Tres


Charlas y Sorpresas.

Narra Ella.

Estaba volviendo a la habitación después de haber intentado llamar a Cole y que todo intento haya sido fallido, cuando me encuentro con el estúpidamente insoportable... SMITH.

—¿Se puede saber qué hace aquí? —cuestiono con un tono un poco desagradable, él se lo merecía.

—Al parecer se perdió de camino al infierno —comenta Leyla con su siempre codiciado sarcasmo.

—Vengo a hablar contigo, reina.

—No te atrevas a decirme "reina" jamás —le ordena Leyla—. Es más... ¿qué haces aquí? ¡Vete! No te quiero ver ni en pintura.

—Por favor sólo dej... —las palabras de Smith son interrumpidas por la mano de Leyla que le clava una cachetada en la mejilla izquierda. Sentiría pena de él, pero luego recuerdo todo lo que le hizo a mi amiga y... ¿le podré dar otra cachetada?

—Ahora... ¡LÁRGATE! —grita ella con los ojos llorosos, y la entiendo, sé lo que le ha costado decirle esas palabras... sé lo duro que se han sentido esas siete letras. El idiota da marcha atrás alejándose de la habitación.

Veo que Leyla se sienta en una esquina de su cama con la mirada perdida en un punto muerto, viendo nada y pensando en todo.

—Ey, Ley, ya todo pasó, hiciste bien —se ríe al escuchar el apodo que le decía cuando éramos niñas.

—Te debo contar algo —me dice aún mirando un punto muerto.

—¿Qué pasa? —pregunto, ya asustada. Nadie sabe que ha podido pasar, nuestra vida era totalmente impredecible.

—Mi... caja de sorpresa ha dicho otra frase, igual o peor que la anterior —me explica mirando hacia abajo.

—¿En serio? Muéstramela —le pido.

—Eh... no creo que eso se pueda —dice y luego se levanta arrastrando con su pie algo escondido debajo de su cama.

Wow, era la caja totalmente destrozada y el muñeco sucio en su totalidad por lo que imagino sea la suela del zapato de Leyla.

—Vale... veré el mío —hablo y me levanto.

Busco en un escondite secreto que tengo detrás de uno de mis cajones. Al sacarlo por completo... No está. Pestañeo con rapidez. No puede ser, tiene que ser una alucinación, ¿cómo puede no estar allí?

—No está —aviso a Leyla—. ¿Qué decía el mensaje exactamente?

Cuando me doy la vuelta veo que ella se ha cambiado de lugar, ahora esta asomada en la ventana que da a las afueras del campus.

—Repetía una y otra vez las palabras: "miedo", "preocupación". No tengo idea de quien es el remitente de esto, ni de si lo que dijo... es un indicio de que lo sabe, de que sabe... lo que pasó. Pero sí sé que tenemos que descubrirlo antes de que salga a la luz, tenemos que desaparecerlo.

—¿Hablas de matarlo? —pregunto mirándola fijamente con cautela.

Leyla me mira fijamente sin ninguna expresión—. Lo que sea necesario para protegernos.

Cabizbaja me dirijo a mi cama y me siento a la orilla de esta.

—¿Cuánto ha pasado? —pregunto.

—8 meses y 24 días —me responde al instante. En realidad no sé porque lo preguntaba, cada día llevaba la cuenta.

Era mi maldición, después de todo.

—Parece ayer, sí —vuelve a hablar Leyla.

—Siempre me parecerá ayer —respondo.

Leyla camina hacia mí y acaricia mi hombro.

—Deberíamos dejar de pensar en eso.

Como si fuera tan fácil... nunca me olvidaré de algo así. Prefiero no hacerlo, siempre quiero recordarlo y saber que a pesar de todo lo que haga... eso nunca se borrará, porque podré esconderme por fuera, pero no por dentro.

Nuestro interior siempre sabrá la verdad.

—De acuerdo, tienes razón —le digo, porque sino no me podría librar.

—Ehm... sino te molesta leeré un poco —me avisa parándose y yendo hacia la pequeña biblioteca de la habitación.

—Yo saldré a ver sí puedo llamar a Cole de nuevo, ya que no me contesto.

Después de haberle avisado a Leyla que me iba, salí por la puerta con un suéter de lana porque hacía frío afuera.

Bajo las escaleras hasta salir de la zona de residencias y voy de camino a la misma banca en la que me senté ayer. A mi alrededor veo como hay estudiantes por los alrededores... a pesar de que sea tarde. Cuando por fin llegó a mi destino, también visualizó en la misma banca a Royce, ¿qué por qué se distinguirlos? Royce tiene un pequeño pendiente en su oreja izquierda y Cassandro tiene un pequeñísimo lunar en la barbilla. Quien no lo note está ciego.

Me acerco disimuladamente a donde está y lo veo escuchando música porque tiene puesto sus audífonos y mantiene sus ojos cerrados.

—¿Cual es el honor, querida Mika? —cuestiona quitando sus cascos.

Me sobresalto internamente al darme cuenta que estaba al tanto de mi presencia.

