como él pero de una forma más... agradable.

El ambiente se torna asfixiante, y no de mala manera, sino como si el deseo de algo no nos dejará respirar.

El sonido de la puerta abierta nos obliga a eliminar cualquier tipo de pensamiento fuera de lugar, al menos a mí.

Por ella entran los dos personajes que esperábamos y de alguna manera agradezco que haya pasado.

—¿Qué onda, gente? Ha llegado su dios... y Leyla. —lo último lo dice sin importancia.

—¡Oye! Respeta a tu novia. —le reclama la morena.

Él suelta una sonrisa y la toma por el cuello dejando un casto beso en sus labios.

Vaya, vaya.

No entiendo nada, ¿desde cuándo la relación de estos es real?

—Hermoso el amor, pero no lo veo muy conveniente cuando quien nos amenaza mando a Smith al hospital. —reitero yo.

No entiendo nada. ¿Acaso a mí era la única que le preocupaba?

—Merecido se lo tenía. —manifiesta Royce encogiéndose de hombros, quien por cierto está mascando chicle.

Casual.

—Oigan, Ella tiene razón, y a pesar de que se lo merecía no quiere decir que no haya estado mal, Royce.

¡Formidable! Al menos tenía a Cassandro, que me daba la razón.

—Chicos, no sé ustedes, pero no voy a permitir que el señor P.D. o cual sea su verdadero nombre, me amargué la vida. No debemos vivir tras suyo, ni temerle, por lo menos yo no lo haré. —menciona Leyla.

—No permitiré que te pongas en peligro de esa manera. —decreta Cassandro con un tono autoritario que a cualquiera lograría ponerle la piel de gallina.

—Estoy de acuerdo con mi hermano, no permitiré que estés en peligro, que estén en peligro ninguna de las dos. —interviene Royce.

—Mientras permanezcan dentro de Murgare todo estará bien, si salen solas por el día no hay de qué preocuparse. Pero, si por alguna circunstancia necesitan salir en la noche, llámennos. No importa a que hora, ni en que momento, nosotros iremos por ustedes, siempre iremos por ustedes. —argumenta el gélido de Cassandro, y sus palabras se sentían mucho más profundas de lo que hacían referencia en ese momento.

Como un recordatorio. Ellos siempre iban a estar para nosotros y de alguna manera, ya yo lo sabía.

—De acuerdo, lo que usted diga, general. —habla Leyla.

—Vale. —acepto yo. —Bueno chicos, si ya está dicho todo, me debo ir, el jueves darán los resultados del FAM, por fin. —menciono.

—Está bien, ve. Nosotros nos quedaremos investigando un poco más de como hallar a ese desgraciado. —me dice Leyla.

—Llámenme si pasa algo, ¿vale?

—Vale. —acepta y me da un abrazo.

Me despido de los gemelos con la palma de mi mano y salgo por la puerta del apartamento.

Cuantas cosas pasando en mi vida, pero bueno pedir tranquilidad sería cínico de mi parte.

Porque al menos estoy trabajando en ser yo misma, dejar todas las máscaras y mentiras atrás, porque eso hacía mi vida demasiado patética y la vida es muy corta para que sea patética.

Me subo al ascensor y toco el botón de la planta baja. Las puertas comienzas a cerrarse pero en el último minuto alguien aparece frente a él abruptamente.

—¡Hola! Hace un tiempo que no te veo en las reuniones del consejo de estudiantes, ¿algo anda mal? —me pregunta un muy animado Spencer mientras se sitúa a mi lado en el ascensor.

—¿Cómo? No sabía que estuvieras en el consejo de estudiantes. —mencionó intentando evadir la pregunta sobre mi estado de ánimo, no sabría responder en realidad.

—Eh... sí. Estoy ahí desde que comenzamos el año, pero tu eso no lo sabes, no le prestas atención a tu alrededor siempre estás tan... distraída, lo que me lleva a volver a preguntarte, ¿algo anda mal?

Rendida por completo suelto un bufido de frustración a la vez que paso ambas manos por mi cara y cabello.

No debería decirle, no debo. Pero no sé... a él se le siente vibra de buena persona y no he tenido a un amigo para hablar que no haya sido Leyla... y Kelly, pero la segunda está muerta y la primera no iba a entenderme porque tenía su propio punto de vista respecto a lo que pasaba.

