Treinta
¿Un nuevo secreto?
Narra Leyla.
—¿Cómo es que dejaste que se te cayerá, Ella? —le reprende Tommy a la rubia, mientras nos adentrábamos a la casa del bosque, luego de terminar con el operativo.
—No me di cuenta, se cayó sin más. ¡Diablos! Si ese señor te hubiera echado de esa manera no estarías quejándote así.
El castaño pasa su mano por la cara, moviendo sus lentes del sitio donde siempre se encontraban—. No intento atacarte, solamente es que por ese fallo que luce insignificante, el señor P nos descubrió. Cuando te llame él contestó, sabía quién era yo, y... me dijo que te mandará saludos de su parte —expresa él mirando directamente a Ella, la cual traga saliva al escucharlo.
—Vamos, chicos. Suban esos ánimos, está bien, descubrieron que estuvimos ahí pero, ¿no logramos nuestro cometido? A ver hay que atar cabos con todo lo que hemos recopilado.
—Leyla tiene razón, comiencen a hablar de lo que descubrieron —pide Tommy a la vez que todos nos reunimos en la cocina-comedor.
—¿Quieren zumo de naranja? —inquiere Spencer frotando sus manos una con otra.
Todos en la sala asienten, menos Tommy. Era de esperarse, haber entrado y salido de aquella “fábrica” fue realmente agotador y el hambre era obvio que haría acto de presencia.
El rubio se levanta de su asiento y se dirige hacia la cocina.
Nosotros por mientras, nos disponemos a contar todo lo que averiguamos en aquel lugar, yo y Cassandro el bolígrafo con el logo de Murgare y Ella y Royce todo lo del mapa de la universidad y la puerta que llevaba a una habitación llena de dispositivos electrónicos.
Luego se acerca Spencer con los vasos con zumo y los deja frente a cada uno de nosotros.
—¿Eso es lo que tienen? ¿Ninguna prueba física que pueda servirnos como evidencia? —Los chicos están a punto de negar, pero yo levanto mi brazo con mi dedo índice elevado —como si estuviera en el colegio—.
—Encontré algo en los cajones del escritorio en el despacho del director que es también el Sr. P...
—No estamos seguros de eso —me interrumpe Cassandro.
—Claro que lo estamos —afirmo mirándolo duramente—. Siguiendo con el tema, resulta que el objeto era un diario, y al leer la primera página descubrí a quién le pertenecía... —cuento mientras todos me observan expectantes, necesitados de que pronunciara el nombre, pero sospechando de quien se trataba—. Annie Hollan, esa era la propietaria.
—¿La chica del Festival? —interroga Royce con los ojos descolocados.
—La misma —aseguro.
La sala quedó en silencio por unos segundos, intentaban analizar la situación ahora con esta nueva declaración.
Imagino lo complicado que debe de ser para Tommy y Spencer sin saber la historia completa.
—¿Lo trajiste contigo? —el castaño con lentes, acariciando su barbilla con el pulgar y el índice.
Asiento a la vez que abro la cremallera del uniforme de limpieza que todavía llevaba, sacando el nombrado diario y depositándolo sobre la mesa. Quedando solo en la camiseta interior que usaba.
Quedo observando el objeto, al igual que los demás en la mesa.
—¿Lo abres o no? —se queja Cassandro apartando la vista del diario para fijarla en mí.
Le regalo una mirada glacial torciendo la nariz para luego abrir el diario.
La primera página, como ya todos sabíamos, llevaba su nombre y otros datos sobre ella. En la siguiente comenzaba a escribir sobre lo que le había pasado en aquella fecha, nada importante. Me ahorro la parte en la que voy página por página como idiota y me decreto por ir a lo escrito en las fechas que se mostraban en las hojas que Ella recibió.
—Siempre tan paciente —me halaga sarcásticamente Royce.
Lo ignoro y detengo la búsqueda en la página con la fecha donde comenzó a escribir sobre nosotros.
