Quince


Como sí... nos quisieran.

Narra Leyla.

Dolor de cabeza.

Naúseas.

Mareos.

Eso era lo que sentía.

Jamás tomaría de nuevo, en serio. Duah, lo que estaba sintiendo... ¡parecía que moriría!

Después de vomitar todo lo que me quedaba dentro, o eso creía, me levanto con un poco de dificultad.

Salí del baño y miré a mi alrededor. Estaba en una habitación desconocida y sola, porque no había nadie cerca. ¿Pero que había pasado ayer?

Sólo recuerdo haber venido a la fiesta con Elle y los gemelos. Estar en el baño con Ella y luego salir.

Empecé a tomar y a tomar, un tequila detrás de otro y así.

Vamos que me puse como el culo y ahora tengo una resaca de los mil demonios.

Me sobo la cabeza con suavidad, como si fuera a quitarme el dolor que sentía.

Entonces se me vino a la cabeza algo importante. Muy importante.

Seguramente la histérica de Ella debe estar mordiéndose las uñas de desesperación por saber donde estoy.

Joder, joder. Debía ir a donde mi amiga, ya.

Después de recoger todas mis cosas o al menos las que vi a primera vista salgo de la recámara en donde estaba y al hacerlo me doy cuenta de que es una habitación en el mismo club.

¡Yo no sabía eso!

Camino por el pasillo donde visualizo a una mujer rubia de unos... ¿23 años? No sé, pero me acerco a ella y le toco el hombro para captar su atencion.

—Hola, eh, quería preguntarle si... sabe con quién estaba en esa habitación o si estaba sola o...

Mis palabras son interrumpidas por la mano de la mujer frente a mi cara. Lo que me sobresalta y a la vez me molesta... o sea, ¿por qué hace un acto tan grosero?

—Señora...

Ella vuelve a poner su mano frente a mi cara pero ahora aun más cerca.

—Perdone pero... —ella se gira abruptamente hacia mí y veo que se quita los audífonos, ¿qué? Tenía audífonos puestos. Nunca me escucho la muy enemiga del gato...

—A ver, dime rápido.

Suspiró profundamente para juntar paciencia... ¡A la madre! No tenía ni una gota de eso.

—Lo que le estoy preguntando, señora, es que si ha visto salir por esa maldita puerta a alguien, o que si me vio entrar alguien... ¡o que me de una estúpida respuesta para saber si he estado con alguien!

La mujer se me queda mirando con cara de sorpresa.

—Señorita, yo acabo llegar a penas. No podría decirle nada aunque quisiera. A sí que le recomiendo que se relaje y se ponga pepino en esas ojeras que tiene que si un panda la viera le tendría envidia.

Ahora la que quedo con cara asombrada soy yo. Ok, esta mujer me ha ofendido de buena manera.

Dolida por la derrota decido irme de esa lugar, irme a mi casa, bueno a mi pequeño departamento.

Saco mi celular y lo reviso. Ejem, esto no esta bien. Tengo 45 llamadas perdidas de Elle, 16 de Royce y 15 de Cassandro, repito 15 de Cassandro. En serio no pensé ni que supiera llamar, creía que solo sabía odiarnos a todos.

Sin pensarlo dos segundos marco el número de Elle y luego coloco el teléfono en mi oído.

Un tono, dos, tr...

—Leyla Anabelle Quiroga Collen, ¿dónde mierda has estado metida estás 10 horas? —Elle tenía un tono de voz que no le había visto en mi vida y créanme estaba muy, muy, muuuuy enfadada.

—Eh, te lo contaré cuando llegué, ¿estás en el cuarto, no?

—No. Estoy en el departamento de los Fontanier ven, ahora ya. —dice para luego colgarme sin esperar respuesta de mi parte.

¿Qué hacia ahí? ¿No era que no podíamos involucrarnos de más?

Ella decía algo y se contradecía a la vez.

No quería pensar más de lo necesario el cerebro me iba a explotar.

Arrastrando conmigo mi resaca, mis penurias y mis desgracias comienzo a caminar hacia el departamento Fontanier.

...

Las puertas del ascensor se abren y al salir comienzo a caminar hacia la morada de los hijos del famoso Paxton.

Cuando estoy frente a su puerta doy dos toques y espero que me abran.