¿Debería o no?

No tengo idea, no obstante... por una vez estaba bien no tenerla, ¿no?

Estaba un poco cansada de mí misma, y de meditar tanto las cosas en lugar de lanzarme a hacerlas, y eso es lo que haría.

—Vale, vale. Te contaré que me pasa, pero con la seguridad de que tú no le contarás a nadie luego de que lo haga.

—Lo juro, no lo contaré a nadie. —me promete él con sus dos palmas abiertas a los lados de su cabeza.

—Bueno... como te has podido dar cuenta, Leyla y yo somos inseparables, mejores amigas desde siempre. —introduzco. —Pero además de nuestra amistad nos une algo más. —me aclaro la garganta.

Spencer me mira con atención al mismo tiempo que las puertas del ascensor se abren de par en par. Ambos salimos a la vez

—¿Vas a la reunión sobre el FAM, no? —le pregunto.

—Sí, salía para eso.

—Vale... ¿quieres qué te lleve en mi auto? Me hace camino, también voy para allá.

—Acepto, en realidad iba a llamar a un Vehiexpres, pero así es mucho más sencillo. —manifiesta él.

Un Vehiexpres era un servicio de transporte ofrecido por la universidad para transportar a los estudiantes a donde sea que ellos necesitaran, los vehículos que comúnmente utilizaban eran carritos de golf, menos en algunos mínimos casos que choferes conduciendo autos carísimos se estacionaban frente a las residencias de los estudiantes ''foco'', aquellos que tenían familias con fortunas inconmensurables.

Spencer y yo caminamos en silencio hacia mi auto, hasta que yo hablo:

—Te iba diciendo: Un gran secreto nos mantiene a mí y a Leyla unidas. Siempre habíamos jurado protegerlo de cualquiera, pero... alguien más lo supo, y no sé cómo, ni tampoco Leyla. Entonces llegaron los gemelos y nos empezamos a acercar a ellos, empezamos a conocernos, y ellos se enteraron. Temo que cada vez se vayan enterando más personas, y me siento extraña al ver como Leyla y Royce...

—Su novio. —recalca Spencer mientras cierra la puerta a su lado. Enciendo el motor y comienzo el recorrido hacia el edificio de reuniones del consejo.

—Sí, su novio, están teniendo una relación cada vez más cercana y... temo que Leyla me vaya a abandonar para estar con él, para estar con ellos.

—¿Te molesta su relación? —me pregunta él con el ceño fruncido.

—Puede... eh, no. No lo sé, la verdad. Es que... yo tengo novio y lo amo, pero... ¿es difícil de explicar entiendes? Me cuesta ver su relación de buena manera. —intento explicar lo mejor que puedo.

—Sí, sí, te entiendo. Pero... tú tranquila, Leyla es tu mejor amiga como tú eres la suya, ella no te cambiará, debes saberlo, Ella. —me dice él y me regala una mirada cargada de comprensión.

Hablar con Spencer había sido como un respiro de aire puro, me sentía mucho más tranquila y sobre todo menos tensa.

Le regalo una sonrisa igualmente, agradeciéndole por haberme escuchado.

...

Había acabado la reunión del consejo, había sido igual que siempre, aburrida. Habíamos aclarado la fecha en la que se dirían los ganadores de las distintas categorías que faltaron por mencionar en la FAMA. Los ganadores se mandarían por cartas y luego se anunciarían públicamente el lunes próximo.

Estaciono el auto frente al edificio residencial de los Fontanier. Leyla me había enviado un mensaje diciendo que luego de que saliera de la reunión iríamos a almorzar con los chicos a un sitio que ellos escogieron.

Así que por eso estaba ahí.

Salgo del auto y camino en dirección al ascensor, antes se me dificultaba un poco encontrarlo pero ahora puedo decir que sería capaz de encontrarlo con los ojos cerrados.

Toco el botón y al instante se abren las puertas, vaya milagro.

Me adentro en él y toco el piso número 3, el de los Fontanier.

Minutos después ya estoy arriba.

Me encuentro en la mismísima entrada a Leyla recostada en la pared, a Royce viendo algo en su celular y a Cassandro mirando un punto muerto con pesadez.