Al leer con detenimiento todo lo escrito puedo corroborar que era lo mismo con lo que el señor P nos había amenazado. Al menos eso no era falso.
—¿Dice lo mismo? —inquiere Ella a mi lado, acercándose para revisar las páginas que leía.
—Trae las fotocopias, vamos a asegurarnos —le pido y auto seguido desaparece por la puerta de su habitación.
Sigo examinando el texto hasta que mi mejor amiga vuelve a aparecer con las hojas de papel en las manos.
—Aquí están. —Se vuelve a sentar a mi lado. Frente a nosotros estaba Royce, que al haber acabado de tomar su zumo, saca de su bolsillo un paquete de chicles. Del otro lado de la mesa, Cassandro seguía tomando su zumo tranquilamente, y paralelos a él, Spencer y Tommy no dejaban de darse miradas que no logro descifrar.
Fijo mi vista en una página del diario y la comparo con la fotocopia de la misma que tengo en mi mano, era completamente igual.
A pesar de mi seguridad, sigo indagando, alternando la mirada de una a otra.
—¿Ves algo diferente? —le pregunto a Ella sin quitar la vista de lo que hacía. La rubia niega y en ese instante escucho una voz detrás de mí.
—Obviamente esto es una diferencia —declara Spencer, exaltándome ya que no me entere en que momento se había movido.
—¡Maldita sea! —exclamo mirando al chico con mirada asesina, últimamente utilizaba mucho esa mirada.
—¿Qué pasa? Te estoy ayudando —comenta él encogiéndose de hombros.
Estaba a punto de hablar, pero Ella me interrumpe colocando sus manos frente a nuestros rostros, acabando con la discusión.
—¿Cuál es la diferencia que dices, Spence? —cuestiona Ella, con un tono neutro.
—En el diario se puede ver como en la esquina inferior izquierda está escrito algo, en cambio en la fotocopia no hay nada más que lo redactado sobre los renglones —expresa él, señalando con el dedo cada cosa que mencionaba.
Enfoco la mirada en lo que dice, y es cierto. Hay algo pequeño escrito en el pie de la página. Entrecierro los ojos para leer mejor, y a pesar de que lo logre, no le hallo sentido a lo que dice.
ES-8.
¿Eso qué significa? Quién tenga una idea por favor al 305-994-2840 —nah, no es cierto—.
Ella y yo intercambiamos miradas, yo excluyo la bobadas que pasan por mi cabeza y me dispongo a pensar de qué se podría tratar esa combinación de letras y número.
Así pasan 30 minutos, y se unen a la investigación todos los presentes. Pero nadie tiene una pista de que pueda significar.
Con una mano sosteniendo mi rostro paso la página, y veo hay algo escrito en la misma sección de la página anterior.
DO-2.
Veo en todas las páginas y también están códigos parecidos y, aparentemente, sin coincidencia.
—¿Qué significan? —reflexiono en voz alta.
—Es algún tipo de código de comunicación secreto. Lo más seguro es que quien lo haya escrito quiera dar un mensaje sin que terceros lo lean —expone Tommy.
—Puede ser de... Annie. Tenemos que descubrir que quiere decir —alego para que todos en la sala me escuchen.
—Cada día puede quedárselo alguien e intentar descifrarlo, hasta que uno lo logré —propone Cassandro repiqueteando los dedos en la mesa.
—Me parece una buena idea —concuerdo con el chico de mirada fría.
Todos coincidimos con el planteamiento de Cassandro, y a quien le tocaba quedarse con el diario hoy era Royce.
Nos levantamos de los asientos, habíamos decidido que yo y Ella prepararíamos el almuerzo, ya que recién eran las 12:42 horas.
Los hombres en la casa van desapareciendo hasta que solo quedamos las chefs. Me acerco hasta la meseta y tomo un delantal que reposaba sobre esta.
