Epílogo
Dos meses después.
Estaba oscureciendo y el anochecer era como un adiós que corrompía el alma.
Sabían lo que eso significaba, era el momento.
La despedida definitiva.
Leyla y Ella llevaban unos vestidos negros, en señal de luto.
Los hermanos Fontanier llevaban unos trajes negros y camisa blanca a juego.
Tommy llevaba un esmoquin completo de negro y Spencer un conjunto de chaqueta de traje y falda larga negra.
Sus caras demostraban el entorno lúgubre en el que estaban inmersos.
Cinco lápidas frente a ellos. De cinco personas, y las cinco tenían algo en común.
Habían muerto por su culpa.
El Sr. P había llegado y consiguió destruir todo a su paso. Dejando todo un camino de tristeza y oscuridad.
Hoy esos seis chicos le rinden tributo a ellos.
Royce toma la mano de ambas chicas y las aprisiona con sus dos manos.
—¿Están preparadas? —les pregunta.
Las chicas asienten lentamente y fijan sus miradas al frente.
Habían decidido mudarse definitivamente a la casa del bosque. Aun después de haber pasado por todo eso, ese sitio tenía un lindo lugar en el corazón de las chicas. Allí pasaron momentos realmente felices.
El lugar donde se encontraban en este momento era un sitio del bosque el cuál decoraron para hacer de él un pequeño cementerio, en el que se encontrarían los monumentos donde descansaban, no los cuerpos, sino las almas de esas personas.
A ellas les gustaba pensar que era una linda manera de hacer que descansaran en paz.
—No merecían morir, ninguno de ellos —expresa Ella a la vez que sujeta un ramo de flores en su pecho.
—Solo fueran víctimas de la crueldad de una persona que no les importaba su vida —agrega Leyla y baja la cabeza, recordando a su madre. Las últimas palabras que le dijo antes de morir.
«Te amo»
Leyla también la amaba, lo haría siempre. Porque su sonrisa, sus palabras, sus lecciones, sus abrazos... todo eso era imposible de olvidar.
Ambas chicas comienzan a andar y se detienen exactamente frente a los sepulcros.
Los miran y piensan en cada cosa que recuerdan de esas cinco mujeres.
—Nunca conocí a Annie, excepto por la vez en la que murió. Puede que ella haya pasado a mi lado por los pasillos de la universidad un montón de veces, pero yo no le presté atención, no la miré porque estaba demasiado ocupada prestándome atención a mí misma y a mis problemas. A veces eso es lo que más le afecta a los seres humanos, pensar que llegaron hasta dónde están solos, ser egoísta en un mundo donde se crece en equipo. Perdón, Annie, por perderme la oportunidad de conocerte. Y gracias, por ayudarnos aún cuando ya no estabas —declara Ella con una mirada triste, luego de eso toma tres flores del ramo y las deposita sobre la lápida.
—Graciela, sé que no hablamos mucho y las pocas interacciones que tuvimos no fueron lo mejor. Pero nunca negaré que eres talentosa, vi tu marca de ropa luego de... tu desaparición. Perdón por decirte lo que te dije, por descriminarte por la única razón de que fueras una mujer adulta en una tienda de lujo. No merecías lo que te sucedió, morir para servir de amenaza a otra persona no es una forma digna de despedirte. Perdón, por haber sido grosera cuando no debía. Y gracias, por dejar como huella tus hermosas prendas. —Leyla luego de terminar el discurso repite la misma acción que su amiga.
La morena gira la cabeza hacia atrás para buscar apoyo de sus amigos y... no tan amigos.
Los cuatro les dan sonrisas de apoyo y miradas reconfortantes.
Como siempre decían, eran un gran equipo que en todo momento se apoyaba.
—Aurora... tampoco te conocí considerando que moriste a una edad que me era imposible recordarlo. No importa cual haya sido la causa de tu muerte, sí asesinato o suicidio. De igual manera él fue quien tuvo la culpa. Cada vez que pienso en lo feliz que pudimos llegar a ser, en las cosas que pudimos hacer, los recuerdos que pudimos crear... pero no será posible porque no estás aquí. Pero sé que donde quiera que estés, me estas escuchando justo ahora. Perdón, Aurora, por haber matado a alguien inocente y por ese instante, haber sido igual a él. Gracias, por serme de apoyo cuando estaba devastada y aún sin haberte conocido.