¡Oh dios! Tengo la peor resaca del mundo.

Quiero morir.

La puerta se abre y me deja ver a un Royce con cara de preocupación.

Él me mira de arriba a abajo y luego me abraza.

Como sí... me quisiera.

Después de un corto tiempo le devolví el abrazo.

Al separarme el me mira a los ojos—. ¿Dónde mierda has estado, idiota?

—Oye, que amor —ironizó.

Desvío mi mirada detrás de su hombro y veo a Elle sentada en un sofá moviendo las piernas con rapidez y sin parar, estaba nerviosa.

¿Por qué parecía como sí no me hubieran visto en veinte años?

—Les explicaré todo, ¿ok? —aclaro.

Veo que Cassandro sale de la pequeña cocina con una taza de lo que creo es chocolate caliente.

Se acerca a mi lugar y la deja en la mesa frente a ti.

—Toma. Te lo hice porque... pensé que después de la resaca te ayudaría tener algo en el estómago.

Sin tiempo pensarlo le sonrío.

¿Quien pensaría que de todos, el gólem de piedra sería quién tendría un pequeño detalle?

—Gracias, Cassu —él rueda los ojos al oír el apodo y después se sienta en el asiento a mi lado.

—Pues... estamos esperando por la explicación —habla Elle—. ¿Sabes cuánto te hemos estado buscando? Trece malditas horas. Yo tenía miedo, miedo de que te pasara algo, mucho miedo —me explica Elle enojada.

—Perdónenme todos, en serio. Lo que pasa es que yo estaba enojada y... sé que no tengo justificación pero solo me fui y empecé a beber de todo, baile y me volví un poco loca no pensé en nada. Después de eso no me acuerdo de nada más —les cuento todo lo que me ha pasado en el tiempo que me buscaron.

Miro a Elle, esta como ida, distraída. Como si... estuviera más para allá que para acá. Abrumada por sus pensamientos, ese era el término.

—Leyla, nos preocupamos mucho sabes, nosotros sabemos lo que les pasa. Sabemos que os están acosando —dice Cassandro.

Automáticamente miro a mi amiga rubia. Para evaluar si era ella quien lo había dicho, pero no. Tiene la misma cara de desconcierto que debo de tener yo.

—¿Cómo sabéis eso? —pregunta mi amiga.

—¿Van a empezar con eso de nuevo? —pregunta Royce—. No importa como ni porque lo sabemos. Las están acosando y eso es un delito. No sé la razón por la que se lo guardan, no sé que tendrá esa persona contra ustedes. Pero les aseguro que con nosotros estaran bien, no se preocupen. Las protegeremos, las haremos sentir seguras.

—¿Lo prometéis? —les pregunto a ambos, con cierta desconfianza.

Ellos se miran por un milisegundo para luego mirar al frente.

—Lo prometemos —dicen ambos a la vez.

...

Hoy era sábado y después de haberme levantado con una resaca de mierda en la casa de los Fontanier vomité todo lo que tenía dentro, vete tu a saber si no vomité mis tripas y estos son mis únicos minutos de vida.

Resumiendo, estaba en la sala junto a Cassu porque Ella fue a no sé donde lugar y Royce a no sé que otro.

Estaba leyendo uno de mis libros favoritos de Agatha Christie, El asesinato en el Orient Express.

Veo que Cassandro alias gólem de piedra se acerca hacia mí.

—¿Te sientes mejor?

—Eh, si —le respondo sonriendo—. Es que no sé, quisiera saber que pasó ayer. Es como si tuviera una laguna mental, no recuerdo nada.

—Pues, yo te puedo ayudar a llenar esas lagunas —dice él con una cara de incomodidad.

¡Oh no! ¿Qué hice? ¿Besé a Cassandro?

No.me.lo.creo.

Qué vergüenza, no me lo puedo creer.

—¿Te besé? Ay madre, perdona. En serio, perdóname. Estaba borracha no sabía lo que hac...

—Leyla, tranquila. No nos besamos.

—¿Ah no? —pregunto con el ceño fruncido—. Uff, menos mal. No es que no quisiera besarte es que, com...

—Besaste a Royce, más de una vez.

Cuando dice eso me le quedo mirando tipo: no me puedo creer que haya hecho una estupidez tan estúpida. ¿Cómo...?