Diviso como la ojiazul toma el teléfono sobre la mesa y va caminando hacia el hall de la entrada.
—¿A dónde ibas que ya no vas, Teronge? —inquiero, haciendo que se detenga en seco.
—Tengo que salir un momento a... hacer una llamada.
—¿A las señoras Teronge?
—Sí.
—Ok, anda y ve. Pero no tardes —pronuncio para luego ver cómo se esfuma de la cocina.
Suelto un suspiro y me pongo manos a la obra.
Narra Ella.
Al salir de la casa y toparme con la calidez que tenía el clima hoy, marco los números correctos en el celular y escucho el primer tono, el segundo y...
—¿Sí? —contestan del otro lado del teléfono.
No sabía que era yo, usaba el teléfono de Spencer, porque no era tan tonta de utilizar el mío.
—Mami, hola —saludo tímidamente, sin saber que decir luego de desaparecer por una semana.
—¿Mi-mikaella? ¿Eres tú? —cuestiona ella, con un tono de esperanza y a la vez confusión.
—Soy yo, mami —afirmo con la voz rota, sentía como mis ojos se cristalizaban al escucharla.
—Hija mía, pensábamos que te había pasado algo terrible, por dios… estábamos muy preocupadas —alega ella casi acariciándome con su voz.
—Perdón por irme sin decir nada. Perdónenme, ¿ok? —sollozo mientras las lágrimas caían por mis mejillas.
—Ella, Cole dijo que rompieron, ¿está todo bien? ¿D-dónde estás, Mikaella? —inquiere, al parecer también se había emocionado, ya que se escuchaba ronca.
—No puedo decirlo, mami. Estoy bien, ten eso por seguro. Solo… no sé preocupen demasiado. Mándale besos a mi mamá de mi parte, dile que la amo. Las amo muchísmo, aunque lo diga poco. Iré a visitarlas pronto.
—Nosotras también te amamos a ti, mi Ella, por siempre.
—Adiós, mami. —Cuelgo el teléfono y rompo en llanto, tapando mi cara con mis manos.
Estaba tan dolida, con todo. Fui tan cruel al no avisarles a mis madres que me iría, las que me cuidaron, las que dieron todo de sí para que yo fuera alguien feliz, y yo les pago con esto.
Era tan mala persona, soy tan mala soy... soy un monstruo. Maté a mi mejor amiga, le mentí a mis madres, a medio mundo. No sé ni para que intento salvarme, es en vano. Merezco todo. Lo merezco.
Siento como alguien pasa su manos a través de mis hombros.
Leyla.
Me observa con una sonrisa reconfortante y yo no puedo hacer más que llorar.
Sin un motivo exacto. Visto de diferentes perspectivas lloraba por todo y a la vez por nada.
—Ella, no es tu culpa. No es nuestra culpa. Tú lo sabes. Cree en ti —me alienta la morena mientras me toma de las manos, sin importarle ni un segundo que estén sudadas y mojadas por mis lágrimas.
—S-soy mala persona.
—¿En serio crees que seas mala persona? —inquiere mirándome intensamente a los ojos.
Paro de sollozar por un momento y la miro, me quedo observándola.
¿Qué creía yo?
¿Qué era lo que creía de la muerte de Kelly?
¿Qué era lo que creía que sentía por Royce? ¿Por Cassandro?
—Leyla, tenemos que descubrirlo —gimoteo, sorbiendo mi nariz.
—Lo haremos —asegura poniendo un mechón de pelo que estorbaba en mi rostro detrás de mi oreja y extendiendo su mano hacía mí—. Vamos a la cocina, la comida no se hará sola.
Tomo su mano y sonrío de lado, mientras con la otra limpio mi rostro de cualquier rastro de lágrimas.
Ya sabía que creía.
Creo que debo enfrentarme de una vez por todas las cosas.