Ella se agacha para colocar las flores, pero antes de hacerlo acaricia la lápida. Investigo lo más que pudo sobre su madre. Vio una foto, eran casi idénticas, el mismo pelo rubio con reflejos más oscuros, la misma cara redonda con ojos grandes. Parecían dos gotas de agua, excepto por el color de ojos, que los de ella eran marrones.
Ella mira a Leyla, sabiendo lo mucho que le costaría ponerse de pie frente a ese sepulcro.
—Mamá, ha pasado un tiempo desde que... te fuiste. No te voy a negar, me dan muchísimos momentos de bajón en los que solo quiero encerrarme en mi habitación y ver fotografías y vídeos familiares, donde como siempre, eras auténtica en todo tu esplendor. Tú tenías razón, no estoy sola. He recibido el apoyo de varias personas —menciona mirando uno por uno los que estaban en el lugar—. Ellos han sido parte esencial de mi recuperación durante este tiempo. ¿Adivina qué? Encontré la receta de tu flan. Durante este tiempo he estado practicando y... me sale bastante similar, claro, nunca será como el tuyo. Los chicos dicen que está delcioso pero... no sé si creerles. Te amo, mamá y espero que desde donde estés, seas feliz o al menos, recuerdes lo feliz que fuiste en ocasiones. Perdón, Josephine, por haber llegado tarde. Y gracias, por siempre haber estado allí.
Una lágrima rebelde cae por su mejilla pero como un acto reflejo ella la limpia y respira profundamente para volver al lado de Ella.
Quedaba una persona, creo que a estas alturas todos deben saber quién es.
Cassandro y Royce miran con el semblante caído hacia la lápida de su hermana. Ella y Leyla también lo hacen.
Uno por uno van hasta allá y deján un tulipán, la flor favorita de Kelly.
—Perdón por dejar que fueras desilusionándote poco a poco de la vida. Y gracias por escucharme y siempre respetar que quisiera tranquilidad —menciona Cassandro al dejar la flor.
—Perdón por ignorar que tuvieras problemas por interesarme en los míos. Y gracias, por ser siempre la alegría de nuestra casa —expresa esta vez Royce y se detiene a leer la frase grabada en la lápida.
«Al detenerte a pensar en que hacer con tu tiempo ya lo estás perdiendo, solo vive»
Sí, definitivamente esa frase era muy Kelly.
—Perdón por no haberme detenido un momento en sufrir por ti, tú te lo merecías. Y gracias, por haberme hecho feliz con tus extrañas ocurrencias. —Leyla muerde su labio y mira el sepulcro. La extrañaba, pero debía aceptar de una vez que no volvería, ninguna de ellas lo haría.
Mikaella se aproxima a el sitio. Uno, dos, tres pasos. Ya está en frente.
—Perdón por... haberte hecho lo que te hice, por perder el control. Y gracias, por todo, por tu compañía, cariño, amistad y presencia. Una amiga como tú... es difícil de encontrar, y yo la perdí. —Asiente lentamente mientras cierra los ojos recordando a Kelly. Pero no como estaba esa noche de fiesta, sino como ella era en realidad. Sonriente, feliz, burlona.
Adiós, Annie
Adiós, Graciela.
Adiós, Aurora.
Adiós, Josephine.
Adiós, Margaret.
Adiós, pasado que dolía.
Y hola, momento de sanar, ser feliz y vivir en paz.
Todos ellos lo necesitaban, por los que ya no estaban.
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Aquí yo: Pues sí, termino "Nuestro Equilibrio" después de un montón de tiempo. De muchas correcciones, cambios e ideas. La verdad este es solo un borrador y pienso mejorarlo muchiiiísimo, pero me alegro de que los que hayan llegado hasta aquí pudieran conocer esta primera etapa y que se alegren cuando crezca cada vez más. Y a los nuevos lectores, agradecida con que le hayan dado a mi historia una oportunidad. Espero que les haya gustado. Me esforcé bastante por hacer esto bien, y estoy orgullosa del resultado. Eso sí, voy a extrañar a mis bebés, este mundo que creé sin saber mucho lo que hacía. Vendrán extras, pero eso ya será con el tiempo.
Perdón, por demorarme con las actus. Y gracias, por todo:
Camille Mugs.
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