Ya me acuerdo. Me acuerdo porque fue.

Estaba enfadada con Elle, de hecho, muuuy enfadada. Solo quería molestarla, no tuve en cuenta nada, joder.

Ella debe estar furiosísima conmigo.

Me cubro la cara con la mano, en señal de vergüenza.

—¡Oh, dios! Ahora seguramente el creerá que lo nuestro es en serio. ¿Que piensas tú? ¿Crees qué lo crea? —le cuestiono a Cassu.

Es su hermano, hermano gemelo más encima. Más que yo obviamente lo debe conocer.

Él niega con la cabeza con vacilación—. Royce no es tan fácil de leer como tu crees —suelta.

Ruedo los ojos por su comentario.

Le pedí una respuesta precisa no una frase existencial, agh.

—¿Sabes qué? Es sábado por la tarde, hace muy buen tiempo...

—El cielo esta gris.

—Somos buenos amigos...

—Nos conocemos hace un mes.

—¡Puedes dejar de ponerle pegas a todo lo qué digo!

Cassu suspira para luego asentir con la cabeza.

—Así me gusta, obedeciéndome —le digo y él me mira con mala cara—. Te decía, creo que deberíamos salir a dar una vuelta, pero no a comer como siempre nos llevan. Ir a un lugar que tenga vida o algo así.

—Leyla, lamento decirte que los lugares no tienen vida.

—Idiota, sabes de que te hablo —digo golpeandole el hombro—. ¿Qué te parece si vamos a...?

—Tengo un lugar —me interrumpe Cassandro.

Bueno, es que decir que siempre me andan interrumpiendo esta de más. Ya lo sabemos todos.

—¿Un... lugar? ¿Cuál lugar?

—Ya verás, lo conoces bien.

...

Miraba el sitio al que me había traído Cassu con cara de desconcierto.

O sea, ¿qué hacía aquí?

Este lugar lo he visto tantas veces que ya estoy harta.

—¿Qué mierda hacemos aquí, Cassandro?

—¿No te sientes bien?

Me pregunta. Vuelvo a mirar la piscina, las pequeñas gradas, todo con detenimiento.

¿Qué coño hacíamos en la piscina en la que entrenaba todos los putos días?

—¿Es un broma? Dime si es una broma porque si lo es no tiene gracia. Joder, ¡¿Cómo voy a sentirme bien aquí?! Es mi maldita tortura diaria.

—No, no. Hoy este no es el lugar donde entrenas cada día. Hoy no está el entrenador, no hay competencia. Estamos tú, yo y una piscina.

—¿Qué supone que tengo que ver? —le pregunto con el ceño fruncido.

—Leyla sé lo de tus pastillas. Sé por lo que llorabas aquel día. Royce en ocasiones puede ser insensible, lo sé, pero... él no es una mala persona. Solo quiero que hoy seas lo que no has sido en mucho tiempo. Tú.

Sonrío de lado y lo miro a los ojos.

¿Es posible hallar tanta vida en unos ojos?

Creo que mi vida está en los suyos.

—¿Ser yo? —le pregunto señalándome a mí misma—. No creo que pueda cambiar de la noche a la mañana, lo intento, siempre intento ser yo. Pero es difícil dejar el vicio, el vicio de fingir.

—Te ayudaré a desintoxicarte —me dice con una sombra de sonrisa, y para mi eso es suficiente.

—Atrápame si puedes —le hablo y comienzo a correr de un salto a la piscina, sí con ropa incluida.

Los dos caemos al agua casi a la misma vez, cuando flotamos de nuevo a la superficie miro a Cassu de nuevo a los ojos, él también mirándome.

No puedo evitarlo, con lentitud me acerco a él. Desvía la mirada de mis ojos para fijarla en mis labios.

Puedo verlo, me quiere. Y no lo niego, yo también lo quiero a él.

No sé cuál de los dos, pero damos el paso y unimos nuestros labios en un pasional beso.

Aún nos manteníamos flotando y yo cruzo mis piernas en su cintura acercándome a él lo más posible.

Joder, que bien besa.

Luego de un tiempo el cuál no conté nos separamos para mirarnos fijamente.

Me corrijo, para mi él era suficiente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top