Al llegar a la cocina Leyla y yo nos ponemos manos a la obra. La comida no sería de restaurante Gourmet. Simplemente era arroz y atún, pero vamos, estaba bastante bien para encontrarnos en una casa casi en medio de la nada.
Cuando por fin terminamos de preparar la comida, tenemos que ir a informar a los chicos, que luego de terminar de hablar del diario no aparecieron por aquí.
Leyla va en busca de los gemelos mientras yo busco a Spencer y Tommy.
Al darme cuenta que no estaban en el salón me aventure a salir al pequeño jardín de flores muertas, el cuál Tommy estaba intentando revivir.
Al adentrarme por la zona externa de la casa me topo con algo...
¿Inesperado?
Tommy y Spencer compartían un muy apasionado beso y yo, haciéndome pequeñita en mi lugar no pude soltar nada más que:
—¡Disculpa! —exclamo volteándome de espaldas a la imagen causante de mi sorpresa.
Sin poder aguantar las ganas de volver a mirar, lo hice y me encontré con las caras rojas de ambos chicos. Al parecer avergonzados por haberles atrapado con las manos en la masa.
—Nosotros... —comienza a hablar Spencer, pero deja las palabras en el aire.
—¿Son pareja? ¿Desde cuando? ¿Puedo ser madrina? ¡Qué digo! Eh... perdónenme, estoy invadiendo su espacio...
Aunque entre ellos no había mucho.
Estaba a punto de entrar de nuevo a la casa, sin cumplir mi cometido de llamarlos a almorzar, cuando Spencer pronuncio mi nombre.
—¿Qué pasa? —inquiero volteando hacia él.
—Siéntate, te contaremos.
—¿En serio? No quiero causar molestias, es su vida, no debo meterme.
—Por favor, estás loca por escuchar —comenta el rubio rodando los ojos.
—Bueno... si insistes —menciono cruzando los brazos y colocándome frente a ellos.
Narra Leyla.
Me dirigía hacia la habitación de Royce, ya que fui a la de Cassandro y no había nadie dentro.
Estaba a punto de dar dos golpes en la puerta cuando me encontré a mí misma escuchando lo que hablaban del otro lado.
—¿Estuviste a punto de decírselo? —escucho que le pregunta Royce a Cassandro.
—¡Sí! ¿Qué quieres? A mí no me gusta ocultarle cosas a la gente que quiero, como tú lo haces.
—A mí no me gusta hacerlo —le corrige su gemelo.
—¿No? Pues es lo que parece, no quieres vivir en ningún otro lugar más que en tus propias mentiras. ¿Por qué no les contamos la verdad? Lo merecen.
—Hermano, ellas son gasolina y al mínimo rastro de fuego, explotarán.
—Deja las metáforas para tus chistes, Royce. Ellas están sufriendo, lo sabes.
—Cassandro, no lo podemos contar, no ahora. Estamos a punto de descubrir al Sr. P, la verdad ahora solo sería una distracción.
Hay unos minutos de silencio y luego Cassandro habla:
—Vale. Pero luego de que todo esto acabe lo haremos, les contaremos —manifiesta él y al parecer no dicen más porque escucho sus pasos dirigiéndose hacia la puerta.
Rápidamente corro cruzando el pasillo y cuando escucho que abren la puerta entro al salón, casual, como si acabara de pasar por allí y no hubiera escuchado nada de lo que hablaron.
—¡Chicos! Están aquí. Vamos, todos a la cocina es hora de almorzar.
Ellos asienten un poco confundidos por mi repentina aparición, dirigiéndose hacia la cocina detrás de mí.
Narra Ella.
Los chicos, y mayormente Spencer me contaron como hoy en la mañana durante el operativo se habían besado, fue su primer beso. Anteriormente solo habían sido miradas, uno que otro roce, pero besos solo ese, bueno, y este que presencie.