—Ya te pedí que no me llamaras de esa manera, espero no tener que volver hacerlo —pido y miro a mi alrededor para ver que nadie nos está prestando atención—. Quiero que quede entre nosotros lo que pasó ayer.

—¿Acaso te doy vergüenza? —pregunta él.

—¿En algún momento lo dudaste? —pregunto.

Vale, eso fue un poco grosero debería disculparme.

—Perdona, no debí re...

—No importa, muéstrame eso que hay dentro de ti —dice mirándome a los ojos e intentando indagar en ellos, pena por él, no demuestro ninguna expresión en ese momento—. Muéstrame la realidad.

—La realidad es que yo no acepté ir contigo y tomar aquella copa que tomé.

—Mika, era zumo.

—Ni me importa, era muy tarde. No debería haber salido a esa hora. Alguien podía haberme visto.

Sé que suena un poco mal de mi parte, obligarle a no contar algo que hice estando en todos mis cabales, pero... ¿qué iba a hacer si no? Debía mantener una imagen.

—Tienes un poco distorsionada la realidad —dice con pose pensativa—. No deberías preocuparte por lo que los demás piense de ti.

—¿Entendiste?

—¿Y sí te ayudo que gano yo a cambio?

—Eh... que te parece... ¡Qué no te arruine la vida! —le digo irónicamente... creo.

—Pagaría entrada VIP por ver eso —parlotea.

—¿Lo harás o no? —interrogo, arqueando una ceja.

Se levanta de la banca y se para frente a mí, mirándome con cara de: <no te destruyó yo a ti porque no quiero, y lo sabes>

—Lo aceptó, lo haré. Pero... me debes un favor y lo pagarás cuando yo quiera — exclama alargando la palabra "pero" y ofreciéndome su mano para estrecharsela.

Sé que después me puedo arrepentir, pero igual estoy desesperada.

—Trato —acepto ofreciéndole mi mano y dándole un apretón.

—Y Mika, te lo digo en serio. Fingir no te llevará a ninguna parte.

—Lo que digas.

Luego de eso me doy la vuelta para ir hacia mi habitación y me encuentro a Leyla mirándome fijamente y con los brazos cruzados en su pecho. Me voy acercando a ella hasta que estoy frente a frente.

—Creo que para llamar a Cole te faltó un detalle, el teléfono —me explica a la misma vez que me entrega mi celular—. Y ahora dime, ¿qué hacías hablando con uno de los Fontanier? —habla de nuevo.

—Hace frío, ¿no? —digo cambiando el tema, no estoy para que me gire la jugada y empiece a sermonearme a mí.

—Elle, vamos. Desembucha —me pide.

Miro a mi alrededor a ver si nadie nos está prestando atención.

—Deberíamos hablar arriba en privado.

—Vale, pero no te escaparás.

...

Llegando ya a la habitación le cuento a Leyla todo lo que pasó y que se lo pensaba contar.

—Tú misma fuiste la que dijo que no podemos tener relación con ellos. Y te entiendo, a pesar de que no lo digas, ellos... —dice señalando la puerta— ...están buenísimos, y por eso aún más tenemos que andarnos con cuidado.

—Yo no pienso que ellos estén buenísimos.

Leyla me mira con cara de incredulidad.

—¿En serio? Querida Elle, no te mientas. La verdad duele pero te hace más fuerte —responde con su frase maestra.

—Cállate, ¿sabes?

—¡Oye, trátame con respeto!

—Jamás —digo acostándome en mi cama para tomar una siesta.

Me gustaba hablar con Leyla. Nuestras conversaciones eran ligeras y para nada forzadas como las que mantenía con otras personas.

Intenté dormir pero no pude conciliar el sueño, tenía muchas cosas en la cabeza. Entonces me senté en el escritorio a hacer unos cuantos deberes pendientes que me quedaban. Mientras Leyla estaba en su cama jugando a un videojuego en su celular.

Así pasaron minutos, puede que horas. Luego de terminar, un poco cansada y hastiada, cabe destacar, busco todo lo necesito y me voy hacia el baño. A ver si dándome una ducha las malas energías desaparecen.

Cuando entro al baño, dejó todo sobre el lavabo y pongo música en mi teléfono para escucharla mientras me ducho.

Al terminar de ducharme salgo y me tapo con mi albornoz mientra tarareo la canción "Think about you" de Ariana Grande, mi cantante preferida por mucho.

Tomo mi cepillo de dientes para obviamente lavarme los dientes y cuando miro el espejo...

¡¿QUÉ MIERDA?!

Jesús de Nazaret.

Escrita con pintura roja está la frase:

No puedo entender que tengas espejo

¿Acaso no te asquea tu reflejo?

Se acumuló toda la rabia que tenía dentro de mí y le proporcione un fuerte puñetazo al espejo.

Sentí como los fragmentos de cristales agrietaban la piel de mi puño y algunos me daban en el rostro.

Comencé a llorar y me pasé la mano por el rostro dejando en él una mancha de sangre, levante la cabeza y me mire en lo que quedaba del espejo.

¿Acaso así es como se veía una asesina?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top