Doce


Novios y Amigos.

Narra Ella.

—¡Amor! —exclamo y me acerco para abrazarlo.

Él me devuelve el abrazo con fuerza por unos segundos y luego nos separamos.

—Mira te presento a... —dejo la frase en el aire porque los gemelos se habían ido—. Bueno se fueron al parecer.

—¿Y quienes son ellos? Parecen los protagonistas de una película de thriller.

Me río—. Pues, son mis amigos. Se llaman Royce y Cassandro Fontanier.

—¿Qué? ¿Cómo el empresario ese de la...?

—Sí, son sus hijos.

—¿De qué lugar los conoces?

—Estudian aquí.

—Ah, vale.

—¿Ya acabó el interrogatorio?

Me da una sonrisa landina y se acerca a mi boca, besándome. El beso es suave, con cariño como una bienvenida a donde no has estado desde hace tiempo.

El beso termina y me separo mirándolo a los ojos. Sus ojos... siempre me han gustado, tiene los ojos color verde casi esmeralda. Todo de Cole me gusta, su pelo castaño casi llegando a rubio y su nariz pequeña y perfilada, también tiene pecas dispersas por todo su rostro.

—¿Cuánto tiempo te quedas?

Él me coloca un mechon de pelo suelto detrás de la oreja—. Hasta el final de la semana, cariño.

—¿Cómo...? ¿Hasta el final de la semana? Eso es en tres días.

—Sí, en realidad me dejaron venir de milagro, en mi universidad están en etapas de exámenes de rendimiento.

—Bueno, ¡Abra que disfrutar el tiempo que estés aquí! —le digo dándole un abrazo.

Narra Leyla.

Estaba en mi habitación leyendo "El sabueso de Baskerville" de Arture Conan Doyle cuando escucho que tocan la puerta con curiosidad me levanto para abrir. ¿Quién será?

Cuando abra la puerta me encuentro con los unicos e inigualables Dipper y Mabel de Gravity Falls.

—¿Qué ha pasado, chicos?

—Venimos a llevarte a almorzar —explica Cassandro.

Veo que Royce me observa con expresión graciosa.

—¿Qué te da tanta gracia? —pregunto con el ceño fruncido.

—¿De quién son esos lentes?

Automáticamente me saco mis lentes y los tiro hacia algún lugar de la habitación.

—Ehm... son de Ella, quería ver como me quedaban —explicó con una risa falsa—. Bueno, nos llevarán a almorzar, ¿dónde está Elle?

—Pues... llego su novio meloso y se quedaron abajo besuqueándose y amándose.

—Ay, amor. ¿Por qué hablas así? Hacen una linda pareja —le hablo imitando el tono que solo logras cuando hablas con tu pareja.

Royce bufa y yo ruedo los ojos. Miro a Cassandro que hoy está más callado de lo normal, y mira que eso es mucho decir.

—¿Y tú? ¿Qué tal?

Levanta los hombros en señal de indiferencia.

—¿Sabes? Lo que más me gusta de ti son tus temas de conversación.

—¿Nos vamos ya? —pregunta él ignorando mi sarcasmo.

—Un momento, me cambio y luego bajo, espérenme fuera —les aviso para luego cerrarles la puerta en la cara.

Escojo la ropa con rapidez. Decido ponerme un simple top de color amarillo con una pequeña malla con soles encima, esto acompañado de unos mom jeans y unas deportivas blancas. De peinado me hago un simple rodete.

Tomo mi bolso y en él guardo mi teléfono y mis llaves. Después salgo por la puerta.

Cuando por fin salgo de la residencia me encuentro a los gemelos sentados en una banca, de espaldas a mí.

Decido ir lentamente para así asustarlos.

—Esto tiene que salir bien —le dice Cassandro a Royce en voz baja.

—No tenemos otra opción. ¿Ya hablaste con él?

—Aún no he podido comunicarme.