Me sorprende como mientras yo estaba centrada al 200% en el plan, ellos se besuqueaban. Cuanta adrenalina, gente.
Por ahora solo se estaban conociendo, lo que creo que es correcto ya que se habían visto por primera vez hará unas pocas semanas.
También me dijeron que no lo contara a nadie, lo cual no haré ya que es su relación y yo no iré comentándola por doquier. El chisme no me va.
—Bueno queridos, ahora sí, lo que vine a decirles es que la comida ya está lista así que si son tan amables de acompañarme a la mesa —sugiero a la vez que señalo con mis dos manos hacia la entrada a la casa.
Ellos aceptan y caminamos hasta la cocina. Allí se encuentran Royce y Cassandro sentados y los acompañantes que traje se sientan también a la mesa.
Yo me dirijo donde Leyla para ayudarle a entregar los platos a cada uno.
Cuando llego noto su mirada perdida, como si maquinará algo en ese atrevido y complicado cerebro que tiene.
—Leyla, ¿pas...?
—Al buscar a los gemelos escuche detrás de la puerta que hablaban de un secreto que nos ocultaban. Voy a registrar su habitación. Cúbreme —explica ella, sin detenerse a pesar de la cara de desaprobación que le pongo al escuchar que había oído a escondidas y quería espiar entre las cosas de los gemelos.
Aun si estuviera mal, era lo que debía hacer. Era más que obvio que los Fontanier ocultaban algo y de una forma u otra debíamos de enterarnos. Por nuestro bien.
Asiento en acuerdo con mi amiga y ambas nos dirigimos a la mesa para entregar los platos de cada uno de los presentes, para luego tomar los nuestros.
La velada pasa tranquila, hablamos de una que otra cosa sin importancia mientras comemos.
—Leyla, ¿por qué si tu padre es cubano y tu madre inglesa, tú te llamas Leyla que es un nombre turco? —le pregunta Spencer a la morena a mi lado.
—Veo que hicimos los deberes —bromea—. No, pero en serio, mi madre era y es fan de las novelas turcas, las ama. Siempre dice que no hay nada como un buen drama y las novelas turcas les sobra eso. El caso es que en una de las que vio había una chica que se nombraba así y le gusto, por lo que me lo puso a mí —comenta ella animadamente.
—Interesante —pronuncia el rubio para seguir enfocándose en su comida.
Luego de unos minutos de silencio Leyla se levanta de su asiento y dice:
—Voy al baño un momento. —Sale de la cocina dirigiéndose… ¡sorpresa! No al baño, sino a la habitación de Royce, que al parecer tenía un gran secreto que quería tener guardado.
Narra Leyla.
Me adentro por la puerta de su habitación y comienza a hurgar por todo lugar, causándome una especie de flashback.
La habitación estaba hecha un desastre, no muy diferente a su dueño.
Busco y rebusco por todo el lugar encontrándome con más ropa sucia que cualquier tipo de prueba. Sobre el mueble no encontré nada de valor. Tampoco por la mesilla de noche.
Cuando indago en el armario, hallo la cartera del Royce.
Pero no era una simple cartera con dinero y alguna tarjeta de crédito. No, esta tenía una foto, que si lo piensas no es muy diferente a las otras carteras que puedas encontrarte por la calle. La excepción era que esta era la foto de una familia, la familia Fontanier, más exactamente.
Analizo cada detalle de la foto. Un hombre adulto y serio el cual imagino debe de ser Paxton Fontanier, una mujer sonriente que imagino sea la madre de los gemelos, y además de los mismos, una chica, la chica debía de tener un año más o menos que los chicos, ya que no parecían tener mucha diferencia de edad.
La pregunta era, ¿quién era ella? Voy a buscar la respuesta en la parte trasera de la foto en la que encuentro la fecha y el nombre de cada persona que en ella se encuentra.
Margaret Fontanier.
Ese es el nombre que llama mi atención de entre todos los demás y por lo que parece, es el de la chica.
