Diecinueve -Parte uno-
El festival
5 días después.
—¿Que tal me veo? —le pregunta Ella a Leyla.
La morena se gira a mirarla. Llevaba un jersey ajustado de cuello alto color rojo vino, unos jeans claros y usaba unas sandalias del mismo color que la prenda de la parte superior. Tenía el cabello rubio peinado en una coleta alta y estirada.
—Te ves perfecta, Elle. Pero, ¿porque tanto alboroto por el Festival? —cuestiona sin entender el porqué.
Ella inhala con profundidad, cansada de repetir lo mismo. —Te dije que tengo que estar lo mejor posible para la proclamación del alumno más destacado, tengo que ser yo.
—¿Por qué? No te hará mejor persona, ni más interesante.
—Leyla no lo entenderías.
¿Por qué Leyla no lograba comprender?
Todos esperaban eso de ella, ella lo esperaba.
¿Por qué ir en contra de todos?
Lo debía hacer porque sí, no había nada de trasfondo.
Por otra lado Leyla no entendía la fijación de Ella con querer ser la mejor y sobresalir en todo, te hacia sentir bien pero, ¿y después? ¿Qué te quedaba? ¿Acaso el éxito sanaba las heridas?
Lo único claro es que estás chicas eran muy diferentes, pero... creo que ser iguales no tiene mucho sentido, ¿no?
La chica castaña se mira por ultima vez en el espejo, había decido ponerse unos pantalones cargo con estampado militar y una blusa de tirantes blanca, acompañado de unos zapatos deportivos igual blancos.
Ambas chicas toman sus bolsos y salen por la puerta.
La sede del FAM, Festival Anual de Murgare, estaba situada en la zona 5 de la universidad. Esta tenía muchos entretenimientos, había atracciones de realidad virtual, temáticas y millones más.
No había alumno de Murgare que faltara a esta, era increíble. Se hablaba de ella todo el año, se elegía rey del baile, del canto, de la actuación, de la pintura, de los deportes, entre miles de premios que se otorgaban según el desarrollo académico de los estudiantes durante el año.
—¿Llamaste a los chicos? —pregunta Ella mirando a ambos lado del pasillo para aseverarse de que no haya nadie.
—Sí, nos veremos allá. —responde Leyla, no muy emocionada de volver a ver a Royce. Ni a ninguno de los dos.
En estos días había intentado estar ocupada en cada momento, iba a todos los entrenamientos y luego se quedaba un tiempo más en la piscina, se dormía temprano y se bañaba lo más rápido que podía. Así no tendría tiempo para pensar en lo que hizo hace una semana. Se sentía mal, aunque en el fondo sabia que hizo lo correcto.
Cree que es una horrible persona y que siempre se comportaba de manera egoísta, solo pensando en ella y en su bienestar.
Pero esa no era la realidad, esa no era Leyla.
De igual forma, las cosas pasan por algo, ¿no?
—Perfecto, entonces todo está como lo planeado.
—¿Planeado? ¿Cómo que planeado? —pregunta Leyla con una ceja arqueada.
—Hice un organizador de acontecimientos para tenerlo todo más puntualizado.
La castaña mira raro a su amiga, como si fuera un bulldog de 6 patas y 4 ojos con aliento a arcoíris.
—Cada día pienso que te vuelves más loca. —menciona ella negando con la cabeza.
Ella rueda los ojos ignorando lo que su amiga le dice.
Las chicas caminan en silencio hasta la salida del edificio, para luego subirse al auto de Ella y abrocharse los cinturones.
Elle sentada en el asiento del piloto emprende viaje hacia el tan mencionado Festival.
—¿Sabes que es la pri...?
—Primera vez que los veré después de la interrupción, lo sé. —interrumpe Leyla antes de que Ella pudiera terminar la frase.
—¿Cómo te sientes al respecto? —pregunta Ella con expresión de preocupación.
—Lo sabré cuando los vea. —dice con un chasquido de lengua.
Después de unos minutos más ya estan en la FAM.
Montones de estudiantes van de un lado a otro formando una abarrotada masa de personas por la que es difícil pasar.
Las chicas entre maldiciones de Leyla y permisos de Elle consiguen pasar y llegar a la zona central.
También hay mucha gente. Juegos por doquier. Puestos de comida. Montones de cosas que son el paraíso para un niño, pero no, están en una universidad.
—¿Vamos por algodón de azúcar? —la rubia mira a la morena con una sonrisa cómplice.
Juntas caminan al primer puesto que encuentran y le piden al dependiente dos algodones de azúcar color rosa.
—Una cosa que amo del festival es que nadie se preocupa por juzgar a nadie, cada uno está en lo suyo. Felices pero no porque los demás estén mal, sino porque ellos están bien. —menciona Leyla.
—Tienes toda la razón. Por eso me gusta tanto esta época.
Leyla se fija en toda la feria con la mirada hasta que ve un juego que le atrae.
Consistía en un tipo de traje que lo usaban dos personas, tenían que tener lentes y un tipo de palos en cada mano, creo que para controlar los movimientos. Pero bueno no se bien, soy solo la narradora.
Ella sin pensarlo dos veces le señala el juego a su amiga la que frunce el ceño y comienza a negar con la cabeza.
—Leyla, ¿te das cuenta de cómo está esa gente? Están gritando de miedo yo no me subo ahí.
—Por favor, por favor. Por mí. —pide haciendo puchero y poniendo ojos tiernos.