Escucho todo esto con el ceño fruncido. Sé que es estúpido pero sentía que empezábamos a ser amigos:n o por lo menos tener una relación más que "socios".

Aparto todo eso de mi cabeza. La única razón por la que aceptamos ese estúpido trato fue para recaudar información de mejor manera, eso es lo que debemos hacer. Es nuestra tarea.

Toco el hombro de ambos con fuerza a la vez que de sobresaltan.

—Hola, chicos. ¿Cómo me veo? —pregunto dando una pequeña vuelta.

—Me haces recordar porque te elegí como mi novia —me dice Royce.

—...falsa —le rectifico.

—¡Te he dicho que no lo digas más así!

—¡Me da la gana!

—¿Pueden callarse, por favor? Me dan jaqueca.

—Uy, perdona viejo Cassu.

—¿Viejo Cassu? —pregunta Royce con expresión de burla.

—¿Qué tiene de malo?

—Todo —dicen ambos a la misma vez. Sus expresiones al hacerlo se veían idénticas.

Ruedo los ojos sin hacerles mucho caso y los tres emprendemos camino hacia el coche de los Fontanier.

Royce se sienta al volante, yo de copiloto y a Cassandro no le queda otra opción que sentarse atrás.

—¿A cuál vamos hoy?

—Comeremos tacos.

—¡¿Tacos?! ¡Me encantan! —digo con entusiasmo.

En realidad no me gustaban.

De momento siento un desagradable olor a nicotina y giro mi cabeza hacia atrás para ver a Cassu, que estaba fumándose un cigarrillo dentro del auto.

—¿Es enserio, Cassu? ¿Dentro del auto?

—Déjame en paz —masculla.

—¡Oye! ¿Por qué siempre eres tan borde?

—¿Por qué nunca te callas?

Lo miro con los ojos entrecerrados y luego me giro hacia adelante con los brazos cruzados.

Estos idiotas. Como fueran quien nos amenazaban los iba a matar y no me importa cuan desastre está hecha mi vida, los iba a matar.

—Hemos llegado —informa Royce aparcando el auto.

Me bajo con rapidez del vehículo y camino hacia dentro del restaurante.

Elegimos una mesa y nos sentamos en ella.

—¿Han tenido novias? —pregunto para buscar tema de conversación.

—¿Estás celosa, Quiroga? —pregunta el gemelo sarcástico con una ceja elevada.

—Para mí lo importante no es ser la primera, sino la última. Además, nuestra relación es FAL-SA —menciono lo último en sílabas.

—No empiecen de nuevo —pide Cassu.

Miro a los ojos a Royce con expresión retadora. Luego levanto mi mano y le hago una ceña pasando mi mano por mi cuello, simulando que le cortarme el cuello.

—¡Hermano, mírala! —le gritó Royce a Cassandro, acusándome.

—¿Qué pedirán? —pregunta él, ignorando a su hermano.

—Yo quiero un random taco.

Un taco mixto era un taco con un poco de todo, tomate, lechuga y carne con otras sazones que no conocía. Para los mexicanos puede ser una gran ofensa, pero era el que más soportaba. La tortilla de maíz no me agradaba mucho. Pueden crucificarme.

—¿Es en serio? —pregunta Cassu.

—Sí, me gusta —le respondí.

Suelta un suspiro y luego llama a la dependienta para hacer el pedido.

...

Después de que los chicos me dejaran frente a mi piso subí en el ascensor hasta el primer piso.

Cuando por fin llego a mi habitación veo que Elle no está por ningún lado, decido mandarle un mensaje de texto.

Yo: ¿Dónde estás?

Elle: Estoy en casa de mis madres con Cole. Vuelvo mañana por la mañana, ¿ok?

Bufo por la respuesta de Elle.

¿Sabes qué? Necesito una prueba de que los Fontanier son el filósofo barato. Si lo tengo que hacer sin Elle, lo haré.

Osea, ¿quien era ese "él"? Lo debía descubrir.

Se me acaba de ocurrir una idea, una idea brillante.