Esto aumenta más mis teorías.
¿Esta era la hermana de los Fontanier?
¿Qué pasó con ella?
¿Por qué nunca nos han hablado ni un segundo de ella?
¿Por qué no aparece en internet?
Y sobre todo, ¿por qué su nombre coincide con el que estaba grabado en aquella lápida?
Con muchas preguntas sin respuestas y el defecto de actuar sin pensar arraso con todo y me dirijo hacia la cocina, directamente frente a los Fontanier.
Ellos me observan alarmados y lo hacen aún más cuando ven la fotografía en mi mano.
—¿Con miedo, no? ¿A que le temen? ¡¿A qué se enteren de su secreto?! —ataco yo, cegada por el dolor, la rabia, el cansancio y la ganas de no ser más una ciega.
—Leyla, tranquilízate —menciona Cassandro alcanzando mi hombro, pero yo no tardo en apartarme bruscamente de cerca suyo.
—¿ME ESTÁS PIDIENDO QUE ME TRANQUILICE? ¡Cada vez son más mentiras y más falsedades! Cada una tapando la anterior —expreso alternando la vista entre los dos gemelos. Con la mirada con mayor decepción que he dado en mi vida.
—¿Qué encontraste, Leyla? —inquiere Ella a mi lado.
Los Fontanier me pidieron con la mirada que no lo hiciera y eso me dio más ganas que nunca de mostrárselo.
Le tendí la foto a Elle y ella la observo con detenimiento, como mismo lo había hecho yo.
Al alzar la mirada la clava únicamente en ellos dos. Esto pasaba entre nosotros cuatro, como si Tommy y Spencer no estuvieran allí viendo expectantes la escena.
—¿Quién es ella? ¿Más mentiras, en serio? ¡¿Quién demonios es ella, eh?! —esta vez Ella es la que está fuera de sí, podía ver la furia en sus ojos. Sabía cómo se sentía, estaba pasando por lo mismo.
Pensándolo más profundamente, si ella era su hermana y ellos no lo contaron, tampoco era para escandalizarse, nunca habían hablado mucho de su familia. Pero nosotras pedimos no más secretos, y esto tenía que ver con el sepulcro que llevaba el misma nombre de aquella chica. Además, estábamos hartas de las mentiras y con varias cuentas pendientes.
—¡Respondan! —grito, impaciente porque no pronunciaban palabra alguna.
Royce estaba a punto de hablar cuando mi teléfono sono, me había llegado una llamada.
La llamada.
Los ojeo una última vez antes de salir de ahí dirigiéndome al jardín para responder.
—Dígame —respondo el teléfono.
Oigo detenidamente lo que me dice la chica al teléfono.
—¿Y para que me llama? —cuestiono, aún sin entender.
Escucho las palabras de aquella mujer y quedo helada.
—Estaré allí en breve —aviso.
Cuelgo el teléfono aún sin haber ingerido del todo lo que esa mujer me dijo.
Vuelvo hacia la cocina, mis pies pesan y un nudo se establece en mi garganta.
Me paro en el marco de la puerta, haciendo que todos me observen e interrumpiendo la discusión que tenían.
Me miran sin entender que pasa. Preocupados por el estado en el que me encontraba.
—Mi madre está en el hospital. Tuvo una recidiva —confieso, con la mirada perdida en algún punto y la mente en la sonrisa de mi madre.
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Aquí yo: Por fin capítulo!! Perdón si demoré, gente. Es que en esta etapa tengo que trabajar bien la información de los capítulos.
Tengo que decir tres cositas.
1. En el capítulo de hoy aprendimos que cuando vas a llamar a la mesa te enteras de secreticos 7u7.
2. Como ven, no hubo Flashback esta vez. Ya no habran más en la historia.
3. Espero que hayan disfrutado el capítulo, es el último de paz :D
Apuchurros:
Camille Mugs.
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