Ella suspira y rueda los ojos. —¿Sabes? Está bien. Solo para que veas que no soy mala.
La morena da un gran salto de victoria y ambas comienzan a caminar hacia el juego.
—Buenas, ¿en que consiste el juego? —pregunta Elle.
—Es un juego en parejas, las dos personas que juegan son siamesas y deben intentar salir de una casa embrujada pasando obstáculos y aprendiendo a caminar sin caer.
Leyla mira a Ella con una sonrisa sineistra.
¡Se había salido con la suya!
Pobre de Ella, cayo en la trampa.
—¡A jugar! —exclama Leyla mientras jala a Elle del brazo.
...
El festival se había llenado considerablemente, pero siendo sinceros... ¿quien iba a faltar al Festival?
Era increíble.
Leyla y Ella se habían pasado de un lado a otro subiéndose en juegos y comiendo como unas desquiciadas.
En algún momento de la noche se encontraron con los chicos y ahora los cuatro estaban frente al gran plató junto a un gran grupo de personas, esperando por él veredicto del alumno más destacado de Murgare, en general y en distintas categorías.
—¿Por qué quieres salir? —pregunta Royce a Ella mientras masca chicle.
—Pues... porque es lo que quiero, ¿tú no haces lo que quieres, Royce? —le pregunta ella mientras lo mira a los ojos.
—Por favor, eso no es lo que tú quieres. —le responde.
—¿Por qué lo dices? —cuestiona ella.
—Porque te conozco.
—Tu no me conoces. ¿Cuál es mi color favorito?
Él suelta una carcajada sin gracia y la vuelve a mirar. —¿Por qué todo el mundo cree que saber el color favorito de alguien es conocerlo? Es absurdo. Conocer a una persona es saber lo que siente en diferentes situaciones, saber cuando es que te miente o cuando calla algo. Conocer no es lo mismo que saber.
Ella lo observa. ¿Cómo un minuto podría ser un idiota egocéntrico y al otro alguien... así?
Se acercan a Leyla y Cassandro y le entregan a cada uno su respectiva paleta helada.
—¿Por qué se tardaron tanto? —pregunta Leyla.
—Mucha gente. —responde Ella con una sonrisa de boca cerrada
Se oyen dos toques en los altavoces de todo el Festival. En el medio del plató se encuentra el director Andrew junto a la subdirectora, ambos parados firmemente.
—Buenas noches a todos los estudiantes de Murgare, todos estamos aquí reunidos por ser hoy el Festival Anual de Murgare, número 18. —se escuchan montones de aplausos por parte de todos los alumnos. —Después de esta breve pero cálida presentación comenzaremos con las asignaciones de premios dados por cada experto en categoría. —avisa para luego irse poco a poco.
Empiezan a reclamar premios según van nombrando alumnos. Primero de artes, luego de ciencias, literuatura...
Cuando comienzan la categoría de deportes Leyla mira con atención.
No le importa mucho si gana o no, después de todo la natación había dejado de importarle hace ya mucho tiempo, pero igual tenía curiosidad.
—La mejor estudiante en deportes es... —el señor ahí parada hace un tiempo de suspenso como habían echo ya los demás. —Annie Hollan. —exclama para luego comenzar a aplaudir.
Annie Hollan, ¿quién era esa?
Las chicas no la conocían de nada, estaban muy confundidas.
¿En qué momento había llegado?
La chica sujeta el micrófono y comienza a hablar:
—Gracias a todos, a Murgare por esta increíble oportunidad. Pues, ¿qué puedo decir? Me esforcé por hacerlo todo bien y... pu-pues... —la chica comienza a tartamudear y su mirada de felicidad se torna a una de terror. —¡Es él! Él tiene la culpa de todo, ¡Él es...!
Silencio.
Total silencio en todo el festival.
La chica estaba en el suelo, tirada en el suelo, desmayada.
Desde algún punto del lugar le habían disparado. Habían disparado antes de que dijeran un nombre ,habían disparado y la chica... estaba muerta.
De momento empezaron a llegar paramédicos y ambulancias por doquier. Creando aún más alboroto del que había.
¿Cómo puede llegar a pasar algo así?
Tan rápido, tan fácil, tan... así.
Alguien había muerto y no se sentía así.
Los docentes comienzan a decir que salgamos de el lugar, que cada cuál se fuera sus habitaciones.
Los chicos comenzaron a caminar saliendo del hospital.
—¿Cómo...? —comienza a hablar Ella pero no puede terminar.
—¿De quién hablaba? ¿Quién... pudo hacer algo así?
—Alguien que tiene un arma, eso seguro. —habla Royce, por lo que todo el mundo lo mira raro. —Ok, cero sarcasmo.
—La estaban acosando. —comenta Cassandro. —Solo alguien a quien acosan y con quien abusan se pone así de nerviosa, así de histérica.
—¿Acosada? ¿Acosada por quién? —cuestiona Ella.
—Elle, si lo supiéramos no estaríamos aquí, estaríamos en un tribunal acusándolo de asesinato. —aclara Leyla.
—¿Q-qué es esto?
Se escuchan por los altavoces.
—N-no sé, yo... no me acuerdo.
—Tenemos que esconder el cuerpo, desaparecerlo. —dos voces femeninas distorsionadas discuten.
Leyla y Ella se miran.
¿Qué hacen sus voces ahí?
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