Llamo a un amigo mío llamado Tommy. Es un genio de las computadoras y todo lo que tiene que ver con informática.

Un timbre, dos y...

¿Qué pasa, Leyla?

—Tommy, ¿qué tal, cómo va todo? —lo saludo amablemente mientras paseo por toda la habitación.

Bien, todo bien. ¿Para qué me llamas? ¿Necesitas algo?

—¡No!, llamo para saludarte...

¿Y?

—Pues... necesito un pequeño favor tuyo.

¿Cuál?

—No, aquí no. Mejor nos reunimos. ¿Qué te parece... el Riley Café?

¿El de la zona 2?

—El mismo.

Vale, nos vemos allá.

Cuelgo el teléfono y recojo mi bolso para volver a salir.

...

Me llevo la taza de capuchino a los labios. Mientras observo la puerta con desesperación esperando que llegue.

Miro la hora en mi reloj, 4:03 p.m.

Vuelvo mi vista a la puerta y me doy cuenta de que está entrando uno de los gemelos, Royce específicamente.

Rápido me escondo bajo mi mesa para que no me vea.

¡Duah! El pelo se me pego a un chicle bajo la mesa. Por dios que asco, la gente debería empezar a ser educada. Logro despegar mi cabello, salvándolo.

Royce camina hacia la barra del establecimiento, de espaldas a mí.

Aprovecho la oportunidad para salir del establecimiento. No sin antes dejar el dinero de mi bebida sobre la mesa.

Al salir por la puerta por fin puedo volver a respirar.

Camino alejándome un poco del local hasta que veo a lo lejos a Tommy. Me acerco a él corriendo.

—¡Tommy!

Él se sobresalta por mi grito y luego me mira.

—¿Qué tal, Leyla? ¿Entramos o...?

—No, no. Mejor nos quedamos aquí —le explico con una sonrisa.

Tommy se encoge de hombros.

—Tommy te necesito para algo. Quiero saber si tienes esos tipos de cámaras en miniatura que también tienen audio incluido. ¿Sabes de qué te hablo, no?

—Sí, sé de lo que hablas. Micro-cámaras. ¿Sabes? Creo que tengo un modelo aquí, audio incluido —me avisa.

Veo que busca algo en su mochila. Por cierto, se ve pesada. ¿Cuántas gadgets electrónicos tendrá ahí? ¿Qué espera? ¿Una apocalipsis?

Saca una especie de cámara miniatura y me la entrega. La tomo y empiezo a mirarla con curiosidad.

—Es una Mini Camera D4SS, con audio —me explica.

—Oh, ya —exclamo mirándola, asombrada—. Eres el mejor Tommy —le digo abrazándolo.

—Ehm... te lo agradezco —me agradece con cara de apenado—. Bueno, si ya te ayude en todo lo que pude, me debo retirar. Nos vemos por ahí —se despide.

—Adiós.  Me despido con una sonrisa.

La relación de Tommy y yo era así, nos ayudamos el uno al otro.

Una vez tuve que hacer de su novia celosa para que sus padres le dejarán de pedir que les presentara una, salió bastante sino hubiera sido porque Tommy no recordaba mi apellido. En fin, vaya tiempos.

Me doy la vuelta hacia el otro lado para volver a mi habitación cuando choco con el pecho de alguien, exactamente el de un malhumorado y mudo chico.

—Leyla, ¿qué haces aquí? —me pregunta.

—Tengo vida a parte de nuestro vínculo falso.

Él rueda los ojos y vuelve a mirarme. —Oye, ¿quisieras venir con nosotros a...?

—Perdón, Cassu. Quisiera ir con ustedes pero siento un poco de malestar en el estómago. Creo que me iré a mi habitación a descansar. Hasta mañana.

—Hasta mañana —se despide medio confundido.

Comienzo a alejarme en dirección a mi habitación, para prepararme.

Estaba decido, iba a colarme en el departamento de los gemelos.

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