—¿Qué hacen aquí? ¿Iban a irse sin mí? —inquiero indignada.

—¡No! ¿Cómo crees? Te vimos llegar por el balcón. Nos alistamos y salimos. —me explica Leyla.

—¿No pudieron llamarme? Subí sin razón. —me quejo.

—Ugh, alguien está de mal humor. —masculla Royce.

En realidad, sí. La reunión de estudiantes me había quitado el buen humor que tenía debido a haber hablado con Spencer. '

Los tres entran en el elevador y todos bajamos en silencio, menos por el molesto ruido que desprende el teléfono de Royce.

—¿Qué es eso? —pregunto.

—¿El qué? —cuestiona él.

—Agh, ese maldito ruidito.

—Oh, es un videojuego, ¿quieres jugar? —me pregunta.

—No, gracias. Te agradecería que bajaras el volumen. —le pido lo más cordial que puedo.

Las puertas del aparato se abren y los cuatro salimos de este.

Camino en silencio cuando Leyla recuesta su brazo sobre mi hombro.

—¿Sabes a quién llamé para que nos ayude con todo lo del amenazador? A Tommy. Él es un genio en tecnología nos puede ayudar.

—Perfecto. Seguro nos sirve de ayuda, ¿no le irás a contar, no? —pregunto mirándola fijamente.

—Por supuesto que no. ¿Qué tal te fue en la reunión?

—Tan aburrida como siempre. —digo en un tono secante.

—Oye, ¿qué es lo que te pasa? Estás tan... Cassu. —me dice con el ceño fruncido.

¿Cas...? Ah cierto, el horrible apodo que le puso a Cassandro.

—No... me pasa nada solo estoy un poco agotada, no he dormido bien estos días. —le suelto.

Leyla me da un asentimiento de cabeza, al parecer me cree o finge que lo hace.

Cuando llegamos al auto, nos subimos a él.

Cassandro al volante, Royce a su lado y Leyla y yo atrás.

Vamos por el camino escuchando "Changes" de XXXtentacion, en total silencio.

Minutos después ya estamos en el restaurante, gracias a dios.

Todos nos bajamos al mismo tiempo y caminamos hacia el interior, uno al lado del otro. Entramos por la puerta y un señor nos recibe y escolta hasta una mesa.

Todos los demás clientes del restaurante nos miran.

La pregunta es... ¿por qué?

Logro reconocer a algunos, la mayoría son estudiantes de aquí.

Pero no entiendo por que la atención sobre nosotros.

Nos sentamos en la mesa que nos dice el señor y resulta que queda casi en el medio del salón.

Y a pesar de que pasan algunos segundos no dejan de hacerlo, y lo peor de todo es que lo hacen sin ninguna discreción.

¿Por qué tod...?

Mis pensamientos se nublan cuando veo a Spencer corriendo en mi dirección e ignorando al recepcionista situado al lado de la entrada.

Corre hasta mi dirección y se agacha frente a mí.

¿Qué pasa aquí?

—Ella, lo siento. Te quería pedir perdón. Yo no hice esa publicación, de verdad. Fue... sé que no debí... pero...

—¡Para! ¿De qué publicación hablas? —pregunto sin entender lo que estaba pasando del todo.

—En el sitio de chismes de Murgare, que no te enteras. —escucho que alguien me responde.

Miro en la dirección de la voz y me doy cuenta que absolutamente todo el restaurante está pendiente a la conversación.

Fijo la vista en una chica que no deja de mirar su celular y luego a mí con asombro.

Me apresuró con rapidez hacia ella y giro el teléfono para ver que estaba viendo.

Efectivamente era el grupo de chismes de la universidad. Salía un gran título que decía:

'' ELLA TERONGE, LA ALUMNA ESTRELLA DE MURGARE CONFIENSA ESTAR ENAMORADA DEL NOVIO DE SU MEJOR AMIGA, LEYLA QUIROGA. ANUNCIA QUE NO PARARÁ HASTA SEPARARLOS. ''

Leo las palabras impactada, y en un instante una lágrima corre por mi mejilla.

Y no pienso ni un segundo la acción que realizo ahora.

Me dirijo hasta Spencer, que me miraba con cautela. Me planto frente a él y con mi mano derecha le pego una bofetada en toda la cara.

—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

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